Derecho a la vivienda
Especulación, propiedad y ocupación

Se habla del derecho a la propiedad de las grandes empresas, de la libertad de los bancos o de los fondos buitre, pero no es la propiedad lo que se está defiendo, sino la especulación.

Callejo 13 - 6
La especulación de la que se aprovechan algunas personas ponen en riesgo a muchas otras Elvira Megías
7 oct 2020 05:00

La propiedad es un tema muy debatido hoy en día a causa de las situaciones que se están viviendo y de la cantidad de noticias sobre la vivienda y la okupación. Es además considerada desde el inicio del liberalismo como uno de los derechos fundamentales de las personas, pero también ha originado a lo largo del tiempo debates y controversia. Los movimientos disidentes del liberalismo, como el marxismo y el anarquismo, ponían en tela de juicio la inviolabilidad de este supuesto derecho, ya que vieron que era la base fundamental para la explotación de las clases trabajadoras. Pero conviene perfilar que lo que defendían estas ideologías era la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción, que llevaba a las desigualdades sociales.

La desaparición de las tierras comunales a finales de la Edad Media supone un problema para muchas familias que se mantienen gracias al cultivo de estas parcelas. Pero los grandes propietarios se hacen con ellas y les dejan sin medios de subsistencia, por lo que muchas se ven obligadas a marcharse a la ciudad y vender su fuerza de trabajo. Se convierten en el proletariado y a partir de ese momento dependerán del asalario para vivir. Los dueños de las tierras apropiadas y los que poseen los medios de producción controlan la economía. La riqueza queda en manos de unos pocos, mientras que el resto sólo puede vivir a consta de su trabajo. Un trabajo que va a suponer una explotación, donde la clase obrera tiene que vender su tiempo y su vida para generar una riqueza que ella no disfruta. Esta apropiación de lo común, que genera una mano de obra barata, recuerda a lo que se está viviendo hoy en día con la eliminación de los público y la especulación inmobiliaria.

Proudhon comienza su obra ¿Qué es la propiedad? afirmando que la esclavitud lleva al asesinato, ya que se priva a las personas de su pensamiento, de su libertad y de su propia dignidad. Se les pone al servicio del otro, como si no fueran más que las piezas de un engranaje. También afirma que la propiedad supone un robo, ya que el beneficio queda en manos del empresario, sin que se distribuya entre la clase trabajadora, que es la que ha realizado el trabajo. Marx también defendía la idea de que la plusvalía correspondía al trabajador o trabajadora. Es el trabajo, según la teoría marxista, la que aumenta el valor de la mercancía. Si el empresario es el único que se beneficia del trabajo, les está robando a las personas trabajadoras, que son las que han aumentado el valor del producto. De ahí la defensa desde el marxismo, socialismo y anarquismo de la nacionalización o colectivización de las tierras y de los medios de producción.

Decir que nuestro sistema es un sistema asesino puede sonar muy fuerte, pero solo hace falta volver la vista a las aguas del Mediterráneo o a las fábricas de Inditex o a las minas de Coltán para ver la realidad

Pero, además, si seguimos el pensamiento de Proudhon de que privar a una persona de su libertad y de su dignidad es un asesinato, entonces el sistema liberal y el neoliberal tienen las manos manchadas de sangre. La explotación laboral no es otra cosa que una esclavitud tamizada, que consume los derechos y la vida de las personas más vulnerables en favor de los privilegiados. Decir que nuestro sistema es un sistema asesino puede sonar muy fuerte, pero solo hace falta volver la vista a las aguas del Mediterráneo o a las fábricas de Inditex o a las minas de Coltán para ver la realidad. La libertad de mercado y el derecho a la propiedad son cacareados como conquistas por la ideología liberal, pero son sólo la forma de mantener una esclavitud y de privar de derechos a las personas menos favorecidas.

