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Ciencia ficción
True Detective en la espiral
Recuerdo estar viendo los créditos del último episodio de la cuarta temporada de True Detective, “Noche Polar” la han llamado, asaltado por un amasijo de sensaciones encontradas por el final. También tenía muchísimas ganas de devorar reseñas de una serie que me había tenido en vilo durante seis episodios, aunque no haya mantenido el nivel de tensión con el que arrancó. Pero era de noche, estaba cansado y me quedé dormido en el sofá sin ni siquiera apagar la televisión.
¡BAM!
Me desperté de sopetón por un estruendo de lo que me pareció que era un portazo. Sonó tan fuerte que dudé de si había sido en mi propia casa. Mire el reloj y eran las 03:33 de la madrugada. Joder, no se en qué película de miedo era la hora a la que pasaban las cosas chungas. Entre el susto por el ruido y el mal rollo asociado al reloj el corazón me latía muy deprisa. Notaba las venas palpitarme en las sienes. La luz del salón seguía encendida. Me quedé expectante por si oía algo que me diera una pista. Nada. Silencio. Siempre he tenido una relación ambivalente con el miedo, aunque soy bastante cagueta creo que lo aguanto estoicamente. Algo es algo, supongo. Como no iba a quedarme ahí parado toda la noche, me levanté y enfilé el pasillo para acercarme a la puerta.
Encendí la luz y sentí como apretaba inconscientemente el puño. Como si fuese a encontrarme a alguien o algo, yo que sé. Había dos seres peludos, cuadrúpedos y de ojos brillantes. Los gatos. Lulo movía la cola de un lado a otro con inquietud y la de Lila estaba tan erizada que parecía un plumero. Al menos, no me lo había imaginado. En un alarde detectivesco, mientras me acercaba pensé que, por imposible que fuese, si realmente el ruido hubiese sido de mi puerta con tal golpe aún debería vibrar un poco. Con la taquicardia en aumento, apoyé lentamente la mano.
Nada. Entonces, mi cerebro me echó un cable y pensé rápidamente que tendría que provenir de la casa de los vecinos. Son unos chavales, universitarios, así que no sería de extrañar que llegasen de fiesta y con la borrachera y las hormonas no se les pasase por la cabeza cerrar con cuidado. Era una opción plausible, debería haberlo pensado antes. La serie me había afectado demasiado. Con ese pensamiento, respiré hondo y sonreí, como riéndome de mí mismo por mi reacción. Pero al darme la vuelta, noté que pisaba algo. Miré hacia abajo y vi un papel. Reconocí el símbolo: la espiral que aparecía sin parar tanto en la primera como en la cuarta temporada de True Detective.
Imposible. Eso pensé mientras volvía a apoyar la mano en la puerta, esta vez como reflejo ante el ligero mareo que noté cuando terminé de procesar la situación. Tenía que ser un sueño. Pero no. Me agaché dudando de sí podría agarrarlo o si era el típico momento en el que uno se despierta. No solo era tangible sino que al mirar con detenimiento la espiral me di cuenta de que había algo escrito por detrás: “Para la OAE es imperativo que True Detective se entienda como una ficción” (traducido del inglés). A continuación, tenía escrito lo que interpreté como unas iniciales: RA.
¿Qué demonios quería decir eso? Abrí la puerta del rellano y le di al interruptor pero no había nadie ni nada fuera de lo normal. Demasiado silencio para que el ruido proviniese de los vecinos. Si mi hipótesis fuese cierta, lo lógico sería oírles, al menos, hablar desde el otro lado de la pared. No se por qué, pensé en que en los últimos días un problema con la automatización de la puerta del portal había resultado en un caos para la comunidad de vecinos porque la mitad de las llaves no funcionaban. También me acordé de que estos días había sufrido las obras en el piso de arriba. Pero el ruido había pasado a un segundo plano y toda mi atención fue al misterio del papel. Parecía una broma demasiado elaborada como para serlo. ¿Acaso me estaba volviendo loco? Cualquiera que fuese la respuesta a esa pregunta, de repente, se me vino a la mente una palabra: hiperstición.
Si estáis leyendo esto, os sonará porque le da título al blog de El Salto en el que escribo a veces. En este post del blog intenté explicarlo. En esencia, es una ficción que se hace real a sí misma. Lo cierto es que cuando empecé a ver la cuarta temporada me motivé tanto que volví a ver la primera también. La recuperación que hacía Noche Polar de un cierto espíritu lovecraftiano me hacían pensar una y otra vez que tendría que haber algún vínculo entre la serie y el CCRU (Cybernetic Culture Research Unit), el grupo de investigación que acuñó el concepto y que tenía en Lovecraft a una de sus mayores influencias para crear su universo y mitología particulares.
