We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Medios de comunicación
El futuro del periodismo no lo está escribiendo una máquina

¿Está usted hasta el gorro de informarse? ¿Siente que no puede más tirar del carro? ¿Prefiere no pensar, prefiere no sufrir? No está usted solo, no está usted sola, cuatro de cada diez personas evitan las noticias a menudo o siempre. Los motivos son variados: el 39% dice que lo hace porque la información tiene un efecto negativo en su estado de ánimo. Una de cada cinco aseguran que sienten que, a pesar de la información, no pueden hacer nada para cambiar las cosas (y por eso creen que es consecuente no escuchar, no ver, no sentir). El 31% de las personas que no leen noticias dicen que se sienten agotadas cuando lo hacen.
El informe que todos los años publica la agencia Reuters, el Digital News Report 2025, registra una tendencia creciente hacia la gran deserción de las fuentes de información por parte del conjunto de la población mundial. España no solo no es una isla, sino que marca tendencia: el interés en las noticias aquí está en su nivel más bajo desde 2015 y la confianza en los medios de comunicación también se ha reducido. Únicamente el 31% de la población confía en la mayoría de las noticias la mayoría del tiempo, algo que contrasta con la proporción de portugueses que confían en el periodismo casi siempre: más del 54%.
Las cifras solo aclaran a medias una tendencia que aglutina experiencias personales. El abandono autoprescrito de lo que pasa en el mundo convive con un sentimiento de que todo está viciado, de que el periodismo únicamente opera según los intereses de alguien detrás de la tramoya. El reverso de la alarma sobre la posverdad y las fake news es una desafección general hacia los medios. No buscamos contenidos más certeros sino que dejamos de consumirlos.
No es tan raro, tampoco, que los propios periodistas se sorprendan a sí mismos rebotando en páginas de inicio de diarios sin decidirse a entrar en ningún artículo, y mucho menos a leerlos, por falta de ganas, por el hastío de ver noticias repetidas, o porque tienen una dieta baja en paparruchas. Esos cientos de miles de navegantes sin tiempo para leer es lo que el periodista Pablo Mancini (Argentina, 1982) llama “postlectores”.
Mancini estuvo en Madrid recientemente para presentar Off the record. Verdad, sangre, algoritmos y negocios (Ampersand, 2025), un libro que bordea el género de “especialista te cuenta lo que tienes que saber de un oficio en permanente estado de cambio”, pero que se zafa de las generalizaciones con un relato que es útil para periodistas y ameno para quienes no tienen demasiado interés en las tendencias del sector. El autor Off the record ha sido director de estrategia de Infobae y vicepresidente de servicios a clientes de The Washington Post, una experiencia que le sitúa en un lugar de análisis interesante en medio de una crisis sin final aparente.
“Es una tormenta particularmente difícil”, reconoce Mancini, “con estos niveles de evitación de las noticias, de no exponerse a noticias, evidentemente hay algo para cambiar y algo para mejorar”. Una posibilidad es echarle la culpa a los lectores, pero él prefiere no hacerlo: “A veces se escribe para uno mismo y se desconecta de los intereses reales de la audiencia. A veces el periodismo a veces se limita a repetir lo que pasa y no a encontrar lo importante para las personas a las que se dirige”.
Fácil de decir, difícil de hacer. El propio Mancini reconoce en su libro que él, como el 99% de los periodistas del mundo, también ha refritado. El refrito, como se conoce en el argot, es una de las prácticas habituales del sector. Un ejercicio de parafraseo para contar lo mismo que cuenta otro artículo: de agencias, de la competencia, de otro medio, en definitiva. Con suerte, el refrito bebe de más de un artículo y se complejiza, sin suerte, se convierte en una nota poco memorable cuya función es vestir una página de inicio.
Una historia de playback
“Yo creo que hay muchos periodistas que no quieren trabajar de esto, que esperaban otra cosa, fama, gloria… y han encontrado mucho trabajo, poco salario y bastante barro”, señala el autor de Off the record, “pero bueno, también tienes la otra parte. Hay gente que hace un gran trabajo y por eso los medios no solamente sobreviven, se sostienen”.