A esto se suma que el sistema neoliberal solo funciona si crece y para ello tiene que generar nuevos mercados y nuevas necesidades, lo que supone extender la esclavitud a otras zonas. A esto se le conoce como globalización y es un paso más del propio sistema capitalista. Ya anunciaron autores como Rosa Luxemburgo o Lenin que el imperialismo y el capitalismo iban de la mano. Un sistema que solo puede crecer necesita extenderse, esclavizar más mano de obra y hacerse con las materias primas, expoliando nuevos territorios. Las conquistas por los derechos laborales, como la reducción de la jornada laboral o seguridad social, no llegan a todos lados y además el propio sistema se la apaña para saltarse estos derechos, incluso en los países llamados del primer mundo.

Lo cierto es que el capitalismo pone en el centro del sistema a los mercados, que se convierten en un Leviatán, que arrasa con todo, los derechos, la libertad y la propia vida de las personas. No hace falta irse a Bangladesh o a las minas del Coltán para ver la mercantilización de la vida y cómo se reduce la libertad a la libertad de mercado y los derechos a privilegios. La especulación con la vivienda que se viven en ciudades como Barcelona o Madrid parte de lo mismo. Se habla del derecho a la propiedad de las grandes empresas, de la libertad de los bancos o de los fondos buitre, pero no es la propiedad lo que se está defiendo, sino la especulación. Esta especulación, de la que se aprovechan algunas personas, ponen en riesgo a muchas otras, las deja sin acceso a una vivienda digna, desprotegidas frente a un virus que ha asolado todo el planeta y marginadas del sistema. Pero el derecho a especular queda justificado.

Derecho a la vivienda
De Holanda a Nueva York pasando por el Cabanyal
El nuevo decreto valenciano para ampliar el parque público de vivienda no soluciona todos los problemas habitacionales que desde hace años sufren distintos barrios de València .

Cuando se oyen las voces neoliberales criticando y criminalizando la ocupación de pisos vacíos en manos de bancos y de fondos de buitre, cuando dicen que los ciudadanos de bien son los que pagan una hipoteca o un alquiler, mientras que los okupas ponen en peligro sus derechos y las bases de la sociedad, sin tener en cuenta que esas familias han sido desahuciadas o no pueden acceder a los elevados precios de los alquileres, se está justificando la especulación y jugando con la vida de las personas. No se puede tolerar que se defienda un sistema que está desahuciando a familias enteras en favor de la lógica del capital y encima que se considera a estas familias unas ladronas. Proudhon tenía razón la propiedad privada cuando se usa para esclavizar y para especular es un robo y, habría que añadir que un asesinato, ya que está condenando a esas personas a la indigencia, sin medios ya para seguir a adelante. No son los okupas los que roban, sino los bancos y el mercado.

¿Qué es la propiedad?

Pero, antes de seguir en este razonamiento, convendría ver qué es la propiedad, ya que se habla del derecho a la propiedad de unas personas, mientras que se niega la de otras. Quizás ocurra en esta ocasión como con la noción de libertad, que sólo se entiende por libertad aquella que viene bien a los que ostentan los privilegios o sólo la libertad de mercado, mientras se coacciona y se limita otras libertades como la asociación, como ocurre en la conocida ley mordaza en España, o la desarticulación de los movimientos sociales aprovechando la emergencia sanitaria que estamos viviendo. Quizás el derecho a la propiedad sea solo aplicable a los sujetos privilegios en el neoliberalismo, si no cómo se explica que se prive de la vivienda a una familia.

La diferencia crucial en este sentido la encontraríamos ya en la obra de Proudhon cuando separa la propiedad personal de la propiedad que supone especulación. La propiedad personal es aquella en la que yo me sirvo de un objeto para un medio, como puede ser una bicicleta o un libro o incluso una casa. En estos casos yo le doy a dicho objeto un valor de uso y lo puedo considerar mío. No es este tipo de propiedad la que criticaron los marxistas, socialistas ni anarquistas, sino aquella que implica la apropiación de los medios de producción y la acumulación del capital que esconde, al final, la explotación de los demás. El terrateniente que posee hectáreas no está dando un valor de uso a esa tierra, sino que se sirve de ella para acumular riqueza y ejercer poder sobre otras personas. La propiedad personal no genera desigualdades sociales ni luchas de poder, al contrario de lo que ocurre con la propiedad privada de los medios de producción o aquella que se usa para especular.