Durante las últimas semanas, entre episodio y episodio, había ido repasando las lecturas del CCRU: los Escritos 1997-2003 e Hiperstición, las dos obras publicadas por Materia Oscura. Estaba buscando pistas para interpretar True Detective en clave hipersticional. A la pregunta ¿Cómo las ficciones devienen hipersticiones? el CCRU responde que, en primer lugar, es un prerrequisito crear un mundo consistente. Dejo al juicio de cada cual si True Detective lo cumple. Precisamente, el ejemplo ilustrativo que proponen es la comparación de Lovecraft con Tolkien. “Una obra deviene hipersticional una vez que se ha vuelto imposible tratarla como el producto de la imaginación de un solo autor”. Para que esto se cumpla, se requieren, por lo menos, dos cosas.
La primera es la “colectivización del sistema ficticio”. Como descubrí cuando lo leí en su momento (nunca había tenido interés por Lovecraft hasta que me adentré en las elucubraciones del CCRU), la obra de Lovecraft fue continuada por amigos y seguidores que conformaban el movimiento literario denominado el Círculo de Lovecraft, en un inusual y tremendo ejercicio de cultura libre. Como dice Houellebecq en el ensayo que le dedica, Contra el mundo, contra la vida, esto supone “un caso único en la historia literaria moderna”.
Si pensamos este asunto de la apertura a la participación en una obra de ficción, True Detective lo empieza a cumplir con su cuarta temporada. Después de una primera temporada excelsa, una segunda pésima y una tercera decente, todas ellas a cargo del mismo autor, Nic Pizzolato, la cuarta corre a cargo de una autora distinta, Issa López. Esta apertura permitió a True Detective salir del bucle en el que había caído para explorar líneas de fuga ficcionales que la actualizasen.
Sin embargo, el segundo requisito que plantea el CCRU para que una ficción devenga hiperstición me hacía descartar todo lo anterior como una especulación banal que me había montado. Se trata del “despliegue práctico del sistema ficticio”. Hablan de Kenneth Grant, al que definen como un “ocultista thelémico” que toma el universo de Lovecraft como real y lo usa en ritos mágicos. Mientras sostenía el papel en la mano, con la mano temblorosa, no pude evitar pensar que era la prueba del despliegue práctico de True Detective y que yo tenía algo que ver con toda esta locura.
Como supongo que será comprensible, no podía irme a dormir en esas condiciones. Lo intenté, confiando en levantarme al día siguiente y que todo ese extraño episodio fuese una pesadilla. Pero no hubo manera. La cabeza me iba a mil por hora. Así que encendí el ordenador y me puse a buscar como un obseso toda la información que pudiese encontrar sobre la serie, atento a cualquier detalle que pudiese revelar que los sucesos de Noche Polar ocurrieron realmente.
Resulta que la serie no estaba escrita originalmente como parte de la franquicia True Detective. Aunque eso explica muchas cosas de la trama, no era exactamente lo que necesitaba. Pensé que me estaba acercando cuando leí sobre el Incidente del paso Dyatlov. En 1959, un equipo de rescate del Ejército Soviético halló a nueve excursionistas que estaban atravesando los Urales. Los encontraron en diferentes localizaciones, algunos de ellos en ropa interior. Unos murieron por hipotermia, pero otros tenían fuertes traumatismos y a una excursionista le faltaba la lengua. También descubrieron altas dosis de radiación en los cadáveres y la tienda estaba destrozada. Después de la investigación y las conspiraciones que surgieron en torno al caso, se determinó que la causa había sido una avalancha... Pero por más inquietante que resulte el caso y los paralelismos con Noche Polar, supuse que Issa López simplemente se inspiró en esa historia.
Estaba a punto de amanecer. La cabeza cada vez me dolía más. Cuando cerraba los ojos para descansar la vista notaba como se movían dentro de los párpados como si tuviesen autonomía. Llevaba horas deambulando por la Red, y ya hacia rato que había pasado de revistas online e hilos de Twitter a blogs y foros cada vez más peculiares. Conforme me iba adentrando en esa maraña de hipervínculos, la estética de estos lugares sugería que estaba haciendo una especie de viaje en el tiempo digital a los años 90. Cuanto más rudimentarias eran las tipografías y los diseños, más extraños e incomprensibles se volvían los contenidos que allí encontraba. Efectivamente, había infinitas discusiones sobre la influencia de Lovecraft y otros escritores de horror gótico en True Detective. Pero no había nada fuera de lo “normal”, si es que aún podía usar esa palabra.
