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Economía social y solidaria
“En el proceso de reconstrucción tras el covid19 la economía social y solidaria debe jugar un papel clave”
La Economía Social y Solidaria cumple años en medio de una de las mayores crisis del sistema capitalista y está dispuesta a ofrecer soluciones.
REAS la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria cumple 25 años. Un cuarto de siglo defendiendo otra forma de hacer economía, de relacionarse con el entorno y de cuidar a las personas. REAS surgió para dar respuesta a la deshumanización de la economía, a las vidas precarias y a la degradación de la cultura y la educación.
Hablamos con tres mujeres que forman parte de dicha red. Marian Díaz, consejera de economía feminista e investigación, Sandra Salsón, consejera de relaciones y alianzas externas y Blanca Crespo, consejera de comunicación sobre la situación actual, la historia y perspectivas de futuro.
Ahora que han pasado 25 años desde el nacimiento de REAS, ya se puede decir que existe una perspectiva histórica ¿Cuáles han sido las grandes victorias de REAS en estos 25 años?
Blanca Crespo: Creo que el gran logro de REAS ha sido de algún modo consolidar la triple dimensión que tiene. Por un lado, ha creado todo un corpus teórico, que se complementa y nutre del de otras economías críticas y transformadoras, que cuestiona y confronta el actual sistema económico y que marca propuestas y líneas para un nuevo modelo más justo, sostenible y solidario. En segundo lugar, ha articulado una sólida base social que le constituye también como un movimiento en sí mismo, que nuevamente está en interacción y dialoga con otros movimientos afines como el ecologismo o los feminismos. Por último, en estos años, la red y el movimiento han sido el cobijo de multitud de iniciativas prácticas, experiencias que están resolviendo las necesidades de una parte significativa de la población de la mano de proyectos de alimentación ecológica, finanzas éticas, energía renovable, comercio justo o consumo responsable.
REAS ha conseguido que la Economía Solidaria se haya convertido en una alternativa real al modelo de economía capitalista
Marian Díaz: A lo largo de estos años, yo creo que REAS ha conseguido que la Economía Solidaria se haya convertido en una alternativa real al modelo de economía capitalista, una alternativa que ha crecido y se ha desplegado hasta estar presente en todo el territorio del estado español y en sectores estratégicos importantes para la ciudadanía . En la actualidad, Reas Red de Redes agrupa a 15 redes territoriales y 4 redes sectoriales. Cuando digo que existe como alternativa real, quiero resaltar que no estamos hablando de la economía solidaria como una idea o un concepto, sino de prácticas económicas diversas y transformadoras que están presentes en todos los circuitos económicos y que demuestran que se puede producir, distribuir, consumir y, muy especialmente, vivir en base a otros principios como la solidaridad, la equidad, el cuidado del medio ambiente, la cooperación, la no lucratividad, el apoyo mutuo... los principios de nuestra Carta de Economia Solidaria.
¿En qué estado se encuentra la economía social y solidaria en la actualidad?
B.C.: Creo que el movimiento goza de gran salud, como hemos podido comprobar en el último balance social, al que se sometieron más de 500 empresas y 235 mil personas incluyendo trabajadoras, voluntarias, representantes…, donde se visibilizaron importantes resultados en materia de equidad, trabajo o sostenibilidad ambiental. Asimismo, como decíamos anteriormente, hay un grado de desarrollo importante de iniciativas de consumo, que además se están articulando en propuestas más ambiciosas como la que suponen los mercados sociales. Por otro lado, se están dando importantes avances en materia de contratación pública, donde se está haciendo una fuerte labor de incidencia política así como poniendo a disposición herramientas para su fomento y formaciones específicas para personal técnico. Por último, el movimiento está más vivo que nunca y, lejos de acomodarse tras 25 años, sigue activo y reinventándose, apostando por la generación de sinergias y encuentros, como los que se están fomentando en los últimos años con las economías feministas y ecológica y que está cristalizando en todo un movimiento aglutinador a nivel mundial entorno a las economías transformadoras.
