Ecofeminismo
La guerra sigue para las defensoras de la naturaleza en Colombia
Colombia está en los noticiarios internacionales por las elecciones. Cambios en la presidencia, instituciones, buenas palabras. En Europa, la gente de la calle casi no conoce los nombres del saliente Santos, o del nuevo presidente uribista, Iván Duque, y su opositor en la segunda vuelta, Petro. Y eso que estos días, al calor electoral, algo sale en la prensa.

Pero hay muchos otros nombres en Colombia que merecen ser recordados. Hace dos meses, se otorgaba el premio Goldman a la defensora de derechos humanos Francia Elena Márquez. Estos premios, conocidos como “Los Nobel del medio ambiente”, se otorgan cada año, coincidiendo con el Día de la Tierra, a personas que destacan por su labor de defensa de la naturaleza. La afrocolombiana Francia E. Márquez se lo ha ganado por la labor que ha venido desempeñando a lo largo de varios años, por poner su vida en juego para preservar el territorio y frenar la desmedida actividad minera. Denuncia que la minería se caracteriza por el uso de mercurio y cianuro, que contaminan los ríos y sus afluentes, afectando gravemente el ecosistema de la región colombiana de Cauca, al suroeste del país. Es este uno de los departamentos y municipios más afectados por el conflicto armado, a pesar de haber firmado los acuerdos de negociación para la construcción de paz estable y duradera, entre el Estado Colombiano y las Farc.
Las transnacionales mineras amenazan la vida
En casi todos los departamentos de Colombia, cientos, quizás miles de familias viven en zonas rurales y su único medio de supervivencia es la pesca artesanal y el cultivo de alimentos de pan coger (de subsistencia:maíz, plátano y yuca). Sin embargo, esta actividad que se ha realizado de generación en generación, se ha visto afectada por los intereses y la disputa histórica por el territorio. La llegada de las transnacionales, especialmente de las extractivistas de recursos mineros y energéticos, ha incrementado los riesgos no solo para las familias, si no para los líderes sociales y los defensores de derechos humanos. Francia Elena Márquez, por ejemplo, tuvo que abandonar su pueblo de origen en el año 2014, debido a su denuncia de la minería. ¿Cómo va a enfrentar el nuevo gobierno el poder de las transnacionales?
La llegada de las transnacionales se vincula, en los últimos dos años, a un aumento sustancial de los homicidios selectivos y sistemáticos de las lideresas y los líderes sociales y de defensores de los derechos humanos en Colombia. Estos líderes y defensores han venido realizando procesos de resistencia por permanecer en el territorio en que nacieron o en el que han cimentado sus historias de vida en torno a sus familias y la comunidad.
Los violentos le apuestan a condenar al país a la guerra, y sumen Colombia en el miedo, en el odio y la falta de oportunidades. Son quienes han cometido una serie de actos atroces, con el único objetivo de sabotear la respectiva implementación y los pertinentes avances de los acuerdos de paz. A la fecha no se tiene precisión del número de homicidios ocurridos en este primer semestre del 2018. Algunos informes hablan de más de cincuenta y siete; otros, de sesenta y tres. ¿Cuál es la cifra exacta de homicidios perpetrados? No se tiene la respuesta concreta, pero son demasiados. Lo cierto es que sus nombres, Hector Janen Latin, María Magdalena Cruz, Belisario Benavides Ortiz, María del Carmen Moreno, Luis Alberto Torres Montoya, Hugo Albeiro George, Iber Angulo Zamora, que sigue “desaparecido” … casi nadie los conoce, y mucho menos fuera de Colombia. Se caracterizaron por ser personas que trabajaban por preservar el medio ambiente en sus comunidades, oponiéndose a los macroproyectos. Sus rostros valientes y su incansable labor en pro de la defensa de los derechos humanos, nos han sido arrebatados. Los rostros que deberían conocerse también en Europa.
Un Estado cómplice: la impunidad
Las autoridades competentes, especialmente la Fiscalía, no realizan de manera eficaz y ágil las investigaciones que conlleven a la captura de los responsables de estos deplorables hechos, con lo cual se puede afirmar que más de un ochenta por ciento de los casos actualmente se encuentran en total impunidad. Mientras se escriben estas líneas, mientras se leen, un líder o lideresa, un defensor o defensora de derechos humanos está siendo asesinado o está en alto riesgo en Colombia. El Estado se mantiene incapaz de efectuar una política pública contundente y eficaz, que permita preservar la vida e integridad física de esta vulnerable franja de la población. La reforma judicial, para acabar con la impunidad, es una tarea pendiente para la nueva presidencia.
Se necesitan con urgencia verdaderas garantías estatales de que no volverán a ocurrir amenazas, asesinatos. Para no privar a la sociedad en general de compartir, reír y aprender de las personas que dan verdadero ejemplo: Erlendy Cuero Bravo, defensora que por culpa de las balas ha perdido a tres seres queridos (su padres y dos hermanos) en los últimos dos años y, sin embargo, actualmente ella lidera el trabajo que segó la vida de sus familiares, y quien ha sido revictimizada en diferentes oportunidades y por diferentes sectores armados.
Se busca realmente la capacidad de tejer los lazos de una verdadera convivencia y reconciliación. Queremos caminar por calles y senderos donde se pueda respirar un aire limpio, cálido y liviano, que inunde de manera tan profunda la esencia del ser, que no permita lastimar al otro o la otra. Pretendemos tener la capacidad de reconocer en los ojos y en la sonrisa del similar la belleza de la vida, que la tibieza de la piel no tenga que soportar los horrores de la guerra. Que se permita disfrutar el susurro de los ríos y la montaña.
Se necesitan con urgencia más reconocimientos y menos señalamientos, Por ello, la gran sonrisa de Francia al recibir tan honorable reconocimiento a tan sublime labor nos reconfortaba, y es esa misma sonrisa la que se capta frente a los gigantes defensores y defensoras de derechos humanos que han hecho aportes , contagiando de alegría y esperanza de pensarse en un país y en un mundo diferente. Aportaciones mucho más grandes que ganar una presidencia. Esto son los retos para el próximo gobierno de Iván Duque: una paz basada en la justicia y la defensa de la vida y el territorio. Reconocer la defensa de los derechos humanos. Ponerse a la altura de estos hombres y mujeres de corazones gigantes.
Por Erika Gómez Ardila
Defensora de DDHH del CPDH
Dedicado a los más de trescientos cinco líderes y lideresas, defensores y defensoras de derechos humanos vilmente silenciados, asesinados, pero no olvidados, a los gigantes que nos han sido arrebatados. De igual manera, a aquellos hombres y mujeres que decidieron dejar las armas por construir un nuevo país y quienes también les cegaron su existencia en pleno proceso de reincorporación a nuevos caminos.
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