Agitación y calma

Quiero hablar de lo inapropiado en estos momentos de distopía, de histeria colectiva, de pánico generalizado en la sociedad, la no necesidad de un pensamiento mágico, la necesidad de mantener firmemente los pies en la tierra, en la tierra propiamente dicha y nunca mejor dicho, de esta Tierra, que es nuestro barco con el que vamos surcando este Universo.
Las 4 torres 16-03-20  - 3
David F. Sabadell Una persona anda bajo las cuatro torres de Madrid este lunes 16 durante el estado de alarma
17 mar 2020 10:42

Este titular del último artículo de Miguel Albiñana, me sirve como introducción para tratar de aportar un poco de lucidez, al tiempo que calma, en estos momentos tan complicados, que estamos atravesando todas las sociedades y pueblos de este mundo, y en especial las sociedades consumistas occidentales, a costa del dichoso coronavirus y de la pandemia generalizada que está provocando en todas las personas, esta especie de contagio colectivo de histeria, y con razón.

Cita Miguel en su artículo que “todo el sistema económico, político, social y religioso, tiende a asegurarnos la fantasía de que, si lo hacemos bien, nada malo puede llegar a pasar”. Y esta es la paradoja que nos está retando en estos momentos, donde se prevé que cundirá la desesperanza, no ya al corto plazo, algo de lo que nos cuesta sobreponernos por la necesidad de la satisfacción inmediata de todos nuestros deseos, sea este cual sea sin importar lo que cueste; la paradoja, como digo, que nos plantea qué hacer, si en el peor de los casos, esta situación arrambla con buena parte de los gurús mediáticos, de los charlatanes y telepredicadores del internet, si pone en jaque  un sistema político y judicial corruptos, a los que no hay manera de sujetar y que siguen campando a sus anchas, haciendo de este mundo, el suyo en exclusividad, apartando de él, a la gran masa que va quedando atrás (como en la novela de Huxley ‘Un mundo feliz’).

La paradoja también de plantearnos cuáles son nuestras escalas de valores. Si éstas son meramente materiales, si nuestras esperanzas esta sustentadas por un pensamiento mágico o religioso, o, por el contrario, están antepuestas las esperanza en lo humano, en todo aquello que florece como la brizna de hierba, en la tierra, si más necesidad y ayuda que la fuerza de la naturaleza. Y que no necesita de una flauta mágica para salir de su escondrijo, y bañarnos en una lluvia de esperanza que nos conduzca a vislumbrar una nueva luz al final de este túnel, del que no hemos hecho más que empezar.

Quiero principalmente hablar de lo inapropiado en estos momentos de distopía, de histeria colectiva, de pánico generalizado en la sociedad, la no necesidad de un pensamiento mágico, la necesidad de mantener firmemente los pies en la tierra, en la tierra propiamente dicha y nunca mejor dicho, de esta Tierra, que es nuestro barco con el que vamos surcando este Universo.

Es necesario en estos momentos que todos nos apoyemos y que todo observemos las normas y que no nos creamos adalides de un nuevo mundo, por supuesto que es necesario un comportamiento ejemplar de los sistemas políticos, de los sistemas judiciales, de los sistemas policiales y militares y también de todos aquellos sistemas como el llamado cuarto poder qué son los medios de comunicación. De unos medios de comunicación fieles a la verdadera verdad, permítaseme la expresión, y no a su propia verdad, sino a la realidad que nos concierne inmediata, alejada del vociferío político y económico que las sustenta habitualmente.

Por otra parte, incidir en la idea necesaria de mantener la calma dentro de lo que es la agitación social generalizada en la que estamos y esto va a ser bastante difícil puesto que se puede prever que esto nos va a sacar por completo del sistema social acostumbrado al que teníamos.

