De postre, Macedonia

La extrema derecha griega ha visto en la “cuestión macedonia” la vía para recuperar el terreno que ha perdido desde 2013, el año en el que comenzó la persecución de Amanecer Dorado tras el asesinato de Pavlos Fyssas.

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Hibai Arbide Aza MUZUNGU PRODUCCIONES
19 ene 2019 06:14

“¡El gobierno ha vendido un trozo de nuestro país a Skopia!”, “¡No es cierto, no ha vendido nada!”. La maestra les pregunta por qué gritan y los niños apenas pueden balbucear eslóganes que han oído en casa para justificar la riña. Esta escena ocurrió el 17 de enero en el patio de una escuela de Nea Esmirna, un barrio de Atenas. Escenas similares de indignación por la “claudicación” ante Skopia se han producido en todo el país heleno durante los últimos meses. En especial en la región central de Grecia, es decir, en Macedonia.

Las okupaciones de institutos y facultades son una práctica común y consolidada en Grecia. Es la manera de politización masiva por la que han pasado prácticamente todos los cargos y líderes de la izquierda helena de las últimas cuatro décadas. Pero, a finales de 2018, se dio un hecho insólito: las ocupaciones no estaban presididas por pancartas anarquistas o de izquierdas sino por banderas griegas y lemas ultranacionalistas. La extrema derecha ha visto en la “cuestión macedonia” la vía para recuperar el terreno que ha perdido desde 2013, el año en el que comenzó la persecución de Amanecer Dorado tras el asesinato de Pavlos Fyssas.

Para el griego común, Macedonia es la región central de Grecia y sus vecinos eslavos encierran un objetivo expansionista al denominarse como se han denominado esa tierra desde el siglo IX

En Grecia solo los anarquistas llaman “Macedonia” a la república vecina. Uno de los lemas libertarios clásicos es “Σε Ελλάδα,Τουρκία,Μακεδονία, ο εχθρός είναι στις τράπεζες κ τα υπουργεία”, es decir, “en Grecia, Turquía y Macedonia el enemigo está en los bancos y en los ministerios” (en griego rima). La izquierda griega suele usar ARYM (Antigua República Yugoslava de Macedonia) o Skopia, toponimia derivada de su capital Skopie, que es el término que usa la derecha. Para el griego común, Macedonia es la región central de Grecia y sus vecinos eslavos encierran un objetivo expansionista al denominarse como se han denominado esa tierra desde el siglo IX. Para el espectador medio de una televisión griega es muy difícil entender que el resto del mundo llame Macedonia a Macedonia. Solo así se comprende que los diputados no estallaran de risa cuando el líder de la derecha helena proclamó en el parlamento “usted, Sr. Tsipras, concedió la identidad y el idioma macedonio a la gente de Skópie”.

El de Prespa es un acuerdo histórico que tiene por objetivo cerrar un conflicto diplomático tan absurdo como enquistado. La República de Macedonia del Norte pasa a llamarse así, reconociendo implícitamente que existe otra Macedonia al sur, y Grecia permite que Macedonia del Norte utilice ese nombre erga omnes. Puro sentido común que, sin embargo, ha estado a punto de costar el cargo a Zoran Zaev y Alexis Tsipras, los dos primeros ministros firmantes.

La noche del 16 al 17 de enero, los diputados de Syriza aplaudían aliviados tras conocer el resultado de la votación. 151 a favor de Tsipras, 148 en contra, un ausente. La moción de confianza se debe a la ruptura de la coalición de gobierno provocada por la dimisión de Panos Kammenos, ministro de defensa y líder de ANEL, que se opone al Acuerdo de Prespa. Antes de dimitir, Kammenos se permitió una última exhibición nacionalista: sobrevoló en helicóptero Imia/kardak, dos islotes inhabitados del Egeo que se disputan Grecia y Turquía, donde tuvo lugar el último enfrentamiento militar entre ambos Estados en 1996. Kammenos acompañó el tuit en el que anunciaba su dimisión con el vídeo sobrevolando el pedrusco del Egeo. Su última provocación a Turquía, en donde ha encontrado la horma de su zapato durante todo su mandato.

Aunque el primer ministro Tsipras podría haber aprobado la cuestión con mayoría simple, cuando convocó la moción de confianza lanzó un órdago a sus adversarios: anunció que si no obtenía mayoría absoluta convocaría elecciones. El pasado junio, inmediatamente después de llegar al acuerdo, Nueva Democracia convocó una moción de censura que sólo contó con 127 votos favorables.

La superación de la moción de censura complica al gobierno la aprobación del acuerdo de Prespa con Macedonia del Norte

Paradójicamente, la superación de la moción de censura complica al gobierno la aprobación del acuerdo de Prespa con Macedonia del Norte. Tsipras contó con el votó de un diputado díscolo del partido liberal To Potami, y ahora To Potami amenaza con retirar su apoyo al acuerdo como represalia. To Potami tal vez se decida por la opción de sabotear un acuerdo con el que siempre estuvo de acuerdo —fue el único partido, además de Syriza, favorable desde un inicio— si, como es previsible, la manifestación nacionalista convocada para el domingo 20 de enero en la plaza Syntagma es un éxito. La última manifestación por este motivo en Syntagma reunió a cientos de miles de personas. El centro de la plaza fue ocupado por cientos de paramilitares de Amanecer Dorado rodeando a dirigentes neonazis acompañados de jerarcas ortodoxos.

Pero no todo son malas noticias para Tsipras. La superación de la moción de confianza le otorga nueve meses más, hasta el final de la legislatura. En este tiempo, deberá demostrar a su electorado que es capaz de continuar la tímida senda de las políticas sociales iniciada con la cancelación del recorte de pensiones, si quiere tener opción de ganar las elecciones. El divorcio con ANEL no es una mala noticia, en este sentido. Syriza ya no necesita al partido nacional-soberanista con el que ha compartido gobierno, en la medida en que éste ya ha aprobado los presupuestos generales de 2019.

Syriza ha presentado un proyecto de ley para contratar a 15.000 maestros interinos. Es la primera oferta de empleo público masivo en una década porque hasta ahora la Troika lo impedía. Los maestros interinos están en pie de guerra porque consideran que los criterios de contratación priman tener un máster universitario frente a tener experiencia docente. Pero los de Tsipras creen que eso no va a impedir vender como un éxito crear 15.000 nuevos puestos de funcionario.

La estrategia electoral de Syriza se basa en la siguiente promesa: “Hemos superado los rescates limitando los efectos más duros de los mismos para evitar una crisis humanitaria, ahora que ya no está la Troika haremos políticas sociales para la clase media”. En pocos meses las urnas dirán si el pueblo griego les cree.

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