Crisis climática
Ver morirse un bosque en Extremadura

Quien más y quien menos en los pueblos, e incluso en las ciudades pequeñas, siente el cambio del clima, lo experimenta en sus carnes ya, lo percibe en sus cultivos, lo ve en sus paisajes, lo comprueba en los ríos cada vez más secos y sucios, quien más y quien menos recuerda que antes llovía, helaba y nevaba más, que había más animales salvajes, más insectos…

Bosque

Este verano de 2019, que aún yéndose lentamente insiste en su pertinaz sequía, pasará a la historia (si la hubiera) por ser el más caluroso y seco de los últimos decenios, pero también probable y desgraciadamente por ser el más fresco y húmedo de los próximos decenios. En este verano triste y seco hemos alcanzado algunos hitos memorables: nunca han sucedido tantos incendios simultáneos en tantos lugares del planeta. Como si se tratara de una psicopatología global o un brote psicótico generalizado del nihilismo capitalista desde el África subsahariana al Amazonas, desde Siberia a Portugal los incendios provocados han arrasado incontables millones de hectáreas y han arrojado a la atmósfera gigatoneladas de CO2, realimentando así la espiral catastrófica del calentamiento global.

También en nuestra región a falta de cerrar la temporada de riesgo alto de incendios (o sea a falta de lluvias) y de conocer los datos del INFOEX podemos presumir de haber quemado “más y mejor” que nunca antes, más superficie de los mejores ecosistemas que nos quedaban. En este histórico y maldito verano de 2019 hemos rebasado otro récord: el de la concentración de CO2 en el aire, más de 415 ppm y disfrutamos así del dudoso privilegio de ser los primeros homo sapiens de la historia en respirar un aire así de enrarecido. 

La gran mayoría de los gobiernos y gobernantes actuales no es que nieguen el cambio climático, es que lo propician y se enriquecen con él, deviniendo auténticos aceleradores entrópicos que promueven dispositivos enloquecidos de devastación ecológica, promoviendo políticas que sólo pueden calificarse como crímenes de lesa humanidad
Con estos mimbres no es de extrañar que este verano también haya sido el de la popularización viral de la preocupación social en torno al Cambio Climático. Hemos llegado a un punto en que ya ni siquiera el primo de Rajoy se atreve a cuestionarlo, el negacionismo vive horas bajas y en estos lares sólo lo sostienen la extrema derecha más cejijunta y meapilas, algunos residuos del naufragio de la “izquierda piolet” y ese zombie político que es el rojipardismo. Pero el gran problema sigue siendo que, si bien aquí abajo nos quedan pocas dudas sobre la gravedad de la situación y el negacionismo es una minoría cada vez más irrelevante, ahí arriba ocurre lo inverso: Trump, Bolsonaro, Macri, Putin, Erdogan, Xi Jinping, etc. siguen empeñados no ya en echar leña, sino gasolina al fuego.

La gran mayoría de los gobiernos y gobernantes actuales no es que nieguen el cambio climático, es que lo propician y se enriquecen con él, deviniendo auténticos aceleradores entrópicos que promueven dispositivos enloquecidos de devastación ecológica, promoviendo políticas que sólo pueden calificarse como crímenes de lesa humanidad, como genocidas. Muy a su pesar la cuestión climática ha entrado definitivamente en la agenda de las cuestiones públicas y de las preocupaciones cotidianas. En las escuelas, en las calles, en los bares, en los parlamentos… se habla y discute de ello, se palpa una preocupación extendida socialmente sobre una cuestión que hasta hace poco sólo interesaba a las minorías ecologistas pos mayo del 68.
El debate se sitúa ahora entre los que proponen vías de adaptación y mitigación y aún sueñan con una transición ecológica y los más pesimistas (o realistas) que piensan que se trata de sobrevivir al colapso generalizado de esta civilización o de “colapsar mejor”
Casi cinco décadas después de la publicación del primer informe del Club de Roma sobre Los Límites del Crecimiento, por fin la conciencia colectiva parece activarse en torno a la amenaza más grave y urgente que se cierne sobre nuestro incierto presente y nuestros futuros comunes. Más vale tarde que nunca, pero es tarde, como dice Jorge Riechmann “la revolución ecosocialista y feminista había que haberla hecho ayer”. Es tarde, pero aún podemos luchar para que no sea demasiado tarde. Es tarde para evitar el Cambio Climático, sobre eso hay consenso científico y político salvo por ese puñado de antropomorfos negacionistas, por eso el debate se sitúa ahora entre los que proponen vías de adaptación y mitigación y aún sueñan con una transición ecológica y los más pesimistas (o realistas) que piensan que se trata de sobrevivir al colapso generalizado de esta civilización o de “colapsar mejor”.

