Masculinidades
El irlandés

Qué hacemos los hombres, qué nos sucede, realmente estamos cambiando, cómo es ese cambio, qué dirección tiene, cuál es su intensidad.

Miembro de la Asociación de Hombres Por la Igualdad de Género (AHIGE) de Andalucía.

24 dic 2019 06:00

Hegemónica, tóxica, divergentes, nuevas masculinidades, nuevos hombres, sabemos en verdad que está ocurriendo, y el porqué estos conceptos son cada día más habituales y asiduos en nuestros oídos.

Qué han estado haciendo las mujeres, cuál es su posición y participación en todo este proceso, qué tiene por objeto nuestro cambio.

Acomodamiento, inamovilidad, despreocupación, egoísmo, indiferencia, apatía, son quizás algunas de las actitudes que pudieran aplicarse a nuestra condición.

Si lo pensamos bien, desde los orígenes de la humanidad los hombres hemos gobernado el mundo y nuestra presencia y participación ha sido masiva en todos los acontecimientos sociales, políticos, culturales, económicos y simbólicos. Ello ha tenido como resultado que los avances y el desarrollo de la humanidad hayan llevado siempre nombres masculinos. La sociedad del bienestar, los servicios sociales, la salud, los derechos humanos, los valores de libertad, justicia social y solidaridad son creaciones y logros mayoritariamente conseguidos gracias al trabajo de los hombres.

La responsabilidad de las desgracias, guerras mundiales y genocidios tiene como destinatario a los hombres

Pero igual que con lo bueno, sucede con lo malo, y la responsabilidad de las desgracias, guerras mundiales, genocidios y, día a día, de un mundo habitado mayoritariamente por pobres en un planeta rico que avanza hacía su destrucción, para bien y para mal, tiene como destinatario a los hombres.

Desde Olimpia Gouges, y su declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía en 1791, las mujeres no han dejado de cambiar y evolucionar, modificando su actitud, posición ante la vida, luchando y conquistando derechos. Pero, y los hombres qué hemos hecho en todo este tiempo.

Vox
Algunos hombres con miedo

No conviene subestimar a quienes nos quieren muertas y calladas pero tampoco conviene que nos hagan creer que hemos perdido cuando no lo estamos haciendo y el movimiento feminista nunca ha tenido la acogida y la repercusión que ahora tiene.

Nosotros apenas hemos movido ficha, nuestra cómoda posición no nos motiva a ello, y tampoco albergamos las inquietudes precisas para intentar escuchar activamente a quienes no se encuentran a nuestra altura. Seguimos imperturbablemente ajenos a los cambios y demandas de un mundo que proclama la justicia y la igualdad como principios orientadores. Solo la estética, en lo aparente, nos limpia un poco la cara, porque en esencia continuamos respondiendo a los mismos patrones de toda la vida.

Como responsables de lo bueno y lo malo, lo somos también de las desigualdades y entre ellas, las que padecen las mujeres, de la violencia de género

Ha sido el clamor del feminismo, el que nos está obligando a reflexionar sobre lo que somos. Pero sin engañarnos, porque no nos lo creemos, y así el cambio es pequeño, lento y perezoso. Nos parecemos demasiado a nuestros ancestros y en el fondo no nos desagrada.

Como responsables de lo bueno y lo malo, lo somos también de las desigualdades y entre ellas, las que padecen las mujeres, de la violencia de género, y de un mundo que permite que diariamente miles de mujeres sean asesinadas por el hecho de ser mujer, maltratadas, vendidas, utilizadas, y conceptualizadas como objetos prestadores de servicios sexuales y reproductivos. Sin embargo nada hacemos por revertir esta situación y aunque nos digamos y pensemos defensores de la igualdad, demócratas y solidarios, mantenemos con nuestra pasividad la existencia de un sistema cognitivo que lleva a lo contrario.

Masculinidades
Porque otro hombre es posible

Es imprescindible nuestro cambio, el de los hombres, abandonar al ser agresivo y dominante que nos habita y dar paso a nuestro lado femenino, ese que llevamos dentro y que tanto reprimimos.

Los hombres somos capaces de lo mejor, de cambiar el mundo, de comprometernos con todas las causas nobles y justas, de hacer de la solidaridad una bandera. De despreciar al fascismo, la xenofobia, la explotación, las injusticias y también de lo peor, y no hacer nada por mejorar la vida de las personas con las que diariamente convivimos y a las que en muchos casos, decimos amar, las mujeres.

Ha sido el clamor del feminismo, el que nos está obligando a reflexionar sobre lo que somos

El film del director Martín Scorcerse, El Irlandés, no es solo una película de mafiosos, es ante todo una película de hombres. Pacino y De Niro interpretan magistralmente ese universo de hombres y valores, donde la mujer apenas es visible, el amor entre hombres reprimido, y la violencia y la testosterona los únicos caminos válidos para resolver los conflictos, y ser un hombre de verdad en la vida.

El Irlandés es la historia de un amor imposible entre tres hombres. Hombres rudos, violentos, agresivos, a los que no les está autorizado comunicar lo que sienten. Una película que muestra un modelo de hombre que sigue vigente, y que nos sitúa al resto de hombres ante el espejo de nuestra realidad, mostrándonos el daño que hacemos y nos hacemos, y cuanto es aun lo que nos queda por cambiar.

Sobre este blog
Espacio para las luchas sociales en Andalucía abierto a la participación. Coordinado por El Salto Andalucía. Si quieres colaborar, escríbenos a andalucia@elsaltodiario.com.
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#45071
25/12/2019 12:26

Increible estos hombres que reniegan de su condicion, avergonzados ante el feminismo. Nada de lo que dice de la pelucula es asi, ganas de buscar donde no hay

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#45070
25/12/2019 11:33

Realmente es interesante la reflexión sobre la postura de los hombres ante la desigualdad de las mujeres, y nuestra falta de compromiso. Gozamos de una posición de privilegios a la que muchos hombres no quieren renunciar, y por eso sus reacciones machistas y violentas. Como dice el autor el Irlandés habla de esos hombres,

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#45069
25/12/2019 10:59

Interesante reflexión sobre la involución masculina. El rechazo por parte de algunos al movimiento feminista puede venir precisamente de ese desplazamiento del status quo masculino.

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