Pueblos originarios
Guadalupe Záyago: “Queremos que nuestros alumnos vayan hacia la construcción de una sociedad diferente”

Indígena, educadora y defensora de la Tierra, Záyago participa en el programa de protección de defensoras en Barcelona y València.
Guadalupe Záyago
Guadalupe Záyago Carlos Soledad

La maestra Guadalupe realizó una gira por la ciudad de València durante el mes de abril invitada por el programa de defensoras de la Tierra de la ciudad. Durante este tiempo, participó en diferentes encuentros para difundir la situación de su comunidad y abordar el papel de resistencia que juega la escuela en la que trabaja ante el despojo histórico que se vive en la región.

Guadalupe pertenece a la etnia tlahuica y vive en la comunidad de Alpuyeca, en el céntrico Estado de Morelos, a sólo una hora de la ciudad de México. A partir del 2012, su labor en la escuela primaria 17 de abril de 1869 en conjunto con la comunidad escolar se ha centrado en una pedagogía situada centrada en el cuidado del ambiente, la alimentación y en la reconstrucción del tejido social comunitario mediante iniciativas arraigadas a lo local. En el 2006 encabezó la lucha de su comunidad por el cierre del basurero a cielo abierto y también ha tenido un papel destacado en otras luchas contra la urbanización salvaje y contra proyectos de minería a cielo abierto. Recientemente, además del Estado y las empresas privadas, se han sumado a los agentes agresores los carteles del crimen organizado.

Debido a los éxitos cosechados con la puesta en práctica de su pedagogía situada y comunitaria a partir del 2020 se integró como investigadora comunitaria del PRONAIND (Programa Nacional para la Igualdad y No Discriminación) impulsado por el CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), colocando a la escuela primaria 17 de abril como escuela modelo para el desarrollo de este proyecto. Debido a su compromiso el CONACYT ha decidido otorgarle a Guadalupe un reconocimiento por su aportación a las ciencias desde el saber comunitario. En ocasión del encuentro con la Asamblea de Solidaridad con México del País Valenciá, colectivo que sirve de antena sensible en València a las luchas de abajo y a la izquierda de México, la educadora atendió a El Salto.

¿Cómo te hiciste defensora de la Tierra?
Soy una mujer indígena, activista, defensora del territorio y de los derechos humanos, de formación académica docente y comunicadora comunitaria en Tekuan Radio. Soy feminista y me llamo Guadalupe Záyago. Los viejos desde bien chica me silbaron al oído la defensa del territorio, un saber ancestral, por eso entre otras cosas, la labor que vengo realizando tiene su origen en el contacto cotidiano de más de 20 años con niñas y niños de las escuelas de mi comunidad.

Conocer de los atropellos que viven las infancias, sean incluso de sus familiares, de sus abuelos o de sus padres ya es un imperante para realizar la labor. Cuando les niñes plantean problemáticas de su alrededor, propios como infantes, pero también de su contexto, una ya no puede permanecer al margen, así surge esta necesidad. Yo particularmente tengo una trayectoria en la defensa del territorio, lo defendemos comunitariamente de megaproyectos impulsados por empresas transnacionales, pero también por empresas de nuestra propia entidad federativa, como gasolineras, inmobiliarias, basureros, las cuáles están inmiscuidas con los ayuntamientos.

Desde siempre hemos organizado esfuerzos de resistencia importantes, por ejemplo, la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales y el Tribunal Permanente de los Pueblos, del cuál fui convocante y de espacios como el Congreso Nacional de los Pueblos en Morelos o la Asamblea Permanente de los Pueblos. Espacios desde donde nos articulamos para responder a los ataques contra nuestra forma de ser y nuestra cosmovisión. He participado también acompañando las labores de búsqueda, de madres que buscan a sus desaparecidas y dando acompañamiento a compañeras víctimas de violencia económica, física y psicológica.

 A pesar de que nos han impuesto un derecho institucional, nosotros defendemos un derecho propio, originario, que tiene que ver con nuestro derecho a elegir a nuestras autoridades mediante nuestros usos y costumbres

¿Porqué te encuentras en el Estado Español?
Hay actores en la zona que reconocemos como aquellos que violentan mi derecho a la vida, como es el Gobierno del Estado de Morelos a través del Instituto de Educación Básica del Estado, que evidencia una clara persecución administrativa, política y de seguridad en mi contra por la labor que realizo. Yo creo que esta labor tenemos el derecho a ejercerla de una forma no coercitiva, libre y segura. Sin embargo, en México, en mi caso, esto no es posible, es por eso que estoy en Barcelona, participando en el programa de acogida temporal de esta ciudad y estoy ahora mismo colaborando con el programa de protección integral a personas defensoras del ayuntamiento de València.

