Commonspoly: jugar en común para vivir de otra manera

Quien haya jugado al Monopoly reconoce esa furia por acumular propiedades hundiendo al contrario. Su antagonista reflexiona sobre los comunes de forma lúdica. Un tablero con reglas como la vida misma lanzado por ZEMOS98.

19 dic 2018 11:00

“Los procomunes son aquellos bienes, factores productivos o recursos cuyo beneficio, posesión o derechos de explotación pertenecen a un grupo o a una comunidad determinada”, Wikipedia dixit. Silvia Federici ya nos contó de la existencia de los comunes en la época feudal y cómo el capitalismo comenzó su acumulación primitiva con su expropiación, pero existían desde antes. Desde lo que viene siendo toda la vida. Y sin embargo, si dejamos caer la palabra en una conversación, tenemos altas probabilidades de que nos miren raro. Rollo ¿what? Ante esta eventualidad podemos hacer dos cosas: recomendar la lectura de Elinor Ostrom, una de las referentes en el estudio de los bienes comunes, o retar a toda concurrencia a una partida de Commonspoly.

El Commonspoly es un juego de mesa que surge de las numerosas ‘miradas ¿what?’ que recibieron los integrantes del equipo de ZEMOS98 cuando trataban de hablar de procomunes o de la cultura como bien común. De hecho, como afirma con guasa canaria Felipe G. Gil, integrante del colectivo: “Todavía hay instituciones que nos miran raro hagamos lo que hagamos”. Pero vayamos por partes: ¿quiénes son ZEMOS98? Son una cooperativa de mediación para la transformación social. En sus múltiples proyectos fomentan la participación, la construcción de una ciudadanía crítica, el cuestionamiento de las narrativas dominantes o el cuidado de los bienes comunes. El interés por los procomunes les viene de lejos; siempre han trabajado en torno a la cultura libre, el copyleft y los bienes comunes digitales, intentando romper con ese paradigma que se mantiene “sobre todo en el Sur”, cuenta Felipe, y que entiende la cultura “principalmente como ocio y entretenimiento y no ven que puede ser una herramienta para el cambio social”. Y más en tiempos donde el sistema “hace crac” y es incapaz de sostener las vidas de la gente. Y aquí entra en juego el juego. Commonspoly.

Hackear el Monopoly

Commonspoly nace en una de las residencias realizadas dentro del 17º Festival ZEMOS98, que esa edición llevaba por lema “Caring for the city: Reclaim the commons” y en el cual se trabajó dándole forma al primer prototipo. Nace de “la intuición de hackear el Monopoly” y de la “autoría colectiva”, dos cuestiones que están en el ADN de ZEMOS98. Aunque tomó forma en ese momento, la gestación de Commonspoly viene de largo y tiene muchos padres, madres, titas y acompañantes. Desde ZEMOS98 afirman que el juego “es un objeto que pertenece a una comunidad difusa”. Tiene licencia libre que permite obras derivadas y adaptaciones locales; y en su empeño por hacer del juego un código abierto, estará disponible una versión pdf para descargar e incluso se dará acceso a los archivos editables.

Commonspoly tiene una clara vocación pedagógica, la de introducir de manera didáctica y divertida la teoría de los comunes. Desde ZEMOS98 afirman que en su trabajo “es una constante buscar dispositivos que aterricen conceptos políticos o teóricos complejos”. Hacer frente a la lógica individualista y competitiva del capitalismo. Poca broma. Ante la enormidad del enemigo, keep calm and carry on. Como cuenta Felipe, “el sistema es una maquinaria que lo deglute todo”, pero entiende el juego como “una herramienta más para confrontar un modo de vida que no funciona” y que a través de “muchas herramientas que no son perfectas, pero que se complementan, se puede conseguir un cambio”.

Reglas que miden la desigualdad

Para comenzar a jugar se nos asignará un personaje y el azar decidirá de qué privilegios dispondremos solo por ser hombre, mujer, no binario, hetero, queer, inmigrante sin papeles, rico o racializada. Como la vida misma. A lo largo de 20 rondas tendremos que intentar que los Especuladores no privaticen todos los bienes comunes de la comunidad. Para ello, las jugadoras tendrán que cooperar para conseguir una sociedad ideal en la que todos los bienes y recursos (o, al menos, el máximo de ellos) sean comunes. Además de tener asignado un personaje inicial que implica que partimos desde posiciones desiguales —variarán nuestras capacidades y los puntos de legitimidad y bienestar con los que contamos inicialmente—, nos enfrentaremos a diferentes situaciones que nos aportarán o restarán puntos. Puede parecer un poco complicado al principio, pero tras los numerosos grupos que han testeado el juego, “estamos bastante seguras de que es jugable y que se pone en marcha la lógica de otro modo de vida”, piensan desde ZEMOS98.

El juego está plagado de referencias a la cultura de internet y al mundo del activismo: ver un documental de seis horas sobre los orígenes del feminismo nos da dos puntos de legitimidad, pero nos quita otros tantos de bienestar. Si arruinas la boda de tu mejor amiga o amigo hablando de los comunes también serás penalizada y si citas a Gandhi en tus redes sociales igual ganas en bienestar, pero tu legitimidad se va un poco a pique. Insistimos, como la vida misma. Si decides ser hater en Twitter por un día, el desahogo también te restará legitimidad social. Sorry, not sorry. A los que piensan que puede pecar de autorreferencial, está todo pensado. Felipe afirma que “hay una voluntad de tomar algunas de estas prácticas que son consideradas más marginales y explicarlas”. Incluso habrá en la web un glosario de conceptos. Este intento de nombrar y difundir prácticas que les parecen interesantes siempre ha sido un reto de ZEMOS98 para “activar la imaginación política”.

La última edición del juego puede ser adquirida a través de la web del proyecto —www.commonspoly.cc—. Felipe nos sugiere dos tipos de personas a las que les regalaría el juego: “Por un lado, gente que ya está en este modo de vida y que lo está intentando”. ¿Y por otro lado? “Luego se lo daría a otro tipo de personas como (pausa), no sé, Pablo Iglesias”. ZAS.

Yo lo tendría claro con las festividades en mente. ¿Por qué arruinar una cena de Navidad criticando a Ciudadanos y el discurso del Rey cuando puedes poner a tu cuñado a jugar al Commonspoly en la sobremesa? ¿Necesitáis otra razón más? Nos la cuentan ellos mismos: “El juego no puede vencer al capitalismo, pero representa una realidad que existe, la de muchas personas intentando hacer el bien en muchas partes. Y eso sí puede hacer resquebrajar los cimientos del sistema”.

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