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Obituario
Fausto Sánchez García: una vida comprometida con la clase obrera
Fausto Sánchez García (1928-2020) militante comunista y uno de los impulsores en Asturias de la Querella Argentina ha fallecido esta semana.
El martes 31 de marzo fallecía a la edad de 91 años Faustino Sánchez García, histórico militante comunista asturiano, minero, represaliado por la dictadura. Natural de un pueblo de Llangréu, en la cuenca minera del Nalón, formó parte de Comisiones Obreras y en los últimos años de su vida colaboró con la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra los crímenes del franquismo.
Fausto Sánchez García formó parte de ese grupo de personas imprescindibles que batallaron toda su vida poniendo en el tablero todo lo que han sabido aportar. En sus casi noventa y dos años su moral de lucha por la emancipación de la clase trabajadora no decayó nunca. Fausto añadía a todo ello otra cualidad poco común entre los dirigentes políticos: era, en lo esencial, una buena persona, un “buen paisanu”.
Ser una buena persona era para Fausto también, la forma ideal de ser comunista. Su bondad era contagiosa, y estaba acompañada de la modestia de quien nunca quiso ocupar ningún cargo público relevante, ni ambicionó notoriedad alguna. Como él mismo recordaba echando la vista atrás, “cuando dejé todos los cargos de dirección del Partido, me dediqué a vender sesenta periódicos de Mundo Obrero yendo de casa en casa, por una obligación que me impuse a mí mismo como militante de base”
Maestro de la acción política, pocos dirigentes comunistas asturianos estuvieron tanto tiempo como él manteniendo el aparato, editando la propaganda del PCE y corriendo, por tanto, los mayores riesgos, cuando la dictadura golpeaba mucho y muy fuerte. En el homenaje que le hicimos a finales del año pasado, Fausto reivindicaba el papel del movimiento obrero y antifranquista, frente a la “gente que piensa que la democracia vino sola o fue concedida desde las altas instancias de la monarquía o gracias a la generosidad de los grupos dominantes”, y recordaba a los militantes que pagaban con detenciones, torturas y cárcel su compromiso político, y que “cuando salían con la condena cumplida, volvían a ponerse en primera fila de la lucha que continuaban”.
Por eso en los últimos años colaboró con otros antifranquistas asturianos en el movimiento contra la impunidad de los crímenes de la dictadura, contribuyendo a impulsar en nuestra comunidad la llamada “querella argentina”. En el homenaje que le rendimos también tuvo palabras de agradecimiento para reivindicar el papel menos reconocido de las mujeres antifranquistas de las cuencas mineras que “se organizaban en grupos para detener a los esquiroles y obligarlos a parar cuando había huelgas convocadas, hacían piquetes también para que los comercios cerraran, crearon comisiones para pedir firmas a favor de la libertad de los presos políticos y asaltaron comisarías y casas sindicales”.
Fausto dedicó toda su vida a propagar sus ideales políticos e ideológicos y, sobre todo, a defender a las personas que miran al mundo desde abajo. Su dilatada vida política y humana fue una lección permanente de espíritu de sacrificio, humildad, de dotes pedagógicas, de entereza y de coherencia con su militancia comunista.