Paco Ignacio Taibo II: “El 68 puso en pie a una generación de hijos de la clase media”

Recientemente designado director de la editorial Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II comenzó su militancia política en el convulso año 68.

Paco Ignacio Taibo II
Carlos Heras Rodríguez Paco Ignacio Taibo II.
15 oct 2018 05:51

Hiperactivo, Paco Ignacio Taibo II (Gijón, 1949) contesta a las preguntas antes de que se acaben de formular y presume de poder hacer dos cosas a la vez. O más. Acaban de inaugurar la feria del libro de Ciudad de México en el Zócalo y el stand de su asociación, la Brigada para leer en libertad, está a reventar de gente que curiosea entre libros usados —“nuestros libros son para lectores, no para revendedores. Dos por persona”—, pregunta por los libros del célebre autor de novela negra y a veces se queja de los precios de los más nuevos.

Asturiano de nacimiento y mexicano por biografía, autor de más de cuarenta libros, historiador, miembro de la generación del 68, director de la Semana Negra de Gijón hasta 2012, fundador de Morena —el partido del presidente electo Andrés Manuel López Obrador— y recientemente designado director de la editorial Fondo de Cultura Económica, Taibo II firma sus libros y anima a comprar más mientras se enciende un cigarro tras otro. Mientras responde a esta entrevista tendrá tiempo para gestionar su almuerzo y hacerse fotos con sus lectores: “Quien tiene un lector, ¡que lo cuide!”, repetirá entusiasmado varias veces. También lo reñirá a uno por tratarlo de usted y le dirá a quien quiera escuchar que la mesa de novedades —libros viejos a poco precio— se irá renovando a medida que se acaben.

1968, año del mayor movimiento estudiantil en la historia de México que el autor vivió como estudiante de la facultad de Política de la UNAM y el de la más salvaje represión del Estado, que asesinó, desapareció y encarceló a cientos, queda muy lejos y al mismo tiempo está muy presente.

Este curso universitario empezó con movilizaciones estudiantiles notables, donde estaba muy presente el movimiento estudiantil de 1968. ¿Cómo de viva sigue la memoria del 68?
Yo creo que sorprendentemente viva, creo que esa es quizás la gran sorpresa. ¿Cómo es posible que un acontecimiento sucedido hace cincuenta años reimpacte a generaciones que no habían nacido? Y es México. México tiene magia, compadre. Yo que soy un racionalista absoluto, creo en el infierno y creo en la magia. En Dios no, pero en la magia y en el infierno sí. Y hay esta recurrencia de las memorias históricas, que en Europa por ejemplo está perdida, ¿no…?
Eso significa que en este país hay una cierta magia en términos de la continuidad y la recuperación histórica. Hay de dónde venimos, a dónde vamos con una intensidad muy particular que se vive en México.

No es cierto que los parámetros del 68 sean los parámetros de hoy en día; hay cambios profundos en la sociedad. De hecho, en el 68 nos partimos la cara durante 123 días combatiendo contra un gobierno jodido y autoritario con una demanda de Libertad presos políticos. Y aquí, en la Ciudad de México, ya anunció Andrés [Manuel López Obrador] amnistía para los presos políticos. Hay cerca de 400 presos políticos en México producto del auto... Es cierto, hay continuidades negativas, pero hay vientos de fronda, hay vientos de cambio. Lo interesante es cómo se recupera esta generación y cómo esta generación devuelve cariño y calor a temas que estaban ahí y que forman parte de las heridas históricas.

Hace unos días decía en Tlatelolco [la Plaza de las Tres Culturas, donde el 2 de octubre de 1968 el Ejército asesinó a centenares de estudiantes que se manifestaban, precipitando la derrota del movimiento] que había una memoria luctuosa y había una memoria festiva, gozosa. El 68 se recuerda generalmente por esa memoria luctuosa, por ese evento. ¿Qué significa para usted esa memoria gozosa?
Mira, dispararon contra los estudiantes desarmados. Detuvieron, torturaron, encarcelaron a 400 de ellos durante dos años. Hay una memoria de herida, pero también hay una memoria de 123 días de huelga general maravillosa. De lucha por la libertad que marcó positivamente a una generación, que marcó a una generación. Y esto es importante, porque esa generación se volvieron arquitectos que ayudaron a construir casas populares, doctores con vocación de servicio, escritores que escribíamos dentro del movimiento.

Usted decía precisamente. ¡No me hables de usted! ¿No los ves a los que llegan? ¡Oye, Paco!

[La entrevista sigue de tú.]

