Las Kellys
Lucha esencial

En tiempos de COVID, las trabajadoras y trabajadores esenciales han demostrado lo imprescindibles que son. La coyuntura actual pone de manifiesto las vulneraciones y pérdida de derechos en sectores tan feminizados como el de la limpieza y los cuidados. El Salto Andalucía, en el marco de este 25 de noviembre, se ha acercado a las historias de seis mujeres que acumulan una larga experiencia de años de trabajo en el sector. Relatos de resistencia, de contratos irregulares y precariedad; de horas interminables de trabajo, pero también narraciones de profunda humanidad.

María José Sánchez, 45 años
María José es socia fundadora de Kellys Unión Granada y representante de la sección sindical del SAT en el hotel Abba Granada. Empezó a trabajar en los cuidados de su casa desde los doce años, cuando quedó huérfana de madre y al cargo de cinco hermanos.
Dejó los estudios tras obtener el graduado escolar y después de algunos años como peluquera, empezó en el sector de la limpieza a los 25 años. “Mi vida es una odisea y he enfrentado todo tipo de precariedades. Yo quería estudiar historia, pero no pude. Eso me ha forjado un carácter duro y luchador, por eso mientras me quede un aliento de vida, no voy a consentir que ni en el trabajo ni en la vida, abusen de mí”. De su madre, dice, aprendió de derechos y luchar colectivas. “Mi madre fue una pionera en su trabajo, siendo limpiadora en casas en los setenta, estaba asegurada; lo que permitió que recibiéramos pensión de viudedad y orfandad”.
Al nacer su tercer hijo, hace nueve años, empezó a trabajar en hoteles: “Cobraba dos euros y medio la habitación, sin descanso. Sabíamos cuando entrábamos, pero no cuándo salíamos”. En este contexto, en 2014 se vinculó con Unión Kellys a nivel nacional, y fundó la sección en Granada a raíz de un conflicto en el hotel Abba de Granada: “Queríamos denunciar unas condiciones de semiesclavitud y fue gracias a esta organización que supimos que había un convenio colectivo. Ellos no se esperaban que por ser mujeres y limpiadoras, íbamos a ser capaz de organizarnos y movilizarnos de la forma en la que lo hicimos”. Para María José, esta organización representa un espacio para reclamar autonomía e igualdad para las mujeres. “Quiero demostrar que podemos trabajar juntas, y que podemos estar informadas sobre nuestros derechos”.

Vanesa Sánchez, 38 años
“Con tan solo 28 días quedé huérfana de madre, he tenido que luchar desde bien pequeñita”, relata Vanesa Sánchez, que desde los 16 años trabaja en el sector de la limpieza. Desde que comenzó se ha enfrentado a las condiciones de un sector altamente precarizado y donde la estabilidad es un objetivo complejo.
Vanesa es integrante del SAT (Sindicato Andaluz de Trabajadores) y hermana de María José, representante de Kellys Unión Granada. Es consciente de que “es necesario hacer valer tus derechos”, aunque ello a veces conlleva conflictos laborales. Ella enfrenta una disputa desde hace más de un año con la Delegación de Turismo de la Junta de Andalucía en Granada y dos empresas por lo que considera un despido injusto. “Después de 11 años me ponen en la calle de un día para otro, sin indemnización, vulnerando todos mis derechos laborales”.
Su familia es su cable a tierra. Por ello, siempre lleva un colgante, símbolo de fuerza y esperanza, que le regalaron su padre y su pareja, cuando tuvo que hacer frente a una intervención de corazón hace años, a causa de una enfermedad rara que la ha llevado varias veces a quirófano.

Antonia Milla, 50 años
Antonia comenzó su trayectoria profesional como camarera de piso en un hotel en Sierra Nevada. Si bien tenía buenas condiciones, estaba lejos de su casa, lo que hizo que comenzara a buscar algo con lo que poder conciliar su vida familiar. “Me perdí los primeros años de mi hija, había compañeras que dormían en el hotel; yo iba y venía cada día, pero al final estaba siempre cansada y con mucho tiempo en la carretera acumulado”.
Hace 14 años, comenzó a trabajar en Granada capital y a enfrentar las situaciones de precariedad y desigualdad vigentes en el sector, entre ellas la externalización de los servicios de limpieza. Al ver que son pocos los hoteles que hacen contratos propios y por convenio en la capital, se unió a Kellys Unión y se involucró en un sindicato hace algunos años: “Es tanto lo que nos pisotean las empresas externas en los hoteles, que necesitábamos un apoyo y referencia. Fregábamos los suelos de rodillas; ahora, después de muchas peleas hemos conseguido que al menos nos pongan una fregona”, relata.
Antonia lee con voracidad y los libros son para ella un espacio perfecto para evadirse y escapar de la realidad cotidiana donde el cansancio es constante. “Siempre llego a mi casa hecha polvo, y mi marido y mi hija me dicen que cambie de trabajo, pero para mí con mis 50 años ya es tarde para buscar otra cosa”.

