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Grecia
Diez años del referéndum griego: cuando toda una generación creyó que otro camino era posible

“A primera hora del día siguiente, el viernes 26 de junio, Alexis nos reunió a todos en el ático de nuestro hotel, desde donde se divisaba todo el centro de Bruselas. Conmigo estaban Dragasakis, Sagias, Euclides, Pappas, Stathakis, Chouliarakis y quizá uno o dos ayudantes. Hubo más precauciones que de costumbre para evitar escuchas fortuitas antes de que Alexis explicara qué es lo que iba a ocurrir. Sin perspectivas de llegar a un acuerdo, todos los presentes, menos Euclides y yo, que debíamos asistir a otro Eurogrupo al día siguiente, y Chouliarakis, que por su parte debía asistir al Grupo de Trabajo del Eurogrupo, volverían a Atenas. Esa noche Alexis iba a convocar al Consejo de Ministros para proponerle someter el ultimátum de las instituciones a referéndum; una votación que tendría lugar sólo una semana después, el domingo 5 de julio, y en la que recomendaríamos a nuestra gente votar no”.
Extracto de Comportarse como adultos. Mi batalla contra el establishment europeo, escrito por el ex primer ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis (2017).
“Al autoritarismo y a la austeridad respondamos con democracia, respondamos con calma y afirmación. La Grecia donde nació la democracia debe dar una respuesta firmemente democrática a las comunidades europeas e internacionales que nos siguen con interés. Y me comprometo personalmente a respetar vuestra decisión democrática sea cual sea esa elección”.
Anuncio del por aquel entonces primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, para la convocatoria del referéndum.
La sorpresa del voto
Es 5 de julio de 2015 y los griegos y las griegas se levantan ese día verano con una única misión: votar en el referéndum convocado por el gobierno griego en el que decidirán si aceptan un tercer MoU (memorando) impuesto por la troika (formada por la Comisión Europa, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo) o no.
Los bancos están cerrados y las amenazas de la troika han quedado claras: si el país no firma el memorando, saldrá de la eurozona. El Eurogrupo lleva meses amenazando a un gobierno griego profundamente incómodo en Bruselas: un gobierno de izquierda radical; el primero de su tipo en suelo europeo. Europa contiene la respiración y los griegos, en un clima de tensión, incertidumbre y hartazgo tras haber sido humillados durante años (el primer memorando se firmó en 2010 y el segundo en 2012), votan.
Y votan lo contrario de lo que todo el mundo creía.
El pueblo griego se planta
La pregunta era algo enrevesada, pero la mayoría de griegos, aquel 5 de julio, acudieron a las urnas con una respuesta clara en mente. "¿Debería ser aceptado el plan de acuerdo que fue presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional ante el Eurogrupo el 25.06.2015 y que se compone de dos partes, que constituyen su propuesta unificada?”
“OXI”: eso es lo que votó el 61,3% de la población que acudió a las urnas. El mensaje era claro: los griegos y las griegas estaban hartos de la austeridad impuesta por la troika y decían “no” a la firma del tercer acuerdo económico. El “sí” obtuvo un 38,69% de los votos. Entre el “no” y el “sí” había más de veinte puntos porcentuales de diferencia; en una votación en el que votó el 62,5% de la población.
El mensaje era claro: los griegos y las griegas estaban hartos de la austeridad impuesta por la troika y decían “no” a la firma del tercer acuerdo económico
Tras el recuento, el primer ministro griego de aquel momento, Alexis Tsipras aseguró que iniciaría las negociaciones con los acreedores aquella misma semana con el objetivo de alcanzar un acuerdo y con una prioridad urgente: la reapertura de los bancos: “Mañana reiniciaremos la negociación. Nuestra prioridad es el funcionamiento del sistema bancario“; y un objetivo a corto-medio plazo: conseguir una reestructuración de la deuda”.
Grecia
'Capitulación entre adultos'
En el libro ‘Capitulación entre adultos’, Éric Toussaint nos ofrece una versión no apta para Hollywood de los eventos de Grecia en 2015.
“A partir de mañana, Europa, cuyo corazón late esta noche en Grecia, comenzará a curar sus heridas”, anunció uno de los grandes protagonistas del momento, el ministro de Finanzas Yanis Varoufakis. Andonis Samarás, ex primer ministro del país heleno y líder de Nueva Democracia, partido que era partidario del “sí”, presentó la dimisión de la presidencia de la formación unas horas después de saberse los resultados.