La comunidad donde yo realizo esta labor, es Alpuyeca en el Estado de Morelos, con presencia indígena, a pesar de que nos han impuesto un derecho institucional, nosotros defendemos un derecho propio, originario, que tiene que ver con nuestro derecho a elegir a nuestras autoridades mediante nuestros usos y costumbres. Tiene que ver con nuestra trayectoria de ritos y rituales, de nuestra cosmovisión como pueblos originarios, en la que la relación con la naturaleza es de vida, no económica, no de muerte.

¿Cómo realizas tu actividad docente? En este contexto de luchas, de creación de espacios, surge uno más, que es un espacio pedagógico en la que nosotras hemos realizado una pedagogía situada. Basada en pedagogías de la liberación como la de Freire, Freinet, un poco Montessori, un tanto Ferrer i Guàrdia. Estas pedagogías que implican la liberación de la mente como una forma de liberación colectiva y de transformación de la sociedad. Para nosotras, los retos que tenemos es sostenernos como comunidad indígena, poseedora de todo un conocimiento y cosmovisión que no se contrapone al desarrollo propio de nuestro lógica indígena, pero sí que tiene una contraposición con la forma en que opera el sistema capitalista, con esta visión económica y de destrucción que impone sobre nuestras vidas comunitarias y plataformas sociales.

¿Qué podemos hacer desde València para apoyar la lucha de los pueblos origniarios?
Yo creo que el internacionalismo con una perspectiva de derechos humanos es muy importante y podría traducirse en acciones concretas. Mantener un puente entre la comunidad y las organizaciones sociales que luchan en esta parte del mundo. Para nosotras que tenemos visto a Europa como ciudades que tienen altos niveles de vida, en cuanto a salud y educación, lo cuál no es mentira, pero hay otras vidas moviéndose aquí que están luchando por su liberación. Me refiero a las luchas que se dan para combatir otras violencias, como la discriminación, el racismo, la lucha de las y los migrantes. Es importante establecer ese puente, mantenernos comunicadas. Responder solidariamente ante cualquier atentado que tengamos en nuestros territorios, es una gran labor.

Alpuyeca, una historia de lucha y resistencia indígena

La historia del pueblo Tlahuica de Alpuyeca es una historia milenaria de lucha y resistencia. En gran parte esta historia ha sido invisibilizada por los libros de historia oficiales del México moderno y por los grandes medios de comunicación. Siguiendo a Fernanda Tomasini, para Desinformémonos, durante el periodo colonial de México, siglos XVI al XIX, el pueblo Tlahuica sostuvo varios conflictos por tierra y agua con la hacienda de Temixco, con lo que ganó popularidad como “pueblo rebelde que alborota a los pueblos de la república de indios”.

Ya en el México independiente, la impronta del general Emiliano Zapata, líder indígena del Ejército Libertador del Sur tuvo una fuerte influencia durante la Revolución Mexicana, siendo Alpuyeca escenario de grandes batallas como en la que perdieron la vida los zapatistas Ignacio Maya y Bonifacio García. En la comunidad de Alpuyeca siempre la resistencia ha tenido rostro de mujer. Durante la Revolución, cuenta Tomasini, se sumó a los zapatistas la maestra Dina Querido y dentro del movimiento jaramillista, 1943-1957, se integró Natividad Guzmán, quien apoyó entre otras labores en la provisión de armamento.

Es famosa la rebelión bien entrado el siglo XX, cuando en 1948 los pueblos de la región asesinaron a los colonos de origen español que seguían expoliando sus tierras. Además de la participación de Alpuyeca en las grandes gestas nacionales, no sería justo olvidar que en 1984 un grupo de 20 mujeres iniciaron la lucha contra una gasera. Por esas épocas también se levantaron contra la pretensión de imponer un aeropuerto y en la lucha por la recuperación de los márgenes del río que se apropió el balneario Palo Bolero en 1970.

También se han desarrollado toma de tierras por parte de los habitantes, la primera en 1943 en el área que dividía el ejido de lo que sería el club de Golf; la segunda, a inicios de los sesenta por el área comunal que permitió la restitución de los bienes comunales y la conformación de la colonia las Palmas, finalmente aconteció otra toma de tierras que fue desalojada por el ejército mexicano en 1974.

México
Reanudan obras de Morelos, controvertido complejo termoeléctrico construido por empresas españolas

La fuerte respuesta social y comunitaria al proyecto fue apoyada por el propio presidente en el pasado, recalcando en la campaña de las elecciones de 2018 que nunca consentiría la terminación y puesta en marcha de la central. 

Siglo XXI, las luchas contra los megaproyectos

Es casi ya consenso colectivo que la civilización occidental está atravesando una crisis integral: democrática, energética, medio ambiental, económica, etc. Su modelo se impuso con violencia a casi todo el mundo y ahora es la responsable del colapso climático que puede llevar incluso a la aniquilación de la vida humana tal cual la conocemos. Para salir de la crisis de acumulación económica, los capitalistas están volviendo a aplicar según el teórico David Harvey prácticas de acumulación por despojo, que consisten en la apropiación de ámbitos comunitarios, es decir, conquistar territorios donde los pueblos ejercen en la actualidad su autonomía y gestionan su vida. Esta apropiación tiene también como objetivo conseguir apartar a la gente de sus comunidades e integrarla forzadamente a los mercados laborales bajo la figura del trabajo asalariado.

