Consumismo
La fiesta del consumo
Hemos reducido la Navidad a una fiesta consumista, dentro de un carrusel de producción y consumo, donde lo único importante que no pare.

«La Navidad siempre vuelve», nos dice el mensaje del Ayuntamiento de Madrid desde una pantalla callejera, y parece un mensaje de paz momentáneo, que interrumpe el ladrido incesante de anuncios publicitarios. El texto viene acompañado por una imagen fija de un cielo estrellado, de esos que resulta imposible ver en la capital de España, y por la de un caballito de feria muy recargado que sube y baja y entra y sale de la pantalla. «La Navidad siempre vuelve», y rápidamente uno lo integra sin esfuerzo en el coro de ladridos.
El tiovivo del Ayuntamiento parece vacío, pero, en realidad lo que sucede/pasa es que los jinetes que van montados en él son invisibles. Lo más importante del carrusel de la producción y el consumo es que no se pare y lo de menos es quién monte en él e, incluso, quién lo dirija. Lo único que está vivo, lo que de verdad tiene autonomía, es el mecanismo.
A continuación aparece, en esa misma pantalla luminosa, otro anuncio, éste de El Corte Inglés, también sobre la Navidad, y es curioso, porque en su versión televisiva, la canción que suena, a la vez que surgen las imágenes, empieza así: «Llega la Navidad, un año más». ¡Cualquiera diría que el Ayuntamiento y El Corte Inglés se hubieran puesto de acuerdo!
El anuncio de la Navidad que nos regala este año El Corte Inglés aparenta ser un carrusel de otro tipo, hecho de emoción e ilusiones. Un niño sale de su casa con su padre y comienza a sonar una canción: «Llega la Navidad, un año más/ y alguien con su trabajo/ la va a hacer funcionar…», y luego: «Creo que mi padre es un elfo/ sí lo es, sí lo es…», mientras el padre-elfo va haciendo magia por el camino, encendiendo las luces con un chasquido de los dedos, haciendo que caiga la nieve de un árbol al agitar su tronco, anudando los cordones de la bota de su hijo sin tocarlos… Cuando por fin el elfo-padre deja a su hijo en la escuela de música, entra en un edificio de El Corte Inglés y tanto su ropa como su aspecto se transforman en los de un empleado de la firma.
Este anuncio quiere ser un homenaje a todos aquellos que, con su trabajo, mantienen viva la ilusión de la Navidad. Sin embargo, el trabajo del padre (de cualquier padre o madre) que hace creer a su hijo en los Reyes Magos, no es un trabajo sino un empeño tierno y bello en un principio, que suele desembocar, no obstante, en un despilfarro general. Quien sí lleva a cabo un trabajo normal, aunque de forma simbólica en el vídeo, es el empleado de El Corte Inglés. Éste es el que nos lleva de la mano a todos los adultos, quienes estamos muy bien representados por el niño en el vídeo publicitario, y quienes hemos reducido la Navidad a una fiesta de consumo de objetos, servicios y lugares (sí, también hacemos mucho turismo en estas fechas). Esa mano nos ayuda mucho a llevar a cabo nuestro cometido como clientes, pues es la mano visible del mercado: la publicidad, en contraposición a la «mano invisible» (laissez faire es otra de sus denominaciones comunes), que crea un orden justo en el mercado, si se la deja actuar libremente, como teorizó erróneamente Adam Smith y como siguen creyendo buena parte de los economistas más influyentes.
Aunque, bien mirado, los adultos también trabajamos cuando nos dedicamos al ocio, es decir, cuando consumimos. Somos piezas indispensables, aunque prescindibles tomadas de una en una, del gran carrusel del capitalismo. Cuando el caballito sube, consumimos, cuando baja, producimos, pero todo forma parte de un mismo movimiento, de forma que, cuando uno lleva un buen rato sentado en la atracción, ya no es capaz de distinguir cuándo asciende y cuándo desciende; simplemente, se deja llevar.
Relacionadas
Siria
Israel da un paso más en la desestabilización de Oriente Medio y ataca Damasco
Comunismo
Jodi Dean: “Sin organización, los movimientos surgen y desaparecen como setas”
Justicia
La justicia española ordena a Juana Rivas que entregue a su hijo menor al padre para su regreso a Italia
El Salto n.79
La celulosa o la vida: periodismo situado y lucha social para frenar un ecocidio
Economía
Montoro, el ministro de los recortes del gobierno del PP, imputado por presunto tráfico de leyes
Aborto
Gritos de “asesina” y citación en comisaría: así es abortar cuando te acosan grupos antielección
Madrid
Victoria inquilina: la Justicia reconoce como abusivas seis de siete cláusulas del fondo buitre Nestar
Siria
La justicia, el gran reto de la transición siria
Opinión
Racismo en Torre Pacheco
Con todos ustedes: España
Últimas
Comunidad El Salto
El Salto estrena nueva página: una web como una casa
Opinión
Lecciones de Torre Pacheco. Combatir el racismo desde la fuerza de clase
México
Si México fuera verde: niñas madres, leyes muertas y la lucha por decidir
Análisis
La carrera que nunca termina: una respuesta a Quinn Slobodian
Murcia
La Fiscalía de Murcia investigará si el presidente de Vox Murcia ha incurrido en delitos de odio
Opinión
Superman y el ‘reset’ de los superhéroes en crisis
Comunidad de Madrid
Los bomberos forestales madrileños inician una huelga de un mes
Opinión
Lo de Torre Pacheco tiene un nombre: terrorismo supremacista blanco
Opinión
Integración, valores europeos, y otros grandes chistes racistas
Recomendadas
Arte contemporáneo
Palabras contra el poder: la vigencia radical de Barbara Kruger
Málaga
Málaga, el punto de inversión para los fondos israelíes a pie de playa
Feminismos
Patricia Reguero
“Mis relatos están escritos al lado de otras, arropada por la escucha de otras”
LGTBIAQ+
Mana Muscarsel
“La amistad da más juego para salir de la lógica de la familia porque tiene menos reglas"
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!