La propiedad personal no genera desigualdades sociales ni luchas de poder, al contrario de lo que ocurre con la propiedad privada de los medios de producción o aquella que se usa para especular

Destaca el autor anarquista que las personas sólo tienen derecho a lo que necesitan para vivir de forma digna y sin detrimento de los demás. “Lo que a cada uno pertenece no es lo que cada uno puede poseer, sino lo que tiene derecho a poseer. Pero, ¿qué es lo que tenemos derecho a poseer? Lo que baste a nuestro trabajo y a nuestro consumo (…) Así pues, que cada uno se coloque en su sitio como quiera, que lo embellezca y mejora, si puede; pero su actividad no puede rebasar jamás el límite que le separa del vecino”.

Esto lo que implica es que la propiedad personal, que Proudhon denomina ocupación para distanciarla de la noción de propiedad de los liberales, no es más que un valor de uso, que mantiene la vida de cada uno. Este derecho es el que nace del uso de las cosas y de la posesión efectiva de la tierra y los medios de producción. De ahí que destaque que el límite de esta ocupación es la que baste al consumo y al trabajo, sin que lleve a imponerse a los demás. Yo podría apropiarme de una tierra para alimentarme o de una vivienda; también podría organizarme con otras personas para facilitar el trabajo. Sin embargo, la propiedad de los medios de producción ya no sería una posesión de lo que me sirve a mí o a mi familia o a una comunidad para vivir con dignidad, sino que escondería una acumulación de capital y la explotación de las demás personas.

Esta propiedad es la que va contra la sociedad y contra la vida, ya que niega ese derecho a las personas que no tienen esos medios de producción o esas tierras o esas viviendas con las que especular. De ahí que Proudhon afirme que la propiedad y la sociedad están en lucha. ¿No queda clara está guerra cuando se echa a las familias de sus casas, del lugar donde viven, donde se resguardan del clima y pueden protegerse? ¿No clama a la Justicia que, mientras se nos aconseja permanecer en nuestros hogares por la crisis sanitarias del covid-19, haya familias que están siendo desahuciadas? ¿Qué protección tiene ellas?

En un sistema en el que los mercados están en el centro, la vida y los derechos de las personas pasan a un segundo plano

Se puede ver aquí la contradicción entre la lógica del capital y la lógica de la vida, como afirma Amaia Pérez Orozco: “En un sentido más hondo, enfrenta al capital con la vida. Afirmamos que existe una contradicción estructural entre el proceso de valorización de capital y el proceso de sostenibilidad de la vida y que, bajo la preeminencia del primer proceso, el segundo está siempre bajo amenaza”.

En un sistema en el que los mercados están en el centro, la vida y los derechos de las personas pasan a un segundo plano. Es el PIB lo que importa, no cómo viven la mayoría de las familias. De esta forma la vida queda instrumentalizada. La vida al servicio del capital, los derechos de una mayoría al servicio de los privilegios de unos pocos. El derecho a la propiedad personal, a una vivienda es eliminado por la libertad de mercado y las ganancias de unas pocas personas.

Coronavirus
¿Cuántos puntos del PIB vale una vida?

El Producto Interior Bruto es algo que se puede reconstruir, pero todo el oro del mundo no puede retornar a ninguna de las personas que van a morir innecesariamente.

Dicen Proudhon: “El derecho a la vida presupone el derecho a los medios para sostenerla, y la misma regla de justicia que ordena que la vida del inocente debe ser respetada, exige también que no se le prive de los medios para conservarla”.

Pero este sistema vulnera esos derechos y no da la posibilidad a muchas familias de vivir de forma digna y segura. De ahí que este pensador defienda que, si se reconoce el derecho a la vida, se deba reconocer el derecho a obtener los medios para conservarla y el derecho a la ocupación de un lugar, donde poder vivir, es decir, el derecho a la propiedad personal. Proudhon pone el ejemplo de los nativos de una isla que tratarán de expulsar a los náufragos medio ahogados que llegarán a ella. 