En México y en Alpuyeca podemos observar claramente esta lucha civilizatoria. En esta se observa la pelea, por un lado, entre el modelo de desarrollo capitalista que tiende a apropiarse de los ámbitos de comunidad y de los medios de producción para explotarlos a su conveniencia y por otro lado, el modelo civilizatorio de raíz mesoamericana que milenareamente ha establecido diversas formas de relación con la naturaleza y que se presentan hoy, como alternativas de vida al capitalismo.

Siguiendo otra vez a Tomasini, el Estado de Morelos se encuentra en la periferia de entidades que rodean a la Ciudad de México. Desde mediados de los ochenta se inició una política de expansión de la Ciudad de México hacia otras ciudades colindantes. Esto generó procesos de urbanización salvaje, con la construcción de carreteras, unidades habitacionales, fraccionamientos, centros comerciales y basureros.

En la primera década del siglo XXI, los procesos de urbanización salvaje afectaron a estas comunidades. En el 2003, por ejemplo, en la comunidad de Amilcingo se construyó la Carretera siglo XXI como parte de los proyectos del Plan Puebla Panamá, comunidad que ha tomado relevancia social actualmente, por el reciente asesinato del defensor Samir Flores, ahora símbolo de resistencia en la región, un día después de oponerse a la hidroeléctrica del Plan Integral Morelos, en una sesión pública con el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Alpuyeca logró obtener varias victorias contra los procesos de urbanización salvaje, por lo que el gobierno comenzó a crear en esta región una barrera contra el avance del movimiento.

A principios de siglo, Alpuyeca se vio afectada por la instalación de un basurero a cielo abierto, ubicado en tierras comunales colindantes con Tetlama. En el 2004 se incrementó el nivel de la basura, comenzaron a llegar residuos de Morelos y hasta del Estado de México. Esto intensificó las afectaciones a la salud y al ambiente, por lo que iniciaron las reclamaciones para revertir la situación pero fue en el 2006 cuando inició un movimiento organizado en la comunidad de Alpuyeca para exigir el cierre del basurero, en el cuál participó la maestra Guadalupe Záyago. En este momento, se realizaron bloqueos a los camiones de basura, logrando la victoria con el cierre técnico del basurero el 12 de junio de 2006. En esta lucha participaron varios pueblos de la región: Alpuyeca, Tetlama, Xoxocotla, Atlacholoaya, Coatetelco, Cuentepec y Ahuehuetzingo, los cuales forman el corredor indígena, que les permite articular luchas de resistencia mucho más potentes.

Posteriormente se desataron en esta región otras luchas contra la urbanización salvaje, oponiéndose a las unidades habitacionales. Alpuyeca logró obtener varias victorias, por lo que el gobierno comenzó a crear en esta región una barrera contra el avance del movimiento. Primero, indica Tomasini, colocaron un asentamiento del grupo de Antorcha campesina en el 2009 y un cuartel del mando único policial en 2013. Finalmente en el 2015 se incrementó la presencia de grupos criminales como una medida de control a las resistencias y a la población en general

A partir del 2012 se evidencia, según la periodista de Desinformémonos, una nueva forma de proyectos que amenazan a los pueblos, los cuales son proyectos extractivos, donde se extraen metales o energía. Es el caso de la construcción del Proyecto Integral Morelos que fue realizada por tres empresas españolas: Elector, Enagás, Avengoa. El proyecto consiste en la construcción de dos termoeléctricas de ciclo combinado para generar 620 mw, la construcción del gasoducto de aproximadamente 160 kilómetros de longitud y 30 pulgadas de diámetro, la construcción de una línea eléctrica de 20 km de longitud con dirección a la subestación de Yautepec y por último un acueducto que pretende trasladar 50 millones de litros de agua diarios, tomándola del Río Cuautla; este gasoducto pasa por las faldas del Volcán Popocatépetl y afecta a 60 comunidades y 2.061 propiedades.

Otro proyecto de minería a cielo abierto es el denominado Proyecto Esperanza, promovido por una asociación de empresas mineras canadienses, la Esperanza Silver, Alamos Gold y Zacatecas Silver. En Morelos desde el 2002 al 2009 se otorgaron siete concesiones a la minera canadiense Esperanza Resources. Actualmente el Proyecto Esperanza se encuentra en proceso de exploración ya que en el 2013 intentó pasar a la fase de explotación, pero no logró la autorización de SEMARNAT por lo que según Tomasini las empresas mineras decidieron esperar al nuevo gobierno. Actualmente sigue la pugna de las empresas canadienses por obtener la aprobación para la explotación.

Sobre este blog
El blog de luchas sociales a lo largo del planeta, conflictos internacionales y propuestas desde abajo para cambiar el mundo. El Salto no comparte necesariamente las opiniones volcadas en este espacio.
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