Opinión
Tras el ocho de marzo, ¿los hombres qué?
El papel asignado a los hombres el día de la huelga debiera ser el que asumiéramos todos los días del año. Que el grito de ese día nos retumbe durante todo el año en los tímpanos es lo deseable. Porque ante el machismo largamente interiorizado nuestra vacuna debe ser diaria.

Los hombres seguimos teniendo el mismo desafío y las mismas tareas pendientes que teníamos el día 6 o el 7 de marzo pero tras la huelga feminista con una interpelación mucho mayor. El papel asignado a los hombres ese día de huelga debiera ser el que asumiéramos todos los días del año. No por asignación, sino porque conscientemente vemos y aceptamos que ese tiene que ser el reparto igualitario de todo tipo de tareas: en la casa, en los cuidados, en el espacio público, en el ocio… Que el grito de ese día nos retumbe durante todo el año en los tímpanos es lo deseable. Porque ante el machismo largamente interiorizado nuestra vacuna debe ser diaria.
Todos somos, más o menos conscientemente, machistas de pensamiento y de obra. Ello nos obliga a incluir, en nuestro pensamiento y comportamiento, una diaria lucha para desprender de nuestra piel y nuestra conciencia todo vestigio machista y heteropatriarcal. No será una tarea fácil, cuando llevamos siglos y generaciones transmitiendo el mismo rol viciado.
Esta necesaria participación de los hombres en la lucha contra el machismo y a favor de la verdadera igualdad no debe ser sólo una lucha individual, sino también colectiva. Lo que supone que debe extenderse a todos los ámbitos de actividad y a todas las etapas de nuestras vidas: haurreskolas, escuelas, institutos, universidad, hogar, empleo, trabajos y ocios, sindicatos, partidos, movimientos sociales y vecinales… Es decir, en todo lo que es el entramado de vida y relaciones. Porque en este desafío no se puede consentir el refrán vasco de “Kalean uso eta etxean otso” (En la calle una palomita, en casa un lobo). Eso ya lo conocemos y, por desgracia, con demasiada frecuencia.
Ante el machismo largamente interiorizado nuestra vacuna debe ser diaria
A menudo, muchos de nosotros pensamos: “Eso a mí no me toca, yo siempre he sido muy de compartir tareas”, o “yo he avanzado mucho en el tema de la igualdad”. Olvidamos que estamos hablando de pensamientos y actitudes para con todas las mujeres, y en cualquier ámbito o momento. Cuando estamos muy contentos y cuando estamos tristes, cuando estamos sobrios o con unas copas, solos o “en manada”. Siempre un no debe ser entendido como un no, sin ninguna disculpa o atenuante. Así, si miramos el panorama en conjunto, quizás no nos sintamos tan seguros de que hemos avanzado tanto, de que siempre hemos sido consecuentes con lo que decimos pensar.
Para combatir y eliminar el heteropatriarcado nos hace falta más complicidad entre los hombres. No esa complicidad que solemos usar para compartir chistes machistas, contar nuestras hazañas de ligoteo, etc. Necesitamos una complicidad justo para hacer lo contrario, para desprendernos de ese machismo. Esto implica que, en todos los grupos o en los txokos debemos impulsar ambientes pero sobre todo prácticas, que impidan la aparición siquiera simbólica de machismos, micro o macro. Lo que supone tolerancia cero con el machismo. Necesitamos recuperar en nuestros foros un aire tan tan sano, que quien mantenga en ellos comportamientos machistas advierta de inmediato una oposición activa y o bien rectifique al momento, o bien se vaya ante el vacío creado a su alrededor.
Para combatir y eliminar el heteropatriarcado nos hace falta más complicidad entre los hombres. Necesitamos complicidad para desprendernos de nuestro machismo
Sin miles de hombres, en todos los ámbitos, que lleven a cabo esta lucha activa por la igualdad y contra el heteropatriarcado no lograremos que disminuyan los desprecios, los controles, las agresiones o los asesinatos machistas. Muchos ocurren, tanto en casa como fuera de ella, porque los potenciales agresores nunca han sentido en su ambiente el reproche social de los otros hombres con quienes comparten relaciones. Personalmente, tras el asesinato de Maguette Mbeugou, a la que su marido degolló delante de sus pequeñas hijas, me impresiono oír afirmar a sus conocidos, que les parecía imposible, teniendo en cuenta lo simpático que era. “La pareja tenía problemas, sí, pero nada de importancia…” Hasta que la mató.
Insisto en la necesidad de vacunarnos diariamente contra esta práctica heteropatriarcal, en base a establecer alianzas antimachistas entre hombres. Hay que procurar movilizaciones en todos los ámbitos para extender y prestigiar las practicas a favor de la igualdad. Que toda la sociedad perciba que cada vez somos más los hombres que decimos no al baboseo, a los tópicos chistes, a las imágenes denigrantes, al control supremacista y a cualquier tipo de agresión a las mujeres. Tenemos que levantar un movimiento cada vez mayor que influya en todos los ámbitos de la sociedad y que se movilice además, para hacer frente a cualquier manifestación de machismo institucional que dificulte la creación de una sociedad equitativa.
Esta sería una buena conclusión a obtener del pasado 8 de marzo, cuando las mujeres han dicho bien claro qué tipo de sociedad quieren: anticapitalista, decolonial y ecofeminista. Una sociedad más justa y más sana, de la cual los hombres seríamos beneficiarios por igual pero que requiere sepamos estar a la altura. ¡Ánimo! Ya falta menos para el próximo día, para un mundo mejor que sigue siendo posible.
8 de marzo
Resaca feminista: las mujeres de Bilbao cantan a la revolución
En Bilbao cerca de 70.000 mujeres participaron en las distintas acciones y movilizaciones bajo el lema “Emakumeok Planto- Nosotras Paramos”. Una jornada histórica tanto por la afluencia de manifestantes, como por la construcción de una agenda feminista radicalmente “antipatriarcal, anticapitalista y antirracista”
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