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Domingo, 22.45 de la noche. En algún lugar indeterminado de Despeñaperros para arriba. Prime time. Una familia ocupa un sofá y comporten una luz. Más allá, al otro lado del túnel televisivo, una mesa en forma de semi-herradura que nos recuerda a latitudes napolitanas. Allí se apilan libros y expertos. Discuten, leen algún pasaje, argumentan, contra-argumentan, se pisan al hablar, bailan sus corbatas, usan un lenguaje científico y la familia no puede dejar de mirar deslumbrada por aquella luz de saber. Entre aquellos varones de mediana edad destaca en el centro un joven –en comparación al resto– de peinado impoluto. Iker, como nunca K –cualquier personaje kafkiano–, ocupa el privilegio de la moderación del debate para sacar las conclusiones, para producir el saber.
“[Iker Jiménez]: ¿Quién construyó las pirámides? [Enrique de Vicente]: Los egipcios. Ahora la cuestión no es tanto quién lo construyó, sino siguiendo qué planes, utilizando qué tecnología, integrando dentro, no ya de las pirámides sino de la Gran Pirámide toda una serie de conocimientos que, como los que están implicados en otras muchas muestras de la civilización egipcia, yo creo que sobrepasan a los que se les atribuía en esa época”(1).
¿Cómo no han pensado en aquella idea? Esa es la pregunta que atraviesa aquel sofá. ¿Por qué esos personajes tan rocambolescos recibieron el privilegio de una tecnología capaz de subir tales rocas en aquellas alturas? Y, encima, todo desde un prisma mesiánico: el faraón proyectaba su tumba hacia un teorema matemático intemporal. Curiosos esos extraterrestres, curiosa su tecnología, curiosa su lectura teológica del planeta tierra. Y curiosidad a la que se abandona esa familia. “De mayor quiero ser arqueólogo para descubrir a los extraterrestres que ayudaron a los egipcios”, dice el zagal. “Pero niño, déjate de cuentos. Tú estudia algo que te dé dinero, porque esos extraterrestres lo que es dinero, dinero, no dan”. Acaba la primera parte del programa, suena Ludovico Einaudi sobre las ruedas del nuevo automóvil de última generación.
“[Voz en off] Hace miles de años, en lo más profundo de la selva mesoamericana, vivió una civilización mágica y enigmática como pocas que, tras su misteriosa desaparición, pareció dejar un indescifrable legado a la humanidad”.
¡Qué pesados estos seres con formas sombreadas! Pirámides por todo el planeta. La familia se plantea una hipótesis: “esto es como cuando a la gente le dio por no llevar calcetines en invierno, a estos les dio por hacer pirámides”. Vamos de la cuenca del Nilo al río Usumancita. Y la misma historia: ese ser de fuera, heterónomo, que trae un saber matemático-teológico para acumular rocas en forma equilátera. “Pero estos extraterrestres no tenían nada de tontos”, piensa la familia: “en Egipto hace demasiado calor como para estar en la calle, por eso las pirámides terminaban en punta.
En cambio, en México las pirámides terminan en un terraito para tumbarse al fresco de la noche y ver las estrellas”. Exacto: de ahí el saber astrológico tan avanzado. Exacto: de ahí ese tan preciso calendario para saber cuándo concertar una cita con quien te gusta para compartir amorosamente un eclipse. El sofá cada vez está más caliente y la familia se siente familia: dialogan, discuten, argumentan, contra-argumentan, baila sus pijamas y reproducen aquella semi-herradura en la pequeña mesita del salón. Porque están tranquilos: esa civilización desapareció por arte de magia, quizás de tanto mirar las estrellas no vieron cómo las espadas acuñadas en la meseta hispánica les atravesaban el corazón.
“Y en el próximo programa de la nave del misterio: las caras del Bélmez. ¿Milagro(2)”.
“¡Ah! A estos no le ayudaron los extraterrestres. Pues eso, que tontos no son. Egipto, México, ¿pero qué se le perdería en Andalucía? Si estos solo saben cobrar las ayudas”. Así desentonaba la voz procedente de aquel sofá. ¿Qué nos enseña Iker Jiménez? Cómo se produce una subjetividad. A través del programa, se ha venido construyendo, por medio de ciertas ideas revestidas de cientificidad, una verdad. Cuarto Milenio es un proceso de veridicción. Iker Jiménez es un dispositivo al estilo foucaultiano. El dispositivo Iker Jiménez, como conjunto heterogéneo, imprime sobre el cuerpo de aquella familia un conjunto de saberes, de práctica discursivas y no discursivas, de instituciones, proposiciones filosóficas, para poder gestionarlos, administrarlos, controlarlos, gobernarlos. El dispositivo Iker Jiménez, en tanto red, no funciona reprimiendo individuos, sino producción sujetos por medio de un conjunto heterogéneo y multiforme de instituciones, normas, reglamentos, formas de comportamiento, técnicas, etc. que fácilmente identificamos en cada episodio del programa. El dispositivo Iker Jiménez al asignar a un sujeto la potestad para garantizar la veracidad del discurso, controla, orienta, determina, modela y asegura gestos, conductas, cuerpos, etc.: solo un sujeto soberano externo al planeta tierra pudo haber concedido, cual gracia divina, ese saber a unos sujetos que nunca podrían haberlo obtenido por sus propios medios. De esta forma, se salva por contraste la privilegiada mente blanca europea. Porque los extraterrestres no ayudaron a los pueblos europeos, estos fueron autosuficientes para construir las espadas que mataran a los otros. Y de Andalucía, de los programas dedicados a esta tierra, siempre queda presente el fraude, la duda, la trampa. Las caras de Bélmez, el ovni de Guadix, los fantasmas de la Diputación de Granada, deambulan entre lo sobrenatural y el fraude.
Apagan ese túnel de luz, se despegan del sofá, se trasladan a sus respectivas camas y sueñan con ir a Chichén Itzá a subir un selfie a instagram y analizar meticulosamente si en la foto se atisba alguna nube en forma de platillo. Mientras tanto, en la TV queda marcado un fotograma final: los libros-ikea de aquella mesa traicionan la memoria de aquellas bibliotecas quemadas por esos extraterrestres europeos con nombre de Cisneros o Pierre de Lancre.
[Coda. Bosquejo de guion televisivo para un programa de Cuarto Milenio que nunca se realizará. Título: El misterio de los libros. Argumento: ¿dónde están los miles de libros que componían las bibliotecas de Al Andalus? ¿Desaparecieron por arte de magia? ¿Milagro o genocidio epistemológico?].
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(1) Todos los fragmentos son transcripciones del programa 15 de la temporada 8 de Cuarto Milenio. Disponible en https://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-08/t08xp15/mayas-predijeron-fin-mundo-diciembre_2_1525155057.html
(2)Recreación de lo que pudiera ser el anuncio de un programa de Cuarto Milenio como tantos dedicados a Bélmez.