Crítica precaria: temblor y potencia

El concepto de 'precariedad' cruza vocabularios, zonas de indagación y de intervención, modulaciones de viejas y nuevas urgencias: se vuelve fórmula insistente para una sensibilidad política e histórica modelando no sólo nuestras experiencias, sino también la naturaleza de nuestras luchas.
Puno Peru - 10
Mauricio Morales Movilizaciones y cortes de carretera en Puno, Perú.
New York University. CONICET-Argentina.
29 mar 2023 09:00

(Este texto constituye un fragmento del prólogo al libro Bios precario. Cultura y precariedad en Latinoamérica, de Martin De Mauro Rucovsky, publicado recientemente por Oveja Roja. Agradecemos a los autores y a la editorial que lo compartan con El Rumor de las Multitudes).

Más que un significado estable, precariedad conjuga una constelación móvil de conceptos y de intervenciones, trazando nuevos anudamientos entre pensamiento y acción. En América Latina, el adjetivo precario es inseparable de las luchas en torno al trabajo, en el contexto de intensificación de la razón neoliberal y sus políticas: trabajo precario y precarización laboral funcionan como fórmulas que se instalaron en el vocabulario público al menos desde los 1980s, cuando el desmantelamiento de las estructuras de protección y derechos laborales comenzó su tarea erosiva, llegando hasta el paroxismo en el que nos encontramos hoy. Por otro lado, “precariedad” también empezó a resonar con la experiencia de cuerpos y subjetividades que descubrían nuevas formas de exposición, de intemperie, de abandono, y que le ponen rostros, narrativas y mundos a eso que llamamos “vida precaria.” Quizá un poco más recientemente, “precariedad” se anuda a debates sobre ecología y medio ambiente, donde los mecanismos de extracción intensificada ponen en peligro la reproducción misma de la vida: la vida se precariza en su supervivencia biológica y ecológica. Y recuperando esta insistencia múltiple, la figura del “precariado” empieza trazar posiciones de subjetivación colectiva, allí donde se clarifican no solamente las consecuencias y las lógicas —sin duda múltiples— de la neoliberalización de lo social sino también su impacto en el surgimiento de los nuevos fascismos. Precariedad, así, imanta, atrae, anuda, cruza vocabularios, zonas de indagación y de intervención, modulaciones de viejas y nuevas urgencias: se vuelve fórmula insistente para una sensibilidad política e histórica modelando no sólo nuestras experiencias sino también el terreno y la naturaleza de nuestras acciones y nuestras luchas.

La potencia de lo precario radica en su capacidad para trazar resonancias entre universos heterogéneos, para reunir zonas de experiencia y de acción política que a primera vista parecen lejanas: 'imágenes de un común a construir'

Bios precario. Cultura y precariedad en Latinoamérica de Martin De Mauro Rucovsky le sigue el rastro a estos itinerarios y los piensa para que dejen ver su mapa común y su inminencia histórica. De Mauro Rucovsky insiste en la transversalidad de lo precario: el hecho de que la potencia de lo precario radica en su capacidad para desclasificar previos ordenamientos, para trazar resonancias entre universos heterogéneos, para reunir o al menos compaginar zonas de experiencia y de acción política que a primera vista parecen lejanas: imágenes de un común a construir. ¿Qué hay, por caso, en común entre las figuraciones del trabajo neoliberal, su régimen de extenuación subjetivo y las resonancias post-antropocéntricas donde el umbral de cuerpos en el límite de lo humano se enlaza a la “vida precaria”? Como se demuestra en este “bios precario”, mucho: justamente allí donde el fordismo se desfonda en sus presupuestos de extracción sobre lo viviente, la dimension post-antropocéntrica y biopolítica adquiere una nueva relevancia; “precariedad” nos permite nombrar eso. Al hacerlo, hace visibles itinerarios que son también un sedimento de discusiones y un mapa de preguntas inmediatas. Precariedad, entonces, ilumina un suelo en el que luchas y demandas singulares, heterogéneas, parecen encontrar un diagrama común.

Bios precario condensa dos movimientos claves para nuestra reflexión en presente. Por un lado, articula recorridos en torno a lo precario exhibiendo sus zonas compartidas; por otro, empuja zonas un poco cristalizadas del pensamiento biopolítico y las sacude de su fijación en ciertos automatismos en torno a la “potencia”, los “devenires” o la “comunidad que viene”. De Mauro Rucovsky encuentra un cierto vértice entre zonas del pensamiento —sobre todo en el trabajo de Judith Butler y Roberto Esposito— pero también en experiencias históricas y figuraciones culturales que aquí adquieren una centralidad clave. Ese vértice condensa una línea de trabajo principal que se juega, creo, en torno a una premisa: la reflexión sobre la condición precaria implica una pregunta por la noción de vida. Dado que en el cruce entre la reflexión sobre la condición precaria y los recorridos del pensamiento biopolítico, lo que emerge es un bios que no puede reducirse a su matriz biologicista y médica —que fueron el impulso principal de la crítica foucaultiana—, afincada en una idea un poco rígida de cuerpo como organismo, y siempre atravesada por una concepción de impulso vital desde donde se juegan muchas concepciones de lo viviente, desde el “error” en el mismo Foucault hasta el devenir deleuzeano, pasando por la sombría “beatitud” de Agamben. Bajo la luz de lo precario, ese bios responde al impulso vital pero bajo el signo de la relación, de la interdependencia y de la vulnerabilidad que nos “saca” de lo propio, que desafía los contornos del organismo, que destraba las demarcaciones de la individuación. Un bios que emerge en el tejido de dependencias recíprocas, en su afirmación y en su amenaza, en ese umbral siempre incierto en el que se vislumbra la posibilidad de lo común: una vida cuya persistencia no está garantizada, frecuentemente amenazada, y que precisamente en ese temblor se afirma en su relación con otros vivientes. Creo que esta es una contribución fundamental para pensar la pregunta por la vida allí donde, frecuentemente inseparable de activismos y pensamiento feminista, el horizonte de lo político se anuda en torno al cuidado radical, a las éticas y políticas del cuidar, tan vertiginosamente puestas en el centro de las apuestas por la pandemia de COVID-19. El libro de De Mauro Rucovsky nos permite avanzar en esa conversación allí donde nos ofrece una conceptualización sobre lo viviente que ya no responde solamente a esa potencia afirmativa “pura” que suele leerse en alguna herencia del pensamiento postestrucural, sino un viviente más cercano a las reflexiones desde los feminismos, desde la disputa por el antropoceno o capitaliceno, desde los ecologismos: un viviente que se afirma allí donde su existencia misma está bajo amenaza. Quizá esa sea una lección a la vez histórica y conceptual que llega, una vez más, desde América Latina.

