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València
Huelga de celo en el Consorcio de Bomberos de València en plena campaña de incendios

En plena temporada estival, con temperaturas que llegan a superar los 40 °C y el riesgo de incendios disparado en la provincia de València, los parques de bomberos se vacían. La huelga de celo convocada por los sindicatos UGT, Intersindical y CGT desde el 29 de junio, ha dejado al descubierto la precariedad estructural del Consorcio Provincial de Bomberos.
No es una huelga al uso: se trata de una medida de presión en la que los trabajadores se limitan a cumplir estrictamente su horario laboral, sin realizar horas extra ni asumir funciones que sobrepasen sus obligaciones contractuales. Y esto, en un cuerpo que lleva años funcionando a base de sobrecarga y disponibilidad voluntaria, implica dejar turnos sin cubrir y parques literalmente cerrados.
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Las consecuencias no se han hecho esperar. Las últimas semanas, varios parques de la provincia se han visto obligados a cerrar total o parcialmente. Han faltado hasta 12 efectivos en una sola jornada: Moncada ha cerrado por falta de personal, la segunda salida de Xàtiva y Ontinyent ha sido anulada, y han quedado sin jefes de turno Paterna, Alzira y Requena. Catarroja, Burjassot, L’Eliana, Pobla de Vallbona o Alzira también han funcionado por debajo de los mínimos exigidos. Los propios sindicatos convocantes alertan de que esta situación “pone en riesgo la vida de los ciudadanos por una carencia de medios”.
Según denuncian distintos alcaldes socialistas de la provincia, la falta de personal en plena campaña estival “resulta incomprensible e inaceptable”. Los ediles acusan a la Diputación de poner en riesgo la seguridad de sus municipios y de los propios bomberos al permitir que se cierren parques por falta de plantilla. Carlos Fernández Bielsa, portavoz socialista en la Diputación y secretario general del PSPV en València, asegura que “la escasez de efectivos está mermando gravemente la capacidad operativa del servicio de emergencias, afectando directamente a los tiempos de respuesta, a la cobertura territorial y a la seguridad tanto de la ciudadanía como de los propios bomberos”.
La escena se repite a diario: un incendio en una vivienda, el vehículo de altura que no sale porque no hay nadie para conducirlo, y un equipo de apenas siete bomberos intenta cubrir cinco vehículos
La escena se repite a diario: un incendio en una vivienda, el vehículo de altura que no sale porque no hay nadie para conducirlo, y un equipo de apenas siete bomberos intenta cubrir cinco vehículos. Lo que debería ser un servicio público de alta calidad, preparado para responder a eventuales catástrofes como la dana de 2024, opera con plantillas mínimas, medios obsoletos y bomberos agotados física y mentalmente. Así lo ha denunciado la Junta de personal del Consorcio Provincial de Bomberos de València.
Ya en 2020 se aprobó un aumento de plantilla tras varios informes —entre ellos, uno encargado a la Universitat de València, y otro menos ambicioso pero también concluyente que encargó el propio Consorcio, que advertían del riesgo estructural. Sin embargo, la incorporación real de personal ha sido lenta y deficitaria: de las 246 plazas convocadas en la última oposición, aún no se han publicado las listas definitivas. César Bou, enlace sindical de STAS-Intersindical Valenciana y miembro de la Junta de Personal del Consorcio, detalla que “cuando entren esos bomberos, seguiremos con una falta de más de 150 efectivos para cubrir la plantilla mínima. Y si se aplicara el preacuerdo firmado en marzo de 2024 —que contempla una reducción de guardias para respetar la nocturnidad— la cifra de déficit superaría los 200 efectivos”.
Dependencia crónica de las horas extra
El Consorcio ha desarrollado una dependencia crónica de las horas extra para sostener sus servicios mínimos. Según información de la Junta de Personal, en 2024 se acumularon 243.877 horas extraordinarias, de las cuales 184.388 fueron estructurales, es decir, no derivadas de emergencias como la dana. En total, en los últimos cuatro años se han sumado más de 550.000 horas extra, superando con creces los límites legales establecidos tanto en el Estatuto de los Trabajadores como en la Directiva Europea 2003/88/CE, que regula la jornada de los trabajadores nocturnos. Sin embargo, denuncian que la administración se ampara en una interpretación laxa de la ley para seguir exprimiendo a la plantilla.
“Siempre falta personal. Estamos bajo mínimos. Lo óptimo serían once bomberos por parque principal, pero se trabaja con siete. Ahora, si uno se va con el sargento, y cuatro salen en el vehículo de extinción, te quedan dos bomberos. ¿Quién atiende el vehículo de altura si hay un incendio de vivienda? Nadie. No sale”, denuncia Bou.

