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Crisis financiera
El próximo crash
Desde que tocara fondo en 2009, la economía ha crecido paulatinamente, pero la mayoría de los estadounidenses está viviendo todavía en las sombras de la Gran Recesión.
El 15 de septiembre marcará el décimo aniversario del colapso de Lehman Brothers y el casi derrumbamiento de Wall Street, seguidos por la Gran Recesión.
Desde que tocara fondo en 2009, la economía ha crecido paulatinamente, la Bolsa se ha disparado y los beneficios empresariales se han hinchado.
Pero la mayoría de los estadounidenses están viviendo todavía en las sombras de la Gran Recesión. Más gente tiene trabajo, eso seguro. Pero no han visto ninguna subida de sus sueldos, ajustada a la inflación.
Muchos están peor debido a los crecientes costes de la vivienda, la sanidad y la educación. Y el valor de los bienes que poseen es menor que en 2007.
El año pasado, alrededor del 40% de las familias de EE UU tenían problemas para satisfacer al menos una necesidad básica —comida, sanidad, vivienda o servicios, según un estudio del Urban Institute—.
Todo ello sugiere que nos estamos precipitando hacia el mismo tipo de crash que tuvimos en 2008, y posiblemente tan malo como el de 1929.
A los colapsos económicos de 1929 y de 2008 siguieron a desequilibrios cada vez mayores entre la capacidad para comprar y la de producir de la gente
Si despejamos los escombros financieros de esos dos colapsos económicos, verán que ambos siguieron a desequilibrios cada vez más grandes entre la capacidad para comprar de la mayoría de la gente y lo que podían producir como trabajadores. Cada uno de estos desequilibrios acabó por derribar la economía.
El mismo desequilibrio ha estado creciendo de nuevo. El 1% más rico de los estadounidenses se lleva ahora el 20% de los ingresos totales, y posee el 40% de la riqueza nacional.
Estas cifras están cerca de los picos de 1928 y 2007.
La economía estadounidense cae cuando se hipertrofia demasiado porque la economía depende para su funcionamiento del gasto del consumidor, pero los ricos no gastan ni de lejos una proporción tan grande de sus ingresos como la clase media y los pobres.
Con todo, durante un tiempo, la clase media y los pobres pueden mantener a la economía en funcionamiento pidiendo préstamos. Pero, como en 1929 y 2008, las burbujas de deuda eventualmente estallan.
Nos estamos acercando peligrosamente. En el primer trimestre de este año, la deuda de las familias estaba en un récord histórico de 13,2 billones de dólares.
Casi el 80% de los estadounidenses están actualmente viviendo al límite de su sueldo. En un reciente estudio de la Reserva Federal, el 40% de los estadounidenses decían que no podrían pagar sus facturas si se encontraran con una emergencia de 400 dólares.
Han controlado sus deudas porque las tasas de interés han permanecido bajas. Pero los días de tasas bajas están acabándose.
El problema subyacente no es que los estadounidenses hayan estado viviendo más allá de sus medios. Es que sus medios no han seguido el ritmo de la economía en crecimiento. La mayor parte de las ganancias han ido a la cúspide.
Según un estudio, el 40% de los estadounidenses no podrían pagar sus facturas si se encontraran con una emergencia de 400 dólares
Fue parecido en los años que llevaron al crash de 2008. Entre 1983 y 2007, la deuda de las familias creció muchísimo mientras la mayoría de las ganancias fueron a la élite. Si la mayoría de los hogares hubieran recibido una parte más grande, no habrían necesitado endeudarse tan a fondo.
De igual forma, entre 1913 y 1928, el ratio de la deuda personal respecto a la economía nacional total casi se dobló. Como explicó Mariner Eccles, presidente del Consejo de la Reserva Federal desde 1934 hasta 1948: “Como en una partida de póker en la que todas las fichas estaban concentradas cada vez en menos manos, los demás jugadores sólo podían mantenerse en la partida pidiendo prestado”.
A la larga no había “más fichas de póker para prestarse a crédito”, dijo Eccles, y “cuando… el crédito se acabó, la partida se paró”.
Tras el crash de 1929, el gobierno inventó nuevas formas para aumentar los salarios —Seguridad Social, seguro de desempleo, pago de horas extraordinarias, un salario mínimo, la exigencia de que los empresarios negociaran con los sindicatos y, finalmente, un programa de pleno empleo llamado Segunda Guerra Mundial—.
Después del crash de 2008, el gobierno rescató a los bancos e inyectó suficiente dinero en la economía como para contener el declive. Pero aparte de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, no se hizo nada para abordar el problema subyacente de los salarios estancados.
Trump y los republicanos están dando marcha atrás a las regulaciones que se pusieron para detener los préstamos de Wall Street con riesgo excesivo.
Pero las verdaderas contribuciones de Trump al próximo crash son su sabotaje de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, la reducción del pago de horas extraordinarias, los estorbos a la organización de los trabajadores, las reducciones de impuestos para las empresas y los ricos pero no para la mayoría de los trabajadores, los recortes en los programas para los pobres, y los recortes propuestos en Medicare y Medicaid –todo lo cual pone más presión en las nóminas de la mayor parte de los estadounidenses.
Diez años después de que Lehman Brothers se viniera abajo, es importante entender que la verdadera raíz de la Gran Recesión no fue una crisis bancaria. Fue el desequilibrio cada vez mayor entre el gasto del consumidor y la producción total ocasionado por los salarios estancados y la creciente desigualdad.
Ese desequilibrio ha vuelto. Vigilen sus carteras.
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