El mes de julio de este año fue el más cálido y seco de la historia a nivel global, y lo propio ocurrió en Extremadura, que alcanzó récords absolutos y relativos de temperaturas por encima de los 45 grados (el calor letal se estima a partir de los 50 grados). Hace falta mucha fuerza de voluntad o mucha ceguera para ser extremeño/a y negar el cambio climático y sus efectos. A nivel agrícola la campaña de este año se ha resentido considerablemente por la sequía y el exceso de calor, las cosechas de uva y vino, de aceituna y aceite, de higos, de miel, etc. vienen con reducciones de entre el 20% y el 40%. En la ganadería el paisaje es desolador: no sólo son los cientos de millones de euros que han gastado los ganaderos en suplementos alimentarios, es que además, según denuncia Fedehesa, en muchas explotaciones y dehesas la situación es crítica en cuanto a la falta de agua de boca para el ganado y se está teniendo que acarrear agua a los abrevaderos, Fedehesa también advierte que la situación es tan crítica que si no entran pronto lluvias abundantes corren peligro las propias encinas.

Hace falta mucha fuerza de voluntad o mucha ceguera para ser extremeño/a y negar el cambio climático y sus efectos. A nivel agrícola la campaña de este año se ha resentido considerablemente por la sequía y el exceso de calor

Decía Félix Rodríguez de la Fuente que a España “la habían hecho las encinas y las ovejas” y en Extremadura estamos acabando con las unas y las otras, pero eso sí, tenemos el país lleno de rojigualdas. Y la sequía de un año hidrológico anormalmente seco ha acabado por afectar en muchos pueblos al consumo humano, pueblos que empiezan a tener que restringir el consumo y acudir a suministros externos de urgencia.

En una región que sigue siendo eminentemente rural, como la nuestra, la percepción popular del cambio climático no requiere tanto del aluvión de datos del IPCC y de los informes científicos, ni de la contabilidad monetaria de las pérdidas agroganaderas provocadas por la sequía, el granizo y otros eventos. Si preguntamos a esos “perseguidores de primaveras en un mundo que se empeña en agostarse demasiado rápido” que son los pastores y pastoras que nos quedan, podemos comprobar que sin haber leído a Naomi Klein, a Daniel Tanuro o los informes de Ecologistas en Acción, dan fe de que todo va a peor, de que cada vez hay menos hierba y se seca antes, de que los ecosistemas se degradan, de que el suelo se pierde y erosiona. Quien más y quien menos en los pueblos, e incluso en las ciudades pequeñas siente el cambio del clima, lo experimenta en sus carnes ya, lo percibe en sus cultivos, lo ve en sus paisajes, lo comprueba en los ríos cada vez más secos y sucios, quien más y quien menos recuerda que antes llovía, helaba y nevaba más, que había más animales salvajes, más insectos… 

