Leticia Pérez: “Las ONG grandes son meros figurantes”

Entrevista a Leticia Pérez, integrante de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio de Andalucía.

Leticia Pérez Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio en Andalucía
Leticia Pérez, impulsora de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio en Andalucía. Imagen: Andrea Garbé
24 ene 2017 05:20

Desde Sevilla ha viajado a Lesbos, Atenas o Serbia. Leticia Pérez, impulsora de la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio en Andalucía, habla con impotencia de una mujer con un bebé que estaba muy grave. “Insistí al miembro de la ONG que gestionaba la llegada de los refugiados que había que atender a ese bebé”. Su respuesta: tenía que guardar la cola. “Las ONG grandes son meros figurantes. Cuando estuve en Serbia, como se supone que la ayuda es ilegal, no se metían en nada, si no hubieran estado las pequeñas organizaciones, la gente hubiera muerto de frío y hambre”.

¿Cómo surge esta experiencia?
Cuando empezó la crisis de los refugiados, veía que aparecía de soslayo en las noticias. Sabía que había una guerra, pero poco más. Me preguntaba, ¿qué está pasando? Nadie contaba nada… hasta que pasó lo de Aylan. Y a partir de ahí algo dentro de mí se movió, como en el 15M. Y un domingo por la noche montamos una página de Facebook. No sabía qué poner, puse un correo y una frase de Galeano: “Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. ¡Al día siguiente había mil personas siguiendo la página! Todo el mundo quería hacer algo. Montamos una reunión, vino un montón de gente, empezamos a organizarnos y, en septiembre de 2015, creamos la asociación.

¿Y desde entonces?
Desde que empezó la asociación tenemos un intercambio cultural árabe-español semanal y hacemos acciones de sensibilización para romper el silencio mediático ante tanta barbarie. Empezamos haciendo envíos de ayuda humanitaria a la frontera de Siria con Turquía y a Grecia, pero ahora preferimos ir directamente a los lugares con el proyecto #SiguiendoTusHuellas, apoyando a personas refugiadas desde que ponen los pies en Europa hasta que llegan a su destino, especialmente a menores no acompañados. Empezamos yendo a Lesbos algunas voluntarias, todas mujeres. Las mujeres llevamos el motor de muchas cosas, lo que pasa es que somos invisibles. Luego he ido a otros lugares como Atenas o Serbia, donde hay muchas personas intentando cruzar las fronteras y son completamente olvidadas.

“Hay más muros que nunca en toda Europa que están enriqueciendo a muchísimas empresas”

Y en tu primer viaje a Lesbos…
Lesbos me cambió la vida. No sabía qué me iba a encontrar porque, por mucho que te cuenten, hasta que no vas allí no te das cuenta realmente de lo que se vive, que es la humanidad y deshumanización a la vez en estado puro. En ese momento, a principios de 2016, antes de que se cerrara la frontera con Turquía, solo había equipos de rescate y voluntarios independientes. Nosotras hacíamos turnos de 22 horas acogiendo en la orilla a la gente. Venían 50 personas en un bote, a cualquier hora de la madrugada o del día, les quitábamos la ropa mojada, que los pies y la cabeza estuvieran calientes, porque estamos hablando de temperaturas muy frías en pleno invierno. Lo primero que hacía la gente era darnos a los niños y buscarse unos a otros. Los más pequeños venían en estado de shock. No te miraban, no lloraban, nada.

Zoido responsabiliza a las organizaciones de las muertes en el Mediterráneo.
Las leyes de extranjería son las que están favoreciendo a las mafias, que no son solo “un grupo de personas en la sombra”. Esas mafias pagan a las policías de todos los países, que torturan a estas personas de manera intencionada, no solo para que no crucen la frontera, sino para hacer una política de terror y de miedo. Y, justamente, nosotros lo que hacemos es la labor que deberían hacer los Estados: apoyar a estas personas.

Lo que deberían hacer es abrir fronteras seguras. Estas personas van a venir de todas maneras, porque su situación es insostenible. Pero hay más muros que nunca en toda Europa que están enriqueciendo a muchísimas empresas. Hacemos el seguimiento de menores que cruzan la frontera y, por ejemplo, en Hungría son detenidos en campos, les quitan todas sus pertenencias, los meten en contenedores de agua helada, los pisan, les hacen fotos, se ríen de ellos, y la UE paga dinero por hacer esa labor. Todo eso es invisible.

He estado con muchos niños que me dicen: “Daría un minuto por volver a abrazar a mi madre”. ¡Son niños! ¡Niños que quieren estar con su madre! ¿Y tú crees que esos niños quieren realmente dejar su casa? Intentan salvar su vida, porque con esa edad son carne de cañón. Quieren tener una vida… [se detiene buscando un adjetivo], ¡una vida, simplemente vivir!

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