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Palestina
Pankaj Mishra: “Israel y sus partidarios precipitarán un caos en todo el mundo”

En su nuevo libro, El mundo después de Gaza. Una breve historia (Galaxia Gutenberg, 2025), Pankaj Mishra (Jhansi, Uttar Pradesh, India, 1969) analiza la masacre en Gaza desatada tras la invasión del enclave por parte de Israel, el 7 de octubre de 2023. Mishra, sin embargo, no pone el foco en los y las palestinas muertas, más de 53.000, en el momento en que se escriben estas líneas; ni en los heridos o desplazados que está dejando la masacre. El analista va más allá y explora conceptos como la culpa, el abuso de la memoria de la Shoah o la victimización eterna del pueblo judío, entre otros.
“Gaza es el colapso moral absoluto. El mundo que había antes de Gaza pertenece a otra era”, sentencia en el libro, donde también pone en el punto de mira a Occidente. “Las políticas hereditarias en Occidente promueven el rencor y la brutalidad, no la solidaridad y la justicia”, escribe. “Las atrocidades de Gaza, sancionadas e incluso bendecidas por la clase política y periodística de todo el mundo libre y audazmente anunciadas por sus perpetradores, no solo han devastado la creencia en el progreso social que ya estaba muy debilitada; también han desafiado a un supuesto fundamental: que la naturaleza humana es intrínsecamente buena y tiene capacidad de empatía”. En un planeta en el que los derechos individuales, de las fronteras abiertas y de la ley internacional se encoge poco a poco”, Mishra habla claro: “Israel y sus partidarios precipitarán un caos en todo el mundo”.
¿Cuándo se dio cuenta de que la masacre en Gaza iba a significar un antes y un después?
Poco después de los ataques del 7 de octubre. Tenía claro que el Gobierno israelí iba a usar esta oportunidad para conseguir una serie de objetivos que tenían desde hace tiempo, como la anexión de territorio palestino, tanto en Gaza como en Cisjordania. Ya se les había dado carta blanca por parte de Estados Unidos y de Alemania para hacer de algunas partes de Gaza un sitio inhabitable. En un mes o así, estaba claro que esa era la intención. Ahora ya podemos decir lo que es: una limpieza étnica. Poco a poco la guerra se fue volviendo cada vez más cruel y se convirtió en una masacre. Estamos viendo el inicio de una nueva fase en la Historia moderna. El mundo que vendrá después de lo que Israel está haciendo en Gaza será un mundo diferente.
Biden es un fanático y un hombre muy corrupto que tiene más intereses en AIPAC que cualquier otro político
¿Cree que si en lugar de ganar los republicanos en Estados Unidos hubiesen ganado los demócratas algo hubiese sido distinto?
El apoyo a Israel en Estados Unidos es un asunto bipartidista. Esto se debe al control institucional que ejercen los lobbies israelíes, que son muy poderosos. Casi todos los congresistas y senadores son pro-Israel, la mayoría están respaldados por el AIPAC (Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí). Quizás algunos demócratas hubieran hecho algo más de ruido, pero poco más. Hubieran continuado la senda de Biden, que es un fanático y un hombre muy corrupto que tiene más intereses en AIPAC que cualquier otro político. No creo que con Kamala Harris hubiese cambiado nada.
¿Qué le pareció el anuncio de Trump para Gaza, en referencia al resort vacacional?
Tanto Trump como Elon Musk son personas fantasiosas que carecen de planes realistas. Hablamos de gente que quiere colonizar Marte. Algunas de esas fantasías podrían hacerse realidad, como ocupar Groenlandia, porque tienen el poder para hacerlo. Otras de esas fantasías son irrealizables. De todos modos, el simple hecho de que se hiciera una declaración así ya es remarcable. Lo hagan o no, el daño está hecho.
¿Qué opina de la pasividad de Europa ante la masacre?
La postura mantenida hasta ahora por la Unión Europea será una vergüenza eterna para su reputación, en particular para sus líderes actuales, Ursula von der Leyen y Kaja Kallas. Algunos países europeos, como España o Irlanda, apostaron desde el inicio por un alto el fuego y un embargo de armas, pero fueron ignorados. Lo de España e Irlanda ha sido alentador, pero fueron ineficaces a la hora de cambiar las opiniones en otros países.
Rutte es otro ejemplo más de un político sin escrúpulos que desafía la opinión pública en su propio país y en Europa para buscar un puesto
Parece que existe una diferencia abismal entre la opinión pública, más cercana a Palestina, y la clase política, con poca voluntad de pararle los pies a Netanyahu.