Dicho esto, no todo son logros y facilidades, también tenemos importantes retos como seguir haciendo que nuestras propuestas permeen en nuevas capas de la sociedad, lograr una mayor escalabilidad de nuestras empresas para que sean capaces de absorber y dar respuesta a una creciente demanda o promover una apuesta más decidida de políticas públicas para una economía más justa, democrática y sostenible.
M.D.: Como decía antes, las redes de economía solidaria están presentes, en estos momentos, en cada vez en más territorios y más sectores, somos cada vez más, y creo que esto es, sin duda, un indicador de buena salud y de fortaleza. También estamos celebrando ahora nuestros 25 años, otro dato que creo que es indicativo de que la economía solidaria se desarrolla lentamente pero tiene vocación de permanencia, ha venido para quedarse, con intención de transformar nuestras economías y sociedades y seguir desplegándose. Además, no sólo somos más, sino que nuestro trabajo en red nos ha permitido dotarnos de herramientas que nos permiten mejorar continuamente la forma en la que producimos,la manera en la que organizamos nuestro trabajo, nuestra relación con los recursos naturales, nuestro compromiso con las comunidades y las sociedades en las que desarrollamos nuestra actividad. Me estoy refiriendo a herramientas como la auditoría social y el mercado social ya mencionadas por Blanca, herramientas que nos ayudan la primera de ellas a autoevaluarnos para poder mejorar y cambiar siempre hacia un mayor compromiso con nuestros principios y la segunda a compartir estrategias que permitan fortalecernos como alternativa económica para cada vez mayores sectores de la ciudadanía.
Economía social y solidaria
Resiliencia o catástrofe
Votar con nuestro consumo: Economía Social y Solidaria para superar las circunstancias traumáticas, o renormalizar una nueva crisis del sistema.
¿Cuáles son los grandes retos que enfrenta la economía solidaria actualmente?
M.D.: La economía solidaria tiene por delante, al menos, tres grandes retos. Ninguno de ellos es en realidad nuevo, sino que se trata de dar continuidad al trabajo que como redes ya venimos haciendo. El primero es que debemos aspirar a seguir creciendo en presencia económica, social y territorial. Debemos conseguir que prácticas económicas cooperativas y transformadoras como las nuestras estén presentes en todos los circuitos que necesitamos para vivir, nosotras y nuestras comunidades; en la producción, distribución, consumo y financiación; en sectores como la vivienda, la alimentación, la comunicación... por mencionar algunos en los que todavía no tenemos una presencia significativa... reforzando así y complementando los espacios en los que ya estamos, extendiendo nuestras redes y generando redes cada vez más tupidas e interconectadas.
El segundo reto es fortalecernos como movimiento transformador para conseguir que nuestra incidencia social y política crezca. Ahí, creo que debemos continuar nuestro trabajo en estrecha colaboración con otros movimientos sociales generando cada vez alianzas más sólidas y estrategias conjuntas para luchar contra el capitalismo global. De ahí, nuestro compromiso con el conjunto de las economía transformadoras con las que hemos estado trabajando de cara a un proceso de confluencia que pretendía culminar en un Foro Social de Economías Transformadoras, previsto para Junio de 2020 en Barcelona, lamentablemente aplazado por la pandemia, aplazado el evento pero no el proceso, en el que continuaremos trabajando.