Tal cosa nos parecería una barbaridad, que lleva a algunas personas a la muerte, ya que se les niega un lugar seguro. Aunque esto nos puede recordar lo que está ocurriendo en el Mediterráneo, que se niega la entrada y el auxilio a las personas migrantes. Pero además se podría ampliar a otros aspectos del sistema neoliberal. Si se considera que las personas privilegiadas son los habitantes de la isla, los náufragos son los que sobran, los que son empujados a la mar para morir, de la misma manera que son desahuciadas de sus hogares muchas familias o se permite la explotación en los llamados países del tercer mundo o se niega la entrada a los refugiados. Pero si solo nos centramos en la cuestión de la especulación inmobiliaria, echar a una persona de un hogar implica condenarla a estar fuera del sistema, se la convierte en un paria.

Especulación urbanística
El fantasma de la okupación, agítese antes de usar
Los medios y partidos de derechas encuentran un nuevo chivo expiatorio en las personas forzadas a ocupar en un mercado inaccesible para las familias vulnerables.

Sin embargo, con todo ello se puede oír en los medios de comunicación que los okupas son unos caraduras que quieren vivir sin pagar alquiler ni luz ni agua. Si se pregunta a las familias que perdieron sus hogares en la crisis del 2008 o las que lo pierden hoy en día, no creo que contestarán que prefieren vivir de esta manera, sin saber cuándo les van a desahuciar o si les van a separar de sus hijos o hijas por perder sus casas.

Es la desesperación o, en algunas ocasiones, la disidencia política ante un sistema inhumano la que lleva a okupar esos espacios para darles un valor de uso, frente al valor de cambio, que les otorga el capitalismo

La inestabilidad económica de muchas familias se une a no saber si van a tener un techo sobre sus cabezas. Cualquier persona que haya pasado problemas económicos y sepa lo que supone pensar que no llega el dinero para finde mes, para comprar comida o pagar las facturas, puede darse cuenta de lo que implica esta situación. Las familias no ocupan porque sí, sino porque se ven movidas por la necesidad. Es la desesperación o, en algunas ocasiones, la disidencia política ante un sistema inhumano la que lleva a okupar esos espacios para darles un valor de uso, frente al valor de cambio, que les otorga el capitalismo.

Cooperación o Competitividad

La especulación y la acumulación de los medios de producción destruye la sociedad. Nos conduce a un estado similar al que planteaba Hobbes en su descripción del estado de naturaleza, en el que todas las personas están en guerra y en el que el egoísmo y la competencia son las bases de todo. Esto es lo que ocurre en la sociedad neoliberal. Se supone que, según el credo neoliberal, la competencia favorece el desarrollo, que el egoísmo impulsa la economía y el bienestar.

Pero no ocurre así, sino que, al final, es una traba a una sociedad donde todas podamos vivir bien, tener los medios dignos de subsistencia y poder desarrollarnos como personas. En la sociedad neoliberal las políticas que se aplican son cortoplacistas y miran sólo por el interés económico de unas pocas. No se construye un sistema sostenible y basado en la igualdad y en los derechos, sino un sistema injusto e insostenible desde el punto de vista ecológico y social. Se piensa en el beneficio inmediato, pero no en las medidas para crear un mundo más habitable para todas.

No se construye un sistema sostenible y basado en la igualdad y en los derechos, sino un sistema injusto e insostenible desde el punto de vista ecológico y social

La sociedad no puede basarse ni sostenerse en esa competencia y competitividad constante. De esta forma crece el PIB, pero cada vez hay más personas que sobran, más vidas que son dejadas al margen; ya que poner la economía en el centro oólo beneficia a unos pocas personas. Entonces ¿por qué defender este sistema?