Una de las cosas que yo quiero remarcar a este respecto es que, es verdad que están surgiendo ideas, iniciativas muy interesantes que acompañan a la sociedad, pero no debemos dejar de poner también el ojo en que muchas de estas cosas son las tonterías que solo mueven a la emocionalidad, pero una emocionalidad muy simplista y superficial, que en realidad nos aleja más que nos pone en contacto, con lo doloroso. Y que tenemos que hacer una reflexión por supuesto del modelo de sociedad que traemos pues ya sabemos que es un modelo capitalista que ha provocado la crisis climática, ésta grande que tenemos entre manos y de la cual ahora no se habla, o de la de millones y millones de personas que vienen sufriendo hambre, persecución, esclavitud y desplazamiento, por mor de intereses políticos, económicos y geoestratégicos, por la acumulación de la inmensa riqueza de esta tierra, en manos de muy pocas familias y corporaciones, a nivel global. Y que, por tanto, no podemos hacer como que no vemos esto y por tanto, tratar de no dejarnos arrastrar por esa emocionalidad tan superficial y lacrimógena, ni por el simple ejercicio del entretenimiento barato y fútil de las series, los videojuegos y los ridículos programas de reality show, de ficción, de las televisiones. Porque se está viendo que las personas se encierran en sus casas y consumen cosas de entretenimiento sin más, apartando de sí y llenas de miedo, la histeria real del contagio. Tampoco digo que todo tenga que ser un estudio sesudo y el cultivo de la metafísica, pero este aislamiento nos aparta de la gravedad a la que nos enfrentamos, aunque nos preserva al mismo tiempo del contagio (he ahí la paradoja) por un lado, y, por otra parte, no nos hace reflexionar verdaderamente ni cuestiona los aspectos profundos, que nos plantea esta situación.

Vuelvo a insistir quizás la idea central de este relato que estoy escribiendo aquí verbalmente es la necesidad de no dejarse influir por el pensamiento mágico tan desprovisto de realidad.

Citando ahora a Cristina Monge en su último artículo en el diario InfoLibre, estoy plenamente de acuerdo en lo que dice, que ésta puesta en cuarentena, con éste estado de alarma en el caso de España, y que están llevando también al resto de países europeos y demás países de nuestro entorno; ‘ésta puesta de cuarentena de la satisfacción inmediata de los deseos’, está poniendo en entredicho el modelo de sociedad consumista en el que nos hemos envuelto inmersos en las últimas décadas. Dice Cristina Monge que el Occidente, que presumía de satisfacer cualquier deseo de inmediato, queda puesto en cuarentena y con ellos entra en estado de shock.

Y quizás esta es otra de las líneas que quiero desarrollar en este artículo. No es ya esa posibilidad real, de entrar en ese estado el shock, de histeria colectiva, de pánico, lo que nos debe hacer reflexionar, es esa huida a refugiarse en entretenimientos banales y baldíos, a creer en predicadores y charlatanes de Internet, en el que se nos habla o bien de justicia universal o de Apocalipsis o de una supuesta vuelta a un orden universal preestablecido, es decir, con tintes religiosos. En definitiva, hay que huir del pensamiento mágico que últimamente se está usando mucho. Y que circula sobre todo en lo que a Internet se refiere, que digamos hoy en día es la ventana a la que nos asomamos todos, aunque también están las televisiones con sus películas y series y las radios, pero sobre todo Internet y las redes sociales como Facebook, Instagram y WhatsApp, que curiosamente son de la misma empresa, pero y tantas otras ¿no?, como twitter y no sé cuántas más…

Creo que es necesario y urgente tener los pies en la tierra más que nunca. Recapacitar nuestra mirada, no sobre el vecino de al lado, sino sobre la comunidad, sobre la sociedad en general. Una sociedad terriblemente individualizada, terriblemente egoísta,  y sobre todo plantearnos una nueva mirada hacia toda esa charlatanería tan grande que hay, y que  quiero advertir desde aquí, a todas las personas, a  que está muy bien el que podamos compartir por internet, por las redes sociales, por WhatsApp, por Facebook, para comunicarnos de una manera divertida, y decirnos nuestras  cosas y tal, pero guardemos cuidado, ya que hay una gran maldad y una gran confusión, una terrible confusión en el mundo precisamente a través de todos estos medios.

Y sé que esto es difícil de decir, no es tan fácil y sé que muchas y muchos los que lleguéis a leer esto lo vais a criticar, pero requiere un esfuerzo, un poquito mayor de sensatez, en cuanto a ir cultivandonos,  a desarrollar nuestro propio criterio, pero un criterio que no esté basado en un pensamiento mágico, ilusorio, esperando que alguien venga a salvarnos con su varita mágica, o un Superman con superpoderes,  infantilista, sentimentaloide, desarrollar por el contrario ¿no? un pensamiento fuerte, arraigado firmemente a la tierra a la vez que eleva sus brazos hacia el cielo, y extiende sus ramas, que se entrechocan con otras ramas, y así va formando una red de apoyo, inquebrantable ante el menor de los virus y ante el mayor de los poderes fácticos. En una apertura grande hacia la empatía y a la par, una flexibilidad grande para observar el conjunto de la realidad de las cosas que pasen, sin excluir ninguna por más dolorosa que nos parezca, y que nos hagan recapacitar y que nos plantee cómo hemos llegado hasta aquí, que nos propone un replanteamiento general, de los presupuestos, de los cimientos sobre los que está sociedad está avanzando.

