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Brasil
Arte en tiempos de fascismo: cuando enseñar a Goya y Rubens le cuesta el puesto a un profesor

Era la primera semana de César Augusto Mendes Cruz dando clase en la escuela municipal Major Olímpio de la localidad de Ilhabela, en el Estado de São Paulo (Brasil), cuando llegó el turno de abordar con sus alumnos de sexto año la interpretación del tiempo en distintas culturas y épocas de la historia: la religión yoruba, el orisha Iroko o la mitología relacionada con el titán Cronos. Las pinturas elegidas para la explicación, las que ya había mostrado decenas de veces antes en otros colegios: las interpretaciones que hicieron Francisco de Goya o Pedro Pablo Rubens del mito de Saturno. Las que han desembocado en una persecución por redes sociales de grupos ultraderechistas al maestro, quien acabó dimitiendo de uno de los dos centros del municipio donde trabaja.
“Fueron dos clases las que di y las reacciones fueron muy similares: ningún estudiante pidió salirse del aula. A pesar de que la visualización, principalmente de la pintura de Rubens, suele causar incomodidad”, relata Mendes. La obra muestra a Saturno (Cronos) desgarrando con un mordisco el pecho de uno de sus hijos. Es el síntoma de la época en la que se pinta: el estilo, barroco, un movimiento de oscuridad debido a la asunción de la finitud de la vida. Como pasa con un Goya que vivió los momentos en los que el imperio español se empezaba a resquebrajar: el fin de los Habsburgo, la primera constitución liberal y, al fin, la invasión napoleónica que acaba restaurando la monarquía borbónica.

Cada época tiene su forma de ver la vida. Lo que no se imaginaba el profesor es que en 2025 iba a escuchar que la pintura de Goya incita a los chavales al “canibalismo” y que es “libidinosa”, como exclamó el concejal de educación de Ilhabela, Gabriel Rocha, del Partido Liberal (PL) escorado a la extrema derecha. Justificó así por qué, desde su punto de vista poco menos que Mendes es un peligro para la educación de los niños.
A pesar de que ninguno de los escolares pidió irse del aula o denunció las supuestas aberraciones que el maestro estaba enseñando, a ojos de este concejal. “Yo ya he dado estas clases”, responde, “exactamente de la misma manera en otras ciudades y escuelas de Brasil y nunca he tenido problemas con los niños. Incluso de menor edad que los de esta escuela”.
Pero, lamenta, Rocha “empezó a decir un montón de mentiras sobre la clase, en la cual no estuvo, y esto ha empeorado la situación”. Se traduce en que, en estas semanas desde que trascendió la polémica, a Mendes le han abierto un expediente disciplinario; ha tenido conocimiento de “amenazas” en grupos de WhatsApp o ha visto cómo una de las madres de ese colegio emitió un directo por Instagram para difamarlo.
La campaña de acoso continúa, según cuenta: “La semana pasada [la del 19 de mayo] dijo que va a convocarme para comparecer en la Cámara de Concejales. Es una situación muy delicada”. Lo que muestra que ha sido una excusa para emprender una cruzada ideológica contra un profesor que, sin ir más lejos, no tiene problemas a la hora de dar clase en su otra escuela del mismo municipio.
Este político fue el más votado en las últimas elecciones. Según recoge el portal UOL, es fisioterapeuta de formación e impulsó desde que está en el poder la implantación de las escuelas cívico-militares en Ilhabela. Además, añade este medio brasileño, en su ficha como concejal Rocha se define como alguien “con visión progresista”.
La Biblia sobre el pupitre
Mendes, doctorando en Historia, reflexiona sobre aquel día y recuerda a tres alumnas que llegaron a clase con su Biblia. La pusieron sobre el pupitre, como era habitual. Todo transcurría con normalidad. El docente explicaba primero la mitología africana yoruba, o el mito de Iroko, y después los menores dibujaban. Cuando llegó ese momento, el profesor les pidió que guardasen el libro porque no había espacio suficiente para realizar la tarea.