Desde la perspectiva de la economía neoliberal la contaminación y el expolio de la naturaleza se consideran externalidades, que no se tienen en cuenta. Pero este sistema también trata a las personas como externalidades, cuando se las niega un acceso a la vivienda, cuando se las desahucia de sus hogares y cuando se las criminaliza por buscar donde vivir. Si nos basamos en la competencia, esas personas no importan, esas familias no tienen derechos. Cuenta más la libertad del banco, al que no se le puede obligar a sacar a alquiler los pisos vacíos, que las personas que han perdido su hogar. Cuenta más el rentista que tiene seis o siete pisos dedicados al turismo, que las personas jóvenes que necesitamos un alquiler y no lo vemos posible. Su libertad de mercado está por encima de nuestros derechos y de nuestra vida.

El ataque a iniciativas como Fraguas o a los Centros sociales autogestionados, que buscan crear alternativas para vivir y relacionarse, son un buen ejemplo de la criminalización de la pobreza

A esta lógica del capital se une, para legitimarla, la criminalización de la pobreza y de cualquier crítica al sistema. Resulta, al final, que somos nosotras las que atacamos la sociedad por exigir un derecho que debería ser incuestionable, como es el de la vivienda, o por buscar otras formas de propiedad, como sería el uso de los espacios para la comunidad. El ataque a iniciativas como Fraguas o a los Centros sociales autogestionados, que buscan crear alternativas para vivir y relacionarse, son un buen ejemplo.

La cooperación y la solidaridad es la que ha llevado al ser humano a vivir y a crear civilizaciones, no la competitividad y el egoísmo. Si cada persona tira por su cuenta, el sistema no avanza, se estanca. A esto nos está llevando el neoliberalismo, al colapso y una crisis tras otra, crisis ecologistas y sociales, donde sólo se valora el dinero y sólo se defiende los derechos y las libertades de los bancos y de los sujetos privilegiados.

Este sistema olvida muchas cosas. Olvida que no se puede crecer de forma infinita en un planeta finito, olvida que la sociedad neoliberal se mantiene a costa del trabajo de muchas personas, olvida que somos seres inter y ecodependientes, olvida todas las externalidades. Cada vez son más las personas que, como los náufragos del ejemplo de Proudhon, quedan fuera del sistema. No se puede tirar a las personas, como si fueran basura, y esto es lo que hace el neoliberalismo y un ejemplo claro es el desahucio y la especulación inmobiliaria. Al final, la sociedad sólo funciona si se busca una igualdad, de lo contrario nos encontraremos en la guerra de todas contra todas, como defendía Hobbes: “La balanza social es la igualdad del fuerte y del débil; porque, en tanto no son iguales, son extraños; no forman una alianza, son enemigos. Por tanto, si la desigualdad de condiciones es un mal necesario, lo será en ese estado primitivo, puesto que sociedad y desigualdad implican contradicciones; luego, si el hombre está hecho para vivir en sociedad, lo está también para la igualdad”.

Si realmente queremos vivir en sociedad, la igualdad se vuelve una asignatura pendiente. Las desigualdades sociales destruyen la sociedad y se lleva a su paso las personas más vulnerables. Cuando surgió la emergencia sanitaria del covid-19 lo que se pedía y se pide es solidaridad y cooperación. Se destacaron qué trabajos era esenciales, cuáles mantenían la vida. Surgieron redes de apoyo, que ayudaban a personas de riesgo a hacer la comprar, y también bancos de alimentos, para aquellas familias que habían perdido su sustento. No fue el individualismo ni el egoísmo lo que llevo a superar ese primer confinamiento, sino la ayuda y el ver a las otras personas como seres humanos, con los mismos derechos, libertades, dignidad que una misma, es decir, la solidaridad, la cooperación y la igualdad. 

¿Por qué no seguir por ese camino? 

