Euskal Herria
“No matan los ríos, mares ni montañas, matan las políticas migratorias”

“Las fronteras cierran caminos que los pasos de los migrantes abren”, son palabras del bertsolari Amets Arzallus tallados sobre la piedra en el parque del puente Santiago en Irún. Medio centenar de activistas de la Caravana Abriendo Fronteras, se congrega alrededor de la piedra y hace una ofrenda en recuerdo de las 14 personas muertas en el intento de cruzar el río Bidasoa, la muga --frontera en euskera-- que divide los territorios francés y español de Euskal Herria. La Caravana ha vuelto a visitar este memorial que colocaron en 2022 de camino a los Alpes.
Es la décima edición de la caravana que, año tras año, viaja a diferentes puntos calientes para denunciar las políticas migratorias europeas. Este año el destino es Calais, la principal vía de entrada de Francia a Reino Unido y una trampa para miles de personas que tratan de cruzar el canal. Este grupo de activistas, se encontrará en Paris con otras activistas procedentes de diferentes puntos del Sur de Europa.
Oihana Galardi de Irungo Harrera Sarea, recuerda que en 2020 se endureció el control y la represión en esta frontera antes dormida, para contener el paso de migrantes procedentes de países africanos
Oihana Galardi de Irungo Harrera Sarea, recuerda a las personas congregadas que el parque está construido sobre un humedal, un paso natural para las aves, y que en la historia reciente fue también una vía de huida y salida al exilio. En 2020, en esta frontera que por un tiempo pareció dormida, se endureció el control y la represión, ésta vez para contener el paso de migrantes procedentes principalmente de países africanos.
Amaia Fontan, de la organización Etorkinekin-Djakité, recuerda que el Bidasoa no es una excepción, en referencia los cuerpos que han sido recientemente hallados bajo la nieve en Briançon, en la frontera italiana. Eñaut Aramendi, miembro también de la federación, señala: “No mata el Bidasoa, no mata el río, no mata la montaña, matan las políticas migratorias”.
Aramendi se encuentra a la espera de juicio, por ayudar a personas a cruzar la muga. Junto a otras activistas, puso en marcha una campaña de desobediencia civil, que desembocó con el paso de un grupo de migrantes por la muga del puente Santiago con el apoyo masivo de participantes de la Korrika. Este acto, les va a costar un juicio a 7 personas acusadas de tráfico de personas en banda organizada.
Con este tipo de medidas, detenciones, vigilancia…, tratan de amedrentar la solidaridad. Para denunciar está situación, han puesto en marcha la campaña J'Accuse, con el fin de convertir esta criminalización de la solidaridad en una acusación contra las políticas de frontera. A la espera del juicio, han puesto en marcha una campaña para financiar los gastos derivados del mismo.
Experiencias de apoyo a las personas en tránsito
Ya por la tarde, la caravana llega a la localidad labortana de Uztaritze, y sus componentes comparten experiencias en torno a la acogida y apoyo en el tránsito, así como fórmulas para combatir la represión policial y la criminalización de la solidaridad. La primera edición de Caravana Abriendo Fronteras, organizada en 2016, dejó impronta en la memoria de sus participantes, ya que sirvió de guía para construir diferentes modelos de acogida y permitió articular la primera red transnacional de apoyo y denuncia. Entonces, el destino fueron las fronteras griegas y los campamentos de Tesalónica e Idomeni, donde miles de personas refugiadas permanecían retenidas, la mayoría huyendo de la guerra de Siria.
El desmantelamiento de “La Jungla de Calais” provocó que las vías de tránsito se desplazaran a otros lugares, como el Puerto de Bilbao, tal y como recuerdan desde Ongi Etorri Errefuxiatuak
Fue precisamente entonces cuando se anunció el desmantelamiento de “La Jungla de Calais”, el campamento improvisado por miles de personas que estaban a la espera del momento para cruzar el Canal de la Mancha y llegar al Reino Unido. Esto provocó que las vías de tránsito se desplazaran a otros lugares, como el Puerto de Bilbao, tal y como recuerdan desde Ongi Etorri Errefuxiatuak. La conciencia de volverse frontera y las resonancias de aquella primera caravana impulsaron la organización colectiva para el apoyo y la solidaridad con las personas refugiadas y migrantes en Euskal Herria. En ese contexto surgió la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak, y comenzaron a tomar cuerpo las diferentes harreras –puntos de acogida– en diferentes barrios y pueblos de Bizkaia.
