Crisis climática
Movilizaciones estudiantiles por el clima: 15M Climático
Decenas de miles de voces en toda España, la mayoría muy jóvenes, gritaron a coro "No hay planeta B" el pasado 15 de marzo. La huelga internacional por el clima, el llamado "15M climático", se convirtió en un día histórico para el ecologismo, protagonizado por la última generación capaz de cambiar el rumbo y de poner fin a este sistema ecocida. Una crónica para Saltamontes, de la mano de Laura Laguna, activista en La Ecoaldea UCM y la Red Ecofeminista.

Decenas de miles de voces en toda España, la mayoría muy jóvenes, gritaron a coro "No hay planeta B" el pasado 15 de marzo. La huelga internacional por el clima, el llamado "15M climático", se convirtió en un día histórico para el ecologismo, protagonizado por la última generación capaz de cambiar el rumbo, de poner fin a este sistema ecocida que les hace temer por su futuro. En Madrid unxs 9.000 jóvenes marcharon desde la Plaza del Sol hasta el Congreso de los Diputados, poniendo en la agenda pública la necesidad de actuar frente a la gravedad de las consecuencias del cambio climático y llamando a los gobiernos a salir de su estado de letargo. Lo que se vivió en todo el mundo fue un auténtico despertar.
Un relato necesario: Greta Thumberg
El origen de las movilizaciones estudiantiles por el clima está en Greta Thunberg, la chica sueca de dieciséis años que, con su franqueza y seriedad, ha sido capaz de sacudir las conciencias de tantas personas. Greta decidió comenzar a hacer huelga todos los viernes porque, como ella misma dice, ¿de qué sirve estudiar si no hay futuro? Esto rápidamente tomó la forma de un movimiento social internacional en expansión, con un fuerte sentimiento de identidad recogido en el nombre Youth For Climate (en España Juventud Por el Clima), bajo la campaña Fridays For Future. En la charla Ted que dio en Estocolmo, Greta explica con una lucidez conmovedora que cuando con 8 años supo de la gravedad del cambio climático, esperaba que en los periódicos, en la televisión, en la radio, no se hablase de otra cosa pero, desde luego, este no era el caso.
La inacción de los gobiernos y la falta de concienciación de las sociedades, especialmente de las pertenecientes al Norte global, nos han llevado a la situación de emergencia climática actual, en la que la acción del ser humano provoca la extinción de 150 especies cada día y nos adentra en la sexta gran extinción. "Que no, que no, que no nos queda tiempo" gritaban lxs jóvenes en las manifestaciones que se convocaron en 60 ciudades del estado español.
Durante más de cuatro décadas científicxs y ecologistas han avisado de múltiples maneras de las consecuencias de nuestro modelo industrializado, pero el tecno-optimismo ha sido acogido en el seno de la sociedad con una inusitada ingenuidad. Los polos se derriten, sí, pero la tecnología nos salvará. Nuestro planeta no puede seguir soportando nuestras actividades extractivistas, pero podemos colonizar otro. Resulta irónico que ante una actitud tan infantil, alentada por los negacionistas más influyentes como el presidente Donald Trump, hayan sido las generaciones más jóvenes las encargadas de aportar madurez al asunto. Greta dice que ya no es momento para la esperanza de los discursos optimistas; a estas alturas solo cabe la acción.
Green New Deal: la moderación de las políticas públicas frente al inminente colapso
Los partidos políticos de nuestro país están inmersos en el juego de la campaña electoral que condiciona su discurso, moderándolo respecto a las políticas medioambientales. ¿Es suficiente seguir girando en torno al concepto de "desarrollo sostenible"? ¿Es justo tecnologizar las soluciones, sabiendo que el acceso a la tecnología tiene un fuerte componente de clase? ¿La organización territorial responde a intereses ecosociales o económicos? ¿Podemos pedir al mundo rural que sea resiliente mientras el modelo de ciudad sigue imponiéndose? ¿Es posible atacar a la raíz de los problemas ahondando en los hábitos de consumo de la población sin repensar los modelos de producción?