La lógica del capital nos lleva luchar entre nosotras. Nos conduce a una sociedad desalmada, donde se puede echar a unas personas de su hogar sin que nadie, salvo algunos antisistemas, alce la voz. Esto me recuerda la película de Qué bello es vivir; todas las personas que la han visto reconocen al Señor Potter como un ser malvado, capaz de todo por ganar dinero. Este personaje se enriquece con la especulación inmobiliaria y no duda en construir pisos inhabitables o en desahuciar a las familias que no pagan el alquiler, similar al personajes de Dickens de Cuento de Navidad. Las simpatías del público van hacia el personaje de James Steward que no busca ganar dinero, sino que trata a cada persona como un fin en sí mismo, como un sujeto de derechos y libertades. La cuestión es por qué vemos tan fácilmente quién es el que se está saltando los derechos en una película, pero no en la vida real.

Las noticias y los medios de comunicación no ponen de malos a los bancos ni a las grandes fortunas, que se enriquecen con la especulación, sino a las personas que no tienen de que vivir

Las noticias y los medios de comunicación no ponen de malos a los bancos ni a las grandes fortunas, que se enriquecen con la especulación, sino a las personas que no tienen de que vivir. Estos son, según sus criterios, unos caraduras que están obviando el derecho a la propiedad de los ciudadanos de bien. Es una falacia que cala muy bien, pero también una falacia que se puede desmontar si recordamos la diferencia entre propiedad personal y propiedad privada para la especulación, entre el derecho de uso de las cosas y de los medios para una vida digna en contraste con la especulación y la acumulación de capital. No se está defendiendo el derecho a la propiedad cuando se critica la ocupación, sino justificando el robo y la explotación. Se está considerando la vida de las personas como externalidades.

Se acercan más desahucios por la crisis económica producida por el covid-19 y la estrategia del mercado es generar una alerta social que criminaliza a las personas más necesitadas. Se prepara el terreno para justificar la eliminación de nuevos derechos por parte del sistema neoliberal.

Cuando les enseño los Derechos Humanos a mis estudiantes, tengo que decirles que no se dan en ningún país, que no hace falta irse a Bangladesh ni a la India, solo mirar de cerca la sociedad que nos rodea para ver cómo se vulneran estos derechos. Se mire por donde se mire no puedo entender que se desahucie a una familia, que se justifique la especulación inmobiliaria; pero lo que no consigo comprender es que estos discursos calen en las clases trabajadoras. Quizás los trabajadores, ciegos a lo que supone este sistema, que sobrevive a consta de la vida de las personas, se han creído el mito de la clase media.

Si algo sabe hacer el neoliberalismo es venderse y manipular a los sujetos para que acepten sus normas, a pesar de que vayan en contra de sus intereses. Las nuevas normativas que quieren sacar para facilitar el desahucio no es más que otra de las medidas neoliberales, como los recortes en sanidad, transporte y educación, que nos están llevando a un callejón sin salida con una pandemia de por medio. Es el ataque constante al sistema público y a los derechos fundamentales, el ataque a la vida misma. El Estado debería asegurar los medios para que las personas puedan tener una vida digna, desarrollarse en libertad y en igualdad, lo que supone el acceso a una vivienda y a un sistema que garantice la salud, los medios de subsistencia y la educación. Pero en lugar de ello, lo que hacen es confinar a los barrios pobres en Madrid, criminalizar a las clases trabajadoras y desahuciar a las familias.

Si algo sabe hacer el neoliberalismo es venderse y manipular a los sujetos para que acepten sus normas, a pesar de que vayan en contra de sus intereses

Se podría ampliar el número de alquileres sociales, que, en comparación con otra ciudades europeas, España apenas tiene. Se podría regular los pisos vacacionales para evitar la subida de los precios y asegurar que las personas podamos alquilar. Se podría obligar a los bancos y empresarios a sacar al alquiler y a la venta los pisos vacíos. Pero en lugar de estas medidas, lo que se ve es la propaganda contra la okupación, que está generando una alarma social que no corresponde con la realidad y que está sirviendo a las empresas de seguridad para hacer su agosto particular. Se ve también la criminalización del pobre, de la familia desahuciada, sin medios para vivir. Se ve mayor presencia policial en los barrios y en los desahucios. Esas son las medidas que se proponen desde el neoliberalismo, especulación, eliminación de los derechos fundamentales y criminalización de las personas que quedan fuera de un sistema inhumano, un sistema que se vería representado en el personaje del Señor Potter.