La ECODEPENDENCIA es un concepto que en las ciudades igual requiere de una cierta elaboración y reflexión intelectual, pero en nuestra tierra, la ecodependencia se experimenta directamente en los cuerpos, en las economías familiares, en lo más material pero también en los miedos y emociones colectivas. Por eso, en el mundo rural, la conversación sobre el tiempo no es sólo un modo de romper el hielo o llenar un incómodo silencio, sino que hablar del tiempo es una forma de solidaridad en la preocupación sincera acerca de la sequía, el granizo o el fuego. El discurso urbano y oficial del cambio climático que se despliega en la cumbres de gobernantes y en las políticas públicas se asienta en montañas de datos cuantitativos y científicos sobre la evolución del Clima que son absolutamente necesarios, pero también se hace urgente dar cuenta de la vivencia a pie de tierra de lo que está significando real y vivencialmente el Cambio Climático.
Si preguntamos a los pastores y pastoras que nos quedan, podemos comprobar que sin haber leído a Naomi Klein, a Daniel Tanuro o los informes de Ecologistas en Acción, dan fe de que todo va a peor, de que cada vez hay menos hierba y se seca antes, de que los ecosistemas se degradan, de que el suelo se pierde y erosiona
Así deberíamos describir como, a mediados de agosto, los robledales del norte de la región empezaron a otoñar de sed, que los ríos y gargantas discurren exhaustos, que los arroyos se han secado, que las fuentes se van cegando progresivamente, que cada vez hay menos abejas, menos saltamontes, menos insectos en general. El periodismo de la emergencia climática debería poder explicar el tremendo olor a muerte de los incendios y como cuando se te mete por la nariz destruye toda alegría, toda esperanza. El periodismo de la emergencia climática debiera poder transmitir el miedo, casi vietnamita pero al revés (en esta guerra los helicópteros son aliados) que provoca el fragor de los helicópteros antiincendios en la montaña ardiendo. Tendríamos que ser capaces de hacer el inventario de las mircroguerras del agua que en tantos pueblos de nuestra geografía se están desatando ya ante la escasez cada vez más aguda de este bien preciado y vital, también deberíamos dar testimonio emocional de lo que las tremendas tormentas que hemos vivido provocan: el miedo a los rayos, el temor al granizo destructor de cosechas, el pavor a los incendios que causan las tormentas…

Dice Richard Powers en su magna obra El Clamor de los Bosques que “los árboles se encuentran en el núcleo de la ecología y han de llegar al núcleo de la política humana”. Desde hace más de 20 años vivo en un bosque, es uno de esos bosques sanos en los que se abrazan la flora mediterránea y atlántica, un “ecotono” dicen los ecólogos, un lugar en que aún es posible ver a un naranjo y a un castaño cultivados en la misma gavia. Desde hace años observo el avance de un deterioro multicausal pero dramático, asisto a la muerte de un bosque. Desde dentro de este bosque y de su declinar es que escribo un artículo para El Salto en el que debo volcar datos objetivos de modo que ustedes no se aburran, tengo que emplear la máxima corrección ortográfica y política para que ustedes no se me molesten, buscar la máxima veracidad y un hilo discursivo que les toque a ustedes su fibra sensible, su corazón. Pero ver morirse un bosque, uno de los mejores de Extremadura (y eso es como decir uno de los mejores bosques de la Europa Meridional) es una experiencia ardua, incómoda, una triste experiencia de esas que uno preferiría no vivir y de la que sin embargo no se puede escapar.

Desde dentro de este bosque y de su declinar escribo este artículo en el que debo volcar datos objetivos de modo que ustedes no se aburran, tengo que emplear la máxima corrección ortográfica y política para que ustedes no se me molesten, buscar la máxima veracidad y un hilo discursivo que les toque a ustedes su fibra sensible, su corazón. Pero ver morirse un bosque, uno de los mejores de Extremadura es una experiencia ardua, incómoda, una triste experiencia
Asistir año a año a la muerte primero de los castaños, y ahora de los robles y hasta de algunos enebros, ver como la garganta cada año se seca un poco más pronto y se recupera un poco más tarde en otoño, contabilizar el descenso de las precipitaciones. Hace un lustro que no veo luciérnagas (y no veo porque esto no debería ser noticia), cada vez hay menos mariposas, es raro ver en la otoñada las setas que hace sólo 15 años todavía había en estos montes. En las primaveras secas cada vez más frecuentes se apoderan de los robles unas plagas de polillas que leos dejan defoliados y sin bellotas, las castañas no engordan en los pocos castaños que sobreviven a la sequía y los hongos, los conejos y liebres que otrora pululaban han desaparecido, las perdices que aún cantan son las que sobreviven de las repoblaciones artificiales que realizan las sociedades de cazadores y la Junta. Los anfibios, tan bellos, tan útiles y tan dependientes del agua, están retrocediendo dramáticamente, y lo mismo ocurre con los resilientes reptiles…

Pero cuando se va muriendo un bosque no sólo se van muriendo las plantas, van disminuyendo los animales y se va perdiendo la delgada capa del suelo fértil, también se derrumban las gavias, se ciegan las acequias de riego, los prados se rudelizan, el mosaico silvoagroganadero se borra, desaparecen las eras, se hunden los chozos, se muere la arquitectura y el paisajismo populares, se deteriora y se pierde el trabajo ingente contra la erosión que hicieron nuestros antepasados aterrazando y cultivando estas laderas, se olvida la cultura pastoril y campesina, se pierde la memoria… y comienza la supervivencia.

