Jubiladas de la Nagusien Etxea de Romo continúan el encierro para evitar su traslado

El Ayuntamiento pretende trasladar todas las actividades a la nueva Romo Kultur Etxea y derribar el actual emplazamiento para construir VPOs

Nagusien Etxea Romo
Concentración en apoyo a las encerradas en la Nagusien Etxea de Romo. Foto: Lander Martínez
18 may 2018 21:12

“Esto era el centro del pueblo y todos pasaban por aquí, así que cuando dicen que lo van a quitar, pues te duele”, comenta uno de los socios de la Nagusien Etxea de Romo (Getxo), inmueble que quiere derribar el ayuntamiento para construir viviendas de protección oficial. Para evitar el traslado de todos los servicios al nuevo emplazamiento que les han asignado, en parte de la tercera planta de la nueva Romo Kultur Etxea, los socios de esta asociación llevan encerrados en el edificio desde el miércoles 16 de mayo, y a pesar de que Servicios Sociales ha trasladado algunos servicios a RKE, cerrando con llave los espacios para evitar que se puedan reanudar, el resto de las actividades continúan con normalidad. Las personas encerradas han recibido el apoyo de los y las vecinas en varias concentraciones que seguirán produciéndose en los próximos días.

Los planes del ayuntamiento pasan por trasladar a las socias al nuevo edificio de la Romo Kultur Etxea, una construcción de hierro y cristal de cinco pisos de altura que pretende simular los acantilados de Punta Galea –también en Getxo-. El edificio, cuya construcción ha costado 8 millones de euros aproximadamente, dispondrá de biblioteca, euskaltegi, salón de actos y otros servicios municipales.

Entre las razones por las que se oponen al traslado destacan la reducción del espacio que supondría, la pérdida del patio interior del que ahora disfrutan y la menor accesibilidad. La mayoría de las actividades se desarrollarían en la tercera planta. A muchas personas mayores no les resulta fácil subir y bajar todo el día en ascensor, explican.

“Ni siquiera nos han puesto en la primera planta”, lamenta Natividad, vecina y socia de la Nagusien Etxea. “Es probable que lo consideren poco estético, ya que somos gente que no anda bien, en silla de ruedas… no es atractivo y por eso nos han metido en la tercera planta”, explica esta mujer, que describe la situación como un maltrato a las personas mayores.

Como la actual Nagusien Etxea acusaba el paso del tiempo, en un primer momento el ayuntamiento contempló un traslado temporal a los socios hasta que terminasen la rehabilitación. “Ellos se dan cuenta después, de que el edificio está en el centro del barrio, que es muy goloso para construir”, explica Rafa Martín, actual presidente de la junta de la Nagusien Etxea. Entonces, plantean directamente el derribo del edificio para posibilitar la construcción y el traslado de los mayores a las nuevas instalaciones.

“Ante las críticas, les ponen apellido a las viviendas: son VPOs. Ya nos sabemos este truco, hacen un mínimo para poder hacer vivienda libre. Esa es la historia que hay detrás de todo esto”, critica Martín. La mayoría de los usuarios y usuarias de la asociación son contrarias al traslado, y hasta un 84% votó en contra en un referendo organizado por la asociación que el ayuntamiento reconoce pero no lo acepta.

La casa del pueblo, en el corazón del barrio

El edificio de la actual Nagusien Etxea forma parte de un conjunto que fue proyectado con la intención de albergar unas escuelas, una casa-convento y la Capilla nuestra Señora de los Ángeles. Fue inaugurado en 1935 y desde entonces perteneció a una congregación religiosa. “A los 3 o 4 años todos pasábamos por la aurreskola de las monjitas y te iban enseñando cosas”, recuerda Juan Mari, otro de los socios. “Después pusieron la escuela, la sociedad Gobela… Las monjas han hecho un trabajo terrible”, resume.

“A nivel sentimental es tremendo porque lo hemos vivido siempre. Son unas vivencias muy cercanas, como si fuera la casa del pueblo”, comenta Natividad, que llegó a Romo con 6 años cuando sus padres vinieron desde Extremadura. “Si hay tanta implicación de la gente es porque la sentimos como nuestra”, sentencia.

A principios de los ochenta, el ayuntamiento, con ayuda de la diputación compró el inmueble completo a la orden religiosa y desde entonces ha funcionado como club de jubilados. Además, el edificio contiguo albergaba el aula de cultura y el euskaltegi, que ya han sido trasladados a la nueva Kultur Etxea.

Desde la asociación no se resignan al abandono de este edificio histórico en el centro del barrio. Su propuesta consiste en dotarlo como centro de día para la tercera edad. “Hay personas que las recogen todas las mañanas y las llevan a centros fuera del municipio”, explica Rafa Martín, y añade que “entendemos que esas personas están mejor en su ambiente, en su barrio”. Además, ante la creciente población envejecida considera fundamental ampliar los espacios dedicados a este sector. Qué mejor emplazamiento que al lado de la que muchos consideran su casa.

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