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Adaptar narraciones de un formato a otro puede ser complicado. Trasladar las emociones que el diálogo no puede expresar, los matices, subtramas, las interioridades de los personajes… no siempre es fácil, y a menudo se obvian o se pasa de puntillas sobre ellas por necesidad. Algunas cuestiones, sin embargo, no deberían ser renunciables… pese a lo cual no es difícil encontrar casos en que personajes de medios escritos con orientaciones sexuales no normativas se encuentran con éstas borradas al ser adaptados a la pantalla.
Algunos casos son verdaderamente notorios. Así, quien haya leído El color púrpura encontrará difícil obviar la demoledora pasión de su protagonista hacia otra mujer, un amor que pone su vida patas arriba y que juega un papel sustancial a lo largo de la novela. Si bien los personajes comparten un beso en la película, toda otra referencia a la vertiente sentimental y sexual de su relación se obvia, privando al espectador de toda una dimensión de la misma.
El homosexual desaparece en la adaptación al cine
Otro tanto podría decirse de Lancelot en Las brumas de Avalon. Mientras que en la novela declara de modo explícito su amor tanto por Ginebra como por Arturo, además de insinuarse su atracción hacia otros hombres, en la miniserie del mismo nombre es únicamente a ella a quien ama. De igual modo, la adaptación cinematográfica de Tomates verdes fritos eliminó la relación amorosa de Idgie y Ruth, que ocupa buena parte de la trama de la novela. Sobre la homosexualidad del personaje que da nombre a El hombre sin rostro, Justin McLeod, se pasó asimismo sin mención, y Lestat, que en otras de sus novelas se enamora de hombres y mujeres, no hace mención a ello en Entrevista con el vampiro.
Todas estas adaptaciones, sin embargo, son de hace varias décadas; en el contexto en que fueron realizadas, la recepción del público a historias con personajes homosexuales o bisexuales era rara vez positiva. Más preocupante es que a menudo siga sin serlo ahora… y que muchas productoras o directores no sean lo bastante valientes como para ignorar esta cuestión e integrar la diversidad de orientaciones sexuales en los personajes que corresponde.
Así, no hemos visto aún ninguna adaptación cinematográfica o televisiva en que Harley Quinn desarrolle su relación con Poison Ivy; Selina Kyle (Catwoman) únicamente parece tener interés sexual o romántico por Batman. Constantine pasó a ser heterosexual al ser adaptado a televisión, si bien en la nueva adaptación el personaje podría mostrase como bisexual, tal y como sucede en los cómics. Tampoco Wonder Woman (Diana Prince) ha tenido en pantalla relaciones o atracción por mujeres, y la supresión de la bisexualidad de Valkyrie provocó no pocas quejas cuando Thor: Ragnarok llegó a los cines. La bisexualidad de Chuck Bass, establecida en las novelas en que se basa Gossip Girl, se redujo en la serie de televisión a un escueto “no pensarás que es el primer hombre que beso”, si bien sus relaciones con mujeres inundan la trama. En Archie, el cómic en que se basa la serie Riverdale, Jughead es asexual, mientras que en la serie tiene una relación heterosexual.No sólo se trata de un problema de falta de rigor en la adaptación, al redefinir al personaje según parámetros nuevos; no es un capricho de los fans que sus sexualidades se reproduzcan al aparecer en otros medios. El colectivo LGBT+ tiene gran necesidad de representación en historias de ficción, y más aún de manera natural, de tal modo que su orientación sexual o identidad de género aparezca como una cualidad consustancial al personaje, pero tampoco como la única cuestión en torno a la cual giran éste y su trama. Que sean personajes completos, con sus luces y sus sombras, como cualquier otro… pero con la característica explícita de ser LGTB+. Tal y como lo son las personas que conforman dicho colectivo.
Una ecuación que, sin embargo, aún parece resultar demasiado complicada para directores y productoras, o que temen que genere demasiadas reacciones negativas. Aún más problemas presenta incluir esa representación cuando no se trata de una adaptación como tal, o de simplemente mostrar esa cualidad el personaje. Así, en un caso sumamente conocido, J. K. Rowling no sólo no hizo referencia a la homosexualidad de Dumbledore hasta haber concluido la saga de novelas, sin que ésta lo refleje en modo alguno, sino que fue hace poco confirmado que ni siquiera formará parte de la nueva entrega de Animales Fantásticos. En Outlander, adaptación de la saga del mismo nombre, la tercera temporada eliminó el beso entre John (homosexual) y Jamie (heterosexual), un intercambio sin carga erótica para el segundo, pero de gran significación por lo que se refiere a su aceptación de los sentimientos de su amigo hacia él. ¿Tanto miedo hay a lo que pueda provocar entre los fans un simple beso? La serie ha sido remarcablemente cruda en otros aspectos; particularmente, en el caso de la violación de un hombre a otro.
Las excepciones de visibilidad
Sin embargo, algunos (pocos) casos han seguido el camino contrario. En Juego de Tronos Yara (Asha en las novelas) pasa a ser bisexual; por otro lado, no habiendo sido completada la saga de libros, éste aún podría un detalle de la vida del personaje no revelado hasta la fecha, pero confirmado posteriormente. También Dorian Gray fue representado como bisexual en Penny Dreadful. El número de relaciones románticas entre mujeres de Orange is the new black, por su parte, supera ampliamente la novela en la cual se basa; otro tanto sucede con El Cuento de la Criada. Particularmente interesante resulta este camino cuando de la sexualidad del personaje original no sabemos nada, como sería el caso del capitán Flint, solo mencionado en La isla del Tesoro y cuya relación con otro personaje masculino en Black Sails es clave para la comprensión del propio capitán, su pasado, y el desarrollo de la trama. Si no conocemos orientación sexual, ¿por qué asumir su heterosexualidad?
Con más motivo cuando la conocemos, y no es ésa. Se puede ser flexible en muchos aspectos con las adaptaciones, pero éste no debería ser uno de ellos. Ni los personajes ni los espectadores LGBT+ merecen una representación incompleta: no es justo que salir en pantalla te obligue a meterte en el armario.
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