Fotografiando las ‘zonas libres de LGTB’ en Polonia

Varios municipios polacos se han autodesignado ‘zonas libres de ideología LGTB’. El activista Bart Staszewski quiere denunciar estas iniciativas con un proyecto fotográfico en el que retrata a personas LGTB tras colocar un cartel con el lema “LGTB-free”. Ese cartel es su forma de ponerle palabras a un acto simbólico.

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Imagen: Bart Staszewski

“En Polonia se acepta a los homosexuales mientras no digan que lo son”. Es la advertencia de un usuario de la web Tripadvisor a los viajeros que preguntan el nivel de tolerancia del país. “Yo recomendaría no mostrarte abiertamente gay para evitar conflictos”, añade otro. Según el Eurobarómetro de 2019, menos de la mitad de los polacos (49%) cree que las personas homosexuales o bisexuales deberían tener los mismos derechos que los heterosexuales, en comparación al 76% de la media europea.

Algunos ejemplos de esta homofobia son tangibles y pueden verse incluso dando un paseo por las ciudades: desde autobuses con mensajes que comparan la pedofilia con el “lobby LGTB” hasta carteles homófobos. Pero otros son menos palpables: por ejemplo, la iniciativa de varios municipios que se han autodesignado ‘zonas libres de ideología LGTB’ para evitar la “difusión de la ideología que se opone a los valores cristianos”, los “elementos de educación sexual basados en los estándares de la OMS” o la “homopropaganda”, como explican en sus comunicados.

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Imagen: Bart Staszewski

El activista Bart Staszewski cree que esas iniciativas locales deben dejar de ser invisibles y ha decidido documentarlas: para ello, quiere visitar 37 municipios de toda Polonia y fotografiar a sus habitantes junto a carteles con el lema “LGTB-free”. Ese cartel es su forma de ponerle palabras a un acto simbólico, de denunciar lo que tanto él como muchos otros consideran un intento de estigma y exclusión de una parte de la sociedad. Asegura que ya hay 90 áreas que han realizado dichas declaraciones, incluyendo provincias, municipios, ciudades y pueblos, en Polonia.

Para Staszewski, el principal efecto que tienen estas declaraciones, censuradas incluso por el Parlamento Europeo, es el estigma, el mensaje que los alcaldes dan a las minorías sexuales: “Que no son parte de la sociedad o comunidad, que son una amenaza”, explica a este medio. “Que ellos, como políticos, sólo representan a los heterosexuales”. No hay un cambio real después de que la región sea denominada ‘zona libre de LGTB’, salvo uno: que “la homofobia consigue legitimidad”, ha dicho.

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Imagen: Bart Staszewski

LGTBfobia y oportunismo político

En Polonia no existe la figura del delito de odio hacia el colectivo LGTB, y no es raro oír el discurso homófobo en boca de figuras políticas y mediáticas. La obsesión de los políticos conservadores polacos por la rectitud heterosexual ha dejado anécdotas hilarantes, como la petición de la Defensora del Menor en 2007 de que se analizara la serie ‘los Teletubbies’ para ver si contenía mensajes homosexuales. Pero la mayoría de estas anécdotas no tienen nada de divertido.

En 2006, Wojciech Wierzejski, político polaco y ex miembro del Parlamento Europeo, declaró que “los gays deben ser apaleados” ya que “son todos pedófilos y miembros de la mafia”. El ya fallecido ex presidente Lech Kaczyński proclamó que la homosexualidad es “antinatural”, y el ministro de Defensa polaco, Mariusz Blaszczak, definió a la marcha del orgullo como un “desfile de sodomitas”. El periodista Rafal Ziemkiewicz tuiteó mientras veía la marcha del orgullo en Varsovia que “deberíamos disparar a los LGTB”, y matizó: “No en el sentido literal, lógicamente, pero no son gente de buena voluntad o los defensores de los derechos de nadie”. Hoy en Polonia sigue sin ser raro ver senadores tuiteando mensajes homófobos.

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Imagen: Bart Staszewski

Pero el principal adalid de ese odio hacia las minorías sexuales es el partido del gobierno, Ley y Justicia (PiS). En 2015, el partido llegó al poder con una campaña fuertemente antimigración en un país con apenas migrantes. “Antes de las elecciones parlamentarias, Ley y Justicia usaban el miedo contra los refugiados”, explica a este medio Magda Dropek, activista por los derechos LGTB. “Construyeron su campaña sobre ese miedo”.

Desde hace unos años ha elegido una nueva cabeza de turco: el colectivo de las minorías sexuales. Dropek recuerda que, antes de las elecciones europeas de mayo de 2019, Jarosław Kaczyński, presidente del PiS, cambió el discurso y comenzó a decir que “necesitamos proteger a nuestros hijos” o a describir el movimiento LGTB como una “importación” que amenaza a su país. Para ella, “el partido en el poder está construyendo una narrativa de lucha entre dos mundos, dos civilizaciones. ¿Eso puede hacerle ganar votos? Mucha gente cree que sí”.

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Imagen: Bart Staszewski

A un precio muy alto, eso sí: el discurso del odio tiene consecuencias reales. Según la organización Campaña Contra la Homofobia, el 12% de la gente que no se identifica como heterosexual han sido víctimas de la violencia física en Polonia. Las agresiones en las manifestaciones y marchas por la tolerancia es común, como sucedió en la ciudad de Białystok, cuando los participantes de su primera mancha en defensa de los derechos LGTB fue atacada por ultranacionalistas. Pawel Adamowicz, alcalde de la ciudad Gdanks conocido por su defensa del movimiento LGTB, migrantes y refugiados, fue apuñalado en enero de 2019. Y hay otro tipo de violencias más silenciosas, como el suicidio de la adolescente transexual Milo Mazurkiewicz.

Una tendencia al este de Europa

Relacionar la defensa de los derechos de gays y lesbianas con una amenaza a los valores tradicionales del país se está convirtiendo en una tendencia entre los partidos nacionalistas y populistas de países como Rumanía, Hungría o Polonia. Mientras que en otros lugares estos mensajes serían catalogados de mensajes de odio, la retórica homófoba se vincula en estos países con la defensa de la familia tradicional y la lucha contra “ideologías importadas” que amenazan las raíces cristianas.

Magda Dropek vive en un municipio que se ha declarado anti-LGTB. “En una ciudad hermosa, diversa y abierta de Cracovia, donde vienen muchos turistas. Leemos en esta declaración que las personas gays y lesbianas ‘aniquilan los valores cristianos’. Siempre me pregunto quién lo aniquila. ¿Aquellos que nos llaman desviados, nos lanzan botellas y piedras como en Białystok? ¿O aquellos que quieren igualdad de derechos y una vida feliz y segura?”, reflexiona.

Sin embargo, la activista cree que esta retórica del odio no refleja el sentir de toda la gente, y pone como ejemplo la campaña que tuvo lugar en Polonia en agosto de 2019 con el hagstag #IamLGBT: “Siempre digo que los políticos son mucho más conservadores que la sociedad”, dice. Ella es parte de Equality Foundation, una ONG que trabaja con personas de minorías sexuales en zonas rurales, donde existe menos aceptación que las grandes ciudades. “No es que los polacos odien a las personas homosexuales”, opina, “pero es cierto que los demonios del odio están naciendo ahora”.

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