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Irlanda
Caelainn Hogan: “Las madres “descarriadas” y sus criaturas eran un desafío a la autoridad de la Iglesia"

Caelainn Hogan abrió un melón muy gordo, ya en 2019, con la publicación de su libro Republic of shame, cuya traducción al castellano fue presentada en Madrid el pasado 7 de mayo, en Olavide bar de libros, de la mano de la editorial Errata Naturae, bajo el título La república de la vergüenza.
En su libro, Hogan desentraña la oscura historia de cómo Irlanda trató a las mujeres consideradas “descarriadas” y a sus criaturas. A través de una investigación meticulosa, revela el complejo entramado de Iglesia, Estado y sociedad que, bajo un manto de secretismo, buscó ocultar, castigar y explotar a las mujeres que quedaban embarazadas fuera del matrimonio. De nuevo, una historia de maternidades robadas, donde el ejercicio de la maternidad desde la disidencia es penalizado, herencia que sigue vigente en la actualidad.
El descubrimiento de la historiadora Catherine Corless en 2014 de una fosa común en el hogar de Tuam, con los restos de aproximadamente 800 niños, niñas y bebés, destapó una serie de investigaciones que sacaron a la luz la cruel realidad de las Lavanderías de la Magdalena y otras instituciones similares. Estas instituciones, operativas desde el siglo XVIII hasta mediados de la década de los 90, dirigidas principalmente por diferentes congregaciones de la Iglesia católica, obligaban a las mujeres a realizar trabajos forzados en condiciones de violencia y abusos constantes, mientras eran despojadas de sus criaturas para darlas en adopción a familias pudientes. Hogan ha recorrido conventos y residencias, entrevistando a supervivientes y miembros de las órdenes religiosas, además de examinar documentos de la Iglesia y el Estado. Su trabajo ofrece un relato espeluznante y revelador de cómo una sociedad entera se confabuló para reprimir a las mujeres que se desviaban de las normas establecidas, sin importar el costo humano, ni el sufrimiento infligido.
Algo similar a la distopía futurista El cuento de la criada, sucedió hace algunos años en el contexto de las mujeres en situación de exclusión social de, entre otros países, Irlanda y España. Estas instituciones irlandesas guardan similitudes con el Patronato de Protección a la Mujer durante la época franquista en España, cuyo último centro cerró en 1985. En Irlanda, la última cerró ya en 2006, lo que pone de manifiesto, una vez más, que los sistemas represivos y la conquista de derechos no son tan lejanos como parecen.
Que la realidad supera la ficción es en este caso un hecho, uno muy lamentable, cimentado sobre el dolor de las víctimas que protagonizaron estos sucesos que se narran en La república de la vergüenza.