Hay que levantarse, hay que movilizarse, la casa está en llamas y la pasividad no es una opción, hay que desobedecer y objetar a este modelo de desarrollo que nos aboca al desastre
La ecoansiedad y la depresión climática son ya por derecho propio paisajes del alma contemporánea. Es muy difícil sustraerse a la tonalidad trágica y triste de los campos sedientos, es muy difícil no escuchar el rumor telúrico de la desertización, es casi imposible esquivar la desesperación ontológica que se experimenta cuando asistimos a un incendio o a la extinción de una especie o al envenenamiento del mar. Uno de los pocos métodos que tenemos para salir de la impotencia y de la desesperación es el que están señalando las generaciones jóvenes, el movimiento mundial de desobediencia civil contra la extinción. La niña Greta Thunberg es el símbolo más visible de todo ello: hay que levantarse, hay que movilizarse, la casa está en llamas y la pasividad no es una opción, hay que desobedecer y objetar a este modelo de desarrollo que nos aboca al desastre, hay que emprender cambios personales en nuestros modelos de consumo y de relación con el mundo, hay que acelerar el proceso de concienciación colectiva, hay que hacerles la vida imposible a los políticos que nos están haciendo imposible la vida, hay que reconstruir lo comunitario.

Por eso, la semana de movilizaciones mundiales que va de la huelga estudiantil del 20 de septiembre a la huelga global contra el cambio climático del 27 es tan importante, es muy probable que en Extremadura, pese a estar en la vanguardia del sufrimiento climático, estas movilizaciones sean muy minoritarias (las causas de esta disonancia merecerían otro artículo, que no descarto) y aparentemente irrelevantes, pero aún así será una movilización histórica que si sirve para sacarnos del clima emocional de estupor, miedo y tristeza en que yacemos ya será un éxito. Si además sirve para reinventar lazos comunitarios y establecer formas de cooperación política, podría ser el comienzo de la re-evolución que necesitamos tanto como que llueva.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Turismo
Especulación Un glamping de lujo destruirá la marjal de Gandía
El proyecto fue anunciado por la actual lider del PSPV y ministra de ciencia, Diana Morant, en su etapa de alcaldesa de la localidad. La empresa promotora, Sunny Resort, está dirigida por el hijo del dueño de ACS y una de las hermanas Koplowitz.
Especulación urbanística
Depredación territorial Podem y colectivos ecologistas piden en Europa acabar con los “atentados ecológicos” del País Valencià
Las organizaciones denuncian en Bruselas los numerosos proyectos urbanísticos que no tienen en cuenta la protección de la biodiversidad, la opinión ciudadana o la crisis climática.
Fauna amenazada
Animales La leyenda negra del meloncillo
Respuesta al reciente anuncio de la Junta de Extremadura autorizando la caza del meloncillo en nuestra región.
#40391
3/10/2019 19:30

https://www.extinctionrebellion.es/portal/

0
0
JCPintos
14/9/2019 23:36

Es un artículo impresionante desde el principio hasta el final, difícil entresacar que párrafo es el más relevante. Certero por científico y experienciado, poético por cercano, y aunque realista, esperanzador.

3
1
#39314
14/9/2019 13:14

Como paisano el articulo me ha dejado destrozado. Gracias por compartirlo, aunque no puedo dejar de pensar que ya no hay solución y solo nos podemos controlar los daños lo mejor que podamos... Y ni eso se esta haciendo...

