Opinión
Rober Bodegas y los gitanos: la intención es lo que cuenta
Para el autor, periodista gitano, el caso Rober Bodegas es básicamente un problema de falta de ideas, por lo que se ofrece gratuitamente al humorista con el fin de proporcionarle algunos casos "verídicos" para sus "cosillas de payos".
No soy partidario de judicializar el humor. Confieso que tengo una extraña debilidad por la libertad de expresión, que me lleva a apurarla hasta el máximo, y más si es en contextos de sátira. Creo que uno puede reírse de todo y de todos. Por mi parte, no veo el menor problema en hacer chistes de “mujeres gangosas cojas negras de etnia gitana transexuales tuertas”. Serán el contexto y la intencionalidad quienes marquen el uso final que tenga nuestro humor.
Si estoy en contra de judicializar el humor, ni que decir tiene sobre el empleo de las amenazas o el uso de la violencia contra los discursos que rechazamos. Vaya, por tanto, mi absoluta condena de los cientos de tuits amenazantes que ha recibido el humorista gallego. La violencia, física o verbal, solo sirve para mostrar nuestra debilidad argumental. A los discursos que no nos gustan debemos oponerles datos contrastados y, sobre todo, ingenio.
Centrándonos en el affaire Bodegas, veo que el quid de la cuestión, lo que ha provocado toda esta polémica, es la falta de ideas. Incomprensiblemente, uno de los integrantes de Pantomima Full —uno de mis dúos humorísticos preferidos— no es capaz de hacer humor sobre los payos. Según el eje central de su discurso, es imposible hacer chistes sobre un grupo de población que, al parecer, siempre cumple la ley y tiene pocas anécdotas que ofrecer, no como los gitanos, que son un filón.
Personalmente, detesto la técnica de contrarreplicar con un “y tú más”. Pero, por esta vez, permítanme hacer una excepción y que ayude a Bodegas con algunos ejemplos que le darán más vidilla a sus chistes sobre payos. Todo sea por el humor.
El cómico gallego comienza su monólogo explicando que va a contar solo “chistes de payos”, ya que no se pueden hacer chistes de gitanos porque entonces te viene una carta de protesta, “sorprendentemente bien escrita”. Claro, Rober, gitanos escribiendo bien una carta… ¿Cuándo se ha visto? ¿Qué será lo próximo? ¿Gitanos en la Universidad? ¿Gitanos catedráticos? ¿Un gitano biotecnólogo? ¿Perros y gatos cohabitando? La histeria de las masas… Afortunadamente, todos sabemos que solo los payos escriben y se expresan como marcan las directrices de la RAE. Podemos respirar tranquilos.
Bodegas pasa a contar sus chistes de payos narrando la historia de un gaché en coche al que detiene la Guardia Civil… y no pasa nada porque tiene todos los papeles en regla y el coche es suyo. Risas del público. Aun así, creo que se le podría haber sacado más punta al tema de los payos y las normas de tráfico. Bodegas podría haberse acordado de la paya que el pasado 7 de mayo de 2017 atropelló bajo los efectos del alcohol y las drogas a un grupo de ciclistas de Xabia, matando a 3 de ellos. O al conductor payo que, borracho como una cuba, mató en León, el pasado mes de junio, a una pareja de ciclistas, hiriendo gravemente a su hijo y dándose a la fuga. O las decenas de casos parecidos que aparecen cada poco en los medios.
Continúa el humorista contando el desternillante chiste de un payo que está en un polígono industrial y no pasa nada porque no vende droga… Confieso que no puedo parar de reír. Aun así, podría haberle dado más color a su historia refiriéndose a casos tan mediatizados como el de esa familia paya de su tierra, de Galicia, el Clan de los Charlines, una de las familias de narcotraficantes más poderosas de España, responsables directos de haber destrozado las vidas de toda una generación de jóvenes en los años 80 y 90.
Finalmente, Bodegas nos narra las costumbres sexuales de un payo que poco o nada nos interesan. Quizás podría haberse centrado en las costumbres de algunos otros payos, un pelín más extrañas, lo que le habría permitido cerrar gloriosamente su monólogo.
Como verás, Rober, yo también sigo esperando que esos payos vivan acorde a las normas que nuestra sociedad se ha dado. Aunque viendo el nivel de los delitos, creo que la cosa va para largo.
Me gustaría dejar claro que esto no es una competición para ver quién acumula más cadáveres en el armario, si los payos o los gitanos. Mi mente no funciona así. Desgraciadamente, el mal existe y vivimos en un mundo donde hay más canallas que botellines. Sean payos o gitanos.
La única diferencia es que, en nuestra sociedad, los delitos cometidos por un payo solo le afectan a sí mismo, mientras que los delitos cometidos por un gitano estigmatizan a la totalidad de su pueblo sin excepción. Y esta estigmatización tiene consecuencias directas sobre la vida de un grupo humano que solo en España representa a casi un millón de personas: desde dificultades para conseguir un trabajo o alquilar una vivienda hasta protestas en colegios de padres que se niegan a la escolarización de niños gitanos, pasando por situaciones aún más graves que han terminado con la quema de viviendas y expulsión de los gitanos de una localidad.
El humor es un arma poderosa. Bien usado, es una de las herramientas más eficaces que tienen los oprimidos para hacer frente a los opresores. Y, como decía más arriba, se pueden hacer chistes sobre cualquier cosa. Lo único que importa es la intencionalidad. Por ejemplo, se pueden hacer chistes sobre el alumnado de una escuela. Pero si tus chistes únicamente se ceban con el alumno que sufre acoso escolar, haciendo además uso de los argumentos empleados por los acosadores, entonces formas parte del bando de los matones.
Solo hay que fijarse en quién te ríe las gracias.
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