“El ahorro en personal se antepone a la seguridad”, explican desde la Junta. El parque de Torrent, uno de los principales, lleva desde la dana sin vehículo de altura por falta de dotación. “Hay servicios que directamente no se pueden atender porque no hay personal para mover los vehículos”, afirman.
El resultado es una peligrosa dicotomía: o se atiende un servicio, o se abandona otro. “Un parque como el de Silla, que hace más de 1.300 servicios al año, tiene una dotación que no se puede sostener”, denuncian. “No es solo una cuestión de derechos laborales, es una cuestión de seguridad para la ciudadanía.”
“Los mandos están siendo cubiertos por bomberos de categorías inferiores, lo que acaba creando un agujero en la base de bomberos rasos que no se puede cubrir por oposición, ya que las plazas están ocupadas pero no consolidadas”, denuncia la Junta
A esto se suma una alta tasa de jubilaciones anuales, una paralización prolongada de las oposiciones, y un sistema de ascensos y provisión de plazas que genera vacíos constantes en las escalas inferiores. “Los mandos están siendo cubiertos por bomberos de categorías inferiores, lo que acaba creando un agujero en la base de bomberos rasos que no se puede cubrir por oposición, ya que las plazas están ocupadas pero no consolidadas”, denuncia la Junta.
En materia de prevención, la situación es igualmente preocupante. Desde la Junta de Personal explican que el Plan de Abastecimiento −clave durante emergencias como la dana−, aprobado en 2011, no se ha desarrollado. Esto ha dado lugar a que, “por ejemplo, el aprovisionamiento de primera necesidad a la población de zonas afectadas por la riada, como la comida y el agua potable, se resolvieran con voluntariado cuando, podrían haberse concertado convenios con grandes superficies al amparo de dicho Plan de Abastecimiento”, explica Bou. “No se hacen simulacros, no se forma al personal, ni se informa a la población ni a los ayuntamientos. Nada de eso existe hoy”, critican.
“Se ha estado trabajando con equipos con los arneses caducados, y el segundo traje de intervención aún no ha llegado, a pesar de los riesgos evidentes por exposición a sustancias tóxicas derivadas de la combustión”, alerta Bou
En cuanto a los equipos de protección individual (EPI), éstos son descritos por los propios bomberos como excesivamente “pesados, calurosos y desfasados”. “Se ha estado trabajando con equipos con los arneses caducados, y el segundo traje de intervención aún no ha llegado, a pesar de los riesgos evidentes por exposición a sustancias tóxicas derivadas de la combustión”, alerta Bou.
Los vehículos, otro pilar básico del servicio, tampoco escapan a esta precariedad. Bomberos y sindicatos explican que la mayoría son antiguos y tras la dana se averiaron 14 camiones que aún no han sido reparados, obligando a los bomberos a operar con flotas envejecidas que dificultan la respuesta rápida y efectiva.

“Las medidas de seguridad son tan insuficientes que en muchas ocasiones el sargento se ve obligado a salir solo en su vehículo —sin conductor—, atendiendo él mismo emisoras, tablet y teléfonos en plena conducción, vulnerando el código de circulación y los principios básicos de intervención segura. Toda esta situación es un caldo perfecto para el colapso”, concluye Bou.
En marzo de 2024, la Junta de Personal alcanzó un preacuerdo con la dirección del Consorcio para mejorar las condiciones laborales. Incluía la cobertura del derecho a reducción de horas nocturnas, la incorporación de más personal, mejoras en dotaciones mínimas y un aumento salarial tras más de una década de congelación. Sin embargo, la dirección del Consorció lo tumbó alegando que se había superado el techo de gasto de la Diputación tras la dana.
Mientras tanto, denuncia la Junta de Personal del Consorcio, sí se han aprobado subidas salariales de hasta 15.000 euros anuales por técnico, para cinco técnicos A1. La propuesta de subida para estos cargos ha sido llevada a la mesa de negociación en dos ocasiones, a pesar del supuesto bloqueo económico.
Las graves consecuencias de la falta de personal
La falta de personal tiene consecuencias directas: incendios que no se pueden atender simultáneamente, retrasos en intervenciones críticas y riesgos mayores para los propios trabajadores. “En situaciones como la dana éramos solo 90 bomberos desplegados. Con una plantilla adecuada podríamos haber sido muchos más”, explica un bombero. Y todo esto, en una provincia como València, vulnerable a incendios forestales, inundaciones y accidentes industriales.
Las declaraciones de la Junta de Personal del Consorcio de Bomberos de València retratan con crudeza una gestión en la que se ha normalizado la emergencia, y donde lo estructural se cubre con lo extraordinario: “No interesa cubrir la plantilla porque sale más barato tenernos al límite. Y el coste lo pagamos nosotros… y la ciudadanía.”

Este medio se ha puesto en contacto con la Diputación Provincial de València para recabar su valoración sobre la dependencia estructural de las horas extra, el retraso en la incorporación de nuevos efectivos, el posible impacto en la capacidad de respuesta ante emergencias, y las denuncias sindicales relativas a la seguridad y las condiciones laborales del cuerpo de bomberos. En el momento de la publicación de este artículo, no se ha recibido ninguna respuesta.
El hartazgo de los bomberos se hizo aún más evidente este pasado miércoles 9 de julio, cuando decenas de trabajadores del Consorcio recibieron entre gritos y pancartas al presidente de la Diputación, Vicente Mompó, a su llegada al MuVIM, donde se celebraba la sesión de la comisión de la dana. “Mompó, tras la dana no habéis aprendido nada”, se leía en una de las pancartas. “Dirección dimisión, iros con Mazón”, en otra. La escena refleja la fractura entre la plantilla y unas instituciones que hasta ahora no han respondido con soluciones concretas a las demandas de quienes están en primera línea.