Coronavirus
El Coronavirus, mi experiencia
¿De qué sirvió que compañeras que pudieron quedarse en sus casas con su familia, y la tranquilidad de saber que los suyos estaban a salvo y disfrutar de ellos, decidieran arriesgarse y venir a cuidar a las personas residentes y estar al pie del cañón, ahorrando un montón de dinero a las arcas del estado al incorporarse?

Soy aquella Tcaes (Técnico de cuidados de enfermería), que sigue Cansada de estar Cansada.
Os explico lo que me ha aportado el Coronavirus.
Me ha confirmado que desde arriba no se piensa ni se actúa para hacer las cosas bien.
Trabajo en una residencia pública 100%, y qué triste que no pueda decir que allí se hacen las cosas bien. Siendo un sitio donde se tienen muchos más medios que en ninguna de las privadas y donde ejercen miles de compañeras (hablo en femenino, porque como sabéis bien, somos mayoría mujeres las que estamos empleadas en el sector de la dependencia).
En marzo, al principio del Coronavirus, se decidió, desde sindicatos (UGT y CSIF) a Dirección, que las jornadas laborales serían de 11 y 13 horas, aun cuando no teníamos ni tuvimos ni un solo caso de covid-19.
Se decidió aislar a los pacientes en sus habitaciones y llegaron las jornadas interminables de trabajo ya que al solo estar Tcaes, suplíamos funciones del resto de los gremios que trabajan en una residencia.
La dirección evidentemente se fue a su casa a teletrabajar. Nos mandaban montones de Wasaps a cualquier hora, planillas que cambiaban en dos días tres veces, reglamentos, protocolos sobre el uso y la cantidad de tipos de mascarillas que existen —para en los primeros tiempos tener solo la mascarilla quirúrgica—. Después ya, llegó el pack para aislamiento, guardado en enfermería, por si fuese necesario.
Total, allí quedamos Tcaes, Dues (enfermeras diplomadas) y servicios, apechugando con lo que pasara.
Pobres gentes de coordinación de lunes a domingo trabajando desde sus casas, en pleno confinamiento, agobiadísimos por las miles de cosas que debían hacer (me río por no gritar).
Hubo compañeras, que pese a que cumplían los requisitos para quedarse en su casa, decidieron pedir la alta voluntaria y estar al pie del cañón.
En pleno confinamiento, hubo compañeras, que pese a que cumplía los requisitos para quedarse en su casa, cobrando, tranquilas (porque tenían algunas de las enfermedades o patologías que la Generalitat consideraba de riesgo), decidieron pedir la alta voluntaria y estar al pie del cañón.
Y llegó la desescalada, en la que había caído alguna que otra compañera con ataques de ansiedad.
Con la desescalada, llegaron los del teletrabajo, y parecía que les molestase que nos paráramos a beber agua, comer o descansar. Les parecería que en 11 o 13 horas no hacíamos bastante.
Eso sí, muchas palabritas de agradecimiento y lo bien que estaban los residentes, pese a no haber estado ellos.
Continuamos con la desescalada, y se da permiso a residentes a salir a las calles, bares etc. porque son libres.
Señores y señoras, en casi todas las residencias tenemos gente que viene de los Servicios Sociales, ingresada por un juez, gente que entra por ser un peligro para ellos mismos (tienen problemas de adicciones y/o mentales). Porque a algunos nunca les importó la sociedad en la que vivimos y, si además, sumamos la edad avanzada que tienen estos pacientes, aun les importan menos.
Y sí, son libres, lo triste es que su libertad comienza cuando acaba la del resto de residentes y trabajador@s.
De hecho, nada más lejos de cuestionar su libertad, solo quiero matizar que en una convivencia, como es una residencia, se tiene que valorar el bien colectivo sobre el bien individual.
Y dejar que gente, que se puede contagiar porque lo de la mascarilla es muy agobiante y quieren saludar a sus amigotes, entren y salgan por la puerta continuamente, porque son libres, es desentenderse del bien colectivo.
Pero ahí van: libres de contagiar, libres de hacer lo que les venga en gana, poniendo en peligro al resto de personas que residen o trabajan en los centros. Y yo con más miedo que en plena pandemia.
Y ahora ya estamos en el punto, en donde me pregunto:
¿De qué sirvió el esfuerzo de las trabajadoras (reales, no los del teletrabajo)?
¿De qué sirvió que compañeras que pudieron quedarse en sus casas con su familia, y la tranquilidad de saber que sus hijos, parejas etc… estaban a salvo y disfrutar de ellos, decidieran arriesgarse y venir a cuidar a l@s residentes y estar al pie del cañón, ahorrando un montón de dinero a las arcas del estado al incorporarse?
¿De qué sirvió el miedo a abrazar a mi pareja e hijo, si ahora todo puede irse al traste, por quedar bien?
¿Saben para que? Para que ahora nos obliguen a decidir en cuatro días las vacaciones, sin opción a guárdanos algo para navidad o para cuando queramos, porque si viene otro brote tenemos que volver a tirar del carro, desde luego asesoradas por wasap por nuestros queridos teletrabajadores.
Y el rebrote que amenaza, con lo inconscientes que son algunos de los residentes, como la población en general.
Temo lo peor y es que el rebrote venga antes de lo esperado.
No contentos con todo esto a mis compañeras de reducción, esas que cobran menos que una renta mínima, las obligan a coger todas sus vacaciones, gente que dio y da el 100% , que pidió el alta voluntaria para trabajar en plena pandemia.
Y luego nos hacen reuniones en las que explican que nadie es responsable. Todo lo decide un comité, no sabemos exactamente quién lo forma pero sí que algunos de sus componentes acaban de aterrizar en dependencia, pero tienen mucha voluntad de hacerlo bien.
Pues bien, háganlo, déjense de tanta burocracia y busquen soluciones y entendimiento, independiente de quien gestione cada cosa, si personal, concejalía, Generalitat, técnicos administrativos etc...
Comiencen a gestionar los centros desde sus diferencias no desde una generalidad, cada centro es diferente, porque varía en usuarios, modelo arquitectónico, gestión etc...
Igual que se habla de atención personalizada, hay que trabajar desde la personalidad que presenta cada centro, no desde la generalidad.
Déjense de tanta palabrería y trabajen con sentido común, no con burocracia, si se quiere se puede, solo hay que echarle ganas y tiempo.
Atentamente; La Cansada.
Cansada de hablar, pelear, explicar que mientras en las mesas de comisiones que gestionan, no estén las que trabajan directamente frente a la pandemia, no avanzaremos, ni se podrán hacer los cambios útiles y reales que la Geriatría necesita.
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