Eso muestra la corrupción que existe en las instituciones democráticas, que ya no representan a la opinión pública. La clase política, pero también los medios de comunicación, son los responsables de esto. En algunos países, los medios se han acercado demasiado a los empresarios y a los políticos, se han convertido en portavoces de sus opiniones y han dejado de representar a la ciudadanía. Más bien, hacen lo contrario: intentan manipularla.
La opinión pública se ha mostrado, casi desde el inicio, a favor de un alto el fuego. Ha quedado claro que Israel ha ido demasiado lejos y sus índices de aprobación se han desplomado, pero ¿cómo se refleja esto en la política exterior de los países? Los espacios políticos están atrapados por sus propios intereses. Hay dinero y poder de por medio. Un caso interesante es el del actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
¿Por qué?
Una serie de funcionarios holandeses escribieron una carta que se filtró. En ella se acusaba a Rutte de ocultar pruebas de crímenes de guerra israelíes, porque quería ser secretario general de la OTAN. Imagino que creyó que si hablaba demasiado, podría no gustar a los estadounidenses. Este es otro ejemplo más de un político sin escrúpulos que desafía la opinión pública en su propio país y en Europa para buscar un puesto.
Así funciona ahora: la gente ya no tiene en cuenta los principios democráticos y hace lo más conveniente para sus carreras profesionales. Y es así cómo las personas se vuelven cómplices de crímenes horribles. Tenemos a estas personas en puestos de responsabilidad, por eso estamos en un momento tan peligroso.
Israel sabe que ha perdido el control de la narrativa porque hay mucha gente consciente de qué están haciendo los israelíes
En el libro explica cómo muchos judíos estadounidenses, sin haber vivido el Holocausto, son más sionistas que los judíos víctimas de la barbarie nazi. Usted señala la Guerra del Yom Kippur en 1973 como punto de inflexión e inicio de ese miedo irracional por parte de la comunidad judía de Estados Unidos que ha llevado a la radicalización actual.
Resulta curioso, porque Estados Unidos es un país en el que se anima a la sociedad a romper con el pasado y a transformarse; pero eso nunca es posible, porque para vivir necesitamos encontrarle sentido a nuestras vidas, y ese sentido suele partir de la religión, la tradición o la propia historia personal de cada uno. En algún momento durante el proceso de secularización o americanización, la sociedad estadounidense se dio cuenta de que necesitaba algo más en la vida. Mucha gente encontró eso en la religión, en la New Age, en descubrir Oriente, o en el budismo. En este contexto, y en el momento en el que los afroamericanos empezaron a conectar con África, muchos judíos estadounidenses empezaron a reconectar con su tierra ancestral.
Estamos hablando de los años 50 y 60. Para esta gente, el Estado de Israel dio sentido a sus vidas, a pesar de que habían sido indiferentes al Holocausto. De pronto, Israel como concepto empezó a llenar ese vacío espiritual y emocional. Este tipo de conexiones son fuertes y operan en diferentes ámbitos: político, tecnológico, lobbista, empresarial. Sin embargo, la más importante es la conexión emocional. Funciona como una secta, inmune a la persuasión racional y a la evidencia de las atrocidades cometidas por Israel. Cuando se les enfrenta, toman medidas drásticas y usan la represión. Israel sabe que ha perdido el control de la narrativa porque hay mucha gente consciente de qué están haciendo los israelíes. Solo pueden suprimir el movimiento pro palestino encarcelando brutalmente a quienes les critican y deportándolos.
La mayoría de estas personas no fueron víctimas directas de la Shoah; sin embargo, quedaron atrapados por el recuerdo de esa atrocidad; por la narrativa del victimismo. Eso es lo que les da una identidad
Israel ha capitalizado y privatizado el dolor causado por la Shoah.
Exactamente. Este es el problema con las ‘culturas de la memoria’: restringen el espacio para el pensamiento moral. Solo se preocupan de la propia seguridad y preservación. La mayoría de estas personas no fueron víctimas directas de la Shoah; lo fueron sus padres o sus abuelos; sin embargo, quedaron atrapados por el recuerdo de esa atrocidad; por la narrativa del victimismo. Eso es lo que les da una identidad. Y no solo eso: también les da un derecho moral sobre el mundo: ‘me han hecho daño, soy una víctima, el mundo me debe algo’. Esta es una forma contraproducente de estar en el mundo, básicamente porque esa ‘cultura de la memoria’ puede volverse genocida. Y eso es lo que ha sucedido con Israel.

¿Existe alguna posibilidad de puente para la paz entre Israel y Palestina?
