
Fronteras
Las devoluciones en caliente de solicitantes de asilo pasan a ser política oficial en Alemania
@MarcMartorell3
El pueblo de Freilassing y la ciudad de Salzburgo están separados únicamente por el río Saalach. Mientras que la orilla occidental, donde se encuentra Freilassing, pertenece a Alemania, la orilla oriental, donde se encuentra Salzburgo, es parte de Austria. Las dos localidades están conectadas mediante dos puentes, uno para el tránsito de trenes y el otro para el tránsito de coches y personas a pie.
Freilassing y Salzburgo han sido dos localidades beneficiadas por el Acuerdo de Schengen, el compromiso por el cual Alemania Occidental, Bélgica, Francia, Luxemburgo y los Países Bajos decidieron en 1985 abolir los controles fronterizos entre estos países. El acuerdo entró finalmente en vigor en 1995 y, desde la incorporación de Rumanía y Bulgaria en 2025, cuenta con 29 países miembros. Austria, que entró en la Unión Europea el 1997, se adhirió al Espacio Schengen en 1997.
La idea detrás del Espacio Schengen era la de una Europa en la que las fronteras interiores desaparecerían progresivamente, siendo sustituidas por controles en las fronteras exteriores de la Unión Europea. Sin embargo, actualmente 11 países distintos están implementando controles temporales en las fronteras interiores. Aunque el período de tiempo máximo para estos controles son seis meses y deben ser justificados ante la Comisión Europea, los permisos son renovables y la Comisión no puede denegarlos. Así pues, los países del Espacio Schengen siguen teniendo amplios poderes en la gestión de sus fronteras y hacen uso de ellos de forma cada vez más restrictiva.
Devoluciones de solicitantes de asilo en caliente
Muestra de ello es la decisión del nuevo gobierno en Berlín de intensificar los controles en todas las fronteras alemanas en mayo de 2025. Los controles, introducidos en algunas de las fronteras del país en septiembre de 2023 por el anterior gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz, fueron extendidos a todas las fronteras de Alemania en septiembre de 2024.
El canciller actual, Friedrich Merz, de la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), lidera un gobierno de coalición con su partido hermano en Baviera, la Unión Social Cristiana (CSU), y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), de centro izquierda. La campaña electoral antes de las elecciones de febrero de 2025 estuvo muy marcada por la inmigración y el derecho al asilo.
A esto contribuyeron tres atentados terroristas cometidos por extranjeros, el más letal de ellos el que dejó seis personas muertas en Magdeburgo en diciembre de 2024. En este contexto, Merz prometió que, si ganaba las elecciones, todos aquellos inmigrantes que intentaran entrar en Alemania de forma irregular serían rechazados en la frontera, incluidos aquellos que solicitaran asilo.
De esta forma, Merz rompía con las políticas de sus predecesores Olaf Scholz y Angela Merkel. Muchos de los miembros más conservadores de la CDU/CSU aún le afean a su compañera de partido Merkel su decisión de no cerrar las fronteras en 2015, cuando cerca de medio millón de personas solicitaron asilo en Alemania. Estos sectores conservadores, que incluyen a Merz, ven en la decisión de Merkel la raíz del éxito de la AfD en las últimas elecciones.
En enero de 2025, el 68% de los alemanes expresaban su deseo de acoger menos refugiados, y el 57% apoyaba las devoluciones en caliente en la frontera
Desde mayo de 2025, la política oficial del gobierno alemán ha sido la de devoluciones en caliente en la frontera. Pro Asyl, una organización de derechos humanos que apoya a los refugiados, explica a El Salto que la situación actual en las fronteras alemanas es ilegal. “Según la legislación de la UE, toda persona que exprese su deseo de solicitar asilo debe ser registrada y tener acceso a un procedimiento justo. Es un principio bien establecido que el derecho de la UE prevalece sobre el derecho nacional. En este caso, las autoridades alemanas deben seguir el llamado Reglamento de Dublín.”
El encargado de implementar las nuevas directrices, criticadas por Merkel, es el ministro del interior Alexander Dobrindt, de la CSU. En una entrevista reciente, Dobrindt argumentó que Alemania está sobrepasada en muchos sectores por la llegada de tantos inmigrantes y que esto es algo de lo que los ciudadanos se dan cuenta.
Una estrategia cuestionable para contener a la AfD
El mensaje ha calado entre la población. En enero de 2025, el 68% de los alemanes expresaban su deseo de acoger menos refugiados, y el 57% apoyaba las devoluciones en caliente en la frontera. El endurecimiento de la política de inmigración también ha sido aceptado por los socialdemócratas, cuyo hombre fuerte en el gobierno de coalición, el ministro de finanzas y vicecanciller Lars Klingbeil, pertenece a la facción más conservadora del partido, el Seeheimer Kreis.
Durante los dos primeros meses desde la llegada al poder del nuevo gobierno, 330 solicitantes de asilo han visto su entrada rechazada en la frontera alemana. Este número no significa necesariamente que se trate de 330 personas diferentes, porque a veces la misma persona es rechazada y contabilizada en distintas ocasiones. Muchas de estas personas acaban entrando en el país. Aunque el ministerio del interior destina 11.000 policías al control de fronteras, Alemania tiene 3.714 km de fronteras con nueve países distintos.
