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Periodismo
La crisis de Catalunya vista a través de los medios de comunicación
Dos ejes mediáticos se enfrentan para explicar un conflicto que ha tenido un tercer invitado: el desborde ciudadano.
Los acontecimientos del referéndum han visibilizado el miedo que existe a que el Régimen del 78 (estructura de élites económicas que controlan el país por encima de los partidos políticos) se desintegre. Me explico en tres puntos.
1. La alineación mediática en España. Lo sucedido en Catalunya muestra que los principales medios de comunicación españoles informan desde un mismo lugar que atiende a lógicas comunes.
No es algo nuevo, pero el pánico se ha hecho evidente desde las estructuras de poder. Medios como El País (Grupo Prisa, actualmente propiedad de un fondo de inversiones, la familia Polanco, Telefónica, el grupo de transporte mexicano de Roberto Alcántara y un holding catarí como principales accionistas), El Mundo (Unidad Editorial, cuyo 96% es propiedad del mayor conglomerado de medios italianos denominado RCS MediaGroup quien posee a su vez al diario "Expansión" y "Marca"), Vocento (con ABC, COPE o El Correo Vasco) Planeta (con vinculaciones directas con la burguesía catalana y española y quién además de La Razón controla con más de un 40% al holding Atresmedia que incluye entre otros a OndaCero, Antena 3 y La Sexta) o Mediaset (propiedad de Cuatro y Telecinco, y que pertenecen al magnate y ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi quien mantiene relaciones con la banca o la industria armamentística) forman parte de esa misma estructura con intereses competitivos manifiestamente agresivos a veces, pero que ahora, necesitarían unificar criterios, cerrar filas, frente a un ataque de sus privilegios.
El desarrollo de cada uno de estos grupos mediáticos y sus vinculaciones con las empresas del IBEX 35 sería largo de explicar aquí, pero explicaría el porqué de esta alineación cuando hablan de Catalunya, el referéndum y la independencia. Sin matices y polarizando a la sociedad. No es que generen ruido, sino, unidireccionalidad en el mensaje, evidenciando que lo que prima es la unidad del Estado sin que las voces divergentes y críticas a este paradigma adoptado de la dictadura franquista y apuntalado en la Constitución del 78 forme parte de la opinión pública. No hay excepcionalidad en, siquiera, plantear que lo pasa en Catalunya es una revolución popular (Punto 3).
2. La alineación mediática en Catalunya. Los movimientos sociales –que por finalidad pretenden revertir las estructuras políticas y sociales– han tenido a lo largo de la historia dos principales adversarios: el propio Gobierno como estamento per se conservador, pero también a los medios generalistas que representarían el pulso y sentir de sus accionistas mayoritarios tratando de silenciar cualquier atisbo de atentado contra el sistema al que pertenecen. En definitiva, obviar el crujir de las calles.
En este sentido, el impulso institucional por parte de la Generalitat al proceso independentista ha sido evidente en los últimos años. El ejemplo del matiz ideológico que han tomado las Diadas del 11 de septiembre así lo demuestra. Pero también la cobertura sin parangón de los medios públicos catalanes controlados por el Govern: despliegue de periodistas por todo el país catalán, unidades móviles, helicópteros o programación especial dando voz a los diferentes actores implicados de la sociedad civil.
Esta connivencia de poder (Generalitat) y medios (TV3 o Catalunya Radio) estaría sirviendo para fortalecer una narrativa que se centra en gran medida en mostrar la capacidad de cohesión del pueblo catalán que se ha organizado de una forma asombrosa y que sirve al poder político para continuar su hoja de ruta. El poder del pueblo, aunque también el de TV3 que en Catalunya se consume sobradamente más que cadenas privadas como La Sexta, Antena 3, Telecinco o Cuatro –sin mencionar la calidad de sus programas de debate o investigación–. Agricultores, funcionarios, estudiantes o empresarios habían permanecido individualizados en su propia lucha y ahora la narrativa mediática ha servido de pegamento.
Un trabajo que comenzó, al menos en el 2011. El caso de los grandes grupos mediáticos privados catalanes como Godó (La Vanguardia, RAC1, Mundo Deportivo o 8tv) y ZETA (El Periódico o Sport) estarían jugando, como no podía ser de otra forma, la partida de la rentabilidad económica: si se produce la independencia tendrán a un público cautivo que los consume. Sin embargo, ambos grupos con crisis de modelo empresarial han visto como agua de mayo que desde 2011 a 2016 han recibido el 44,5% del total de las partidas publicitarias de la Generalitat (Godó 25,6 millones de euros y Zeta 19,6 millones).
Intereses diferentes que han actuado en una misma línea. Me pregunto qué habría pasado si durante el 15M los medios españoles hubieran hecho tal despliegue en tantas plazas de tantas ciudades donde no importaba de dónde venías sino qué modelo de país estarías dispuesto a construir colectivamente.
3. Esto es una revolución popular. El análisis va mucho más allá de la independencia o del referéndum. La represión policial excesiva y gratuita denunciada por organismos internacionales (actores externos) debería ser leída, también, en la necesidad que tiene el R78 de salvaguardar su estructura, sus cambios de leyes, sus políticas abusivas, sus robos institucionalizados.
Es la alineación del discurso del Rey con el del partido en el Gobierno, el partido socialista y ciudadanos con el “todos a una, medios incluidos” o nos veremos obligados a desmontar el andamiaje de estos casi 40 años.
Conceptos como “ilegal” se enfrentan con el de “desobediencia civil” que se ha identificado en las calles como parte de una misma lucha. El pueblo catalán nos está interpelando desde hace días. Ayer, independentistas y otros que no lo son secundaron la huelga histórica. La unión. Y mientras, nuestras calles permanecen mirando con recelo a lo que pasa en la esquina del nordeste del Estado. Hay humo, pero detrás hay millones de personas que cuestionan el sistema. ¿Y si nos solidarizamos de una vez?
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