Coronavirus
Un mes de confinamiento y pocas certezas tengo a día de hoy
Lo que sí tengo claro es que no creo en soluciones políticas o militares al respecto.

Pocas certezas tengo, en estos tiempos de confinamiento, ante la posible evolución de los acontecimientos, y sobre de los diversos análisis que de ello se hacen, albergo más dudas que certezas también.
Lo que sí tengo claro es que no creo en soluciones políticas o militares al respecto. Es decir, en que las soluciones de la derecha sean mejores que de la izquierda, por ejemplo. (Y no voy a entrar aquí en la cantidad de mentiras que se han vertido en algunos medios de comunicación y difundido en redes sociales como mensajes virales).
Tampoco creo en soluciones mágicas o religiosas. Ni que venga un Dios, cualquier Dios, a salvarnos (nótese que no digo Diosa, que tampoco creo), o alguno de los muchos charlatanes que circulan por redes prodigándose en videos a diestro y siniestro haciendo análisis y lanzando mensajes de lo más disparatado.
Ni por supuesto creo en augures apocalípticos sobre el fin de la existencia tal y como la conocemos. Y aquí debería puntualizar, porque en muchos casos sí que nos urge echar una mirada hacia esta Tierra que nos sustenta y que da inequívocas muestras de su hartazgo hacia la especia humana.
Una certeza sí tengo, y es que todo esto que nos está pasando, a nivel local y global, nos debe hacer recapitular como sociedad, como conjunto de individuos interdependientes, y superar el actual estado de egoísmo en que se han convertido nuestras relaciones de cada día. Tiene que desaparecer esta feroz individualidad y nacer una especie colectiva, que mire por el bien común, como especie humana, como sociedad de individuos.
Y este cambio debe comenzar por las élites extractivistas, como las cita Eudald Carbonell, director de la Fundación arqueológica Atapuerca, en una reciente entrevista en el diario Público, así como por el resto de élites financieras y políticas que lo secundan, en todo el mundo. Lo que obligaría a replantear las propias bases del capitalismo, sobre las que se sustenta nuestra sociedad de consumo, que es la que ahora está en jaque.
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