Has dicho varias veces, por ejemplo en tu libro 68, que los jóvenes que participaron en el movimiento formaron su carácter allí, y como en cualquier otro evento de esas características, una persona se transforma y se vuelve militante para siempre. Después de esa derrota —porque creo que todos la interpretan como una derrota, al menos en lo inmediato—, ¿por dónde continuaron tus militancias?
Está bien matizado, una derrota militar en lo inmediato, una victoria política en el mediano plazo. Me pasé seis meses de búsqueda y luego empezamos a trabajar en un periódico que se llamaba La causa del pueblo, y luego empecé a hacer trabajo sindical en el Valle de México. Durante cuatro años estuvimos organizando sindicatos democráticos en el Valle de México, que es una de las experiencias más ricas en mi vida. Esto era organización de sindicatos bajo represión policíaca, gubernamental y patronal. Ahí aprende uno cómo es el país real.

¿Y qué aprendiste?
Todo, aprendí todo. Conozco esta ciudad como poca gente debe de conocer. Viajé por los barrios con voluntad de cambio profundo, conocí gente maravillosa, luchadores que no pedían nada y lo daban todo. Represiones absurdas, autoritarismos asquerosos, fraudes continuos en una alianza entre los sindicatos blancos, las patronales y el gobierno. Aprendí todo, el ABC de justicia. Y aprendí a escribir para gente que no lee fluidamente.

“En el libro que acabo de publicar cuento las historias de mi padre como periodista en el franquismo. Y luego emigramos en el 58, masivamente, toda la tribu Taibo, ¡buaaaah!”

Tu familia se fue de España cuando tú eras muy niño.
Sí. Emigran de una forma muy rara. La generación de mis padres no hizo la Guerra Civil. La Guerra Civil la hicieron mis abuelos, ahí murió mi abuelo Adolfo, contrabandeando armas para el Ejército Republicano en un barco, era capitán de barco. Ahí fueron a dar a la cárcel mi tío abuelo, mi abuelo, mis otros tíos abuelos… Y la generación de mi padre creció desamparada. En el libro que acabo de publicar cuento las historias de mi padre como periodista en el franquismo. Y luego emigramos en el 58, masivamente, toda la tribu Taibo, ¡buaaaah! Hacia la libertad mexicana, ¡hijo de su puta madre!

Exactamente eso te quería preguntar. Solo diez años después pasa el 68 y te encuentras con que un país cuyo gobierno ni siquiera reconocía a la dictadura de Franco se comportaba a la interna de manera mucho más autoritaria de lo que se estaba comportando el franquismo entonces.
Te cuento una broma. Una vez salimos en una manifestación durante el gobierno de Echeverría [Luis Echeverría, presidente de México entre 1970 y 1976] con una manta maravillosa que decía: “señor presidente, aplíquenos la política exterior”. México era un fraude en muchos sentidos. Uno de ellos positivo, tenía una política exterior progresista. Todo lo contrario que su política interior súper represiva.

Tú escribes en 68, hace muchos años ya, que durante el movimiento los estudiantes de izquierda al principio no eran mexicanos. Luego aprenden un lenguaje común.
No eran mexicanos en el sentido de que no tenían contacto real con el país profundo.

De alguna manera aprenden un idioma, aprender a hablar a la gente normal, y es cuando se hacen con la simpatía del país. ¿Crees que, en estos cincuenta años —porque pienso que Morena tiene algo de eso—, la izquierda mexicana ha aprendido a ser, justamente, mexicana?
Somos muy singulares. Entre lo mejor de la izquierda mexicana es que no se educó en el manual, ni en la geopolítica soviética, sino que se educó en la historia de México, en la cultura y en el contacto real con el país real. Todos estos elementos formadores son de una riqueza diferente a la formación tradicional, sectaria, partidaria habitual. Es lo mejor de la izquierda mexicana. 

A la vez, es una izquierda que vive de frente al fraude permanente: el 88, el 2006.
Sí, pero que rescata por ejemplo el libro. Libros de izquierda. Potentemente, como habrás visto. Y la conexión popular es tremenda. La Brigada [para leer en libertad, asociación de fomento de la lectura promovida por Taibo II] ha logrado niveles de conexión popular increíbles. Llegamos a barrios donde no se leía y salimos de barrios donde se empieza a leer. 

¿Y cuál es la clave?
La clave es hablarle a la gente y no a los marcianos, la clave es preguntarles qué quieren leer, proponerles las lecturas, proponerles caminos. Llevar al escritor más famoso de este país al barrio más jodido de esta ciudad. ¡Y va! ¡Y conecta! Regalar libros. Regalar libros. Hemos regalado miles, un millón de libros.