El tercer reto tiene que ver con nuestra capacidad para considerar la economía solidaria una alternativa viva y en transformación. Me explico, para mi, en los ultimos años una de las experiencias de trabajo mas enriquecedoras ha sido el diálogo que hemos introducido entre la economía solidaria y la economía feminista, un dialógo que nos ha permitido repensarnos y afirmar con mas rotundidad que nunca que la economía solo será solidaria si es feminista. Este trabajo está teniendo consecuencias importantes en la forma en la que nos pensamos y nos definimos, de hecho estamos en un proceso de revisión de los principios de la Carta con las lentes moradas puestas, pero también está teniendo consecuencias importantes sobre nuestras redes y organizaciones, sobre nuestro trabajo cotidiano, buscando generar espacios habitables desde la equidad de género para las mujeres y los hombres de la economía solidaria. Desde este ámbito de trabajo todavía nos queda mucho por hacer desde el feminismo, pero también vemos la necesidad de establecer diálogos sólidos con otras economías críticas como la ecológica.
Sandra Salsón: Para mi hay un reto esencial que tiene mucho que ver con lo que acaba de plantear Marian, se trata de lograr presencia y visibilidad entre la ciudadanía y sobre todo conseguir que la economía social y solidaria sea una opción accesible para cualquier persona, especialmente para aquellos colectivos más vulnerables. Para lograr esto es necesario ser una alternativa, real, conocida y reconocida, ser opción formativa, con presencia en currículos, planes de estudios y en las prácticas curriculares y extracurriculares; ser opción laboral para jóvenes, migrantes, mujeres, mayores, es decir para todas aquellas personas que se ven condenadas a un mercado laboral precario, ser una opción para la reconversión y recuperación por parte de sus trabajadores y trabajadoras de empresas en crisis. Ser opción de consumo identificada mediante etiquetas que visibilicen nuestro compromiso y ser opción de consumo porque nuestra política de precios es consciente de las desigualdades; ser opción de ahorro e inversión a través de nuestras herramientas de banca ética, accesibles a toda la ciudadanía. Presencia, visibilidad y accesibilidad, este reto requiere de todos los esfuerzos que seamos capaces de desplegar para crecer, para tener mayor incidencia social y política y para hibridarnos con otros movimientos y discursos que nos complementan, nos enriquecen y nos dan mayor potencia transformadora.
Economía social y solidaria
Nueve propuestas de la economía social y solidaria para salir de la crisis
Los valores de la Economía Social y Solidaria han demostrado ser más resilientes y necesarios en tiempos de crisis. La salida de la crisis que va a suponer el covid-19 tiene mucho que aprender de las propuestas y las prácticas que demuestran las organizaciones del sector.
Esta nueva crisis en la que nos ha encontramos ha puesto en debate varios aspectos de la globalización, como la deslocalización de las empresas o la debilidad de un sistema basado en cadenas globales. ¿Qué ofrece la economía social y solidaria ante este panorama?
B.C.: En efecto, parece que estamos de algún modo viendo por fin las orejas al lobo de este tipo de globalización, y los problemas que genera la deslocalización de gran parte de nuestro sistema productivo. Esta dependencia de un sistema global de producción puede volver a pasarnos factura en un futuro no muy lejano, no sólo ante posibles nuevas epidemias como ésta, sino ante un significativo descenso de recursos fósiles como alertan numerosos estudios. Ni que decir tiene que este sistema de producción y consumo a nivel global tiene un impacto medioambiental fortísimo, como venimos alertando los movimientos sociales desde hace décadas, especialmente el movimiento ecologista y más recientemente el de la justicia climática.
Por ello es tan valioso el tejido productivo de la economía social y solidaria, ya que está eminentemente apegado al territorio y a lo local, no sólo respecto de su circuito económico más directo sino también en su propia concepción, pues la economía solidaria no pretende generar nuevas necesidades para hacer negocio, como hace el capitalismo, sino que busca resolver las necesidades reales de las comunidades en que se inserta, y hacerlo de la manera más ética, justa y sostenible. Esto queda muy bien reflejado en la Carta de Principios de la Economía Solidaria, que es nuestra espina dorsal, y que tiene entre sus principios el compromiso con la comunidad, que se concreta en la participación en el desarrollo local sostenible y comunitario del territorio; el de sostenibilidad ambiental, que parte de que toda nuestra actividad productiva y económica está relacionada con la naturaleza, por ello nuestra alianza con ella y el reconocimiento de sus derechos es nuestro punto de partida; o el de cooperación, desde donde pretendemos construir colectivamente un modelo de sociedad basándonos en el desarrollo local armónico, las relaciones comerciales justas, la igualdad, la confianza, la corresponsabilidad, la transparencia, el respeto...