Algunos ciclos naturales ya se han modificado de manera profunda y el resto va por el mismo camino. Las acciones requeridas para solventar estas problemáticas deben ser ambiciosas y de carácter global. Las medidas que, sin embargo, propone El Green New Deal tienen un trasfondo demasiado moderado para estar a la altura de los retos de nuestro siglo. Marcos Rivero analiza esta cuestión desde una perspectiva radical, proponiendo un enfoque ecosocial más cercano al pensamiento de Jorge Riechmann, quien afirma que "para hacer frente al calentamiento global necesitamos salir a toda prisa del capitalismo salvaje en el que hoy nos movemos." En este aspecto, es mucho lo que los movimientos sociales pueden aportar, puesto que sin la constricción de lo "políticamente posible", son capaces de realizar críticas profundas y propuestas radicales.
En este marco de falta de respuesta política, surgió Extinction Rebellion, un movimiento que llama a la desobediencia civil no violenta para visibilizar sus tres demandas: verdad, acción y democracia. No es de sorprender que en las movilizaciones estudiantiles por el clima se haya oído el lema "Extinción o rebelión", que manifiesta la existencia de dos únicas opciones.
Ecofeminismo: el punto de intersección de las luchas ecosociales
Tras la huelga del 8M, ya nadie puede negar que el feminismo ha cruzado los límites del pensamiento crítico minoritario para pasar a formar parte del ideario colectivo. Es la teoría feminista interseccional la que puso de relieve cómo los distintos sistemas de opresión/dominación operan conjuntamente, de manera que la vulnerabilidad de una persona depende de factores como el sexo, el género, la etnia, la clase, la diversidad sexual o funcional. Podría parecer que las demandas de lxs movimientos estudiantiles por el clima no se vinculan con el resto demandas sociales, pero lo cierto es que el ecofeminismo arroja mucha luz en este sentido. Alicia Puleo y Angélica Velasco, señalan que todos los sistemas de opresión actúan bajo la misma lógica, "la lógica de la dominación" y es por esto que necesitamos una mirada holística para combatirlos.
El medioambiente es una cuestión feminista por diversos motivos, entre los que destaca la mayor vulnerabilidad de las mujeres ante los efectos del cambio climático tanto por factores biológicos (composición corporal, sistema endocrino) como sociales (división sexual del trabajo, feminización de la pobreza). Pero las mujeres no son solo las principales víctimas del cambio climático, también han sido históricamente las que más lo han combatido. Ecologismo y feminismo poseen un verdadero carácter emancipador con potencial para retroalimentarse.
La juventud, la misma que se está movilizando para defender la naturaleza, es también la generación que ha incorporado el feminismo en su cotidianeidad. ¿Es posible que avancemos de un 8M y un 15M separados en compartimentos estancos a una revolución ecosocial que ponga en el centro la vida como demanda común? La defensa de la vida es precisamente el punto de convergencia entre todas las demandas ecosociales. Como dice Yayo Herrero "debemos construir sociedades que pongan la vida en el centro, que sitúen el mantenimiento de vidas que merecen la pena ser vividas como objetivo central de la economía y de la política."
El futuro de las movilizaciones estudiantiles por el clima requiere aún cierta planificación estratégica, junto al establecimiento de alianzas con organizaciones, grupos de investigación, pensadorxs y diversos colectivos, pero parece que, indefectiblemente, deberá ir ligado a un enfoque ecofeminista, capaz de generar políticas radicales y calar en la opinión pública. Asimismo, mientras las vías institucionales sigan siendo insuficientes, la sociedad civil tiene la obligación de organizarse, de recuperar la inteligencia colectiva a través de relaciones comunitarias basadas en el respeto a la vida y la justicia social.
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