Opinión
¡Cuidadoshhhh!

¡Silencio! No interesa, no es popular hablar sobre cuidados, no tiene consecuencias electorales o, al menos, eso parece. Después de casi dos años de pandemia el sistema de cuidados actual continúa demostrando su fragilidad y no parece ser el apropiado para afrontar un futuro con garantías. Sin embargo, sigue sin estar entre las prioridades políticas y, por tanto, fuera del debate político. Los cuidados nos afectan a toda la sociedad porque tarde o temprano los vamos a necesitar y poco a poco se escuchan más voces planteando diferentes modelos de cuidados.
En el sector residencial actual, de gestión público-privada, no se cuenta con la participación de las personas implicadas en las decisiones que afectan a su día a día, lo que supone una pérdida de derechos. Tampoco se cuenta con la participación de las familias. Además este sistema invita a pensar que el interés económico está por encima del bienestar de las personas. En los últimos años el servicio que se presta en centros residenciales ha ido empeorando debido a la privatización de la gestión. Empresas con intereses económicos que ahorran en gastos como comida, personal, salarios, material higiénico, etc. Evidentemente todo ello repercute en la salud y en la calidad de vida de las personas usuarias y en las condiciones laborales de trabajadoras.
Tal y como la ley indica, deben existir cauces de participación democrática de las personas usuarias y sus familiares, es necesario implantar sistemas de participación ágiles tanto en centros residenciales como en instituciones
Se plantea, como la mejor alternativa, cuidar en casa. Probablemente sea la mejor opción pero es necesario incrementar los recursos económicos y fomentar la participación de la comunidad. Aún así no podemos pensar que las residencias van a desaparecer; de hecho, es necesario crear más plazas para cumplir con las recomendaciones de la OMS, atender así la creciente demanda y reducir el tiempo de espera para una plaza residencial.
Hay que recordar que el sector de residencias ha sido y es el más castigado por la pandemia. Han fallecido miles de personas en condiciones de verdadera angustia y es donde mayor confinamiento se está sufriendo. Las consecuencias, terribles secuelas tanto a nivel físico como psicológico, muertes en soledad y duelos sin resolver. También hay que recordar que existe un conflicto laboral que viene de lejos pero que hace tres años se enquistó y comenzaron las huelgas hasta alcanzar los 255 días a día de hoy. La Diputación Foral de Gipuzkoa, que siendo la garante de los servicios, tiene la posibilidad de intervenir y solucionar el conflicto a través del diálogo.
Equiparar salarios con sectores masculinizados y fomentar la participación de los hombres en todo lo relativo a los cuidados es fundamental para un futuro de cuidados sólido e igualitario
Tal y como la ley indica, deben existir cauces de participación democrática de las personas usuarias y sus familiares. Aunque las encuestas sirven para hacer evaluaciones, no se pueden considerar éstas como únicas vías de participación. Es necesario implantar sistemas de participación ágiles tanto en centros residenciales como en instituciones.
El actual sistema de cuidados está sostenido prácticamente por mujeres. Mujeres inmigrantes en situación irregular trabajando de internas con salarios indignos, mujeres sin contrato trabajando por horas en servicios domésticos, trabajadoras del servicio de atención domiciliaria reclamando salarios y horarios justos, trabajadoras de residencias en huelga, mujeres que cuidan sin remuneración, madres que cuidan a madres e hijas por amor, etc. Equiparar salarios con sectores masculinizados y fomentar la participación de los hombres en todo lo relativo a los cuidados es fundamental para un futuro de cuidados sólido e igualitario.
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