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Reducción de jornada
¿Vivir mejor o más trabajo para todos? las diferentes vías para llegar a la reducción de la jornada laboral

La tramitación del proyecto de ley por parte del Consejo de Ministros de la reducción de la jornada laboral a 37’5 horas semanales ha abierto un debate más hondo. Más allá de los obstáculos políticos que puede llevar su tramitación en el Congreso o el Senado, está sobre la mesa si la medida es viable, para la patronal, o suficiente, para los colectivos sociales y los sindicatos. Después de 42 años sin avances en las horas máximas de trabajo al año, las posiciones están enfrentadas.
“Hemos ido viendo que las ideas de los tiempos de trabajo se han transformado”, explica a El Salto, el economista Joan Sanchís. Asesor de Compromís en el proyecto de reducir a cuatro días la jornada, Sanchís tiene claro que hay dos maneras de enfocar el debate de la reducción de la jornada laboral. “Antes se hablaba de 35 horas en Francia con la idea de redistribuir el trabajo, para que todos trabajemos menos y para que haya más gente trabajando. Ahora hemos pasado a una concepción de la idea del trabajo más compleja, que tiene que ver con la productividad, con la organización, y que parece aceptada por los sindicatos o los partidos políticos de la izquierda”.
Otras profesiones del apartado servicios tienen convenios estatales con una jornada máxima ya por debajo de las 40 horas semanales, como peluquería
Lo cierto es que en muchos sectores es un debate ganado. Incluso en sectores con jornadas partidas, inestabilidad laboral, horas extras excesivas o incluso trabajo sin contrato, como la hostelería, la mayoría de los convenios bajan de la 1826 horas anuales máximas que supone las 40 horas semanales que conocemos. En toda España, solo los convenios colectivos provinciales de Almería, Zamora, Ourense, Granada y Córdoba tienen este tope. El resto, todas bajan de las 1800 horas. La reducción que se pretende ahora, bajaría el cómputo anual a 1712 horas. Algo muy cerca de los convenios anuales de Gipuzkoa y Navarra (con 1723 y 1724 horas anuales respectivamente).
Así lo recogen los datos de UGT que dicen algo similar del sector del comercio (donde el máximo de horas solo se alcanza en Córdoba y Málaga), en el metal (con la única excepción de Ceuta, todos los demás convenios están por debajo de las 1776 horas), oficinas y despachos (con Almería y Córdoba como únicas comunidades con jornada máxima en las 1826 horas), el sector del campo (donde sólo los convenios provinciales de Castellón, Valencia, Canarias, Granada y Almería no bajan de la máxima) y limpieza (Ourense, Granada, Santa Cruz de Tenerife y Málaga). Otras profesiones del apartado servicios tienen convenios estatales con una jornada máxima ya por debajo de las 40 horas semanales, como peluquería (con 1.750 horas efectivas en cómputo anual, lo que no llega a una hora semanal de ajuste para llegar a las 37’5 horas semanales).
“Las dificultades no son de territorios o de sectores, como indican los datos, es la voluntad política y la fortaleza sindical, donde menos representados estamos es más difícil”, indican desde UGT
“La línea roja es que sea un cambio por ley en el estatuto”, explica a este medio Patricia Ruiz, secretaria de Salud Laboral de UGT y participante de la mesa negociadora en el anteproyecto de ley. “Las dificultades no son de territorios o de sectores, como indican los datos, es la voluntad política y la fortaleza sindical, donde menos representados estamos es más difícil”, explica. Aunque en su horizonte el objetivo son las 32 horas semanales, sabe que este es un paso importante para muchas personas. En concreto, 12 millones de trabajadores y trabajadoras, de los cuales cinco millones son mujeres.
