Ucrania
De Odessa a Donetsk, sangre por sangre

Catalina y Alexander sobrevivieron a la matanza de la Casa de los Sindicatos de Odessa en 2014. Luego fueron parte de un comando destinado a atacar los centros de reclutamiento de las escuadras nazis. Hoy viven la guerra en Donetsk.
Odessa supervivientes
Catalina y Alexander, supervivientes de la matanza de la Casa de los Sindicatos de Odessa de 2014. Julio Zamarrón
31 may 2023 05:23

Mientras los medios nos informan sobre el avance en Odessa por parte del ejército ruso, este mes se han cumplido nueve años de la masacre en la casa de los sindicatos de la misma ciudad. La matanza, que tuvo lugar el 2 de Mayo de 2014, fue llevada a cabo por diferentes facciones de extrema derecha cercanas al Sector Derecho y a los batallones neonazis como Aidar o Azov. Ese día, provocaron un incendio en la casa de los sindicatos. En los vídeos de esa jornada se puede ver cómo se remata con disparos o a palazos a aquellos que intentaron escapar de las llamas. El recuento oficial de aquella jornada se saldó con más de 42 muertos y más de 200 heridos.

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Internacional Crónica desde Odesa, Ucrania
En un país en guerra el lenguaje es otro campo de batalla y el uso de una palabra u otra identifica la simpatía por uno u otro bando: nacionalistas, provincias sublevadas, liberadas, rebeldes, terroristas, pro-maidan, prorrusos, operación antiterrorista, guerra civil… Otra batalla.


Catalina y Alexander lo vivieron en primera persona. Nos encontramos con ellos en la República Popular de Donetsk, que actualmente está anexionado a Rusia y permanece muy cerca de la primera línea de combate. Caminando por sus calles escuchamos la artillería, tanto la que va como la que viene. Catalina y Alexander son pareja. Se conocieron en la lucha de un comando urbano clandestino tras la Masacre de los sindicatos de Odessa. Ambos fueron capturados, encerrados y puestos en libertad después de cinco años y tras un intercambio de prisioneros. Hemos quedado en un hotel del centro. Aunque se trata de un edificio civil, hace poco fue bombardeado por la artillería ucraniana.

Catalina tiene 43 años, es traductora de varias lenguas y se acercó a la actividad política en 2013 en los mítines contra el movimiento del Maidán. Nació en Odessa y se trata de una mujer de aspecto imponente que transmite mucha fuerza. A su lado está Alexander, con la mirada algo más perdida. Transmite la sensación de haber vivido muchas experiencias y no precisamente buenas. Dice ser un hombre de a pie, ingeniero, y que comenzó su lucha también en la misma época que la que ahora es su mujer. 

¿Cómo fue el inicio en 2014? ¿Cómo vivisteis el golpe de estado?
Alexander:
 Lo que yo sentí durante el golpe de estado es que con la llegada del nuevo gobierno y los neonazis llegó el derramamiento de sangre y la muerte. Desde Maidán una niebla cayó sobre todo el país. Yo sentí algo dentro que me decía que teníamos que luchar contra este resurgimiento fascista.

Sé que vivisteis en primera persona la masacre de la Casa de los Sindicatos de Odessa. ¿Qué recordáis de aquellos momentos? 
Alexander: 
Estábamos aquel día soleado en la Casa de los Sindicatos. En el centro de la ciudad, en concreto en la Plaza Griega, los nacionalistas se reunieron como si fuera una simple concentración de ultras del FC Metalist. Pronto comenzaron las agresiones y acontecimientos sangrientos en las avenidas. Se acercaron desde esa plaza y llegaron a pie hasta la Casa de los Sindicatos donde comenzó la masacre. Al principio nosotros estábamos en la plaza donde está la Casa cuando vimos venir a ese tumulto de nacionalistas con palos, piedras, armas, cócteles molotov, etc. Rápidamente nos refugiamos pensando que dentro estaríamos seguros, que la policía llegaría, rodearía el lugar e impediría que los nazis atacaran la Casa de los Sindicatos. Pensamos que nos protegerían… pero la policía no hizo nada. Nosotros estábamos allí... veíamos a la gente caer de las ventanas, la gente quemándose viva. Cuando caían los nacionalistas abatían con palos a los heridos. Aquello era un verdadero infierno.

¿Cómo conseguisteis escapar y salir con vida?
Alexander: Nos evacuaron los bomberos, si a eso se le puede llamar evacuación. Cuando salí de la casa fui abatido, golpeado y herido por los neonazis. Como consecuencia sufrí la fractura de varios huesos. Después la policía accedió a subirnos a su autobús y nos llevaron a comisaría. Así fue como me salvé.
Catalina: Yo me salvé de milagro, había varios periodistas que grababan y tuvieron misericordia. Recuerdo una gran cámara que estaba grabando en directo, ellos (por los cámaras) dijeron que iban a rescatar a las mujeres que había en el lugar y con la ayuda de los bomberos algunas mujeres pudimos salir sin ser agredidas. Nos salvamos porque estaban retransmitiendo en directo.