Si una sociedad no protege a sus ciudadanos, a las que personas que viven y trabajen en él, ¿de qué sirve? Si este sistema es similar al estado de naturaleza de Hobbes, ¿por qué seguir en él?; ¿por qué mantenerlo, si nos lleva a una lucha constante por sobrevivir y nos vuelve a unas contra otras? Si el Estado no va a asegurar los Derechos Humanos y lo recogido en la Constitución, ¿qué legitimidad le queda? El neoliberalismo, como defendió Proudhon, es incompatible con la sociedad y esto es algo fácil de ver, si dejas de mirar hacia donde te indican los medios de comunicación vendidos y abres los ojos a las realidades de las personas vulnerables, que sostienen con sus derechos, trabajos y su propia vida este maldito sistema.

Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Turismo
TURISTIFICACIÓN ¿Cómo reducir nuestro impacto como turistas? P1
En este primer artículo, reflexionamos sobre cómo practicar un turismo de menor impacto, pero también que nos satisfaga más frente al modelo de acumulación de destinos.
Sevilla
Derecho a la vivienda Regina 4 no está vacío, el último vecindario de la céntrica calle de Sevilla a punto de desaparecer
Varios vecinos siguen habitando un edificio en el centro de Sevilla, en el que apenas quedan viviendas que no sean de uso turístico, la propiedad les obliga a abandonarlo en 2028 sin ninguna explicación
Málaga
Derecho a la vivienda Inquilinos de Málaga denuncian que “el casero público desahucia”
El Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Málaga y la plataforma Un Techo por Derecho ponen el foco sobre las organizaciones públicas IMV y AVRA como instituciones que ejecutan desahucios.
#71482
7/10/2020 14:13

Que articulo mas simple y mas falso. Para convencer no hay que mentir y omitir en lo malo

1
2
Erwindb
1/9/2022 13:56

Pues yo como joven e introduciendome a textos y pensadores como Prohudon lo he visto de lo más útil y esclarecedor

0
0
Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Maltrato animal
Maltrato animal Gritos frente al Congreso por el fin de las jaulas: el 87% de los animales criados para consumo viven en ellas
El acto simbólico frente a la Cámara exige que España incida en una reforma de ámbito europeo actualmente en tramitación para conseguir el fin de las jaulas por todo el continente.
Eutanasia
Muerte digna Solo cuatro de cada diez de las personas que solicitan la eutanasia consiguen acceder a ella
Al 25% se les deniega la solicitud de muerte digna y otra cuarta parte fallece durante la tramitación. Desde Derecho a Morir Dignamente denuncian que la media en el tiempo de gestión supera los 30 días que marca la ley.
Alimentación
Sostenibilidad Una dieta mediterránea dentro de los límites planetarios
Las 48 millones de personas que viven en España podrían alimentarse con todos los nutrientes que necesita el cuerpo humano sin hipotecar el futuro del planeta con un 99% de producción agroecológica local y con 400.000 nuevos puestos de trabajo.
Opinión
Opinión Novo Nordisk contra el activismo que molesta
La advertencia de Novo Nordisk es clara: seguir fomentando el respeto hacia las personas gordas mata. No tenemos derecho a hablar de obesidad y apelar a vidas dignas, debemos de hacerlo en términos que fomenten adelgazar.
Opinión
Opinión ¿Y por qué no se llama el “Caso Acciona”?
En las sentencias cambian los nombres de los peones, los prescindibles, los politiquillos desgraciados que van y vienen mientras se repiten, invariablemente, hasta el hartazgo, los mismos nombres de las grandes empresas corruptoras.
Andalucía
Actualidad LGTBIQA+ Los colectivos LGTBIQA+ críticos andaluces se rebelan contra el orgullo mercantilizado
Decenas de colectivos andaluces proponen un orgullo reivindicativo frente a la mercantilización promovida por distintos Ayuntamientos, muchos de ellos gobernados por el PP
Comunidad de Madrid
Refugios climáticos Los jardineros de Alcorcón convocan paros para luchar contra la falta de personal
Los profesionales destacan la importancia de su trabajo en los parques y jardines públicos para la salud de la ciudadanía, contra la polución y como refugios climáticos.