En el corazón de Europa, las reacciones tampoco se hicieron esperar: la entonces canciller alemana Angela Merkel y el por aquél entonces presidente francés, François Hollande, convocaron una cumbre extraordinaria en las instituciones europeas para abordar el caso griego.
Lo que había precedido al referéndum
Hartos de políticas de austeridad impuestas por la troika desde 2010 y que se habían traducido en la firma de dos memorandos que habían machacado considerablemente a las clases populares, los griego y las griegas, el 25 de enero de 2015 apostaron por el cambio. Casi sin creerlo, Alexis Tsipras, de Syriza, un partido de la izquierda radical, se convertía en primer ministro del país heleno.
De 2010 y hasta 2015, el país heleno había recibido, en préstamos combinados, 216.000 millones de euros
“Grecia gira página. Grecia deja atrás la austeridad catastrófica. Deja atrás el miedo y el autoritarismo. Hoy es un día de fiesta. A partir de mañana comenzaremos un trabajo difícil”, dijo en la plaza Syntagma, frente al Parlamento heleno, la noche de aquel 25 de enero. De 2010 y hasta 2015, el país heleno había recibido, en préstamos combinados, 216.000 millones de euros. Y claro, había que devolverlos. Pero para devolverlos, había que volver a pedir dinero prestado, y así sucesivamente.
De febrero y hasta junio de aquel año, la troika se mostró inflexible en su presión a Grecia para que los de Tsipras firmasen un tercer memorando. La postura del gobierno griego era otra: una renegociación de la deuda.
Durante meses, los acreedores rechazaron sistemática cualquier tipo de negociación con el gobierno griego; en Grecia hablaban de una “humillación planificada”
De hecho, el gobierno griego nunca pidió una quita de la misma, sino posponer los plazos de su pago mediante el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Lo repitieron hasta la saciedad: la deuda sólo sería sostenible si se llevaba a cabo una reestructuración profunda de la misma. Las autoridades europeas siempre mantuvieron la puerta cerrada a esta propuesta: durante esos meses, los acreedores rechazaron sistemática cualquier tipo de negociación con el gobierno griego; en Grecia hablaban de una “humillación planificada”; y pensaron que forzar un referéndum en el que fuese la población griega quien decidiese acerca de su futuro era la única salida.
Unos días antes del referéndum, el sábado 27 de junio, el Eurogrupo se reunió. En el encuentro, Grecia pidió una prórroga para un préstamo adquirido el 20 de febrero y que expiraba en tres días; es decir, el 30 de junio. “Si los acreedores querían que cumpliéramos con los plazos de pago, lo mínimo que podían hacer era darnos acceso a nuestro propio dinero. Cualquier otra cosa sería una invitación a no pagar”, escribe Varoufakis en su libro Comportarse como adultos (2017).
Grecia
Grecia, ¿por qué no se pudo?
La derrota de Alexis Tsipras ante su oponente, el conservador Kyriakos Mitsotakis, vuelve a abrir el interrogante de si es posible oponerse a las medidas de austeridad de la Unión Europea.
“El FMI ha reforzado esa posición del Gobierno: continuar con la austeridad sin reestructurar deuda básicamente tomaría 50 años de austeridad y aún así no sería suficiente para hacer la deuda sostenible. Si esa es la voluntad del pueblo griego, el Gobierno la va a aceptar sin ningún tipo de condicionamiento. Pero votar por el 'sí' es seguir por ese camino de degradación de las condiciones de vida. Es por esa razón que el Gobierno ha apoyado el voto por el 'no'”, respondía un día antes del referéndum en una entrevista en el extinto Periódico Diagonal el colombiano Daniel Muevar, asesor de Varoufakis y miembro del Comité para la Verdad sobre la Deuda Pública griega.
“El instrumento democrático del referéndum era fundamental; y en el caso de Grecia, la pregunta era muy clara. Los votantes sabían perfectamente de qué se trataba y tuvieron el coraje de responder que “no”, a sabiendas de que estaban chantajeados por los dirigentes europeos, que quisieron influir sobre el voto bajo la amenaza de una salida de Grecia de la zona euro y el consecuente y caos que eso comportaría”, explica para El Salto Éric Toussaint, presidente del Comité de la Verdad..
