Opinión
Contra la producción, por el racionamiento

La palabra racionamiento es maldita, impronunciable por cualquier jerarca con aspiraciones, y no principalmente porque recuerde a las postguerras, sino por razones más de fondo.
26 ene 2022 06:00

Las terrazas de los bares se han poblado en unos años de llamas o tubos incandescentes, que calientan sobre todo al viento. Y de casetas de plástico, para que el consumo no decaiga. ¿Cuántos aditivos plásticos, cuanto gas, petróleo, uranio, eólica o solar se consumen ahí? Toneladas de toneladas. Otro tanto está sucediendo con las baterías eléctricas, hay ya más patinetes de litio que pedales en los carriles-bici. ¿Cuántos paisajes devastados, cuántos acuíferos y ríos van a ser contaminados para que jóvenes de estupendas piernas se desplacen al gimnasio con litio electrificado? Una burrada. En el comercio de alimentación hay ya más plástico que alimento. ¿Dónde va todo ese plástico? A plastificar los mares. Y así

Es cierto que se fabrican ingenios de verdadero provecho: el audífono, la silla de ruedas autónoma, el desfibrilador, etc. Pero también que artefactos en principio provechosos son usados igual en fines loables que en pamplinas: el mismo precio (o muy similar) cuesta el combustible que mueve una ambulancia al hospital que a mil turismos al centro comercial; o que aparatos en principio sencillos son atiborrados con fascinantes tonterías, como esos teléfonos con soniquete personalizado que archiva tus pulsaciones en la nube cibernética inconsútil que todo lo guarda. Es así porque el axioma central del industrialismo es que todo eso es, en esencia, lo mismo. Producción (mercancía o recursos públicos) y solo aparentemente, bienes distintos. Eso hace “normal” que valga lo mismo el litio de una silla de ruedas que el empleado en cualquier juguete basura.

Parece “normal” que valga lo mismo el litio de una silla de ruedas que el empleado en cualquier juguete basura

Son solo ejemplos menores de tantos y tantos aún más relevantes, pero bastan a ilustrar la lógica de nuestra civilización con el abuso de bienes que la Economía llama “materias primas” y “factores de producción”. Una lógica que trae consigo que el metabolismo de todo tipo de materiales, combustibles y desechos tóxicos venga incrementándose aceleradamente desde hace dos siglos. Y para más inri, repartiéndose desigualmente (injusticia ambiental). Todo ello es en aras de la Producción, como lo proclaman litúrgicamente los jerarcas (no las clases, que no creo en ellas, como no creía Kafka). Así se deriva de la cosmovisión imperante, que más que capitalista es industrialista: es la Producción, el sacro por excelencia de nuestro mundo, una metafísica concebida por los padres de la Economía Adam Emith y Karl Marx, encarnada hoy en el Orden institucional.

El relato de la Producción no funda una teogonía, sino una antropogonía: los primeros humanos no serían los dotados de palabra, como sostuvo Aristóteles, sino los hacedores de herramientas y máquinas, como sostiene Marx. Del avance de estas por los siglos de los siglos vendría dependiendo el Progreso. Las herramientas ancestrales, reverenciadas en los museos, supondrían el inicio de una carrera en pos de la Máquina Total, que reverencia Marinetti ya a comienzos del siglo XX.. Y así como el devenir de las técnicas del Trabajo nos vendría salvando precariamente de la calamidad, la Máquina definitiva nos salvará totalmente, porque habrá logrado la Productividad Absoluta. Alguno de los padres de la Economía llega a afirmar, en un arrebato devocional, que las relaciones humanas son sustancialmente “relaciones sociales de Producción”.

Arrebato, sí, porque el mito del industrialismo, como todo relato fundacional, es investido de carisma por sus creyentes. El triunfo del relato se manifiesta en la fascinación y entusiasmo que concitan las novedades mecánicas y electrónicas. La genialidad artística de Kubrick ha logrado expresar esta escatología en una escena de 2001, Odisea del espacio, cuando la primera herramienta-arma es lanzada al espacio por nuestro ancestro y se convierte en la Nave estelar en la que viajarán nuestros descendientes definitivamente progresados. Los descreídos (Kubrick lo era) decimos que todo esto es tecnolatría.

El dictado absoluto de este credo es que la producción debe continuar, agónicamente, en lucha incesante contra la necesidad, como productividad incremental. Los catecismos económicos vulgarizan este principio, que formulara el padre Malthus, como la tensión entre necesidades infinitas y recursos finitos. Y los noticiarios nos mantienen al día del crecimiento de la Economía, midiéndolo en dinero, pues el capital es la quintaesencia de la producción, de manera que los sacrificios en su altar son una depuración de los sacrificios devastadores y a menudo sangrientos en la mina y en el horno industrial: significan lo mismo, consagración de la Producción.