'Bios precario' sigue las huellas de lo precario allí donde se abre su promesa de un nuevo común. En esos itinerarios arma una secuencia de materiales entre literatura, cine, ensayo y performance

Ahora bien, este paso que da Bios precario, que empuja hacia el presente y hacia el futuro intervenciones ya clásicas, se consigue por una vía que el libro de De Mauro Rucovsky subraya sistemáticamente: la de una cierta continuidad entre materiales filosóficos y materiales culturales. El libro, en este sentido, se compromete con una experimentación sobre las formas y las herramientas disciplinarias y sus potencias y limitaciones, las confronta y las hace convivir. El libro trabaja con repertorios amplios de producciones culturales recientes, desde crónicas del trabajo precario de Laura Meradi hasta los mataderos de la ficción de Ana Paula Maia, pasando por films como La noche, de Edgardo Castro, y La mujer de los perros, de Laura Citarella y Verónica Llinás, entre otros. De Mauro Rucovsky pone estos materiales junto a los debates filosóficos y las conjugaciones de la “teoría”, en una contigüidad nueva: no ilustraciones o ejemplificaciones de debates que tienen lugar en sede filosófica, sino terrenos donde la escucha de lo social y su resolución formal se vuelven modos de saber. Las prácticas culturales se vuelven aquí interlocutoras centrales en el debate sobre precariedad: “un movimiento oblicuo” —escribe De Mauro Rucovsky— “que asigna igual importancia a las texturas temáticas y los procedimientos formales de los materiales pero que se atiene también a los gestos minoritarios, las atmósferas y las imágenes”. Esa operación es lo que De Mauro Rucovsky identifica como crítica: “un gesto profanatorio en el uso de los discursos”, en el que “no se puede reconocer una prioridad original, ni filosófica ni literaria” (Bios precario. Cultura y precariedad en Latinoamérica, p.12).

Este “gesto profanatorio” es más que necesario en contextos donde mucho de la crítica cultural, literaria o estética parece estabilizada en ciertos vocabularios y repertorios, y en la urgencia por reinventar su lugar y sus públicos. Y necesario, a su vez, allí donde la reflexión filosófica frecuentemente queda capturada en ciertos modelos de reproducción disciplinaria. Dado que esta crítica anfibia no pasa por lo “interdisciplinar”; apuesta por un nuevo territorio, un nuevo mapeo de nuestras prácticas de saber, en la que las formas de la cultura se vuelven, fundamentalmente, herramientas para operar en el mundo, más que terminales de sentidos históricos y/o subjetivos.

Bios precario está hecho de planos que siguen las huellas de lo precario allí donde se abre su promesa de un nuevo común. En esos itinerarios arma una secuencia de materiales, entre literatura, cine, ensayo y performance: sea el trabajo remodelado en su precarización, o el cuerpo femenino en su encuentro con la violencia, o el umbral del cuerpo precario entre humano/animal, lo que el libro organiza son secuencias en los que el cruce o anudamiento entre “vida” y “precariedad” ilumina el arco de una sensibilidad. Es ese plano de lo sensible lo que el libro trabaja en yuxtaposición con el plano conceptual. En ello lleva adelante lo que quizá sea la tarea fundamental de la crítica hoy: trabajar sobre y desde ese repertorio sensible sobre el que el pensamiento opera; señalar los signos, en el sentido deleuzeano de irrupción, que vehiculizan un acontecimiento, un desplazamiento, un sismo de los cuerpos. Describir las formas para hacer visible eso, para que suba a la superficie, desde la cultura y la escucha próxima de lo social. Marcar su inextricable relación con la filosofía, con el concepto. Pensar, pues, en el cuerpo: en sus afectos, sus atmósferas, sus texturas, dado que allí es donde se juega, en gran medida, lo que la política hace con nosotrxs, pero sobre todo, lo que nosotrxs podemos hacer con la política. En ese territorio es donde nos sitúa Bios precario: en la crítica como saber de lo precario, en el momento en que las apuestas históricas suben dramáticamente los tonos y las urgencias de nuestras preguntas y de nuestras intervenciones.

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