Lo que vino después
A la luz del resultado, fueron muchos los que entonces, pero también ahora, se preguntaron si dejar una decisión de semejante magnitud en manos de la ciudadanía había sido una buena idea. “La apelación directa a la ciudadanía en contextos de alta presión geopolítica y económica puede resultar simbólicamente poderosa, pero materialmente inviable. El caso del Brexit y el del referéndum griego comparten esta paradoja: decisiones de enorme complejidad técnica fueron reducidas a un ‘sí’ o un ‘no’ binario, bajo condiciones de polarización, miedo e información parcial. En el caso griego, el gobierno de Syriza planteó una pregunta que, en realidad, ya había quedado obsoleta en el momento de la votación. No era un ‘sí’ o ‘no’ a Europa, sino a un documento técnico que ni siquiera estaba disponible oficialmente en griego”, asegura el griego Kostis Kornetis, profesor en Historia Contemporánea en la Universidad Autónoma de Madrid y vocal asesor del Comisionado España en Libertad 50 años.
“La consulta se organizó de forma precipitada, en solo una semana, sin un proceso deliberativo democrático profundo, y bajo la presión de controles de capital y bancos cerrados”
Para el profesor, la convocatoria no fue “realista” desde un punto de vista institucional. “Se trató de una jugada táctica que buscaba reforzar la posición negociadora del Gobierno, pero terminó por exponerlo. Tsipras, que en 2011 había declarado que ‘un referéndum es sinónimo de quiebra’, utilizó esa misma herramienta sin contar con un verdadero plan B, ni apoyo internacional suficiente. La consulta se organizó de forma precipitada, en solo una semana, sin un proceso deliberativo democrático profundo, y bajo la presión de controles de capital y bancos cerrados”, apunta Kornetis.
A pesar del rotundo “no” de la población griega al tercer memorando, Tsipras capituló ante la troika y, acorralado por los acreedores, firmó el tercer memorando
Lo que vino después de ese referéndum es de sobras conocido: a pesar del rotundo “no” de la población griega al tercer memorando, Tsipras capituló ante la troika y, acorralado por los acreedores, firmó el tercer memorando. “Tsipras convocó el referéndum convencido de que saldría el ‘sí’, a pesar de hacer campaña por el ‘no’. Lo que buscaba era una legitimación por parte del pueblo griego para aceptar las condiciones inaceptables que imponían los dirigentes europeos y el FMI”, dice Toussaint.
Grecia
Grecia El día en que el “OXI” griego desafió el ‘austeritarismo’ europeo
El catalán Sergi Cutillas, igualmente miembro del Comité, habla abiertamente de traición: “Que un Gobierno que defiende la soberanía, que es la voz del pueblo, haga un referéndum, que era un pulso a los poderes internacionales y una arma de negociación, y no lo respete, no es una vergüenza, sino una traición”.
“Tsipras convocó el referéndum convencido de que saldría el ‘sí’. Lo que buscaba era una legitimación por parte del pueblo griego para aceptar las condiciones que imponían los dirigentes europeos"
Tras capitular ante la troika, Tsipras convocó elecciones para septiembre de ese mismo año y las volvió a ganar; pero el coste psicológico de la firma de aquel memorando fue enorme para la población griega: “La renuncia del gobierno griego a respetar el mandato del referéndum supuso un trauma colectivo. Fue percibida como una traición emocional más que una rendición política. El pueblo había hablado —y de forma contundente— solo para descubrir que su voluntad sería ignorada. Esto generó una fuerte desafección, especialmente entre los jóvenes y sectores que hasta entonces habían creído en la capacidad transformadora de la democracia directa”, analiza Kornetis.
El impacto en Podemos
El golpe fue más allá y traspasó las fronteras griegas. Aseguraba Varoufakis en su libro que: “En 2015, poco después de la implacable represión que acabó con la rebelión griega del año anterior, la denominada Primavera griega o Primavera de Atenas, el partido de izquierdas Podemos empezó a perder empuje en España; estoy convencido de que muchos de sus potenciales votantes se asustaron ante la posibilidad de sufrir un destino similar al nuestro, todo por obra y gracia de la feroz Unión Europea”.
