Crisis climática
Acabar con el FMI y el BCE también es luchar contra la crisis climática

El greenwashing llega a la instituciones europeas de la mano de Christine Lagarde.

Lagarde y Draghi en el BCE
Entrega simbólica de la presidencia del BCE de Draghi a Lagarde
Yago Álvarez Barba

@econocabreado.bsky.social

Coordinador de la sección de economía

24 ene 2020 12:55

Esta misma semana, la actual presidenta del Banco Central Europeo y exdirectora del FMI, Christine Lagarde, ha declarado que el banco llevará a cabo una revisión exhaustiva de sus políticas para evaluar el papel que podría desempeñar en la lucha contra el cambio climático y advirtió del “riesgo de no hacer nada”. Te tienes que reír.

Es muy injusto decir que la actual institución que preside Lagarde no ha hecho nada por el cambio climático, no digamos la que estuvo dirigiendo durante los últimos ocho años, ya que el BCE y el FMI han hecho mucho por el cambio climático, pero a favor de este. Desde los años 70, cuando el binomio Thatcher/Reagan se apoderó del FMI y el Banco Mundial, estos organismos se han encargado de imponer las principales herramientas y dogmas del neoliberalismo, además causantes de la crisis climática en la que nos encontramos: el libre comercio y la apertura de las fronteras a las multinacionales.

El BCE y el FMI han hecho mucho por el cambio climático, pero a favor de este

Es bien conocida la estrategia del FMI con los países que pasan dificultades financieras y piden ayuda, que podríamos resumir en: “Os prestamos dinero, pero a cambio tenéis que abrir vuestras fronteras a las empresas extranjeras, privatizar, dejar de invertir desde lo público y dedicar todos vuestros recursos a contratar a esas multinacionales y devolvernos el crédito”. La entrada en los “planes de ajuste” del FMI ha sido la excusa perfecta para que al capital internacional y a sus multinacionales se les abrieran las puertas para explotar los recursos naturales de los países del Sur global. La extracción de combustibles fósiles, las minas a cielo abierto, la privatización del agua, la tala de bosques o la deslocalización de industrias contaminantes en los países del Sur no habrían sido posibles sin el brazo ejecutor del neoliberalismo más contaminante que ha sido la institución presidida por Lagarde o Rodrigo Rato.

Las “reformas estructurales” también impuestas por el FMI a cambio de los préstamos, o sea, la bajada de impuestos a empresas y rentas altas a la vez que se recorta todo lo público, han sido la principal herramienta de la institución que ha dirigido Lagarde. Esos países han visto cómo las multinacionales han esquilmado sus recursos naturales sin tener una mínima consideración por el medio ambiente, contaminando sus aguas, su aire, saltando o presionando para que se elimine cualquier legislación medioambiental. Tras el paso del FMI, las arcas de los Estados menguan y lo poco que les queda tiene que ir a devolver el préstamo con la institución.

No queda dinero para planes de reconversión de modelo energético a uno renovable, para proyectos de reforestación, de desarrollo de industrias de control público o que sustituyan productos que se importan desde miles de kilómetros, para ejercer control sobre empresas contaminantes o para cualquier acción que pueda tomar un Estado para luchar contra la grave crisis climática que, además, se está cebando en mayor medida con esos mismos países pobres.

El BCE financia el cambio climático

A nivel europeo, la cosa tampoco cambia mucho. Desde que en 2012, el predecesor de Lagarde a la cabeza del BCE, Mario Draghi, pronunciara aquello de “haré todo lo necesario para preservar el euro”, el banco ha hecho eso que, según la derecha española, solo hacen los comunistas: imprimir dinero sin parar. Esa ingente cantidad de dinero, unos 60.000 millones de euros mensuales, se han empleado directamente en comprar deuda pública de los Estados miembro en los mercados secundarios o para comprar deuda de empresas europeas, financiándolas de manera directa a coste prácticamente cero.

Entre las decenas de multinacionales que se han aprovechado de este chorro de dinero hay varias españolas, y no son empresas ecológicas precisamente. Iberdrola, Repsol o Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa) son tres de las multinacionales que se han aprovechado de la financiación gratuita. Las tres se encuentran en el listado de las diez empresas que más contribuyen al cambio climático en España. Si miramos las ayudas en forma de dinero gratis que ha dado el BCE a multinacionales del resto de Europa, no creo que cambie mucho la cosa.

Crisis climática
Estas son las diez empresas que más contribuyen al cambio climático en España

Endesa, la empresa más contaminante del país, expulsa a la atmósfera el 23% de las emisiones industriales y el 9% de las totales, según el informe Big Polluters in Spain 2019, del Observatorio de Sostenibilidad. Las diez compañías más sucias lanzan el 62% de las emisiones fijas y el 25% de las de todo el país.

Por eso parece que el medidor de hipocresía a la que nos tiene acostumbrados Lagarde ya se ha roto del todo. El greenwashing de las instituciones supranacionales ya es la cúspide del postureo verde. Por supuesto, entre las declaraciones de la directora se puede entrever la verdadera preocupación del BCE: “El cambio climático es, en efecto, una amenaza para la estabilidad financiera”. Eso es lo que le importa a Lagarde, la banca. Ya ha anunciado que invertirá más en “bonos verdes”. O sea, que inyectará más dinero en el sistema financiero a base de hacer también greenwashing a los bancos y fondos de inversión.

Lo que el FMI y el BCE pretenden es salvar, una vez más, al sector financiero de una crisis climática que podría afectar a sus tasas de beneficio y a la estabilidad de su chiringuito. Pero, realmente, poco le importa el medio ambiente a Lagarde y a estas instituciones. Si les importara, acabarían con los créditos y compras de deuda del BCE a empresas contaminantes, financiarían directamente a los gobiernos para que invirtieran en planes de reconversión de industrias contaminantes a otras limpias, favorecerían (saltándose las leyes del libre comercio si es necesario) las industrias renovables, la relocalización de industrias o la creación de empresas públicas de sectores clave en la lucha contra el cambio climático.

Como, por desgracia, no parece que estas instituciones vayan a cambiar mucho más allá de este lavado verde de cara, a quienes sí nos preocupa la grave crisis que atravesamos solo nos queda luchar contra la hipocresía de estas instituciones, sus mentiras y sus mantras económicos. Porque la lucha contra el cambio climático debe confrontar al libre comercio, a las multinacionales contaminantes y a las instituciones que las defienden y financian. Acabar con el FMI y el BCE también es luchar contra la crisis climática.

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