Francisca Cervilla, 50 años
Francisca Cervilla ‘Paqui’ lleva casi la mitad de su vida trabajando como camarera de piso en hoteles. En los tres últimos años ha arrastrado un problema de salud por una lesión en la rodilla que no era operable, lo que llevó a estar de bajas intermitentes durante algún periodo.
Verse en una situación vulnerable le dio el empujón definitivo para sumarse a las Kellys el pasado mes de febrero: “Estuve varios meses yendo a trabajar con muletas. La realidad es que no eran condiciones adecuadas para una recuperación, sin descansos y en continuo movimiento. Entrar en las Kellys me ayudó a entender muchas cosas y ser consciente de las injusticias que existen”.

Marisol Gutierrez, 49 años
Nacida en Cochabamba (Bolivia), reside en España desde hace 18 años. Es cofundadora y parte del equipo de trabajo de la Asociación Sociocultural Nosotras por los cuidados y el empleo de hogar en Granada.
“Yo vine aquí por cuestiones personales, dejando familias y metas aparcadas. Como la mayoría de mujeres migrantes tuve que reinventarme y formarme en otras profesiones. Marisol era administrativ en Bolivia, pero por las trabas burocráticas no pudo convalidar su titulación fácilmente con lo que volvió a estudiar en España. Actualmente trabaja una parte de su jornada como administrativa y otra como empleada de hogar y cuidados.
Marisol Gutiérrez es una luchadora nata y ve en la organización y el trabajo colectivo una manera de lograr las metas y reclamar derechos. “Nuestro trabajo es una profesión y una parte esencial para el sostenimiento de la vida que no está valorada”.

Ana Maritza García, 42 años
Nacida en Bogotá, era empresaria en Colombia y llegó a España hace apenas tres años forzada por una situación personal. Como otras de sus compañeras recién llegadas, debió hacer frente a varios años trabajando en la economía sumergida.
Ana Maritza es parte del colectivo Nosotras y explica que tiene que resistir con contratos muy precarios porque no tiene residencia: “La ley de extranjería nos obliga a estar años en esta situación es violenta. Todo se hace complejo y enfrentamos muchos problemas burocráticos”. Desde Nosotras se unen a los reclamos de la campaña #RegularizaciónYa, para exigir la derogación de la ley de extranjería, por considerarla “machista y racista”.
Maritza sostiene que para ella es esencial el trabajo en colectivo y de incidencia política que se está haciendo desde diferentes frentes para que situaciones como la suya no se sigan repitiendo. “Llevamos haciendo mucho durante este tiempo de pandemia. Incidencia política, denuncias, campañas, trabajo en red con otras organizaciones del sector de trabajo de hogar y cuidados y de mujeres migrantes”.
El 25 de Noviembre
Este 25 de Noviembre en Granada, tiene como lema: “Frente a la violencia, ni sumisas ni calladas, fuertes y organizadas”. María José, Vanessa, Marisol, Antonia, Paqui y Maritza son protagonistas en estas imágenes e historias que, si bien son personales, representan vivencias y universos compartidos de muchas mujeres trabajadoras.
En sus caminos está muy presente el rol de organizaciones como Kellys Unión Granada o Nosotras Granada, a la hora de pensar estrategias conjuntas y objetivos colectivos. El logro de convenios colectivos para las camareras de piso y el fin de las contrataciones de empresas externas para mitigar la desigualdad y precariedad, el trabajo en pos de los derechos de las mujeres migrantes y trabajadoras o cambios en las leyes de extranjería son algunos de los ejes que enlazan estos relatos.
Sindicatos
La lucha de Vanesa por su empleo llega a los juzgados
El lunes 8 de junio se celebra el primer juicio de Vanesa Sánchez, trabajadora de la limpieza granadina despedida. Demanda a la Delegación de Turismo de la Junta de Andalucía en Granada y a dos empresas subcontratadas por la Administración.
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