Eran las 07.14. Lo recuerdo porque miré el reloj y fue el momento en el que estuve a punto de darme por vencido. El delirio en el que me había sumergido estaba menguando a causa del cansancio físico y mental. Fue entonces cuando encontré la pista que estaba buscando. Me había detenido en un foro sobre las prácticas y rituales mágicos de los Iñupiat, la etnia esquimal que habita las tierras de Alaska en las que se desarrolla la trama de Noche Polar. Un comentario argumentaba que los Iñupiat pueden considerarse parte de las “policulturas lemurianas” y que su “hechicería temporal, tráfico de demonios y turbulentas confusiones de eterno no-tiempo” eran perseguidas por la “Orden Arquitectónica de Éscaton”. OAE. El nickname era Rose Aguineau. RA.
Tuve que dar un salto en la silla porque Lulo, que estaba durmiendo en mi regazo, se asustó y saltó al suelo clavándome un poco las uñas en los muslos a través del pantalón. Ya fuese por el estado de conciencia alterado en el que me encontraba o por la emoción de haber dado con algo, ni siquiera me dolió. Me puse inmediatamente a buscar información sobre ese nombre y, por fin, entendí cómo la ficción de True Detective se estaba haciendo real a sí misma. Rose Aguineau es el nombre de un personaje de Noche Polar. Interpretada por Fiona Shaw (la tía de Harry Potter), es una señora que vive sola en una cabaña alejada de Ennis, el pueblo que protagoniza la serie. El fantasma de su pareja (que resulta que es el padre de Rust Cohle, el tremendo personaje de Matthew McCounaghey) la conduce al lugar donde están los cuerpos congelados de los investigadores que desaparecen de su centro de investigación, dando comienzo así a la trama. Las veces que aparece durante la serie es para ayudar a las protagonistas con sus conocimientos teóricos y prácticos. Sobre la espiral tiene una frase inquietante que dice es más vieja que Ennis, e incluso más vieja que el hielo que recubre Alaska. En una conversación, deja caer que era una académica prestigiosa que se cansó de su estirada vida, abandonó su puesto y se fue a Ennis.
¿Era posible, entonces, que existiese una académica llamada Rose Aguineau? Por el contenido del comentario, su disciplina debería haber sido algo relacionado con la antropología, así que me puse a buscar en todos los directorios de departamentos de antropología de todas las universidades estadounidenses que pude encontrar. No hubo suerte. También busqué en las todas las bases de datos académicas que conocía: “Rose Aguineau” AND “Iñupiat”. Tampoco así. Casi exhausto, repasé todas las pestañas que había dejado abiertas durante mi búsqueda. 56. Reparé en la entrada de un blog que relataba una charla de la Universidad Virtual de Miskatonic que comparaba las epistemologías de los Mu N'Ma (una tribu habitante del Pacífico) y los Iñupiat. Las autoras eran las doctoras Echidna Stilwell... y Rose Aguineau. Cada vez estaba más cerca.
En la breve presentación de la doctora Aguineau en la transcripción de la charla decían que trabajó en el departamento de Antropología del MIT (Massachusetts Institute of Technology). ¿Cómo es posible que no quedara ni rastro de esa información en ningún directorio universitario? Quizás borraran esta información cuando, si es cierto lo que cuenta, se marchó de la universidad. Pero no tendría sentido, ¿qué motivo habría para ocultarlo si simplemente renunció a su puesto? Puede que lo que contó no sea cierto, y en realidad la echaran y borrasen todas sus referencias. También es bastante posible que el estado paranoico en el que estaba nublase mi pensamiento. Sea como sea, al final de la conferencia ella misma proporcionaba un email de contacto, aunque avisaba de que era altamente probable que no contestase. No tenía nada mejor que hacer, ¿no?
A continuación, publico aquí el primer intercambio de emails que tuve con la dra. Rose Aguineau. La conversación se dio en inglés, así que ofrezco una traducción propia. Cabe mencionar que el intercambio fue encriptado utilizando claves PGP (Pretty Good Privacy). Esto se debe a que me pareció que, en el punto el que me encontraba, sería prudente hacerlo. No solo porque sabía que no alcanzaba a comprender la profundidad de las aguas en las que me estaba zambullendo, sino porque sentía que en algún momento ese email podría ser utilizado como prueba de mi locura. También sabía que eso reducía las posibilidades de recibir respuesta por añadirle una capa de dificultad a la comunicación. Pero tenía la corazonada de que, quien quiera que fuese a leer ese email, tendría los conocimientos necesarios. ¿Qué es la encriptación sino un tipo de hechicería?