Desde la economía solidaria llevamos años apostando por un modelo económico y social que ponga la vida en el centro, la vida de las personas y del planeta
M.D.: Desde la economía solidaria llevamos años apostando por un modelo económico y social que ponga la vida en el centro, la vida de las personas y del planeta, esto significa que para nosotras el cuidado de las personas, de las comunidades locales, de nuestro territorio natural como ser vivo es algo esencial, es la idea fundamental sobre la que debemos construir nuestra actividad económica dirigida a satisfacer nuestras necesidades personales y comunes respetando los límites marcados por un planeta que queremos vivo. Y lo recuerdo porque si algo se ha puesto en evidencia también en estos últimos meses es la gran importancia que los cuidados, esos trabajos invisibles para el capitalismo, tienen en el sostén de unas vidas que son vulnerables en un planeta terriblemente dañado. La pandemia actual es solo una consecuencia más de la crisis ecológica, de la crisis de cuidados, de las innumerables crisis con innumerables nombres que venimos sufriendo…el origen es siempre el mismo el capitalismo. Ante esto, la economía solidaria es una economía que busca dar respuestas locales a problemas globales, pero sin olvidarnos de que es necesario transformar de manera radical el sistema actual.
La situación actual ha puesto encima de la mesa la grandísima privatización de los servicios públicos. Frente a ello, las soluciones que se proponen desde muchos sectores y movimientos sociales es la remunicipalización, que entra en conflicto con la contratación pública responsable. ¿Cuál es la postura de REAS al respecto?
B.C.: Partiendo de que estos debates están cobrando vigencia en los últimos tiempos, y como tal quizás no tengamos una postura del todo consensuada al respecto, desde mi punto de vista son cuestiones no excluyentes. Volviendo a nuestra carta de principios, partimos de la defensa de la cooperación como práctica necesaria a todos los niveles; tanto dentro de nuestras organizaciones, como con otras entidades y organismos públicos y privados… Desde este reconocimiento, creo que es importante una apuesta por entes públicos democráticos que tengan la voluntad y capacidad de cubrir las necesidades básicas de la población así como de garantizar derechos universales como la sanidad, la educación o la vivienda ,y que en algunos casos pasen, por supuesto, por remunicipalizaciones. En esa línea nos hemos manifestado repetidamente y es una de las motivaciones por las que participamos activamente en iniciativas como el Plan de Choque Social. Creo, asimismo, que esto no entra en contradicción con la necesidad un sector empresarial independiente, más en la filosofía de los comunes que en un sentido clásico de lo privado, y que es donde se ubican las empresas de la economía solidaria, empresas que no buscan el lucro sino el bien común. Partiendo de esta notable diferencia, creo que la demanda de criterios de contratación pública responsable, que miran nuevamente por multiplicar los impactos sociales y medioambientales del gasto público a partir de la intermediación de empresas éticas y responsables, en determinados servicios que no proveen directamente las administraciones públicas es una buena medida.
S.S.: En momentos como el que estamos atravesando, el valor de los servicios públicos se hace evidente y también la indignación ante la desmantelación previa de los mismos. Y gran parte de nuestro esfuerzo está puesto en la reivindicación de que es necesario asegurar servicios públicos con especial atención a la sanidad, los servicios sociales, educativos y de atención a la dependencia, que garanticen la buena calidad de los cuidados a lo largo de toda la vida.