Un tribunal de Berlín determinó a principios de junio que tres somalíes que habían pedido asilo al entrar a Alemania habían visto sus derechos quebrantados cuando fueron expulsados por la policía
Uno de los objetivos de la nueva política migratoria del gobierno alemán es recuperar a votantes de la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD), que, como tantos otros partidos del mismo signo político, ha hecho del azote contra los inmigrantes su santo y seña. Sin embargo, la estrategia no parece exitosa por el momento. Mientras que un 21% de los alemanes votaron por la AfD en las elecciones de febrero, el porcentaje subiría hasta al 23% según las encuestas más recientes.
De hecho, a finales de abril algunas encuestas incluso veían a la AfD por delante de la CDU/CSU, por primera vez en la historia. A pesar del marcado endurecimiento de la política migratoria, los votantes de la AfD son los menos satisfechos con el gobierno alemán actual, incluso menos que los votantes de la izquierda de Die Linke. El porcentaje de descontentos con el gobierno llega a un 54% de media, y entre los votantes de la AfD sube hasta el 92%.
Reveses judiciales para el ministro del interior
La presión de la AfD en las encuestas probablemente pesó en la decisión del ministro del interior Dobrindt de continuar con las devoluciones en caliente en la frontera a pesar de recibir un revés judicial. Un tribunal de Berlín determinó a principios de junio que tres somalíes que habían pedido asilo al entrar a Alemania a través de la frontera con Polonia en Fráncfort del Óder habían visto sus derechos quebrantados cuando fueron expulsados por la policía alemana sin que sus casos fueron examinados.
Aunque las consecuencias de la decisión judicial se circunscriben a los tres somalíes, la justificación del tribunal es de ámbito general, por lo cual debería aplicarse a todos los casos en las fronteras según expertos jurídicos. No obstante, tanto Dobrindt como Merz argumentan que la decisión judicial solamente afecta al caso concreto de los tres somalíes y han hecho caso omiso al tribunal. Tal y como explica Pro Asyl a El Salto: “A pesar de una sentencia judicial clara, el gobierno continúa con las devoluciones forzadas en la frontera, creando en la práctica un vacío legal. Este desprecio por el Estado de derecho socava el derecho de asilo y debilita la responsabilidad legal”.
No es esta la última derrota de Dobrindt en los juzgados. A principios de julio, el mismo tribunal en Berlín obligó al gobierno alemán a continuar con su programa de acogida de refugiados afganos que habían trabajado para Alemania u organizaciones internacionales durante la presencia de la OTAN en Afganistán. El gobierno había paralizado el programa para este grupo de unas 2.400 personas a pesar de que muchos ya se encontraban en Pakistán como paso intermedio a su llegada a Alemania y de las amenazas a las que se enfrentan en su país en manos de los Talibanes.
Polonia responde a los controles alemanes
Los controles fronterizos implementados por Alemania generan incomodidades en la población de las zonas fronterizas. Este es el caso de los vecinos de Freilassing y Salzburgo. En el puente que conecta por carretera las dos localidades, se podía ver a principios de julio dos furgones de policía justo antes de entrar a Alemania. La policía dejaba pasar a la mayoría de los vehículos, pero detenía algunos coches y camiones creando un atasco que se extendía por unos 100 metros, hasta la primera rotonda dentro de Austria. Los controles también tienen lugar cuando se viaja con tren. Viajando desde Salzburgo en dirección a Múnich, la primera parada es Freilassing. Allí, el tren se detiene durante unos diez minutos mientras la policía recorre el tren con las puertas cerradas.
Las “patrullas ciudadanas” polacas han sido alentadas por los dos principales partidos de la oposición, la derecha populista de Ley y Justicia (PiS) y la extrema derecha de Konfederacja
Mientras que la situación se ha mantenido tranquila en la frontera entre Alemania y Austria, no puede decirse lo mismo de la frontera con Polonia. Bajo el falso rumor de que la policía alemana envía inmigrantes a escondidas hacia territorio polaco, ciudadanos de ultraderecha se han organizado durante las últimas semanas en algunas localidades fronterizas polacas para controlar por su cuenta a los coches que entran desde Alemania.
Estas autollamadas “patrullas ciudadanas” han sido alentadas por los dos principales partidos de la oposición en Polonia, la derecha populista de Ley y Justicia (PiS) y la extrema derecha de Konfederacja. Ante la presión en las fronteras y en el parlamento, el primer ministro polaco Donald Tusk reintrodujo a principios de julio controles en 52 puntos de la frontera con Alemania. Aunque Tusk ha ofrecido detener los controles si Alemania hace lo mismo, no parece que el gobierno en Berlín esté interesado en ello.
El pasado 14 de junio, el Espacio Schengen cumplió su cuadragésimo cumpleaños. Fue un cumpleaños amargo, en un momento en que el sueño de acabar con las fronteras interiores de la Unión Europea parece muy lejano.
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