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Opinión
Javier Milei y el “leninismo de derecha”

El proyecto político de Javier Milei introdujo una novedad en la dinámica de la política argentina. Luego de más de una década de una sociedad de bloqueos mutuos y de hegemonía imposible, postuló una propuesta que no busca la construcción de una mayoría social y política, sino la consolidación de una minoría de fanáticos convencidos con los que pretende avanzar en el camino de su distopía mesiánica.
A su manera, como se ha dicho de otras experiencias de estas características, expresa una especie de “leninismo de derecha”: cree que debe consolidar una vanguardia dura y avanzar sin dilaciones hacia su objetivo sobre las ruinas de un régimen político estallado. A diferencia del leninismo original que tenía un proyecto universalista de futuro y consideraba a la vanguardia como un camino hacia la política de masas, los ultraderechistas se creen una fracción iluminada con el deber de promover un gran salto hacia atrás.
Milei aceleró los tiempos en un sistema político que venía acostumbrado a una “guerra de posiciones” impotente en la que las principales coaliciones tenían la capacidad para bloquear el proyecto político del otro, pero carecían de la fuerza suficiente para imponer de manera permanente los propios.
La dinámica mostraba un desplazamiento constante hacia el “extremo centro” con matices: del “gradualismo” de la derecha tradicional de Mauricio Macri (2015-2019) al desgobierno del peronismo moderado de Alberto Fernández (2019-2023).
La parálisis era formal porque en el mientras tanto se sostenía un régimen monitoreado por el FMI que imponía condiciones que derivaron en una alta inflación y una crisis crónica. Junto con la pandemia, la crisis infinita agobió y abrumó a la sociedad, y se generaron las condiciones para la emergencia de Milei. El “empate” argentino no significaba estancamiento y un estar siempre en el mismo lugar, sino una lenta agonía que conducía hacia la profundización de la decadencia nacional.
Frente a varias administraciones que hacían un ajuste de hecho, aunque determinadas fuerzas (como el panperonismo del Frente de Todos) lo llevaran adelante culposamente y en nombre del “no ajuste”, Milei propuso hacer el “último ajuste que va a terminar con todos los ajustes” (como aquella vieja promesa de la última guerra que iba a terminar con todas las guerras). La tolerancia social a un recorte inédito en el terreno fiscal y una brusca licuación de los ingresos de gran parte de la población se explican, en parte, por ese rechazo a todo lo anterior.
Argentina
Extrema derecha La motosierra de Milei se ceba con los hospitales públicos y las personas con discapacidad
Para el escándalo de Ernesto Laclau, Milei se apropió de la “técnica” del populismo, produjo un significante vacío (“casta versus pueblo”) y asumió el mandato de terminar con la inflación. Combinó su propuesta de un nuevo orden basado en una dictadura del mercado con una “batalla cultural” que contiene los más diversos componentes reaccionarios: contra el feminismo y la diversidad; contra quienes defienden el medio ambiente; contra quienes luchan por los derechos humanos; contra la prensa libre y contra toda forma de organización o acción colectiva en la que percibe a la hidra del comunismo.
Sin embargo, luego de un año y medio de administración, Milei enfrenta el desafío más importante que no es meramente electoral (este año tienen lugar las elecciones legislativas de medio término), sino político y social: demostrar en los hechos que verdaderamente domó a la Argentina contenciosa. Para recibirse de “Margaret Thatcher” —que es su verdadero sueño húmedo— aún tiene que imponer sus triunfos estratégicos verdaderamente disciplinadores como fueron la batalla contra los mineros en la Gran Bretaña de los años 80 o, incluso, la infamia de la guerra en las Islas Malvinas.
