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Privatizaciones
La privatización encubierta del teatro de la Zarzuela
Los trabajadores del Teatro de la Zarzuela han convocado paros laborales del 5 al 26 de abril por el plan del Ministerio de Cultura para fusionar el Teatro de la Zarzuela con el Teatro Real. Los trabajadores denuncian que se trata de una estrategia para desmantelar poco a poco la cultura pública.
El conflicto laboral que atraviesan actualmente los trabajadores del Teatro de la Zarzuela comenzó a principios de mes, cuando se enteraron a través de la prensa de que el Ministerio de Cultura quería fusionarlo con el Teatro Real mediante Real Decreto, lo que arrojaba una estela de incertidumbre respecto a los puestos laborales y la gestión del propio teatro. Por ello han convocado paros de dos horas entre los días 5 y 26 de abril en todos los centros pertenecientes al Instituto Nacional de las Artes escénicas y la Música (INAEM).
La zarzuela es un género lírico exclusivamente español cuya sede principal es el Teatro de la Zarzuela de Madrid, que pertenece al INAEM. La excusa de la fusión que el Ministerio de Cultura da es que pretende fusionar el Teatro de la Zarzuela con el Teatro Real para hacer “una gran ópera al estilo de París”. Pero su gestión y programación artística es totalmente diferente.
El Teatro Real es un teatro público que funciona como si fuese privado, con financiación estatal que gestiona una fundación que tiene entre sus vocales a Florentino Pérez o Villar Mir
El Teatro Real, lo que sería la ópera de Madrid, es un teatro público que funciona como si fuese privado. Recibe financiación estatal que gestiona una fundación acompañada de mecenazgos y también donaciones privadas. En su propia web se pueden ver sus mecenas. Son, entre otros, la Fundación Juan Miguel Villar Mir, Repsol o ACS. Sus patrocinadores: Idealista, Google o Coca-Cola. No es de extrañar entonces que entre los vocales de su fundación estén Florentino Pérez o el propio Villar Mir. Los donativos que recibe el Teatro Real son de diversa índole y se clasifican en categorías. Así, se puede ser amigo desde 120 euros, benefactor desde 600 o protector aportando 6.000 euros. Al donar se obtienen también ventajas fiscales, pues todas las donaciones o mecenazgos tienen, por ley, una deducción del 40% en el impuesto de sociedades. Además, dentro del propio teatro se pueden alquilar salas para eventos empresariales.
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Es un modelo antagónico al que tiene el Teatro de la Zarzuela, totalmente público. Además de las diferencias en cuanto a programación, ya que el Teatro Real ha programado en contadas ocasiones alguna zarzuela, los precios de las entradas también son muy dispares. Mientras que en la zarzuela la entrada más cara cuesta 50 euros, en el Teatro Real acudir a una ópera en zona A puede llegar a costar más de 300 euros. Pablo, trabajador del Teatro Real, explica que, “a pesar de lo elevado de los precios, el negocio de la ópera está en auge y la fusión permitiría que el Teatro Real tuviese dos sedes. Se ahorran costes de mantenimiento, pues pagan las administraciones públicas. A nosotros, como trabajadores del Teatro Real nos han aplicado la reducción del 5% del salario como si fuésemos trabajadores públicos, pero luego no nos conceden los beneficios de los trabajadores estatales como guardería, cheques de comedor o más días libres”, comenta.
Luis, trabajador del INAEM y extrabajador del Teatro Real y del Teatro de la Zarzuela, relata que “el Real es un híbrido que para los trabajadores tiene lo peor de cada componente. Se acordó la reducción del 5% del salario a cambio de jornadas extraordinarias y los trabajadores acabaron haciendo esas jornadas y aportando el 5% de sus salarios”, explica. No se fía de la fusión del Teatro de la Zarzuela y el Teatro Real porque “se habla de que se crearán dos modelos de trabajadores haciendo el mismo trabajo y con brecha salarial. Esto creará un clima de crispación entre las dos plantillas. No hay verdaderas garantías de compromisos, a pesar de que han dicho que con la plantilla todo seguirá igual”.
Otra de las cuestiones en las que ambos trabajadores inciden es que en el Teatro Real se celebraban festivales en los que el teatro recibía un beneficio económico y por los que ahora tiene que pagar. “El público de la Zarzuela es clase media y baja, nada elitista frente al público que puede permitirse ir a la ópera. No creo que se mantengan módicos precios porque el Real nunca ha llevado esa trayectoria”, cuenta Luis. “Algo muy importante —destaca— es que el Real nunca se ha preocupado de establecer ciclos o colaboraciones con la Zarzuela, si es que la idea es, como dicen, la proyección internacional de este género lírico autóctono”.
La transparencia del Teatro Real, según Pablo, “brilla por su ausencia. Prestamos servicio en un edificio que es patrimonio del Estado, pero tampoco hay manera de saber cuánto patrimonio público entra (Ministerio, Comunidad y Ayuntamiento) y cuánto es privado, pues las cuentas no se entregan al comité o se publican tarde e incompletas”, señala este trabajador.
Silvia Rubio, miembro del Comité de Huelga y Secretaria General de la sección sindical de CC OO en el INAEM, relata que “para que una fundación pueda ser pública debe recibir el 50% de sus ingresos de las Administraciones públicas, la Fundación del Teatro Real ahora mismo no los tiene. No sabemos lo que va a pasar, hasta el día 22 no nos habían entregado ningún documento, solo nos han entregado un borrador de un supuesto real decreto”. Ahora los trabajadores no solo piden la paralización de esta fusión, que denominan “privatización encubierta”, sino que también reclaman que el Teatro Real pase a formar parte del INAEM. Silvia habla de que “hay once funcionarios en el Teatro de la Zarzuela y 230 laborales, de los cuales hay al menos 50 temporales. Estamos hablando de muchas familias”.
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Todas las partes coinciden en señalar que por parte de la Secretaría de Estado de Cultura se les ha dicho que este proyecto va a seguir adelante a pesar de la oposición de los trabajadores. El secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, ha defendido esta fusión en varios medios de comunicación, así como también el director del Teatro Real, Gregorio Marañón, que en una entrevista reconoció que el nuevo proyecto solo contaría con un solo equipo artístico en lugar de los dos actuales. Desde el Teatro de la Zarzuela no han querido hacer declaraciones para este artículo porque dicen que “es la hora de los trabajadores”.
Los trabajadores temen que, si se produce esta fusión, también se comience a desmantelar progresivamente el INAEM
Según Silvia Rubio, “el Teatro Real mantiene una política de contratación de artistas extranjeros principalmente, cosa que no hace el Teatro de la Zarzuela. Los funcionarios y el personal laboral de la Zarzuela han tenido que pasar por un concurso público para obtener su plaza. Su personal técnico, el coro, personal de sala y taquillas, todos son empleados públicos, mientras que en el Teatro Real el personal técnico está contratado por la propia fundación y el resto del personal son subcontratas, en ambos casos con su propia política de contratación y despidos”.
El miedo de los trabajadores es que, si se produce esta fusión, también se comience a desmantelar progresivamente el INAEM, cuya financiación es netamente pública y el precio de las entradas no es elevado. En sus reivindicaciones lamentan que, a pesar de que la ciudadanía asumió el coste de la reconstrucción del Teatro Real, ahora no se puedan permitir la compra de una entrada.
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