2
0
Desanonimado
13/9/2019 16:46

Evitar lo peor de la debacle colapsista pasa por organizar una revolución anticapitalista global. Ya sé que es ufano creer posible concretar esto, pero de otra forma veremos acrecentarse la desigualdad de un sistema que luchará, como siempre ha hecho, por beneficiar a sus minorías. Si llevan décadas haciéndolo, ante un escenario de falta de los recursos básicos energéticos la faz más cruel y sanguinaria de la bestia no dudará en mostrarnos la lucha por la supervivencia de los poderosos. Las pancartas, movilizaciones y protestas no servirán de nada y no veo ninguna fuerza política constituida que tenga siquiera intención de afrontar la situación, y menos aún una masa crítica capaz de espolear a los subalternos "democráticos" lacayos del poder económico. Actuar el local pensando en global, como decía antaño el ecologismo, es utopía en una sociedad desmembrada y desarticulada por el individualismo neoliberal. Y bla, bla, bla..¿ Una verdadera toma de conciencia podría venir tras un golpe brutal, tras un temblor que nos hiciera despertar, tras un zarpazo hecatómbico del Planeta? Parece que no, parece que lo progresivo del proceso de colapso hará que nos cozamos poco apoco como batracios en marmita. Y nos pisaremos unos a otros tratando de no escaldarnos mientras los chefs preparan su ágapes postreros.

2
0
Carlos
13/9/2019 11:08

Muchas gracias a Fernando y a El Salto por el artículo. Solo de una mente tan preclara y de un verbo tan certero podían salir estas palabras. Ojalá sirvan para que, aunque provoquen un miedo terrible, provoquen movimiento, acción. Que cada persona en su ámbito haga todo lo posible por frenar el desastre. Salud Fernando!

3
0
William Churches
12/9/2019 12:22

Soy habitante rural, y puedo certificar un sentimiento parecido. Mi río, cada vez mas seco, las huertas abandonadas y comidas por las zarzas, los nogales muertos por el ataque de un hongo asiático, los frutales, secos y abandonados porque ya nadie los atiende. En el pueblo, ya pocos producen sus alimentos, más allá de algunos jubilados a modo de hobbie, y acabamos acudiendo al supermercado a comprar producto plastificado como cualquier ciudadano urbano. Da miedo, mucho miedo.

9
0
#39269
12/9/2019 12:48

así es, y ante esto tenemos que reaccionar a vamos al abismo en Extremadura

3
0
Jorge A.
12/9/2019 10:47

Qué necesarios son estos textos y cuán importante sería que pudiesen romper la barrera que los condena a visibilidades minoritarias y ser protagonistas del debate diario. Vivimos, sin embargo, yo me incluyo, arrebatados por miserias de relato, mezquindades tacticistas y equidistancias imposibles. Textos como este de Fernando nos colocan realmente ante lo auténticamente importante, que está permanentemente solapado por una discusión banal e intelectualmente paupérrima. Nada que ver con este artículo, pleno de emoción y verdad. Bravo por Fernando.

10
0
#39257
12/9/2019 7:44

la lucha contra el cambio climático debe ser una prioridad en la agenda de los políticos y tb de los movimientos sociales

13
0
#39251
11/9/2019 19:48

Pedazo de artículo cargado de razones y sentimiento. Gracias, Fernando. Gracias a El Salto

16
0
#39250
11/9/2019 19:48

Pedazo de artículo cargado de razones y sentimiento. Gracias, Fernando. Gracias a El Salto

8
0
#39249
11/9/2019 19:36

Si no reaccionamos contra el cambio climático Extremadura será un desierto

12
1
Derechos Humanos
Derechos humanos Amnistía Internacional acusa al Estado de no investigar casos graves de violación de los derechos humanos
El informe anual de esta organización de derechos humanos denuncia “la persistente falta de rendición de cuentas por las violaciones de derechos humanos cometidas por el Estado español”.
Palestina
Palestina La Flotilla hacia Gaza anuncia un retraso de la salida de los barcos de ayuda
La organización refiere presiones internacionales para que no se lleve a cabo una misión que pretende entregar 5.500 toneladas de alimentos y productos de primera necesidad a la población atrapada en el territorio palestino.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Una investigación independiente confirma que Israel acusó a la UNRWA sin pruebas
Un comité de Naciones Unidas apoyado por tres ONG nórdicas de derechos humanos desestima las acusaciones vertidas por Tel Aviv contra la agencia de refugiados en Palestina.
Derechos reproductivos
Luciana Peker y Cristina Fallarás “El aborto se ha apartado del relato feminista porque genera consenso”
Las periodistas Cristina Fallarás y Luciana Peker forman parte del grupo motor de una campaña europea que quiere blindar el derecho al aborto mediante una iniciativa ciudadana que necesita un millón de firmas para llegar a ser debatida.
Melilla
Fronteras Denuncian expulsiones sin respaldo legal en el CETI de Melilla
La organización Solidary Wheels cuestiona las expulsiones recurrentes de solicitantes de asilo del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en la ciudad autónoma.