Para ello creo que es esencial impulsar el diseño y desarrollo de planes de convivencia para la corresponsabilidad, la igualdad y la sostenibilidad de la vida a nivel local, que incluyan la realización de un diagnóstico y un plan de acción en todos los ámbitos de la vida de la comunidad: urbanismo, empleo, alimentación, cuidados, producción, ocio…. Y que comprometa con acciones específicas a todos los agentes responsables del bienestar comunitario: las administraciones públicas, las empresas, las organizaciones sociales y los colectivos de la sociedad civil organizada, y a las familias y/o unidades convivenciales. Este enfoque, desde mi punto de vista, trata de superar la oposición público-privado, y nos lleva al terreno de lo común. Se hace imprescindible defender aquello público-común como garante real de las condiciones de vida de las personas cuando el mercado falla.
La economía social y solidaria pone la actividad socioeconómica al servicio de la satisfacción de necesidades, orientando la actividad productiva al servicio de aquello público-común en vez de orientarla al lucro, y lo hace de manera democrática, equitativa, solidaria y sostenible. Por eso apostamos por el impulso y la creación de cooperativas de servicios públicos o cooperativas mixtas para la cogestión de servicios de interés comunitario y de bienes comunes. Ya hay experiencias en Andalucía, Catalunya y Comunidad Valenciana, y por supuesto en otros lugares del mundo. Esta fórmula es interesante porque permite el desarrollo de formas de incorporación de la ciudadanía a la consecución de las finalidades públicas, porque refuerza las fórmulas participativas y democráticas en la gestión de la vida económica, permite la consolidación de la economía local apegada al territorio y la incidencia social positiva derivada de la aplicación de los principios y valores cooperativos.
En la salida a la crisis se vaticina un cambio radical de sistema, el “nada volverá a ser como antes”. Se vaticinan dos futuros, el de la doctrina del shock y el del hermanamiento de la humanidad. ¿Cómo creéis que será el mundo post-covid?
B.C.: Creo que el futuro post-covid está por construir, y dependerá de las decisiones que como sociedad tomemos en los próximos meses. El de la doctrina del shock va a empujar fuerte, ya lo estamos viendo en algunas de las medidas que se están tomando en algunos territorios, aprovechando el desconcierto y la mayor vulnerabilidad de estos tiempos, como el “decretazo” de la Junta de Andalucía, que por la vía de urgencia ha modificado normas y reduce controles en sectores tan sensibles como urbanismo, turismo, medio ambiente, comercios y medios de comunicación públicos, como han denunciado numerosas organizaciones, empresas y sindicatos.
En el lado opuesto, también estamos viendo multitud de iniciativas solidarias, hemos recogido maś de un centenar en una guía abierta y colaborativa de iniciativas de economía solidaria frente al covid19, así como todo tipo de cajas de resistencia y fondos colectivos, que apuestan por este hermanamiento y que demuestran que valores como el cooperativismo, el apoyo mutuo o la solidaridad que caracterizan a la economía solidaria son valores en alza que en momentos críticos como éste afloran más que nunca. Nos encontramos pues ante una bifurcación que determinará en gran medida la vida en las próximas décadas.
Valores como el cooperativismo, el apoyo mutuo o la solidaridad que caracterizan a la economía solidaria son valores en alza que en momentos críticos
En la anterior crisis de 2008, nos metimos por la senda equivocada, salvando a los bancos y las grandes fortunas y dejando a la población en un “sálvese quien pueda”. Espero que hayamos aprendido de ésto y que en esta ocasión tomemos el camino adecuado, el que pone la vida en el centro y que prioriza a las personas y el planeta frente al capital y la acumulación de unos pocos, aunque me temo que para poder transitar este camino hará falta mucha presión social en las calles y librar una importante batalla cultural.