Así lo han calculado desde Time Use Initiative. Su directora, Marta Junque, comenta que es importante la apreciación de horas anuales más allá de las semanales en la legislación. “Es clave para la flexibilidad y que se pueda implementar en todas las empresas”, explica ya que esta flexibilidad permite trabajar más en picos de concentración de las tareas y compensarlo en otros periodos. Junque, además, explica que “que el 30% de la población española esté trabajando a las 19 horas” mientras que en Europea solo lo hace el 10% en ese horario, supone “problemas de salud, de igualdad, de sostenibilidad, etc”. “Después de la Segunda Guerra Mundial, se estabilizaron los horarios generales -indica Joan Sanchís-. Todos tus amigos tenían un horario similar. Esto no pasa ahora que unos trabajan entre semana, otros el fin de semana, otros festivos… plataformas como la de los riders son el mejor ejemplo de este cambio”.
“Antes se trabajaba más alineados con el horario solar, pero el pluriempleo apareció y para poder llegar a fin de mes, se tenían que trabajar largas jornadas. Este horario viene de esa cultura franquista”, comenta Marta Junque
Junque recuerda que estos horarios no fueron siempre así tampoco en España: “Viene de una herencia franquista. Antes se trabajaba más alineados con el horario solar, pero el pluriempleo apareció y para poder llegar a fin de mes, se tenían que trabajar largas jornadas. Este horario viene de esa cultura”. Esto supone, en palabras de la experta y politóloga, que nos acostemos más tarde, durmamos menos horas, vayamos al trabajo más cansados y produzcamos menos y peor. “Eso si no hay que compaginarlo con el cuidado de niños o personas dependientes”, avisa. Desde Time use Initiative se participó en el proyecto de ley de usos del tiempo en 2023, una iniciativa prometida pero aún no llevada al Consejo de Ministros que busca pactar a nivel social los horarios tanto laborales como los no laborales.
Y es que la reducción de la jornada laboral es una medida “feminista” para Junque. “Es la punta de lanza para conciliar el horario, no es la única, pero es la necesaria para abrir de verdad el debate”, explica y recuerda que de las cinco millones de mujeres que se beneficiarán de esta reducción de jornada máxima dos tercios de ellas tienen una jornada a tiempo parcial. “Con este nuevo tope, su jornada se igualará al resto de sus compañeros, tendrán más salario con el mismo horario”, indica. Si para muchos consideran que la reducción de horas tendrá un efecto muy limitado por los convenios que ya tienen menos de 1800 horas anuales, Marta Junque es tajante: “Pregúntale a una madre o padre si disponer de 30 minutos más al día no supone una diferencia”.
Nuevos empleos y nuevos costes
Este posicionamiento para tener mejor vida no debe ser incompatible con las reivindicaciones sindicales más clásicas, aunque con matices. Para Verónica Castrillón Serna, del departamento de Economía Aplicada de la UPV/EHU, explica que “ante una reducción de la jornada siempre van a producirse aumentos en la productividad y/o en la intensidad de trabajo, por lo que el impacto sobre el desempleo resulta más limitado y discutible”. En concreto, un estudio de su mano junto a Jon Bernat Zubiri indica que se calcula que con la reducción de las 37’5 horas semanales podría haber entre 122.000 y 198.000 nuevos empleos, con unos costes laborales netos para las empresas de entre 4.200 y 6.800 millones de euros.
“Resulta muy difícil estimar la tasa de contratación que va a producirse en las empresas, que además son muy heterogéneas por sectores, tamaño, etc… Sin embargo, lo que sí nos muestran con certidumbre los cálculos económicos es que los incrementos de productividad de las últimas décadas no se han repartido equitativamente entre el trabajo y el capital”, explica la economista que cita datos del Banco de España. “Por estos datos, la mejora en la vida de las personas no solo es una razón suficiente para apoyar la reducción de la jornada, sino que la reducción está plenamente justificada y es necesaria desde el punto de vista de la equidad distributiva”, concluye.