[20 de febrero de 2024. 08:01]
Estimada dra. Aguineau,
En primer lugar, expresarle mi desconcierto ante el hecho de que esté enviándole un correo electrónico a un personaje de ficción. Llegados a este punto, he decidido suspender mi juicio sobre la situación, intentando mantenerme alejado tanto de la credulidad como de la incredulidad, en aras de ser coherente con la noción de “acreencia” que propone el CCRU para lidiar con las hipersticiones, viéndome obligado a reconocer la efectividad de una ficción como la presente.
Me pongo en contacto con usted después de recibir su mensaje. Las condiciones en las que llegó a mí y el propio contenido del mismo me han dejado en un permanente estado de desasosiego. Después de una intensa labor de búsqueda, he decidido escribirle para pedirle explicaciones tanto por la forma como por el contenido de dicho mensaje. En cuanto al por qué de su contacto, mi hipótesis es que, de alguna manera, usted ha sabido de mis indagaciones sobre la vinculación entre True Detective y el CCRU. Además de inquietarme cómo ha podido saberlo, aunque esto sea secundario, también necesito respuestas por su parte en relación a la manera de enviármelo. Por último, y este es el asunto que más me perturba y, por tanto, sobre el más me gustaría que se explicase, es a qué se refiere con su afirmación sobre el carácter no-ficcional de True Detective. He podido averiguar que la OAE pertenece al universo creado por el CCRU, pero sigo sin entender de qué manera esto guarda relación con la serie. Confío en que pueda iluminarme al respecto.
Un cordial saludo,
Luis Ludd
[29 de febrero de 2024. 16.36]
Estimado mr. Ludd,
Debo decirle que quedé enormemente sorprendida cuando recibí su email. Por una parte, me alegra que fuese capaz de llegar hasta mí. Por otra, también lo siento, porque eso significa que el estado de desasosiego al que hace referencia no ha hecho más que empezar, e irá en aumento.
Lamento decirle que no puedo explicarle, por el momento, y mucho menos por esta vía, de qué manera he podido conocer su inquietud sobre los vínculos de True Detective con el CCRU y, aún menos, cómo pude hacerle llegar ese mensaje hasta la misma puerta de su casa. Cuando le digo que no puedo no se trata de una mera imposibilidad ligada a un secreto, aunque tampoco sería deseable, en todo caso, arriesgarme a revelar determinadas cuestiones. No puedo explicárselo porque necesitaría usted un mayor nivel de comprensión de la situación en la que está envuelto, además de que el lenguaje escrito no es suficiente para hacerle entender este tipo de prácticas.
Sobre el motivo de que usted haya sido contactado, la razón de que no pueda extenderme demasiado sí que esta ligado a la necesidad de cuidar la información frente a posibles filtraciones. Espero que le valga con saber que el papel era una especie de prueba ligada a un “reclutamiento”.
Dejo para el final las cuestiones sobre las que sí puedo satisfacer su comprensible curiosidad. Noche Polar es el resultado de una operación de subversión temporal que se inició hace 10 años. Justo hace una década coincidieron dos hechos que la pusieron en marcha. Un remoto pueblo de Alaska situado en las inmediaciones de las tierras de los Iñupiat desapareció de la faz de la Tierra tras un conflicto entre la población local, una mina y un centro de investigación. Básicamente, lo que relata Noche Polar ya ocurrió. Si no ha encontrado información al respecto es porque ha sido cuidadosamente eliminada, así como los recuerdos y las vidas de quienes lograron sobrevivir. Supondría extenderme demasiado detallarle cómo es posible eliminar toda la información, los recuerdos, y directamente a las personas y el propio pueblo. Baste con que tenga en cuenta, como ya habrá percibido, que las fuerzas involucradas en este asunto no son meramente humanas. Si la historia ha sobrevivido es gracias a la fortaleza y resistencia de la brujería de las mujeres Iñupiat.
El segundo hecho es el estreno de la primera temporada de True Detective. Su éxito condujo a la idea de que sería posible aprovechar esta ficción para desplegar una operación hipersticional capaz de desestabilizar a la Orden Arquitectónica de Éscaton. El porqué de tardar 10 años escapa a esta explicación, solo puedo decirle que no es casualidad que estemos en año bisiesto. Lo que es fundamental es la aparición de la espiral como elemento narrativo central en la trama.