¿Habíais visto alguna vez este nivel de violencia en vuestra vida?
Alexander: 
Nunca antes en nuestro país, en la URSS o en Ucrania había visto tal nivel de violencia. Esto cambió nuestro modo de pensar y de percibir el mundo. Entendimos que había que hacer algo para luchar contra la situación y estos grupos neonazis.

Alexander: “Aguantamos en la clandestinidad durante siete meses hasta que fuimos capturados por el servicio de seguridad de Ucrania. Nunca recibimos ningún apoyo de las fuerzas del orden”

Después de este hecho comenzáis una nueva etapa en vuestra vida: la lucha en la clandestinidad como comando urbano. ¿Cómo fue dar ese paso?
Alexander: Nosotros queremos a nuestra patria y queremos vivir en un país normal y pacifico. Cuando vimos la violencia nacionalista, la violencia con la que estaban atacando a la población, las humillaciones, cómo aniquilaban a la gente normal, yo y otros decidimos luchar contra este fascismo. Conocí algunos hombres y mujeres como mi esposa, formamos un grupo y empezamos la vida en clandestinidad. Nuestro primer objetivo fue destruir las oficinas de reclutamiento de los grupos neonazis como Azov o Aidar que ayudaban a los batallones nacionalistas. No teníamos nada. Lo hacíamos todo nosotros de forma casera, tuvimos que aprender sobre la marcha. Así aprendimos a hacer explosivos para destruir estos centros que ayudaban a asesinar a la población civil aquí en Donbass.

Hablas de centros de reclutamiento. ¿Quién los organiza? ¿Cómo conseguisteis aguantar más de medio año?
Alexander: Entre ellos están los centros de la organización del sector derecho o centros voluntarios de Azov o Aidar. En lo que respecta a nuestra vida, ésta se volvió más difícil y complicada, no tuvimos apoyo centralizado, nos apoyaba la población local de Odessa. Aguantamos en la clandestinidad durante siete meses, hasta que fuimos capturados por el servicio de seguridad de Ucrania. Nunca recibimos ningún apoyo de las fuerzas del orden y nunca cambiamos de residencia. Por la mañana vivía como un ciudadano de a pie y por la noche luchaba contra los nazis.

Catalina: Nosotros éramos lugareños de Odessa, nacimos y vivimos allí toda nuestra vida. La gente con la que nos relacionábamos eran vecinos pero casi toda la gente que nos buscaba para capturarnos del servicio secreto eran de fuera. Nosotros nos sentíamos seguros en nuestra ciudad pero ellos se sentían ajenos.

Alexander: Quiero contaros una historia que recuerdo en el transporte público de Odessa. Después de un atentado aparecieron fotos de mi esposa en todos los tranvías y autobuses de Odessa, con la leyenda de “se busca por terrorismo”. Miles de personas la vieron, muchos la conocían pero nadie le delató ante los servicios de seguridad ucranianos. Estaba claro Odessa está en contra del fascismo ucraniano.

Catalina nos mira y prosigue con otra anécdota.

Catalina: Yo andaba tranquila porque hace años una adivina me dijo que yo iba a vivir mucho tiempo. Pero recuerdo en otra ocasión cuando vi en internet, después de destruir un centro de voluntarios/reclutamiento, un vídeo del dueño buscando a los responsables, y mirando un vídeo en el que se me ve realizando el atentado, pero su mayor pista para identificarme era que llevaba un pantalón vaquero. Estaban muy perdidos.

¿Cómo fue vuestra detención?
Alexander: Por mucho que se empeñaban en encontrarnos los servicios de seguridad encargados en Odessa eran incapaces de dar con nosotros, por eso se envió un nuevo equipo desde Kiev para hacer una nueva investigación. Con la ayuda de este equipo fuimos capturados. Yo fui detenido en mi apartamento y trasladado a las oficinas de los servicios de seguridad ucranianos. De ahí me bajaron al sótano donde tuve una conversación muy “intensa” con los funcionarios del servicio de seguridad. Y posteriormente fui trasladado a prisión donde pasé cinco años hasta el intercambio de prisioneros que me devolvió la libertad.

