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Sergio nunca pensó que sería un delincuente, nunca pensó que podría ir a la cárcel. Aquella noche de sábado, como tantas otras, salió de marcha con sus amigos. Estaba estudiando en la universidad y había que relajarse después de los exámenes. Como tantos otros estudiantes, bebieron más alcohol de la cuenta, querían desinhibirse, dejarse llevar. Es difícil saber quién empezó la pelea pero, una vez empezada, había que pegar o exponerse a que le pegaran a uno. Aquella noche, Sergio le pegó un fuerte puñetazo a Ismael, que también había salido de marcha, como tantos otros sábados. Sergio cayó de espaldas y se golpeó en la nuca con el suelo. Al despertar, un día después, había perdido el sentido del olfato.
Para el magistrado de la Audiencia Provincial de Cádiz podría haber sido un juicio más. Uno de tantos casos de lesiones producidas al calor del alcohol. La culpabilidad de Sergio, que ya no era Sergio sino “el acusado”, estaba bastante clara. La petición fiscal de siete años de prisión, por lesiones agravadas, se ajustaba a lo que marca el Código Penal. Sentenciar a Sergio a siete años de cárcel habría sido legal, pero ¿habría sido justo? ¿habría servido para algo?
El magistrado decidió que tenía que apostar por otro tipo justicia, una justicia que se basara en reparar el daño causado a la víctima, pero no de forma abstracta, como se supone que hace la pena de prisión, sino de forma concreta. Decidió que quería apostar por una justicia en la que Sergio pudiera responder a las preguntas que Ismael tenía que hacerle: “¿Por qué a mí? ¿eres consciente del daño que me has hecho? ¿te arrepientes de lo que hiciste?”. Preguntas que solo Sergio podría responder y que para Ismael eran la única manera de pasar página. Así que, en esa ocasión, el magistrado decidió apostar por la justicia restaurativa y derivó el caso a mediación.
Sergio e Ismael aceptaron participar, pues el proceso ha de ser voluntario en todo momento y, tras varias entrevistas por separado con el equipo de mediación, se encontraron cara a cara. Con la ayuda de las mediadoras Ismael pudo hacer las preguntas que necesitaba y Sergio pudo responderlas: claro que estaba arrepentido, claro que lo sentía mucho, por supuesto que le pedía perdón, de todo corazón. Por supuesto que quería pagarle la indemnización de 12.000 euros, el precio en el que habían tasado algo tan incalculable como su sentido del olfato, pero no tenía tanto dinero. ¿Aceptaría Ismael que se lo pagara a plazos? Llegaron a ese acuerdo: Ismael se sentía reparado con la petición de perdón y el pago a plazos de la indemnización.
El acuerdo pasó a la Audiencia, donde la Fiscalía rebajó su petición de pena: de siete pasó a tres años de prisión. Aún superaba los dos años que marca la ley para poder suspender la condena y no entrar en la cárcel. Sergio solicitó un indulto parcial e Ismael le acompañó a recoger firmas que lo apoyaran. Al final Sergio no entró en prisión, dejó de ser un delincuente, e Ismael dejó de ser una víctima. Se había hecho justicia: justicia restaurativa.
Este es un caso real de los que llegan a los servicios de mediación penal que la Federación Andaluza ENLACE ofrece en los juzgados de Cádiz, Huelva y Sevilla. Casos en los que respetar las necesidades de las víctimas no significa incrementar la dureza de los castigos a las personas infractoras. Casos en los que asumir la responsabilidad por el daño causado, expresando ese arrepentimiento con palabras y con hechos, es justo lo que ayuda a la víctima a superar su duelo. Casos en los que las personas se escuchan y se comprenden, sin justificar lo injustificable ni minusvalorar el dolor. Casos en los que, en los momentos más duros, sale lo mejor de las personas: como ocurrió con aquella víctima que pidió que su agresora fuera a un centro de deshabituación, o con aquel chico que pudo pedirle perdón a su familia de acogida por sus frecuentes hurtos, que escondían una adicción al juego, o con otros tantos ejemplos.
La Federación ENLACE, que une a más de 90 entidades andaluzas que trabajan en el ámbito de las drogodependencias y la exclusión social, lleva más de 15 años apostando por la justicia restaurativa, un paradigma de hacer justicia que utiliza herramientas como la mediación penal. La justicia restaurativa tiene un fuerte desarrollo a nivel europeo y está avalada por estudios que demuestran que sirve para reducir la reincidencia de las personas infractoras, mejorar la recuperación de las víctimas y disminuir los costes del sistema de justicia. En España, el Estatuto de la Víctima (Ley 4/2015), la reconoce como un derecho al que pueden acceder todas las víctimas que lo soliciten voluntariamente. Sin embargo, este derecho tiene un cumplimiento desigual dependiendo de la comunidad autónoma donde resida la víctima.
Mientras que Cataluña o el País Vasco ofrecen servicios públicos de justicia restaurativa de manera universal y gratuita, en Andalucía las entidades sociales luchamos para mantener unos servicios que apenas pueden atender a 30 casos al año.
Por eso, ahora que tantas voces abogan por endurecer la justicia retributiva y punitiva, ENLACE y la Asociación Andaluza de Mediación, AMEDI, están organizando las I Jornadas de Justicia Restaurativa en Andalucía, que se celebrarán en el Parlamento Andaluz el 27 de abril. A través de ellas, pretenden reclamar un apoyo decidido por parte de las fuerzas políticas para que nuestra región no se quede en el vagón de cola de la justicia restaurativa, pues sabemos que apostar por la justicia restaurativa es apostar por la justicia social.
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Te felicito x la convicción y la lucha por llevar adelante está tarea
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