Muchos expertos apuntan a la intensificación de la jornada. Tener que hacer lo mismo en menos tiempo no parece que ayude a la salud mental o la conciliación de los y las trabajadoras
Si se puede generar más empleo y contener los costes empresariales con ayudas económicas que acompañen a la reducción por ley, ¿cuál es el peligro? Muchos expertos apuntan a la intensificación de la jornada. Tener que hacer lo mismo en menos tiempo no parece que ayude a los y las trabajadoras. "En la medida en que no se absorba la reducción con incrementos en la intensidad de trabajo, flexibilización, horas extras no remuneradas, etc. -indica la economista de la UPV/EHU-, la reducción de jornada servirá especialmente a quienes estén trabajando en este momento jornadas más extensas o en condiciones más precarias y sin capacidad de negociación, especialmente en la hostelería, el comercio o la construcción, donde aún se hacen jornadas largas por un incorrecto registro de los horarios, lo que se va a limitar con el nuevo sistema de implantación inminente”.
“No tiene sentido hacer algo así si repercute negativamente en la salud mental”, señala Sanchís, que habla de los pilotos para prevenirlo. “Hemos visto en Portugal o en Reino Unido que la adaptación de los procesos productivos funcionan mejor cuando hay una participación activa de las personas trabajadoras”, indica, en contraposición a cuando las decide “un señor en la última planta de las oficinas sin consultar con nadie”.
“Gran parte de la gestión del tiempo es por ineficiencia, por demasiadas reuniones, comunicaciones inefectivas”, explica la politóloga directora de Time Use Initiative
Para ello: inversión en innovación organizacional. “El estado debería poner recursos de acompañamiento que enseñen a trabajar conjuntamente para mejorar los procesos productivos, porque no todo el mundo está preparado para esto”, comenta Sanchís. Para Marta Junque esos recursos pasan por mentorías, formación y programas de acompañamiento. “Gran parte de la gestión del tiempo es por ineficiencia, por demasiadas reuniones, comunicaciones inefectivas”, explica la politóloga que señala que solo el 60% del tiempo trabajado se aprovecha de media. En todos los sectores, también el de servicios: “Aunque una tienda cierre antes de las 21 o 22 horas, sigue funcionando bien. Vamos a darles más vida a estas personas, que encima están pasándolo mal por la venta online, pueden salir beneficiadas. Si las oficinas cierran antes, las tiendas pueden hacerlo también, sin contratar a nadie más y llegando a casa antes”.
Frente a la gran renuncia, jornadas más cortas
Otro aspecto asoma como es el posicionamiento y las expectativas de los jóvenes ante el trabajo. Lejos de asumir la cultura de la esclavitud, muchos reivindican mejores condiciones sacrificando incluso salario por ello. Casos como el de la gran renuncia o la situación de los sectores tecnológicos, ha hecho que la reducción de la jornada también sea un instrumento para retener talento. “Las empresas más modernas ya tienen esta medida implantada, ahora queremos que llegue a todo el mundo, incluso que influya a los autónomos”, indica la directora de Time Use Initiative, que asegura que “los jóvenes lo están pidiendo a gritos”. En su experiencia, en Portugal, los jóvenes decidían dedicar ese tiempo de más para sí mismos para el autocuidado o para dedicarlos a la familia.
Algo que quita el trabajo del sitio central de la vida de las personas. En opinión de Joan Sanchís, es algo que hace sentir “incómodos” a los sindicatos. “Ellos no han liderado esta propuesta, les generaban dudas, lo que decía Yolanda Díaz -actual ministra de Trabajo- en 2018 es lo que ellos dicen ahora”, denuncia. Algo que Castrillón no comparte: ”Muchos sindicatos están promoviendo activamente esta medida, con reducciones hasta las 35, 32 ó 30 horas semanales y acompañadas de un argumentario sobre sus beneficios para el reparto igualitario del trabajo de cuidados, la reducción del impacto ecológico de la economía o una reforma integral de los horarios, tal y como vemos en los debates con los agentes sociales que se están dando en Catalunya”.