Porque el hecho, como subraya, es que hay más medios que nacen de los que mueren, incluso en una época como la actual, en la que la información compite en el mismo terreno que el entretenimiento. “Yo llevo 20 años en esto y nunca, no hubo ni un año fácil, nada, ni de grandes salarios, ni de presupuestos abundantes para hacer todo lo que queríamos hacer. Nunca sucedió eso”, recalca. Lo que sí hay, había y habrá es “periodismo karaoke” o, como cantaba Radio Futura, alguien dictando en la sombra y profesionales moviendo los labios.
Comunidad de Madrid
Pseudomedios Ayuso y Almeida han inyectado más de 400.000 euros a ‘Periodista Digital’ en cuatro años
El poder —y aquí Mancini habla del poder político, pero también del narcotráfico— ataca el periodismo o a los periodistas cuando no lo puede comprar, “porque el trabajito éste de contar la verdad es muy importante, algo que muchas veces se subestima”.
Visitas golondrina e inteligencia artificial
La respuesta a la pregunta fundamental de cómo sortear esa crisis permanente es el contenido, concretamente, el buen contenido. ¿Las visitas? No son tan relevantes, detalla Mancini. Sin datos sobre quién está realmente al otro lado del teléfono, ni interacción, ni pagos —por medio de suscripciones o a través de otros modelos—, el tráfico “golondrina” apenas tienen impacto en el esquema de sostenibilidad de los medios.
“Cada vez menos relevante en la industria”, aclara, refiriéndose a uno de los últimos gritos en el sector: la colocación de piezas en Google Discover a través del SEO. “Es audiencia volátil que no sabe qué sitio está mirando. Llegó de casualidad y se va. Entonces hay un porcentaje de audiencia enorme que en dos años no existirá más. Tiende a cero. No va a ser cero, pero la curva va para abajo y eso cambia completamente el modelo de negocio de los medios, porque su facturación publicitaria va a bajar”, vaticina.
“Venimos de muchas mentiras en la industria, vendemos muchas cosas”, resume Mancini, “cuando la verdad es el único metro cuadrado sano y a salvo para estar y desde ahí trabajar”
Al más puro estilo gurú (perdón por el palabro), Mancini apuesta por los medios que viven de suscripciones y son capaces de evitar los contenidos chatarra —noticias de clic fácil, redundantes o sin alma— para orientarse hacia los intereses de su comunidad: “Ya no estás buscando tráfico, estás buscando membresías, estás buscando comunidad, estás buscando suscriptores. Entonces, el clickbait o el contenido chatarra y esta estrategia de publicar miles de url empieza a ser insolvente para el medio. Cuando tienes la misma noticia que tienen todo lo demás, tu relevancia empieza a bajar, a bajar y a bajar. Eso no cambió en 50 años”, recalca.
La traca final es la llegada de la inteligencia artificial, hasta ahora nada más que la forma comercial de llamar a los modelos extensos de lenguaje (LLM), esos algoritmos capaces de resumirnos cómo se fríe un huevo frito, de elaborar un texto mediocre a base de recortes de Google (o sea, un refrito), o de seleccionar objetivos civiles en un ataque a un hospital. Aplicado al periodismo, Mancini cree que se debe diferenciar en los casos en que su uso auxiliar puede ser útil y cuando no es más que paja.
“Creo que es más nocivo para el periodismo el mal periodismo que la tecnología sofisticada”, advierte el autor de Off the record, que se confiesa cansado de las discusiones vacías sobre si la IA es una amenaza o una oportunidad: “si no lo aterrizas a un caso de uso específico, nos distrae de lo que estamos tenemos que hacer”. Y recuerda cómo hace quince años se puso de moda decir que junto a cada periodista debería haber un programador, o que los redactores serían expertos en fotografía, grabación y edición de vídeo, “venimos de muchas mentiras en la industria, vendemos muchas cosas”, resume, “cuando la verdad (y la búsqueda de la verdad) es el único metro cuadrado sano y a salvo para estar y desde ahí trabajar”, concluye.