Últimas

OTAN
OTAN La OTAN se rinde ante Trump y acata la subida del 5% del gasto en Defensa
Empieza la cumbre de la OTAN, que reúne, durante hoy y mañana, a más de 40 líderes mundiales en La Haya. Viene marcada por la negativa de España a aumentar hasta el 5% del PIB el gasto en Defensa.
Editorial
Editorial Ciudades de lujo para la clase obrera
La ciudad puede ser un espacio donde la producción se autogestione, la reproducción se comunalice y la distribución se organice para garantizar la vida en libertad.
Opinión
Opinión Por qué no iré a vuestro orgullo
No me veo reflejade en vuestro carnaval, mayoritariamente gay, hedonista, alcoholizada, consumista, capacitista. En vuestro orgullo no caben mis heridas.
Fotografía
Opinión Fotografía, estado de protesta
El Festival Internacional de Fotografía y Artes Visuales PHotoESPAÑA reúne en su programación off y sedes invitadas varias exposiciones que reflexionan sobre conflictos sociales y políticos del Sur Global.
Melilla
Racismo Institucional La impunidad institucional marca el tercer aniversario de la Masacre de Melilla
Tres años después de la Masacre de Melilla, donde más de cien personas perdieron la vida, el Ministerio del Interior sigue defendiendo que no se produjeron muertes en el suelo español y que las autoridades actuaron de forma proporcionada
Más noticias
Melilla
Opinión A tres años de la masacre de Melilla del 24J, ¿qué ha cambiado?
Lo que aconteció en 2022 es otra huella de la rutina neocolonial y racista de este enclave español en la frontera sur. El hecho nos permite recordar las necropolíticas racistas invisibilizadas en los juzgados y las esferas mediáticas.
Crímenes del franquismo
Análisis Patronato de Protección a la Mujer: imperdonable
Nadie debería cuestionar que las supervivientes reclamasen las garantías de sus derechos fundamentales junto al público asistente, y más después de lo ocurrido los días previos y durante el acto.
Tribuna
Tribuna Europa debe dejar de tener un doble rasero en la exportación de pesticidas tóxicos
En la Unión Europea se producen para su exportación pesticidas peligrosos que están prohibidos dentro del territorio comunitario. Hay que terminar con esta lacra para favorecer los derechos humanos, laborales y de la infancia.

Recomendadas

Feminismos
Jule Goikoetxea “Los genocidios se sustentan en prácticas micro que legitiman una manera de vivir delirante”
Jule Goikoetxea es una de las filósofas más reconocidas del Estado Español. El año pasado acompañó a Angela Davis en su visita a la Fira Literal de Barcelona. De aquellos cuatro días nace su primera novela, ‘Politeísmo bastardo’.
Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM)
Jorge Nacarino “El movimiento vecinal tiene que seguir siendo punta de lanza de la presión social”
Vivienda, turistificación, gestión de residuos, la masificación de eventos así como reimpulsar la participación ciudadana, son solo algunos de los retos que observa, como prioridades, el joven presidente de la FRAVM.
Madrid
Violencia machista Almeida elimina los Espacios de Igualdad y los transforma en centros especializados en violencia de género
Trabajadoras y oposición denuncian un cambio de un modelo participativo hacia otro asistencialista, en el que no se atenderá a todas las mujeres y se perderán actividades de prevención y sensibilización.
Sexualidad
Pitu Aparicio “Yo no he visto en el supermercado productos para el olor a pene”
Pitu Aparicio quiso centrar su formación en los dos tabús con los que creció: el sexo y las drogas. Una vez se hubo formado, decidió que su principal tarea era divulgar todo ese conocimiento que se nos había vetado.