Es improbable. En Israel hay una sociedad radicalizada y profundamente vengativa. De hecho, la mayoría de la opinión pública israelí cree que las Fuerzas Armadas de Israel no han sido lo suficientemente duras en Gaza y Cisjordania. El 82% de los israelíes aprobó el plan de Trump de recurrir a la limpieza étnica. Netanyahu es un problema, porque es un político sin escrúpulos y corrupto, pero creo que en Israel existe un problema más profundo que no queremos ver: la radicalización de su sociedad. Y esto seguirá siendo un problema, con o sin Netanyahu.
¿Es Netanyahu el líder más radical que ha tenido Israel desde su fundación?
Probablemente. Sin lugar a dudas es el que menos escrúpulos tiene. También es mucho más corrupto que otros líderes de extrema derecha, como Ariel Sharon. Solo le interesa el dinero y el poder. No cree en nada: ni en proteger a los judíos ni en proteger a Israel. Solo quiere champán y puros, y hará lo que sea por ellos.
A raíz de la masacre en Gaza, se están redefiniendo posiciones en la extrema derecha. Una buena parte de los que antes eran antisemitas ahora apoyan a Israel.
Estamos confundidos porque tendemos a pensar que el juego tiene principios, pero no es así. Los sionistas a menudo tratan con quien sea con tal de lograr sus objetivos, así que no es de extrañar que ahora se alíen con antisemitas. Es probable que Abascal antes de todo esto no hubiera oído hablar de Gaza, pero ahora es proisraelí. ¿Por qué? Porque quiere su parte del negocio. ¿Qué busca? Poder en las redes internacionales de extrema derecha, porque hay mucho dinero circulando en esas redes.
¿Qué sentido tiene apoyar a los palestinos? Desde su punto de vista, son unos perdedores. Visto así, todo cobra sentido. Por otra parte, está el tema de la supremacía blanca como fundamento del orden social moderno. Para esta gente, esto tiene que mantenerse a cualquier precio y ese orden social supremacista blanco es lo suficientemente flexible como para acomodar a todo tipo de personas. El objetivo sigue siendo la riqueza y el poder.
A Netanyahu lo único que le preocupa es no entrar en prisión, así que todo lo demás le resulta irrelevante
En su libro habla del ‘victimismo hereditario’, algo que la industria de la cultura, sobre todo la estadounidense, ha ayudado a expandir. Sin embargo, en la situación actual, gente que sentía cierta simpatía por Israel, o que se sentía apelada por el Holocausto, se está distanciando.
No creo que nadie en Israel esté pensando en eso, pero es cierto que se está creando una situación complicada para la población judía que se identifica con Israel. Es una situación muy peligrosa, pero a quienes gobiernan Israel hoy no les preocupa eso, ni siquiera les preocupan los rehenes que quedan en Gaza. A Netanyahu lo único que le preocupa es no entrar en prisión, así que todo lo demás le resulta irrelevante.
Escribe que la Shoah es la medida de todas las cosas que suceden en el mundo: es el genocidio paradigmático.
Hay que mirar hacia ‘la industria del Holocausto’ y hacia Estados Unidos. La presencia del Holocausto en nuestra imaginación es mucho mayor que, por ejemplo, la hambruna de 1943 que mató a tres millones de hindúes. Eso es algo que nadie conoce, porque no hay ni una película occidental al respecto. Tampoco hay narrativas sobre la partición de la India y las atrocidades que se cometieron. Y si las hay, no tienen la visibilidad y prominencia que las narrativas del Holocausto. Mucha gente solo conoce un genocidio: el Holocausto.
La clase política y una parte de los periodistas están demasiado comprometidos con esta idea de que Alemania solo puede saldar sus deudas morales con Israel apoyándolo, haga lo que haga. Es una postura que escapa a cualquier discusión racional
Resulta especialmente interesante la postura de Alemania en todo esto.
Es un país que permite todas las atrocidades que ocurren ahora en nombre de lo que hicieron hace 50 años. Esto cuestiona la narrativa de que existe algún tipo de culpa permanente. ¿Quién siente esa culpa? De las personas que cometieron esos crímenes, pocas. En Alemania se le ha dicho a la población que debe comportarse de una manera determinada; y hay una línea ideológica establecida por la clase política y los medios de comunicación. Pero la opinión pública, de nuevo, opina distinto y cree que Israel ha ido demasiado lejos. Mi libro ha sido atacado por todos los periódicos alemanes, pero la población lo compra porque sabe que, sobre este tema, no puede confiar en la prensa alemana. La gente necesita fuentes de información alternativas.