Hay experiencia acumulada que vamos a aprovechar, de entrar en los barrios, de llegar a donde no se leía, de qué tipo de libros la gente podría leer si se los pones en las manos y les cuentas de qué van

Recién has participado en un volumen de Claudio Lomnitz de historia colectiva de medio siglo, y él dice que el 68 se convierte a lo largo del tiempo en el año axial para entender la historia contemporánea mexicana. Comienza una muy lenta marcha a la democracia.
Yo creo que tiene razón.

Acaba de ganar las elecciones López Obrador…
¡Ja, ja, ja! ¡Lo logramos! Es un paso. Ahora tenemos que crear una sintonía gobierno-movimiento social para que el gobierno vaya donde quiera la gente que votó por él.

Tú vas a participar en este gobierno a través del Fondo de Cultura Económica.
Imagínate, de repente te dicen: vente a dirigir la editorial más grande de habla española y además incorpora redes de librerías, publicaciones diversas que estaban fragmentadas. Y dices sí, pero van a soplar vientos nuevos. No somos una editorial regida por la máxima ganancia. No somos una editorial regida por compromisos burocráticos. Somos la editorial de un pueblo que ganó las elecciones con aire de libertad, y se va a notar muy pronto. ¡Pero muy pronto!

¿Qué vas a intentar, cómo crees que puedes conseguir continuar el trabajo que has estado haciendo aquí con la Brigada de lectura en la editorial más grande en español?
Mucho, mucho. Hay experiencia acumulada que vamos a aprovechar, de entrar en los barrios, de llegar a donde no se leía, de qué tipo de libros la gente podría leer si se los pones en las manos y les cuentas de qué van. Mucho de la experiencia de la Brigada va a llegar al Fondo de Cultura.

Tú vas a estar dentro, tienes una trayectoria muy reconocida de izquierdas. No es así para todos los que van a integrar el nuevo gobierno, ¿cómo se lucha desde dentro para tensionar las cosas y que este sea un gobierno efectivamente popular?
Esta es una batalla de hechos. Y tenemos que convertir el viento que sopla de libertad en hechos, y lo más rápido posible. Por nuestros hechos le hablaremos a la gente.

¿Cuáles son esos hechos?
Los hechos es regalar un millón de libros a jóvenes y adolescentes en todo el país con colecciones que jamás se esperarían, cuyo lema, no oficial, porque tampoco puedo entrar en el espacio de la locura, pero cuyo lema extraoficial será los libros que nunca te recomendarían ni tus maestros ni tus papás.

Va a ser divertido esto. Y tremendamente conflictivo. Heredamos un Estado repleto de corruptelas, de burocracias. ¡Buah, buah! Vomitamos. No pasa nada. Va a ser muy divertido, no pienso perder el pulso. Alguien me dijo: ¿te vas a meter en el Zócalo durante diez días a pie de cañón? Y dije: sí, no puedo perder el pulso. Este es el pulso. Si pierdo el pulso me vuelvo un funcionario de alto nivel que tiene un comedor privado.

[Y a mantener el pulso se dedica: alguien le pide una foto, una firma. Taibo sigue hablando. Luego ve a un joven con un montón de libros y le pregunta ¿qué estás leyendo con tanta felicidad? Observa que se lleva Historias del Kronen. “Un libro que hizo escuela de la rebelión juvenil en España. Que terminó medio alcohólica, pero no importa”. Otro joven se le acerca y le dice, nervioso, que lo admira muchísimo. “Para mí es el mejor escritor”. Y él repite su mantra: “¡Quien tenga un lector, que lo cuide!” y se excusa: “Eso dijo Monsiváis, no yo”. “Buenas tardes”, dice una señora. “¡Buenísimas!” “¿Me puedo tomar una foto?” “¡Desde luego! ¿Me haría usted el honor de tomarse una foto conmigo?” Ya han llegado los libros que había pedido para responder a una pregunta anterior, todos ediciones propias de la Brigada. Continúa la entrevista.]