S.S.: La amenaza de la pandemia nos ha colocado en lo que se ha denominado como período de excepción, durante el cual las prioridades de gran parte del mundo parecen estar cambiando. La conciencia social de un grave problema nos muestra que con voluntad política es posible proteger a las personas, cambiar las políticas de manera radical y poner en el centro la salud y la vida. Pero ¿por qué esto ha de ser la excepción? Proteger la vida, a todas las personas y nuestro planeta deben ser las prioridades en la nueva normalidad. Desde luego no queremos volver a la normalidad previa, resultado de la crisis de 2008, en la que la precariedad, escasez, recortes y austericidio han sido “errores normalizados”. Esta situación está generalizando y visibilizando algunas de las reivindicaciones que los movimientos sociales venían señalando estos años: el valor de los servicios públicos, la centralidad de los trabajos desprestigiados e invisibilizados, el vínculo entre lo urbano y lo rural, el trabajo invisible y no contabilizado que se realiza dentro de los hogares, nuestra propia vulnerabilidad y la necesidad que tenemos de estar y ser con otras personas, nuestra incuestionable interdependencia.
Pero también esta situación hace aflorar el miedo, y el miedo puede llevarnos por diferentes caminos que ya se dejan ver en los balcones y ventanas de nuestras ciudades y pueblos. Uno de esos caminos es el del odio, que es la vía directa hacia los ecofascismos, hacia el territorio de las distopías en las que la vida solo vale si es útil. Otro de los caminos es el de la solidaridad y la ayuda mutua, el que nos conduce hacia la redistribución, la construcción de soberanía local en el que la vida vale por el hecho de serlo. Elegir uno u otro camino es un acto individual, pero sobre todo una opción colectiva. Como decía Blanca, esta es una batalla cultural que esta situación nos pone encima de la mesa y que tendremos que librar con imaginación ahora desde nuestras casas y mañana desde cualquier lugar en el que nos encontremos.
En esa recuperación se habla de muchas ayudas y nuevas medidas por parte del Gobierno, ¿qué medidas le pediriais para apoyar y promover la ESS?
M.D.: Sería muy importante que exista una apuesta institucional decidida a apoyar el desarrollo de más y mejor empresas de economía solidaria, y para ello, existen muchas formas de apoyo, pero, sin duda, una de las más importantes es la contratación pública socialmente responsable, una contratación que ponga los intereses de la sociedad por encima de los costes económicos, una contratación que esté guiada por criterios de sostenibilidad ambiental, equidad, justicia social. Llevamos muchos años apostando por esta línea de trabajo, en Euskadi, por ejemplo, hemos realizado un trabajo muy intenso con las instituciones locales, las diputaciones y el Gobierno Vasco, con resultados desiguales.
Existe una largo aprendizaje, por lo tanto, que debería servir para que la contratación pública socialmente responsable se convierta en la norma, y no en la excepción, de los contratos públicos. El apoyo a la creación y consolidación de las empresas de la economía solidaria con ayudas financieras y otros tipos de apoyos, favorecer el emprendizaje cooperativo para fortalecer las iniciativas de economía solidaria, la promoción y el soporte a los mercados sociales territoriales y locales, mercados que ya existen en muchos territorios, ayudando así a fortalecer la actividad económica y haciendo visibles estas alternativas de consumo. Gran parte de estas propuestas se han venido trabajando en los documentos que se han generado sobre políticas públicas dirigidas a fortalecer la economía solidaria y desarrollar herramientas al servicio de la transformación de los territorios desde criterios de equidad, sostenibilidad y solidaridad. Existen muchas propuestas disponibles por lo tanto.
S.S.: En mi opinión, además de fortalecer la herramienta de la contratación pública responsable, clave para eliminar el lucro en la oferta de bienes y en la prestación de servicios públicos y explorar las fórmulas de cogestión a las que hacía referencia en otra pregunta, a través de las cooperativas de servicios públicos o cooperativas mixtas. Hay dos aspectos que la economía social y solidaria viene trabajando de la mano de la economía feminista y de la economía ecológica y que creo que serán claves si queremos revertir en alguna medida el daño que hemos causado al planeta. Se trata de poner la vida en el centro y creo que eso implica al menos dos cuestiones, la centralidad de los cuidados y la inexcusable transición ecológica, en las que el papel de los gobiernos será fundamental si queremos que estas nuevas formas de hacer y pensar la economía lleguen realmente a toda la población.