La clase política y una parte de los periodistas están demasiado comprometidos con esta idea de que Alemania solo puede saldar sus deudas morales con Israel apoyándolo, haga lo que haga. Es una postura que escapa a cualquier discusión racional; es una estupidez. Primo Levi aseguró en más de una ocasión que no entendía a los alemanes. Yo diría lo mismo: no entiendo su conformismo y su obediencia. Me parecen aterradores. Alemania es un país al que no hay que perder de vista; menos en un contexto de rearme. Podríamos llevarnos una sorpresa desagradable, y este país ya ha sido responsable de dos guerras mundiales, un Holocausto y un segundo genocidio en menos de 80 años.

¿Qué impacto puede tener en el resto del mundo estar expuestos a tanta violencia, a ese conteo de muertes incesantes en Gaza?
Estamos ante una ‘barbarización’. Cada vez somos más insensible al sufrimiento y a la crueldad, a que 200 niños sean asesinados diariamente por el ejército israelí Pero nadie dice nada. Si no alzamos la voz hoy, si no protestamos contra la violación de la vida y la dignidad humana, en algún momento esa violencia volverá a nosotros. La violencia no se detiene en las fronteras de ningún país.
Existen muchas diferencias sobre cómo se ha abordado la guerra en Ucrania y la masacre de Gaza.
Los ucranianos han sido bienvenidos en todo el mundo. Todos les han abierto las puertas al tiempo que hay gente muriendo en el Mediterráneo; al tiempo que hay palestinos sin posibilidad de salir de Gaza o de Cisjordania. Hasta el momento, ningún gobierno europeo les ha tendido una mano, a pesar de que Israel ha cometido muchísimas más atrocidades que Putin. No hay un doble rasero: no hay ni siquiera rasero.
En algún momento Netanyahu sobrevolará el espacio aéreo de algún país y este decidirá no dejarle entrar y lo arrestarán
Netanyahu tiene una orden de arresto internacional por crímenes de guerra. ¿Lo veremos en el banquillo de los acusados?
Es probable. Hay 125 países adheridos a la Corte Penal Internacional (CPI). Podemos imaginar un escenario como el de Rodrigo Duterte. En algún momento Netanyahu sobrevolará el espacio aéreo de algún país y este decidirá no dejarle entrar y lo arrestarán. Todo es posible, porque una vez tienes una orden de arresto, eres un fugitivo. Hoy puedes visitar Hungría, pero quién sabe mañana. Eso, obviamente, no será consuelo para quienes han perdido a sus seres queridos y han visto morir a sus hijos; pero al menos, al resto nos dará alguna esperanza de justicia.
Hungría
Genocidio Netanyahu se prepara para su primer viaje a la UE como presunto criminal de guerra tras la orden de la CPI
En algún momento en su juventud, explica en el libro, sintió cierta simpatía por el sionismo. ¿Cuándo cambió esa percepción?
Cuando conocí a estudiantes palestinos en la India y me contaron historias de desposesión y de expulsión. Ahí me di cuenta de que había algo más. Era joven, empecé a leer, fui a Israel y vi la realidad. Sigo simpatizando, no con el sionismo, sino con la idea de Israel como un país judío. No quiero que sea un estado etnnoacionalista, como lo es ahora, pero creo que los judíos tienen derecho a la autodeterminación. Sin embargo, las guerras son el camino a la autodestrucción, y la única solución para Israel es que permita la existencia de un Estado palestino y que normalice las relaciones con sus vecinos. Tiene que abandonar la violencia como la vía principal para alcanzar soluciones políticas; porque con violencia no se llega a ninguna parte. Con esta actitud, lo único que está consiguiendo es que en cada generación [de palestinos] haya gente dispuesta a luchar y a dar la vida por ello. Detesto la idea de la destrucción de Israel; y quiero que prospere, pero no de esta manera. No se dan cuenta, pero va camino a la autodestrucción.
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Secundo la opinión de Hodei. Los últimos dos párrafos de la entrevista me hacen chirriar los dientes.
El objetivo al crear Israel nunca fue darle una tierra al "pueblo judío" (no entraré a discutir qué es eso, exactamente), sino establecer una colonia en un territorio muy rico, en una posición estratégica, para servir a ciertas élites en la consecución de sus tejemanejes. Por lo tanto, la existencia de Israel no tiene ningún sentido para mí. Aún menos hoy en día, cuando está más que demostrado que se trata de una sociedad enferma y con escasas probabilidades de cambiar.
Opinión interesante hasta que el autor intenta proteger el derecho de autodeterminación de una religión como la judía. Reconocer a Israel es reconocer la anexión del 80% del territorio originario Palestino.