Catalina: Me decían que iban a ir contra mis padres y parientes, que me iban a desaparecer para siempre y nadie encontraría mi cuerpo. Es algo que se debe vivir para entenderlo

¿Qué quieres decir con intensamente? ¿Te torturaron?
Alexander: Me abatieron con palos de hierro, me golpearon por todas las partes del cuerpo, me insultaron. Jugaron al fútbol y yo fui la pelota. Después de mi liberación en Donetsk tuve que ser intervenido quirúrgicamente para subsanar las consecuencias de las torturas producidas por el servicio de seguridad ucraniano.
Catalina: A mí me capturaron más tarde, también en mi apartamento mientras pensaba cómo escapar de la ciudad. Pensé que si salía me detendrían en la frontera. No me dio tiempo a hacer nada, la policía llegó, registró mi casa y me trasladó a sus dependencias en las oficinas de seguridad. Yo tuve suerte porque no sufrí tortura física, aunque las vejaciones psicológicas fueron importantes. No me dejaron dormir durante días, no me dejaban tumbarme ni descansar. Los interrogatorios eran constantes, sin abogado, llenos de amenazas y coacciones. Yo no podía pensar normalmente. Me decían que iban a ir contra mis padres y parientes, que me iban a desaparecer para siempre y nadie encontraría mi cuerpo. Es algo que se debe vivir para entenderlo. Yo veía en sus oficinas las insignias de los batallones nazis, ellos asumían como normal la colaboración con ellos. Yo sabía que ellos me podían hacer lo que quisieran y quedarían impunes.

¿Cómo sigue la historia, cómo fue la cárcel?
Alexander: 
Una cárcel no es el lugar para una persona corriente, es un lugar donde deben estar los criminales y nosotros no lo somos. Vivía en una celda de ocho metros cuadrados compartida con tres hombres, dos literas una a cada lado, una pequeña mesa, un wc y un lavabo. Dos metros cuadrados por persona, los mismos que tiene una tumba. En verano moríamos de calor y en invierno de frío. De alguna manera sobrevivimos a aquello. Aunque los teléfonos están prohibidos, encontramos la manera de comunicarnos. Y de este modo pasaron casi cinco años de nuestra vida. En diciembre del año 2019 nos cambiaron por otros presos y nos trasladamos a Donetsk. Aquí nos ayudaron mucho, hubo ayuda médica, laboral y para los trámites burocráticos y de residencia. Mientras estuvimos en la cárcel nos apoyaron los familiares y las mujeres que acudían a los mítines de Odessa en contra del Maidán, nos traían comida ya que la comida de la cárcel era incomestible.

Catalina: Yo estuve en la misma cárcel en el módulo de mujeres. Había tres mujeres en mi celda con el mismo tamaño que las de los hombres: ocho metros. En verano hacía mucho calor y en invierno en alguna ocasión pusieron la calefacción. Mientras estaba presa murió mi padre, entonces ya solo quedó mi madre y aquellas mujeres para ayudarme. La actitud de los guardias o empleadas de prisiones fue normal. Eran gente normal, ellos entienden que nosotros no éramos criminales sino presos políticos. Solo cumplían con la labor de que los presos permanecieran dentro de sus celdas, en la cárcel nunca hubo torturas.

Seguimos hablando con ellos para hacernos una idea de como debe ser una cárcel en el territorio ucraniano para un preso político tras el golpe de estado de 2014.

Alexander: La primera cosa que me ayudo dentro de la cárcel es la convicción el la victoria, hoy sigo convencido de que venceremos al fascismo. Como os conté antes, las ancianas y mujeres que participaban en los mítines contra el Maidán nos ayudaban y nos alimentaban. Recuerdo una mujer anciana que no tenía dinero suficiente para su día a día, pero se buscó la vida y se lo quitó de lo suyo para traer dos botellas de agua grandes, dos panes y traérmelos a la cárcel.

Catalina: Yo recuerdo una anécdota del invierno. Las tradiciones ortodoxas celebran el bautismo el 19 de enero. Existe la tradición de tomar un baño en un río o en el mar. Como es invierno, el agua está fría pero la tradición es muy seguida por la población. Pues bien, resultó que el cura de la prisión relleno una pequeña piscina en el patio de la cárcel. Primero lo realizaron los hombres, luego el cura preguntó en el pabellón de mujeres, hacía realmente frío. Solo yo decidí tomar este baño. Pero yo no tenía traje de baño en la cárcel, así que fui hasta la piscina con una camiseta y un pantalón, tomé el baño y regresé a la celda completamente mojada, recuerdo las miradas perplejas del resto mirándome como si estuviera loca.

Ambos empiezan a parecer cansados, fuera se escuchan bombardeos y se acerca la hora del toque de queda. Así que decidimos tomar la recta final de la entrevista.