Fue en ese momento cuando las chicas “se enfadaron”, ya que según explica provienen de familias ultrarreligiosas de la corriente evangelista, cada vez más extendida por el país. Al negarse a guardar la Biblia para dibujar, contestaron a su profesor que fuera él quien pusiera un “himno religioso góspel” en el ordenador que estaba usando para mostrar las imágenes, a lo que se negó “porque la escuela es pública y laica”.
Detrás de todo ello hay un sistema educativo que impulsan las corrientes de ultraderecha y que ha visto en la educación un filón: incorporan en las escuelas públicas a empresas que suelen estar dirigidas por exmilitares
Ese incidente, cree Mendes, fue el origen “de toda la incomodidad y fastidio” que le ha causado esta situación, que ha llegado a trascender a la parte mediática porque, aunque no tiene la certeza de cómo le pudieron contar lo sucedido en el aula, debió de ser en el momento en el que las alumnas se lo comentaron a sus padres. Porque ellos fueron los que pusieron en conocimiento de la concejalía de Educación lo que había ocurrido.
El profesor, que vivió durante un tiempo en Madrid, rememora sus paseos por el Museo del Prado —donde se pueden ver las obras de Goya y Rubens— y las escenas de “muchos niños, incluso más pequeños, teniendo clase delante de esas mismas pinturas”. Por eso, está convencido de que la cuestión no es ni el cuadro, ni la clase, o él mismo: “Lo que me parece muy claro es que cambió el público”.
Un modelo cívico-militar
Detrás de todo ello hay un sistema educativo que impulsan las corrientes de ultraderecha y que ha visto en la educación un filón: incorporan en las escuelas públicas a empresas que suelen estar dirigidas por exmilitares (jubilados o que se han desvinculado del ejército para dedicarse a la iniciativa privada) y cuyo objetivo es doble: en algunos casos, la gestión de los colegios. En otros, ofrecen servicios de disciplina, como por ejemplo practicar el saludo a la bandera, entre otras actividades para fomentar el patriotismo, el nacionalismo o el sentimiento religioso, todo bajo una formación que recuerda a la castrense.
Este modelo se denomina cívico-militar, y vive un auge debido al apoyo que reciben por parte de los partidos políticos de derecha. Nada extraño, si se tiene en cuenta que el miembro del PL —cuyo líder es Valdemar Costa Neto— y presidente brasileño entre 2019 y 2023, Jair Bolsonaro, es exmilitar y se ha mostrado frecuentemente acompañado de soldados. Además de ser un nostálgico de la dictadura que vivió Brasil entre 1964 y 1985.
La teoría que defienden los impulsores de este modelo, explica Mendes, es que “los niveles educativos del país van a mejorar si hay disciplina en los colegios”. Pero la realidad es que “la escuela está militarizada”, en la que empresas fundadas por “militares jubilados o que se salieron del ejército” ofrecen servicios de disciplina de estudiantes dentro de los centros escolares.
La teoría que defienden los impulsores de este modelo, explica Mendes, es que “los niveles educativos del país van a mejorar si hay disciplina en los colegios”. Pero la realidad es que “la escuela está militarizada”
Pero además se le añade que quienes llenan las aulas de estas escuelas municipales son hijos de familias cuya renta es media-baja. Familias pobres, también con unas creencias religiosas fuertes y con una ideología generalmente más cercana a la derecha, en centros donde se les adoctrina.
Y aunque los directores de los centros quieran evitar que se impartan una serie de actividades que van contra lo que debería ser un espacio laico y neutral en lo ideológico, lo cierto es que “no tienen autoridad para controlar a estos militares porque no obedecen a la dirección de la escuela sino a una empresa”.
Bajo un dogma que recuerda en España al ‘Dios, patria y familia’ de la dictadura franquista, también hay un trasfondo de corrupción. Aunque los presupuestos públicos para la educación “están muy controlados”, al permitir la entrada de este tipo de empresas, gestionadas en gran parte por “amigos de los políticos”, se consiguen desviar estos fondos de forma legal, al menos a nivel administrativo.
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Militares en las escuelas para propagar el ultranacionalismo sobre los hijos de la clase obrera. Si esto se permite es devido a la falta de voluntad transformadora de un PT y Lula que no van directos contra esta infiltración ultraderechista.