Neocolonialismo
Odette Fajardo: “Contra la Hispanidad deberíamos rebelarnos todas”
Odette Fajardo es artista decolonial y activista migrante. En el marco de la iniciativa #12OctNadaQueCelebrar, esta mexicana afincada en Valencia reflexiona sobre el origen de la fiesta y denuncia el colonialismo y racismo todavía imperante.

Odette Fajardo es artista decolonial y activista migrante afincada en Valencia desde hace tres años. Originaria de México, reflexiona sobre el colonialismo y el racismo en su país y en Valencia y explica la iniciativa #12octNadaQueCelebrar, que cuestiona la fiesta española de la hispanidad “por ser un invento franquista que conmemora el genocidio de los pueblos indios y la instauración global de la colonialidad”.
¿En qué consiste tu proyecto artístico?
Mi trayectoria como artista empezó desde muy pequeña. Estudié en la Ciudad de México hasta que en 2010 vine por primera vez a Valencia. Desde entonces he ido y he vuelto, aunque llevo tres años aquí. Actualmente estoy terminando el doctorado con una autoetnografía que aborda la muerte y la migración. Lo hago porque no se piensa en esas situaciones que atravesamos las migrantes cuando una persona muere tan lejos.
También me interesa el feminismo decolonial, porque como dice mi amiga Patricia Cadavid, “la migración hace que nos replanteemos la colonialidad”. Cuando crucé el charco me di cuenta de las opresiones que vivimos al venir de Latinoamérica, al ser sudaca. De cómo se percibe tu cuerpo en México y aquí. Te das cuenta del racismo que existe en las personas de tu alrededor.
El performance es mi herramienta política, que se fue dando como una exigencia del entorno, tanto en México como en Valencia. Es muy difícil mantenerse indiferente a ciertas problemáticas y el plano de lo simbólico es muy importante, porque cala en el subconsciente colectivo y genera transformaciones reales.
¿Por qué decís que el 12 de octubre en Valencia no hay nada que festejar?
Es una fecha muy simbólica para nosotras las migrantes. En México se celebra el día de la raza, pero no se hace gran cosa; se conmemora el mestizaje que ya de por sí es racista, en tanto excluye a la enorme población indígena. Pero cuando llegué aquí vi que la fecha era una gran fiesta —la fiesta nacional, además— y me pareció increíble que la fiesta nacional tuviera que ver con el genocidio de mi propia gente, de mis antepasados; con esa violencia que implica la masacre de todo un pueblo. Creo que muchas personas lo vivimos así.
Me parece increíble que la fiesta nacional tenga que ver con el genocidio de mi propia gente, de mis antepasados
Evidentemente es imposible quedarse estático ante esto. Por eso decimos que no hay nada que celebrar. No sólo fue el genocidio, también un epistemicidio en Abya Yala. Es una fecha que inicia una colonialidad que perdura hasta nuestros días, que podemos ver en nuestros países latinoamericanos. Lo vemos en el racismo interiorizado en nosotras mismas hacia nuestra propia gente, hacia lo que somos. En Europa se observa en la Ley de Extranjería o en las expresiones que sirven para nombrarnos. En ese menosprecio e incluso en la subestimación que se nos tiene especialmente a las mujeres migrantes. Se nos quita esa posibilidad de ser agentes políticos y creativos, se nos ve como mano de obra barata… Todo eso viene de la colonialidad, es una base que funda y que se inserta en varios ámbitos de la vida.
Para justificar la conquista se aplicaron lógicas para animalizar a los indígenas, para que pudieran ser considerados bestias que se debían aniquilar. Luego se les dio alma y se les fue a cristianizar, tratándolos como niños. Siento que estas lógicas no han dejado de existir, se siguen aplicando y por eso no es casualidad que los territorios en los que más se roba y más se vulneran los derechos humanos son aquellos en los que viven los pueblos indios y la población negra. De hecho, el término indígena es un término cuestionable porque viene de la conquista y homogeneiza un montón de culturas de un territorio enorme como lo es Abya Yala.
La colonialidad está vigente no sólo a nivel simbólico, sino con toda la labor de las multinacionales que siguen saqueando los recursos de nuestros territorios
El expolio sigue dándose, la colonialidad está vigente. No sólo a nivel simbólico, sino con toda la labor de las multinacionales en nuestros territorios donde todavía se siguen saqueando los recursos. Empresas europeas o españolas siguen haciéndolo: vía mineras, hidroeléctricas... Este neo-colonalismo sigue expoliando nuestros territorios.
¿A quién os dirigís con la campaña #NadaQueCelebrar #EnValencia?
El 12 de octubre es una fecha que tendría no sólo que mover a la comunidad migrante a rebelarse, sino también a las y los españoles. Esta celebración surge en la época franquista, y pienso que es una vergüenza que se sigan conservando los símbolos franquistas y colonialistas. Me parece muy importante rescatar la memoria histórica y la memoria de los muertos de este país. Contra la Hispanidad deberíamos rebelarnos todas.
El acto del 12 de octubre 2018 es una iniciativa en la que nos hemos juntado personas de origen migrante, racializadas y también personas y organizaciones de solidaridad valencianas para reivindicar que no hay nada que celebrar. Estamos coordinadas con otras ciudades —en las que también habrá actos— como Bilbao, Castellón, Madrid y Tenerife. En Valencia leeremos un manifiesto colectivo muy potente en la Plaza de los Pinazos a las 12h. También realizaremos el performance Alimentando España, habrá talleres y más actividades.... La idea es que sea el inicio de un movimiento muy grande.
¿Qué pretendéis con el performance Alimentando España?
Surgió hace un par de años a partir de este tipo de reflexiones sobre colonialidad y de mis sentimientos como mexicana al estar en este lugar. Es una metáfora de lo que ocurre en nuestra tierra y también a las mujeres. La colonización partió a partir de violaciones hacia el cuerpo de miles de mujeres indígenas que son nuestras antepasados. De esas violaciones venimos nosotras.
Es partir de ese dolor y de esa rabia para encontrar la fuerza y denunciar lo sucedido. Es una metáfora de cómo nosotras mismas seguimos alimentando ese modelo, ese discurso, muchas veces de manera inconsciente. Pero también es el mensaje de que nosotras tenemos el poder de cambiarlo.
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