¿Cómo fue la liberación?
Alexander:
 Fue de repente, a los cinco años nos llevaron a una vista para ver al juez. El nos informó de que estábamos en una lista de prisioneros que iban a ser intercambiados, prácticamente a la semana este se llevó a cabo. Para el intercambio nos juntaron en unas instalaciones a todos los presos que íbamos a participar en el mismo dentro del territorio ucraniano. Al día siguiente nos subieron a un autobús y nos llevaron a la línea de contacto del frente. Y luego pasamos por una tienda para hacernos un chequeo, de un lado se quedaba la Ucrania nazi y del otro lado nos esperaba la República Popular de Donetsk. Cruzar allí fue el soplo de aire fresco que llevaba esperando durante cinco años.

Alexander: tenemos miedo por la gente que participó en las protestas anti Maidán y nos ayudó. Los batallones neonazis tienen impunidad

Catalina: Para mí fue bastante similar. Yo no podía creerlo, fue cuando fuimos intercambiados a la semana cuando verdaderamente creí las palabras del juez. Fui feliz cuando subimos al otro autobús en territorio de la RPD y nos dirigimos a la ciudad de Donetsk.

Cómo mujer, ¿Cuáles son las dificultades añadidas que has encontrado?
Catalina: 
Me parece que como mujer las cosas se dificultan por dos cosas, ya sea en la cárcel o en la lucha clandestina. La guerra se dice que es una cosa de hombres, pero no todos los hombres tienen el valor para defender su patria. Yo había escuchado las historias de mi abuela sobre la gran guerra patria, yo solo decidí tomar su ejemplo y seguir su camino.

¿Cuáles son vuestras expectativas, cómo veis la situación actual de esta guerra?
Alexander: 
Estoy feliz de vivir en Donetsk y pertenecer a este bonito país como es Rusia. Yo estoy seguro de nuestra victoria en esta guerra. Yo espero y creo que el mundo debe cambiar a mejor. No solo en Rusia sino también en Europa nos ha de venir un futuro mejor.

Catalina:
 Yo también estoy feliz de vivir en Rusia y en esta maravillosa ciudad. Como mi marido, estoy segura de la victoria aunque estemos pasando por unos tiempos difíciles. Yo soy optimista y creo que superaremos todos los obstáculos.

Alexander: La población en Ucrania no está de acuerdo con el gobierno y lo que está ocurriendo pero no están armados, no están organizados. Ahora tenemos miedo por la gente que participó en las protestas anti Maidán y nos ayudó. Los batallones neonazis tienen impunidad para hacer lo que quieran bajo el gobierno de Zelensky. Los opositores en territorio ucraniano están en una situación de peligro real.

¿Cuáles son las convicciones para luchar por las ideas? ¿Incluso arriesgar la vida?
Alexander: 
Yo no podía quedarme en casa de brazos cruzados mientras los nazis mataban y humillaban a la gente. Prohíben nuestra cultura y nos imponían una cultura completamente ajena. Querían cambiar nuestra vida y prohibir nuestra lengua. Yo no podía soportarlo y decidí luchar contra los nazis. Pero nosotros nunca atacamos a la gente de Odessa, nunca matamos a nadie. Solo actuamos contra centros de voluntarios que colaboraban con los nazis y ellos si asesinaban gente civil. Aquí en Donetsk me uní a los voluntarios a la zona de la opresión especial militar. Lucho por mi patria contra el nazismo igual que hacia mi abuelo cuando lucho contra la Alemania nazi, esa es la conexión entre nuestras generaciones. Quiero terminar diciendo que hay que luchar por la patria, por los tuyos, por tus hijos. Si uno confía, vencerá.
Catalina: Yo tampoco quise aceptar el golpe de estado. Todos sabemos todo lo que ha pasado en el resto de exrepúblicas soviéticas. Todos sabíamos que con el golpe de estado íbamos a obtener idénticos resultados. Cuando empezamos a ver los símbolos de la extrema derecha en los muros de la ciudad y los nazis por las calles sentí que debía tomar partido. Espero que con el tiempo haya muchas más gente que nos escuche y nos entienda. Que comprenda que no es verdad las cosas como se cuentan en los medios. Yo sabía que mi actividad clandestina me podía llevar a la cárcel pero yo decidí hacer lo que sabia que debía hacer.

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Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
31/5/2023 18:15

Que entrevista tan esencial para conocer más puntos de vista, y certificar, que la guerra de Ucrania comenzó en el 2014, tras el golpe de estado del Maidan, el cual camuflado de europeísmo y democracia, se basó en la imposición de un gobierno neoliberal, el apoyo de grupos nenozais y la imposición de la cultura del oeste ucraniano.
Lo peor de todo es la tolerancia que han ido ganando estos grupos neonazis, que tienen sus propios batallones. Por el otro lado, toda la oposición de izquierdas y la pluricultural que se gozaba en Ucrania ha desaparecido.

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Sirianta
Sirianta
31/5/2023 11:52

Gracias. Unos testimonios muy necesarios si quiere entenderse este conflicto en toda su profundidad, más allá de la propaganda que pretenden hacernos tragar.

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