“Probablemente el debate sobre las grandes utopías está muy oscuro y muy difícil, pero lo que sí está claro es que la justicia básica no reina en nuestros mundos y eso es prioridad”

Esto vamos a regalar durante la feria. Fíjate cómo piensa la Brigada. Una revisión de la Comuna hecha por el más inteligente intelectual que tenemos hoy en este país [es un libro corto de Armando Bartra]. Las memorias del 68 de Tariq Ali, que dirigió el movimiento del 68 en Inglaterra. Una novela de un francés sobre el mundo terrible de las muertes de Juárez [La Frontera, de Patrick Bard]. Un libro que va revisando vidas exageradas de [José Manuel] Fajardo, español, novelista histórico, que cuenta dese Pancho Villa hasta Al Capone. Un libro de poesía de Manuel Rivas, que estaba en gallego. Y ni más ni menos que la Historia de la Revolución Francesa de Kropotkin, que cuesta 4.000 pesos en librerías y vamos a regalar los dos tomos a la gente que nos llega.

¿Y eso es lo que la gente que no lee se lee?
El problema es el grado. El libro de poesía de Manuel a cualquier lector de 18 años que lea poesía le va a encantar. El libro de Kropotkin lo va a buscar alguien que quiera saber qué fue la Revolución francesa desde una perspectiva libertaria. El libro del 68 de Tariq es absolutamente legible, es una crónica de hechos. El libro de la Comuna es de divulgación, pero para lectura política. La novela a cualquiera le llega, y este lo van a gozar. Trabajamos en espectros amplios, pero con una línea editorial nada sectaria y nada doctrinaria. La doctrina es de los curas, colega. La izquierda tiene que pensar en términos de pensamiento crítico y diversidad.

Leía ese título en el libro sobre la Comuna de París, que dice “Derrotas que hacen historia”, ¿tú crees que el 68 es un poco eso?
Sí y no, porque como dijimos ya el 68 es una derrota militar y una victoria política.

¿Cuál es la victoria política?
La victoria política es que puso en pie a una generación de hijos de la clase media. Les dio país, destino y conciencia. ¡Puta madre! ¿Te parece poco? 200.000 estudiantes sesentayocheros de repente dijeron: ¿en qué país estamos viviendo?

Hay muchas líneas de continuidad, y como decíamos el 68 sigue resonando en las movilizaciones. Los 43 de Ayotzinapa son protagonistas de todas las marchas estudiantiles, y tienen en común con los del 68 que también son desaparecidos forzados. ¿Cuál es el balance de que después de 50 años sigan pasando las mismas cosas?
Que este país hay que acabar, hay que componerlo, está descompuesto, está podrido en muchos espacios, niveles y tomas de decisiones. Pues tenemos que rearmarlo, tenemos que devolverle poder al pueblo, justicia a la vida cotidiana. Probablemente el debate sobre las grandes utopías está muy oscuro y muy difícil, pero lo que sí está claro es que la justicia básica no reina en nuestros mundos y eso es prioridad. Preocuparme sobre qué tanto de los proyectos socialistas es salvable y recuperable es interesante, pero tenemos en frente un país que necesita justicias cotidianas y hay que entrar a ellas. ¿Por qué hoy, en este pinche país…?

[Taibo se interrumpe para saludar a un hombre que pasa por ahí: “Aaaah, ya sabía que eras tú güey, ese pinche vendedor de periódicos ambulante que me quiere partir la madre en mi oficina. ¡No te hagas el cabrón, saluda!” Otra persona le felicita por el nombramiento en el Fondo de Cultura Económica. “¡Duro con ellos!”, responde.]

Paco Ignacio Taibo II -dentro
Paco Ignacio Taibo II, en un momento de la entrevista con El Salto en México DF. Carlos Heras Rodríguez

Justo ahora que solo aparecen gobiernos de derecha en Sudamérica y en Europa, por fin México tiene un gobierno popular. ¿Esto nos dice algo del país?
Dice que somos un país de lenta reacción, colega. Las reacciones mexicanas suelen ser lentas, pero no menos esplendorosas.

¿Qué movimientos sociales te interesan a ti ahora?
Sigo muy de cerca la lucha de los maestros de enseñanza básica, tengo con ellos una profunda empatía. Un país sin médicos y sin doctores es un cadáver, no un país. Me interesa mucho la reacción en el sector salud, de los trabajadores, enfermeras y médicos. Hay una crisis de una profundidad terrible. Y tengo por razones extrañas y particulares fuerte conexión con los sindicatos minero-metalúrgicos. ¡Pero va a saltar por todos lados!

Historia
Mayo de 1968: y la utopía cayó sobre nuestras cabezas

De París a la plaza de las tres culturas de Tlatelolco, las revueltas del año 68 definieron los límites de la contestación al capitalismo en todo el mundo. En España, la falta de una masa crítica para propiciar un cambio de régimen no impidió que el franquismo desarrollara un plan represivo para contener al movimiento obrero y estudiantil.

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