Esfuerzos aparentes

Las corporaciones capitalistas aseguran ahora que son sostenibles y circulares: si consultamos por ejemplo las páginas de cualquier compañía minera, vemos más animales y paisajes agrestes que simas y escombreras. Pero la verdad es que los esfuerzos por minimizar el daño ambiental, por sinceros que sean, no pueden estorbar el designio absoluto de la producción. Lo legitima la cosmovisión industrialista y lo impone el entramado institucional resultante: todas las jerarquías, desde los heresiarcas a los subsecretarios, viven de garantizar la aclamación litúrgica de la Producción, un fin en sí mismo (Sánchez Ferlosio: Non Olet) y epifanía contemporánea de lo que Simone Weil llama “la Fuerza”, esa fatalidad  que pesa tanto sobre los que mandan como sobre los que obedecen, pero que esclaviza más a los primeros (Weil: La Ilíada o el poema de la fuerza). 

Para apreciar el carácter tanático de la creencia en la producción hay que apostatar de este credo y denunciar a sus pontífices; solo así adquirimos una visión clara de los abrumadores daños a la humanidad y a la biosfera que esta metafísica ha venido causando, con la comunión, ay, de buena parte de las izquierdas. Lo que vemos entonces es que la humanidad está comportándose “como un heredero borracho en una juerga” (Mumford: Técnica y civilización).

Siendo así, la lógica que deriva del relato de la producción no ofrece cabida para cualquier contención o racionamiento, que será tenido como anatema. Un escaparate en el que escasean “productos” (sea fruta, bicicletas para pasear, flores de plástico, bólidos para la autopista o móviles-pulsómetro-selfie-play) es la mácula inapelable de la sociedad de la producción. De hecho, la palabra racionamiento es maldita, impronunciable por cualquier jerarca con aspiraciones, y no principalmente porque recuerde a las postguerras, sino por razones más de fondo.

Y sin embargo, el racionamiento se practica en múltiples ámbitos de nuestras sociedades, aunque sin llamarle así: en la asignación de l@s médic@s en los sistemas de seguridad social, en las economías domésticas y en muchas conductas personales, como las alimenticias, para la buena salud y el equilibrio, etc. Pero es tabú practicarlo en el ámbito de la Producción. Es de lamentar, un contradiós, porque la producción no es más que un engendro de la escuela filosófica de los economistas, que han instrumentado después los herederos del gran inquisidor (Dostoievski) como sacro trascendente con el que continuar pastoreando el rebaño del Bienestar.

¿Cuándo comenzamos a racionar bienes ecosistémicos que deberían haberse racionado hace mucho tiempo, y que es urgente ya administrar con extrema contención, como son la mayoría de los que el relato de la producción conjunta como “factores de producción” y como “materia prima”? ¿Hasta cuándo no vamos a comenzar a discriminar sus aplicaciones y destinos, para que, por ejemplo, deje de ser lo mismo el litio de un juguete que el litio de una silla de ruedas?