Lugares de tránsito como puertos, carreteras, estaciones de tren y autobús se volvieron punto de encuentro entre personas activistas y migrantes. Se organizaron lugares para dormir, sistemas de información, almacenes de ropa o reparto de comidas calientes para facilitar el tránsito hacia la frontera. En el caso de la red de acogida de Irun –Irungo Harrera Sarea-, ésta labor se ha continuado haciendo ininterrumpidamente durante los últimos 7 años. Día tras día, grupos de voluntariado apostados en la plaza de Irún y la estación de autobuses, orientan y ofrecen lugares donde comer, dormir, ducharse y vestirse a quienes lo necesiten.
Experiencias de acogida
Además de ofrecer apoyo a las personas en tránsito, varias de estas iniciativas han generado también redes de acogida para quienes buscan quedarse por un periodo más extenso de tiempo. Es el caso del proyecto Volviendo al campo, de Amayuelas de Abajo en Palencia, con una red de voluntariado que ofrece comida, casas y estudios a jóvenes migrantes que optan por irse a vivir al campo a cambio de implicarse en el trabajo comunitario. “Tú les das a ellos, pero lo que ellos te dan a ti es lo que te hace seguir adelante”, reconoce el miembro del colectivo, Javier Castro.
En Euskal Herria continental, también son entornos con poca densidad poblacional en los que las organizaciones federadas en Etorkinekin-Djakité acogen migrantes, principalmente menores varones, en casas particulares e instalaciones públicas o comunitarias. Es el caso de la localidad labortana de Uztaritze, que esta vez también ha ofrecido a la caravana un lugar de encuentro y pernocta para la noche del sábado 12 de julio. Todo este tipo de iniciativas tratan de cubrir aquellos derechos de los que las administraciones no se hacen cargo, reclamando siempre que dicha responsabilidad es de las instituciones públicas.
“Entre lo que pienso, / lo que quiero decir, / lo que creo decir, / lo que digo, / lo que quieres oír, / lo que oyes, / lo que crees entender, / lo que quieres entender, / y lo que entiendes, / hay al menos nueve posibilidades de no entenderse. / Pero inténtalo.”
En Francia la situación se ha visto particularmente endurecida en los últimos años. Desde Etorkinekin-Djakité, observan cómo la precariedad se cronifica debido a que la espera para la regularización se alarga hasta 6 años o más. En los últimos años han intensificado su trabajo con migrantes menores, a los que las autoridades se niegan a reconocer como tales, utilizando toda clase de subterfugios y formalismos para no hacerse cargo de los mismos.
Es el caso Fredo, un joven maliense de 16 años, que emplea un pseudónimo para evitar su identificación y permanece acogido por esta red. En la velada, después de la cena, el joven conjuga los límites lingüísticos y el deseo de reconocimiento mutuo, y dedica al grupo de activistas el siguiente poema: “Entre ce que je pense, / ce que je veux dire, / ce que je crois dire, / ce que je dis, / ce que vous voulez entendre, / ce que vous entendez, / ce que vous croyez en comprendre, / ce que vous voulez comprendre, / et ce que vous comprenez, / Il y a au moins neuf possibilités de ne pas se / comprendre. /Mais essayez.” (“Entre lo que pienso, / lo que quiero decir, / lo que creo decir, / lo que digo, / lo que quieres oír, / lo que oyes, / lo que crees entender, / lo que quieres entender, / y lo que entiendes, / hay al menos nueve posibilidades de no entenderse. / Pero inténtalo.”)
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