En tu libro, exploras cómo una sociedad entera se confabuló con un sistema represivo que causó un daño profundo a los afectados y sus familias. ¿Podrías compartir tu perspectiva sobre los mecanismos sociales y culturales que permitieron esta complicidad?
Creo que es una combinación de un incentivo económico para institucionalizar y almacenar a las personas marginalizadas que el Estado no quería apoyar y que no podía ofrecer apoyos, y también el dogma, la ideología religiosa de la Iglesia que condena a la gente por tener sexo fuera del matrimonio y por tener hijos fuera del matrimonio, considerando esto un pecado absoluto. Los hijos de estas madres, y las madres mismas al estar embarazadas, eran un desafío directo a la autoridad de la Iglesia católica y al Estado irlandés, que se modeló como una nación católica y realmente era una teocracia de facto en ese momento.
Mencionas el 'entramado industrial de la vergüenza'. ¿Podrías explicar cómo se estructuró este sistema y de qué manera las instituciones y la sociedad en general contribuyeron a su perpetuación?
Este entramado incluía hogares materno-infantiles, lavanderías y casas de trabajo del sistema colonial anterior, donde colaboraban el Estado y la Iglesia Católica, para quienes era una vergüenza tener niños fuera del matrimonio, siendo estos niños la manifestación física de esa vergüenza, de ese concepto de la vergüenza.
Este sistema de instituciones surgió de un sistema colonial bajo la regla británica, donde los trabajadores pobres eran forzados a trabajar y permanecer en las instituciones para obtener cualquier tipo de apoyo estatal.
A pesar de las disculpas públicas, y de las compensaciones que las órdenes religiosas y el gobierno han ofrecido ¿Qué pasos consideras necesarios para lograr una verdadera justicia para las víctimas?
Creo que toda solución, todo plan de reparación, debe ser liderado por los supervivientes. Yo he escuchado sus testimonios y muchos de ellos siguen pensando que no ha habido justicia. En este plan de reparación liderado por la comisión, miles de personas, miles de afectados, han quedado fuera y no han podido percibir las ayudas por unos límites arbitrarios, como por ejemplo, que si habían pasado menos de seis meses en estas instituciones no tenían derecho a percibirlas, como si menos de seis meses significara no haber vivido un trauma. Es decir, miles han quedado excluidos.
Muchas mujeres se enteraron también, a través del informe, que sus hijos habían sido enterrados de forma anónima, en una fosa común. De hecho, las religiosas ya conocían esta información y en ningún momento se lo dijeron. Los supervivientes, además, encuentran grandes dificultades a la hora de acceder a la información, a los certificados de nacimiento, a los registros. Es decir, desde mi punto de vista, falta transparencia y también falta facilitar el acceso a la información. Hay personas que no tienen acceso a internet y, sin embargo, se les pide que sea así como accedan. Se debería habilitar un sitio para que pudieran ir y obtener la información.
Creo que sería fundamental contar con un apoyo comunitario, porque los supervivientes llevan mucho tiempo luchando por obtener respuestas y lo fundamental es escuchar lo que tienen que decir.
El derecho reconocido por ley al aborto no significa que exista un acceso. Mucha gente en Irlanda sigue viajando fuera para poder practicarlo
Pese a la influencia persistente de la Iglesia, parece que la moral social conservadora está en declive. ¿Cómo ves el futuro de la relación entre la Iglesia y la sociedad irlandesa, especialmente después del referéndum sobre el aborto en 2018?
Recuerdo el referéndum del año 2018 en el que muchísimas personas votaron a favor del aborto. Incluso personas mayores que yo no esperaba que lo hicieran. Yo participé en la campaña por el sí junto a mi madre pegando carteles en la calle y, cuando hablaba con estas personas mayores, me daba cuenta de que iban a votar que sí. La razón por la que querían votar sí era por cómo se había maltratado a las mujeres en estas instituciones. Es decir, los testimonios de los supervivientes fueron una parte fundamental en el debate para el derecho al aborto, un debate que finalmente se saldó con la aprobación del aborto.
Aborto
Irlanda vota a favor de despenalizar el aborto y abre el camino a una nueva ley
La clara victoria de la opción partidaria de despenalizar el aborto en Irlanda se celebra como hito histórico en un país en el que la influencia católica sobre las mujeres sigue pesando mucho.
Recuerdo también que ese mismo año, el año 2018, coincidió con una visita Papal. Yo estuve y hablé con mujeres católicas que también votaron que sí al aborto, a pesar de ser católicas. No obstante, el derecho reconocido por ley al aborto no significa que exista un acceso. Mucha gente en Irlanda sigue viajando fuera para poder practicarlo. Por límites arbitrarios, es verdad que en el norte se ha descriminalizado, pero en el sur no es tanto así. Además, muchos médicos se niegan por cuestiones éticas a practicar el aborto y, aunque se ha luchado mucho por conseguir este acceso, hay hospitales que no son seguros para practicarlo. Hay muchas personas que hacen campaña a las puertas gritando a las mujeres que van a entrar para practicarlo para que no lo hagan. Es decir, a pesar de la ley, vemos un retroceso también en los derechos y faltan derechos.
Recibí la noticia de la elección del nuevo Papa cuando volvía a Irlanda. Es verdad que se considera que está en el mismo estilo del Papa anterior, es decir, podría ser más flexible. Sin embargo, sigue siendo muy rígido en muchas cuestiones. Por ejemplo, ha sido muy criticado por no haber sido favorable a apartar a religiosos que habían cometido abusos sexuales de posiciones de poder. De hecho, sigue siendo bastante rígido en cuestiones de los derechos reproductivos de las mujeres.
A día de hoy, muchas madres solteras, sobre todo de clases trabajadoras, sufren discriminación y miedo a ser institucionalizadas
En palabras de Luisa Fuentes Guaza, las 'lógicas de crueldad' derivadas de instituciones franquistas como el Patronato de Protección a la Mujer siguen vigentes de alguna manera, estigmatizando las maternidades disidentes y perpetuando la aprobación de maternidades normativas. Esto afecta especialmente, desde una perspectiva interseccional, a mujeres migrantes y racializadas que crían solas, precarias monomarentales, prostitutas, entre otras. ¿Qué opinión te merece esta perspectiva y cómo crees que se relaciona con las dinámicas de control y estigmatización que describiste en La República de la Vergüenza?
Creo que es una pregunta muy importante. Las familias marginalizadas se ven también separadas y sin derechos por parte del Estado. En Irlanda hay un sistema de instituciones que estigmatiza directamente a las personas que están buscando refugio, ya sea político o de otro tipo, o personas sin hogar, personas racializadas. En vez de apoyarlas para que vivan la vida que quieren llevar, el Estado las estigmatiza. Hay un sistema en este momento en Irlanda para conseguirles una vivienda a través de instituciones privadas relacionadas con Airbnb o con hoteles. Hay toda una industria ligada a la vivienda por parte de organizaciones privadas. En Irlanda a esto se llama los “family hubs”. Una de las primeras que se fundó en Irlanda, hace nada, está situada en el mismo edificio donde antaño había un hogar materno infantil en Dublín. La misma casa, el mismo edificio donde estuvieron mujeres llamadas “descarriadas” a las que encarcelaron y separaron forzosamente de sus hijos, ahora mismo se dedica a este sector. Esto sucede también por un aumento en la desigualdad en la sociedad. Ahora mismo hay una gran crisis de la vivienda provocada por las políticas del gobierno que ha hecho aumentar esta desigualdad y que está también haciendo que muchos votantes se acerquen a la extrema derecha.

En el prólogo de la edición española del libro, hablo de cómo visito a madres solteras que no sienten vergüenza por serlo. Creo que mi perspectiva, como alguien que no es racializado, que no está casado pero tiene una pareja que apoya en la crianza, es más privilegiada y desde ahí puedo escribir estas cosas. Después de hablar con mujeres sin hogar, refugiadas, racializadas, entiendo y sé, que ellas tienen miedo a que les arrebaten a sus hijos. Un caso, por ejemplo, una mujer que tuvo que pasar la noche en un cuartel de policía para poder dormir allí con su hijo. Después de que sucediera esto, hubo un montón de comentarios de la sociedad criticándola, diciendo que cómo era posible que alguien así pudiera tener niños, que lo único que quería era sacarle dinero al Estado. Todo esto está relacionado con el pasado y con las Lavanderías de la Magdalena, que recibían a mujeres que habían tenido hijos fuera del matrimonio, hijos ilegítimos, más de una vez. Lo que se pretendía por parte del Estado es que no fueran una carga a nivel económico. A día de hoy, muchas madres solteras, sobre todo de clases trabajadoras, sufren discriminación y miedo a ser institucionalizadas.