Archivado en: Capitalismo Opinión
Sobre este blog
El espacio para la libre expresión de los socios y las socias de El Salto. Si quieres participar sigue los pasos que encontrarás en Cómo publicar en el Blog de las Socias. El Salto no se responsabiliza de las opiniones que sus socios/as expongan en este blog.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Islas Canarias
Huelga de hambre Canarias se planta ante el turismo de masas en una movilización histórica simultánea en las ocho islas
Bajo el lema Canarias se agota, las organizaciones convocantes recuerdan que el detonante de esta movilización histórica fue la reactivación dos proyectos ilegales, cuya paralización reclaman seis activistas en huelga de hambre.
Capitalismo
Blog Socias Poner fin al capitalismo, no reformarlo
Es hora ya de poner un término a esta situación, la clase trabajadora no es únicamente la más capacitada para parar esto, sino la única capaz de transformar esta sociedad.
Sobre este blog
El espacio para la libre expresión de los socios y las socias de El Salto. Si quieres participar sigue los pasos que encontrarás en Cómo publicar en el Blog de las Socias. El Salto no se responsabiliza de las opiniones que sus socios/as expongan en este blog.
Ver todas las entradas
Genocidio
Genocidio Los Gobiernos europeos reprimen las muestras de apoyo a Palestina ante la inminente masacre de Rafah
Estados Unidos suspende por el momento la entrega de bombas a Israel ante la perspectiva del arrasamiento de Rafah. La UE organiza un seminario con el ministro de Exteriores y sus gobiernos reprimen las muestras de apoyo a Palestina.
Universidad pública
Acampadas propalestinas “Es nuestro deber señalar la complicidad de nuestras universidades con el genocidio”
Arrancan las acampadas universitarias en Madrid para exigir el fin de las relaciones con Israel y el apoyo a las víctimas del genocidio. Las acciones de protesta están ubicadas en Ciudad Universitaria, centro simbólico de la lucha universitaria.
Opinión
Opinión ¿Por qué lo hacen?
Los estudiantes que ocupan Bolonia y otros lugares no pueden detener el Holocausto. Pero pueden señalar que estamos del lado de los colonizados de todo el mundo y que desertamos de la guerra que los nuevos Hitler nos están imponiendo.
Palestina
Universidades Estudiantes de la Universidad de Alicante acampan para pedir el final del genocidio
Comienzan la acampada con una jornada en la que han realizado charlas, asambleas y un taller de pancartas en el campus de San Vicent del Raspeig.
Desempleo
Reforma Podemos apoyará el nuevo decreto de subsidio al no incluir el recorte en la cotización para mayores de 52 años
Este acuerdo desatasca la Componente 23 para la recepción de fondos Next Generation y fue tumbado el pasado enero en el Congreso con los votos en contra de Podemos, PP, UPN y Vox.
Elecciones
Elecciones Aliança Catalana: a las puertas del Parlament de Catalunya atizando la xenofobia y escondiendo la ‘estelada’
El partido liderado por Sílvia Orriols llega con una campaña mediática promovida por los principales medios españolistas del Estado, con el discurso antiinmigración como punta de lanza y con el deseo explícito de hacerse con parte del voto de Vox.

Últimas

Formación El Salto
Formación El Salto Fotoperiodismo y movimientos sociales: una mirada a las luchas desde abajo a través de un objetivo
La Escuela de Periodismo Crítico de El Salto ofrece su primer curso presencial, en el que abordaremos, de la mano de nuestros fotógrafos, cómo plasmar a través de la imagen movilizaciones y resistencias.
Crisis climática
Nuevo hito climático El pasado mes fue el abril más caluroso jamás registrado
Con una temperatura promedio del aire en la superficie de 15,03ºC, el pasado mes fue 0,67ºC más caluroso que el promedio de dicho mes entre los años 1991-2020 y 0,14ºC más que el anterior récord, el de abril de 2016.
Educación pública
Huelga de profesorado La Marea Verde vuelve a vaciar las aulas para tomar las calles de Madrid
Con un seguimiento que supera el 65% la primera jornada de huelga del profesorado madrileño transcurre entre piquetes y marchas por todos los puntos de la Comunidad de Madrid para exigir que se reviertan los recortes.
Sphera
Libertades civiles La secuela de un infiltrado
Los nuevos movimientos ecologistas llevan tiempo siendo objeto de vigilancia y criminalización por parte de los cuerpos de seguridad del estado y la judicatura.
Energía nuclear
Cerrar Almaraz Una primavera para empezar a cerrar Almaraz
Unas palabras para explicar la urgencia del necesario cierre de la contestada central nuclear de Almaraz y sus argumentos.
Ecología
¿RENOVABLES? La lucha contra los megaproyectos eólicos en Euskal Herria
Dicen querer luchar contra el cambio climático, pero el despliegue renovable no va acompañado por medidas reales para reducir el consumo fósil.
Aborto
"Mi voz, mi decisión" Madrid se llena de estatuas masculinas en favor del aborto
Una acción del colectivo Violetas(N) viste al famoso Oso y el Madroño o al exministro Alonso Martínez con el pañuelo verde en defensa del derecho al aborto, dentro de la campaña “Mi voz, mi decisión” para combatir el auge de la extrema derecha.
Palestina
Opinión Israel deja a la humanidad sin refugio
Otra vez Israel nos demuestra que puede hacer lo que quiera. Sus tentáculos de intereses económicos y sus sofisticadas bombas son capaces de asesinar a la justicia misma.

Recomendadas

Cómic
Julie Doucet “Cada cómic es un experimento, no me gusta ceñirme a categorías asignadas por otros”
Julie Doucet, icono del cómic alternativo y feminista de los años 90, publica ‘El río’, su nueva novela gráfica que constituye un hito editorial, dado que llevaba un cuarto de siglo alejada del medio.
Universidad pública
Protestas contra el genocidio El consejero de Educación de Madrid pide sacar “la política” de la facultad de Políticas
La Comunidad de Madrid reacciona contra una declaración universitaria que exige al Santander, con quien la UCM mantiene un convenio, que deje de financiar proyectos contaminantes y a la industria armamentística corresponsable del genocidio en Gaza.