También Kornetis firma esta tesis: “La ola de esperanza generada por Syriza había sido recibida con entusiasmo por Podemos y otras fuerzas emergentes del sur europeo. El ‘Oxi’ griego se convirtió, durante unos días, en consigna internacional de resistencia frente a la austeridad. Sin embargo, el giro de 180 grados tras el referéndum actuó como señal de advertencia. Sirvió para mostrar los límites del populismo de izquierdas cuando este alcanza el poder: sin un respaldo institucional o económico suficiente, los gestos simbólicos pueden volverse contra quienes los impulsan”.
“Podemos moderó su discurso rápidamente. Nació con un discurso muy en contra del euro y muy mordaz contra la UE, y eso fue desapareciendo. Se dio un salto al centro importante"
El historiador explica para El Salto que en España, el impacto fue doble. “Por un lado, reforzó la narrativa de los sectores conservadores que veían en Syriza una amenaza para la estabilidad europea. Por otro, forzó a Podemos a moderar su discurso económico y a asumir una posición más pragmática frente a la cuestión europea. De alguna forma, la rendición griega marcó el final del ‘momento populista’ más ambicioso del ciclo post-crisis.
Sergi Cutillas comparte este último análisis de Kornetis: “Podemos moderó su discurso rápidamente. Nació con un discurso muy en contra del euro y muy mordaz contra la UE, y eso fue desapareciendo. Se dio un salto al centro importante. Tsipras participó en la campaña electoral de Podemos y viceversa. Toda la izquierda española le dio apoyo; de hecho, aquellas formaciones nacieron al calor de aquella decisión. Esto explicaría muchas de las cosas que han ido sucediendo después”.
¿Había realmente un plan B?
Si ganaba el “no”, había un plan de contingencia en caso de que diese un Grexit: volver al dracma; sin embargo, el propio Varoufakis reconoce en su libro que: “La transición hacia un nuevo dracma sería tan dolorosa como debilitante”.
Toussaint explica contundente que sí, si se hubiese podido seguir el mandato popular: “Grecia hubiese podido salir de la zona euro con la puesta en marcha de una moneda complementaria al euro de manera transitoria. Se hubieran podido estampillar los billetes de euros que estaban en las reservas del Banco Central de Grecia, unos 14.000 millones en billetes no usados, y poner una nueva moneda en circulación. No hubieran sido los euros reconocidos por el BCE, sino una nueva moneda para usar en el interior del país. Eso hubiera permitido relanzar la economía griega y reactivar el gasto público; aumentar los ingresos del pueblo griego y estimular la producción y el consumo sobre el mercado interno. Eso hubiera dado tiempo para preparar una nueva moneda durante los meses siguientes”.
“Grecia hubiese podido salir de la zona euro con la puesta en marcha de una moneda complementaria al euro de manera transitoria"
Otros, como Kornetis apuntan que “desde un punto de vista estrictamente político, la alternativa era limitada” Seguir el mandato del ‘no’ probablemente habría implicado una salida del euro —el famoso ‘Grexit’— y una transición monetaria caótica. “El problema no fue solo la capitulación, sino la falta de preparación para un escenario alternativo. La troika impuso sus condiciones y el gobierno aceptó, no tanto por convicción, sino por falta de margen real de maniobra. El referéndum funcionó más como una válvula de escape simbólica que como un instrumento de decisión”.
Aquel referéndum significó un punto de inflexión no solo en la política griega, sino en la de todos los países de Europa. Marcó a toda una generación
Sea como fuera, Tsipras no optó por esta opción y tal día como hoy, un 5 de julio de 2015 firmó un memorando, el tercero para Grecia, que alargó una agonía del pueblo griego que prácticamente dura hasta el día de hoy.
Syriza no acusó el golpe de manera inmediata, pero lo haría más tarde. Tanto en las elecciones de 2019 como en las de 2023, Nueva Democracia barrería del gobierno griego a los izquierdistas, que desde entonces se enfrentan a una crisis de credibilidad. Fueron muchos los que abandonaron Syriza y la política activa. Aquel referéndum significó un punto de inflexión no solo en la política griega, sino en la de todos los países de Europa. Marcó a toda una generación, que, como indica Kornetis, “creyó, por un momento, que otro camino era posible”.