Y sin embargo, toda esta situación tan tremenda que estamos atravesando todas las personas, en este mundo, parece esconder una cierta especie de confianza ciega, diría cuasi religiosa, para que pensemos y tengamos esperanza en esa solución omnipotente, en la religión de un poder capitalista del que no podemos escapar, porque estamos inmersos en esta sociedad, inundados de un capitalismo salvaje, que está totalmente de espalda al conjunto de la sociedad, desde el mundo en el cual vivimos desde hace ya décadas, por no decir siglos y que necesariamente nos tienen que hacer plantearnos,  que esto no puede continuar así.

Un ejemplo muy sintomático de esto y muy ejemplar y muy explicativo, es que tú pides por Internet una cosa a Amazon y Amazon te la trae de cualquier parte del mundo en un instante casi. y sin embargo en estos días todo eso se está contradiciendo, y la frustración que nos provoca el no poder conseguir esto que deseamos en un momento dado, nos hace entrar en pánico, nos hace entrar en una suerte de histeria colectiva, arramplando con todo el papel higiénico del supermercado, por ejemplo, nos hace entrar en shock, como por otra parte nos muestra Naomi Klein en su ‘Doctrina del shock’.

Pero yo apunto y voy más allá, y ahora volviendo a retomar el título del artículo de Miguel Albiñana sobre agitación y calma, que existe en la vida, en todos los seres, en todos los ámbitos de lo humano e incluso en la propia naturaleza, y que no es otro que el comportamiento cíclico de ida y vuelta, de vaivén, qué es la integración continua permanente de los opuestos, de los dos estados principales de la vida, de la generación de la vida y de la acción. Estos dos presupuestos, estos dos extremos, está dos significancias que observamos en todo y cada uno de nosotros, son los que están produciendo este movimiento constante del que ya hablaban los antiguos textos milenarios, chinos, por cierto, cómo son el Tao Te King, en el que se afirmaba, que todo está en permanente movimiento en esta vida y que todo está permanentemente cambiando, que no hay nada estático.

Y justo aquí es dónde puedo, quizá decir, que  éste sea el momento, no sé, que tengamos que mirar no de una manera individual, no desde un comportamiento egoísta, para sobre todo, querer ver que el actual estado y sistema capitalista de la gobernanza del mundo, de los poderes fácticos, que tanto tiempo llevan arrastrando a esta sociedad hacia el precipicio, y que nos viene a cuestionar nuestro modo de vida, nuestra ignorancia, nuestro no querer mirar o mirar de lado, para que el problema no nos toque, y que este virus, nos está tocando a todos, a todas, a sociedad y gobernantes, a obreros y capitalistas, a ricos y vulnerables. Y en vez de estar nada más centrado en el entretenimiento, en el aburrimiento, en cuestiones baladíes, en el sentimentalismo superficial, y darnos cuenta, que son precisamente estas actitudes, las que están sentando estas bases que ahora se tambalean, y que están permitiendo que esto ocurra así en todas partes del mundo, con esta terrible pandemia. Nosotros como sociedad occidental y opulenta, resulta que estamos siendo atacados por un virus microscópico que parece que está traspasando fronteras y minando nuestra seguridad y que nos va a poner contra las cuerdas.

No sé si me está quedando un escrito un poco apocalíptico, no lo pretendo ni mucho menos y en verdad lo único que quiero es aportar como digo, lucidez y calma, que son el título de esta entrada, de este artículo, de esta reflexión, de este pensamiento; pero es cierto que debemos relajarnos y que no cunda el pánico, un poco por supuesto, y hacer caso a  las recomendaciones que en estos momentos las autoridades están implementando, las medidas que se están implementando desde las autoridades de la gobernanza en este caso de España y del resto de instituciones europeas y mundiales, NO dejarnos contagiar ni por el pánico ni por la histeria colectiva. Darnos cuenta de que ahora más que nunca, es necesaria esa solidaridad entre todos, pero que está solidaridad, que está empatía, que este acompañamiento, que esté formar piña y grupo, en la sociedad, sea desde una óptica muy lúcida y muy sosegada, muy mirando también al tiempo todo, mirando lo que hasta ahora ha sido, como nuestra sociedad capitalista consumista, egoísta, individualista, insolidaria, y también mirar cómo estamos provocando que el resto del mundo esté sufriendo lo indecible y que no hemos querido ver hasta ahora. 

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