Carrera de velocidades
La precaria arquitectura financiera con dólares prestados le permitió hasta ahora contener la inflación (sosteniendo un dólar artificialmente planchado), pero ya hay bancos de inversión muy importantes como el JP Morgan que aconsejó “tomarse un respiro” del carry trade argentino hasta que la cosa se aclare y el Morgan Stanley que se negó a mejorar la calificación del país en sus índices de confianza financiera. El carry trade es la bicicleta financiera a través de la cual ingresan dólares al país, se valorizan en la moneda local y luego se trasladan nuevamente a dólares cuando se puede acercar algún tembladeral económico financiero. El problema estructural es que la economía del país no genera divisas “genuinas” para sostener el esquema actual.
Se equivocan tanto los que pronosticaron (y pronostican) la “caída inminente” del mileísmo como quienes consideran que ya consolidó su proyecto para un periodo largo de hegemonía libertariana
En las elecciones adelantadas que tuvieron lugar hasta ahora en distintas provincias, los resultados de los candidatos del gobierno nacional fueron entre módicos y malos. Que a los libertarianos no les importe porque creen que les alcanza con una minoría no quiere decir que no sea relevante el hecho de que efectivamente son una minoría. Además, el dato más destacado de casi la totalidad de los comicios celebrados hasta ahora fue el alto ausentismo del electorado que llegó a cifras verdaderamente históricas desde el fin de la dictadura militar en 1983. Una posibilidad de lectura de este desapego de la ciudadanía es que la crisis de representación que en 2023 se expresó a través del voto a un extraño outsider que hablaba contra la vieja casta, haya seguido su curso y ahora se manifieste a través de la abstención electoral y que Milei comience a ser visto como parte del problema y no como la solución.
Pasadas las expectativas puestas en los primeros tiempos de gestión, comenzó a emerger la “vieja argentina” y su tradición contenciosa en las calles. En el nivel político, los gobernadores de todas las provincias que venían siendo muy dóciles frente a Milei se unieron para hacer un reclamo sobre los fondos de coparticipación y en la esfera sindical, algunos gremios importantes comienzan a diferenciarse de la actitud pasiva y colaboracionista de la dirección de la central obrera (CGT) durante todo este tiempo.
El encarcelamiento y la proscripción de la principal líder de la oposición (Cristina Kirchner), contrariamente a lo que se piensa, es un signo de debilidad y no de fortaleza. La deriva cada vez más autoritaria demuestra que el gobierno se siente frágil en el consenso y apela a la coerción y la represión.
Argentina
Myriam Bregman “Hoy proscriben a Cristina Fernández, mañana pueden proscribir a la izquierda”
En una sociedad partida, con un proceso de “peruanización” que avanzó, pero está lejos de haber cambiado de raíz tanto la estructura como la tradición político cultural del país, el Gobierno tuvo el mérito de lograr un apoyo de sectores populares para un programa neoliberal radical. Sin embargo, en esa propia base anidan contradicciones insalvables (muchos de sus votantes respaldan la educación o la salud pública que Milei repudia), mientras tanto la “vieja Argentina” se muestra vital con la extensión de la conflictividad a lo largo y a lo ancho del país: desde los médicos, médicas y enfermeros del emblemático hospital Garrahan (que atiende enfermedades complejas de las infancias de todo el país) hasta los obreros del Astilleros Río Santiago en la provincia de Buenos Aires; desde los despedidos en fábricas de la industria de la alimentación como Georgalos hasta la docencia de las universidades nacionales o los jubilados y jubiladas que se manifiestan todos los miércoles frente al Congreso Nacional.
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Argentina Balas de goma contra jubilados e hinchas
Milei logró que una fracción considerable de la sociedad girase decisivamente hacia la derecha, pero no pudo aún con la segunda tarea de su aventura populista: reestructurar la sociedad y la economía a su imagen y semejanza.
Asistimos a una carrera de velocidades abierta y se equivocan tanto los que pronosticaron (y pronostican) la “caída inminente” del mileísmo como quienes consideran que ya consolidó su proyecto para un periodo largo de hegemonía libertariana. En un país tan impredecible y complejo como la Argentina y en el contexto de un mundo también inestable y explosivo es demasiado pronto para tremendas certezas.