Municipalismo
Las compras de tu ayuntamiento pueden ser feministas
Las licitaciones y compras por parte de las administraciones públicas pueden ser una herramienta efectiva para luchar contra la desigualdad de género y el machismo. Los ayuntamientos están jugando un papel muy importante en esa lucha, pese a las reticencias no solo de las empresas, sino también internas.
La pandemia nos ha situado frente a frente con la fragilidad de la vida humana. Las personas somos corporalidad, somos interdependientes y vulnerables y cuidarnos tiene que estar en el centro de la actividad humana. Tras la crisis no debiéramos perder de vista el papel central que han de jugar los cuidados en la sociedad. La economía social y solidaria, de acuerdo con los postulados de las economías feministas, apuestan por garantizar que los trabajos básicos para la reproducción de la vida ocupen la centralidad económica y se repartan equitativamente entre mujeres y hombres. Por eso apostamos por activar desde las administraciones públicas cuantos recursos sean necesarios como acompañamiento, formación, financiación ... para dar apoyo a las trabajadoras del sector de los cuidados de forma que puedan organizar la prestación de servicios a través de empresas de economía social y solidaria, asegurando la gestión profesionalizada de sus empresas colectivas y asegurando la accesibilidad de los cuidados para toda la población que lo requiera.
Por otra parte, la conciencia ecológica está integrada en las prácticas de la economía social y solidaria y así apostamos por proyectos coherentes con la imprescindible transición ecológica, que trabajen para la reducción de emisiones y racionalización del consumo energético, hacia modelos circulares basados en la reducción de los consumos de energía y materiales, modelos de producción, distribución, comercialización y consumo locales, política de residuo cero, reducción del transporte y apuesta por la movilidad sostenible. Con especial atención a la reestructuración de la economía apostando por los sectores primarios y la producción agroecológica local que hagan viable la soberanía alimentaria de los territorios. Este proceso de reestructuración económica debe apostar por la reconversión de la economía e identificar como sectores estratégicos las energías renovables, la rehabilitación ecológica de edificios, la reutilización, reciclaje y gestión de residuos, la ciencia y la cultura y la relocalización de la producción de bienes esenciales como el sanitario, textil, alimentario o tecnológico.
Este proceso que no es solo de transformación económica, sino también cultural, no será posible si no hay una apuesta decidida por una política educativa que prepare a nuestras criaturas para el cambio ecosocial
En este proceso de reconstrucción la economía social y solidaria debe jugar un papel clave y la administración pública tendrá que incentivar y apoyar el modelo y apostar por escalar sus prácticas e iniciativas para que realmente se produzca el cambio de rumbo que necesitamos.
Las administraciones deben apoyar de forma decidida el emprendimiento en economía social y solidaria como estrategia de transformación social y económica. A través del desarrollo de planes estratégicos locales de impulso de la economía social y solidaria con líneas específicas de financiación, formación, acompañamiento y consolidación. Y la creación de equipamientos de referencia de fomento de la economía social y solidaria para la ciudadanía y para los agentes económicos locales: polos empresariales y cámaras de comercio de economía social y solidaria, escuelas y programas de emprendimiento social, ateneos y espacios de desarrollo cooperativo.
Por último me gustaría señalar que este proceso que no es solo de transformación económica, sino también de transformación cultural, no será posible si no hay una apuesta decidida por una política educativa que prepare a nuestras criaturas para el cambio ecosocial y que entre otros contenidos permita introducir la economía solidaria en las distintas etapas del curriculum educativo.