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Hemeroteca Diagonal
Lugansk, entre el hambre y los traumas de la guerra

La central térmica de Schshastie recibe carbón de Lugansk, y Lugansk recibe electricidad de la central. Hasta la reanudación de los combates a mediados de enero, a los comercios de esta ciudad llegaban alimentos del otro lado del frente, y aunque eso daba cierta apariencia de normalidad, la situación humanitaria sigue siendo preocupante: faltan alimentos.
Emilie es la responsable de Médicos Sin Fronteras en Lugansk. Nos cuenta que están aquí desde el principio del conflicto y a ambos lados del frente, lo que les permite comprar medicamentos en el otro lado y traerlos aquí. En el otro lado trabajan con equipos de psicólogos para atender a los afectados por la guerra, y en otros lugares donde se encuentra la población más vulnerable, como orfanatos. Trabajan siempre dentro de las estructuras del Ministerio de Salud de Lugansk, e intentan llegar allá donde no llega el Estado, que es un espacio muy amplio. En Lugansk cuentan con tres médicos y cuatro psicólogos extranjeros, además de otros titulados locales y 22 personas que trabajan en la oficina de la organización.
Las necesidades inmediatas que hay que cubrir están relacionadas con los traumas físicos y psicológicos de la guerra y el déficit de infraestructuras y medicamentos, que afecta principalmente a los sectores más vulnerables: ancianos, niños y gente con enfermedades crónicas, cuyos tratamientos se han visto interrumpidos por el bloqueo. Dicen no haberse encontrado con casos de desnutrición, aunque no descartan que los haya. Los pensionistas no cobran desde mayo: Kiev no paga las pensiones, y la república independiente solo lo hizo en diciembre. Una red de comedores sociales trata de aliviar a los más necesitados, pero la impresión es que la ayuda humanitaria que envía oficialmente Rusia no es suficiente. Corren rumores sobre su malversación. Por la ciudad circula el dinero libremente, nuevos comercios abren y se cambian divisas en muchos rincones. El Gobierno recoge impuestos, pero se critica su incapacidad para solucionar los problemas básicos. Muchos echan de menos un sistema de racionamiento, alejado del lucro.
Baja popularidad de Plotnitsky
La oficina de ayuda humanitaria del Gobierno de Lugansk trata de optimizar los recursos y se queja de la falta de voluntarios, achacable a la escasa popularidad de Igor Plotnitsky, presidente de la autoproclamada República Popular de Lugansk, incluso entre aquellas personas partidarias de una república popular. El asesinato del comandante de las milicias Batman y de algunos cosacos opositores mantienen el ambiente cargado en el Gobierno y fuera de él. Plotnitsky no goza de un discurso o una biografía populares, como la de su homólogo de Donetsk, Zajarchenko, recientemente herido en la bolsa de Debaltsevo. Conforme nos acercamos al frente encontramos comandantes populares que se distancian abiertamente de Plotnitsky, como Dremov y Mozgovoy, que mantienen el sistema de milicias, aunque peleen bajo el mando unificado del Ejército de la República. Se muestran más eficaces a la hora de restablecer las condiciones de vida y de movilizar voluntarios.
Una semana antes de la tregua, que entró en vigor el 15 de febrero, Lugansk comenzó a recibir fuego esporádico de la artillería ucraniana, que sigue conservando las posiciones de Scshastie y Stanitsa Luganskaya, a unos 15 km de la capital. Tres personas murieron, y aunque los destrozos no alcanzaron la intensidad de agosto, el pánico se adueñó de la ciudad. Todavía se oyen disparos de artillería en el frente, y las operaciones de limpieza continúan en Debaltsevo. No obstante, se ha comenzado a retirar la maquinaria pesada del frente. Mientras tanto, Médicos Sin Fronteras está ampliando su misión en Lugansk, reflejo de la situación que allí se vive. Nos reciben con un tríptico que reza: “No sé si la palabra puede salvar vidas, pero el silencio mata”.