Últimas

Sanidad pública
Sanidad a la madrileña Muere un hombre tras esperar 20 minutos a la ambulancia en un municipio de Madrid sin urgencias medicalizadas
La familia del fallecido habría contactado con el 112 después de que manifestara un dolor en el pecho y la ambulancia tardó 20 minutos en acudir. En este municipio llevan cuatro años sin urgencias medicalizadas.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo del futuro: súmate a nuestro primer evento para estudiantes y jóvenes profesionales
El viernes 10 de mayo, El Salto organiza una jornada de periodismo joven para profundizar en temas clave, nuevos lenguajes y formatos, desde un enfoque eminentemente práctico.
El Salto n.74
Revista 74 Cuando los algoritmos te explotan: no te pierdas el número de primavera de la revista de El Salto
De cómo los algoritmos y la IA gestionan el trabajo de cientos de millones de personas con ritmos y condiciones del siglo XIX, y de mucho más, hablamos en nuestro número de primavera. Ya disponible para socias y en los puntos de venta habituales.
Más noticias
Opinión
Opinión ¿Sirve de algo la condena internacional del genocidio?
Somos nosotros, países testigos de cuanto ocurre, los que somos juzgados con cada vida humana a la que negamos la justicia.
PNV
Apuestas Una alto cargo del Gobierno Vasco acumula 140.000 euros en acciones de la promotora de apuestas Kirolbet
La Inspección General de Justicia de Argentina recabó que la Directora de Euskera en la Consejería de Cultura y Política Lingüística, Estíbaliz Alkorta, tiene participaciones en Tele Apostuak.
Gasto militar
Gasto militar El gasto militar mundial batió un nuevo récord en 2023 al aumentar un 6,8%
Crece en todas las regiones y alcanza la cifra de 2,44 billones, según el último informe del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI).
Elecciones
Análisis 21A País Vasco, donde gobiernan los hombres de la derecha vasca desde el nacionalismo español
El soberanismo es mayoría absoluta, también lo son los votos de izquierdas. La política vasca sigue anclada a viejos acuerdos de gobernabilidad, y alejada de unas calles feministas.
Elecciones
Elecciones Euskadi Sumar araña un escaño, pero la izquierda confederal se hunde en Euskadi
Elkarrekin Podemos desaparece del Parlamento Vasco tras perder seis escaños y casi 50.000 votos que Sumar no recoge al completo, pero que le permiten acceder a un acta de diputado por Araba.

Recomendadas

Música
Música Aprendiendo filosofía con el punk patatero de La Polla Records
Los cáusticos esputos lanzados por Evaristo en las canciones de La Polla Records contenían materia adecuada para hablar de filosofía política en el instituto. Así lo entiende el profesor Tomás García Azkonobieta, autor de ‘La filosofía es La Polla’.
Pensamiento
Kristen Ghodsee “Necesitamos soluciones que podamos llevar a cabo sin la ayuda del Estado”
Esta escritora y etnógrafa estadounidense explora experiencias utópicas del pasado y del presente en su último libro ‘Utopías cotidianas’ (Capitán Swing, 2024).
Catalunya
Antirracismo Las muchas voces de Catalunya: identidades diversas, segregación y más de 300 idiomas
En las últimas décadas la sociedad catalana se ha transformado con la llegada de personas migrantes, que ya suponen un 21% de la población. Aunque la exclusión y el racismo siguen ahí, en el día a día lenguas, experiencias e identidades se mezclan.