Los Tuttle aparecen en la primera temporada de True Detective como una poderosa familia en el estado de Luisiana y la resolución del caso apunta a su responsabilidad en la trama de asesinatos y desapariciones de mujeres y niños relacionadas con un extraño y deleznable culto pagano. En la cuarta temporada, el nombre Tuttle vuelve a aparecer como una corporación global que financia tanto al centro de investigación Tsalal como a la mina. Tuttle es un nombre en clave para designar a los miembros de la OAE. La Orden Arquitectónica de Éscaton es una sociedad mágica extremadamente hermética. Se definen como una hermandad blanca que precede a toda tradición humana sapiencial existente. Como las fuerzas de la luz que se autoconsideran, se ven obligados por alianza divina a luchar contra las policulturas lemurianas, el tráfico de demonios y las turbulentas confusiones de eterno no-tiempo que mencioné en el comentario que dejé en el foro. Su objetivo es, desde hace eones, eliminar todas las influencias lemurianas y asegurarse de que no existen, nunca han existido y nunca existirán.
La doctrina y la estructura de la OAE sigue un sistema pentádico, compuesto por cinco Irradiaciones trascedentales, cada una de ellas simbolizada por signos concéntricos: ·, (·), ((·)), (((·))), ((((·)))). Cada Irradiación se corresponde con una esfera cósmica, desde la más profunda y esotérica, · , a la más superficial y exotérica, ((((·)))). Las investigaciones de True Detective solo llegan a rascar la Quinta Esfera, ((((·)))), denominada Aecúmeno. Ésta se manifiesta a los iniciados del primer (y más bajo) nivel de la OAE. En este nivel, los agentes son conscientes de estar involucrados en una conspiración global jerarquizada que ofrece ciertas ventajas sociopolíticas a sus 'iniciados'. Los rituales y las doctrinas de la OAE parecen ser consistentes con el Universo del Dios Uno, y apoyan las concepciones dominantes de la realidad, las actitudes conservadoras y las jerarquías sociales tradicionales.
En lo que respecta a la espiral, para la OAE es un símbolo particularmente repugnante de imperfección y volatilidad. A diferencia de los bucles cerrados, las espirales siempre tienen finales abiertos. Esto les permite propagarse, haciéndose contagiosas e impredecibles. En este sentido, el objetivo de la primera temporada era asociar la espiral con una trama criminal turbia para generar rechazo en la población. La cuarta temporada, en cambio, trata de introducir ambigüedad en un símbolo perseguido por la OAE desde que se hicieron con el monopolio del espaciotiempo.
Los investigadores de Tsalal afirman estar indagando en el permafrost porque creen haber encontrado algo que podría salvar a la humanidad. Pero esto es solamente una fachada tanto hacia fuera del centro como para controlar a los propios investigadores. Como marionetas de la OAE, no saben que, en realidad, están buscando una grieta temporal que se abrió con el cambio de milenio y a través de la que la brujería Iñupiat está invocando a una antigua deidad para combatir al Dios Uno. Por su parte, el Dios Uno utiliza la mina para contaminar el pueblo y al centro de investigación para volver a cerrar esa grieta y eliminar cualquier amenaza a su reinado. Esta deidad ancestral es una de las muchas que fue derrotada por el Dios Uno en la guerra contra los Muchos Dioses, destruyendo así el Universo Mágico e imponiendo el universo actual, tal y como relata William Burroughs en Tierras de Occidente: “el Universo del Dios Uno es antimágico, autoritario, dogmático, el enemigo mortal de todos aquellos comprometidos con el universo mágico, espontáneo, impredecible, vivo. El universo que están imponiendo está controlado, es predecible, está muerto”.
En definitiva, mr. Ludd, le comunico que se ha involucrado en una guerra eterna con muy pocas probabilidades de victoria. Aunque, en realidad, como todo el mundo, ya estaba involucrado puesto que sufría de la tiranía del Dios Uno de todas formas. Le ofrezco la posibilidad de participar activamente a favor de las fuerzas lemurianas como un 'verdadero detective'.
Quedo atenta a su respuesta,
Un cordial saludo,
Dra. Rose Aguineau
Desde este concepto de la Cybernetic Culture Research Unit (CCRU) nos posicionamos para narrar: creemos profundamente en la investigación de las soluciones imaginarias. Somos la consecuencia de la hipótesis cibernética que destruye la distinción entre ficción y realidad. Bajo esta premisa, este espacio es un experimento de teoría-ficción para intervenir en la realidad mediante el diseño de líneas de fuga a la cibernética y la producción de deseo poscapitalista.
Coordinado por Club Manhattan, colectivo dedicado a la cultura y comunicación digitales.
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