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8 de marzo
Así caminan hacia el 8M las mujeres de la Castilla rural
Las mujeres de los pueblos castellanos combinan reivindicaciones feministas como la de la visibilización de las violencia sexuales con otras propias del mundo rural.
El pasado 21 de diciembre, la Asamblea Feminista de Aranda convocó una concentración de apoyo a la víctima de un presunto delito de agresión sexual y contra la libertad sexual de una menor de 16 años por parte de varios exjugadores del Arandina Fútbol Club.
Mujeres de toda Castilla y León respondieron desplazándose desde pueblos y ciudades para mostrar solidaridad en contra de cualquier agresión, demostrando así la fuerza de las mujeres rurales en unas reivindicaciones que se suman a las específicas del medio rural, vinculadas a sus raíces, costumbres y folclore.
Fue una demostración de cómo, lejos de quedarse atrás con respecto al movimiento feminista urbano, la solidaridad y el hermanamiento entre las mujeres de los diferentes pueblos es cada día más visible.
MECANISMOS PROPIOS
Aunque no siempre existe existe la fuerza suficiente como para organizar manifestaciones y concentraciones como esta, sí han proliferado las acciones para crear tejido femenino en el rural. Así por ejemplo, la Asociación Garaldea se encarga de impulsar este sentimiento de comunidad en pueblos de la sierra madrileña. Su portavoz explica cómo lejos de los núcleos urbanos, los recursos son menos. Se dan, además, situaciones específicas del medio. Por ejemplo, en los casos de violencia machista: “La violencia está más protegida, hay más compadreo”.
Los pueblos del sur de Castilla no se quedan atrás. Municipios como Valdepeñas, Campo de Criptana o Villarobledo, todos en Ciudad Real, también se organizan para realizar, entre otras cosas, actos por el 8M. Colectivos locales de mujeres se encargan de sacar comunicados, convocar cadenas, elaborar pancartas para el 8M, con más o menos apoyo institucional, facilitando que las movilizaciones sean cada vez más frecuentes.
Violencia machista
La sentencia del caso Arandina desmonta el argumentario que culpa a la menor de la agresión
La condena a tres futbolistas por agredir sexualmente a una menor ha desatado de nuevo el discurso sobre el consentimiento pese a que la madurez psicológica de los acusados es sustancialmente superior a la de la denunciante, como concluye uno de los informes aportados como prueba. Una experta analiza los argumentos de la sentencia.
“Creo que las mujeres siempre han tenido mecanismos propios para cuidarse… tú ves a las señoras del pueblo y siguen unidas, contándose sus cotilleos; creo que esto ha servido para defenderse y protegerse”, dice una joven de 18 años que ha vivido toda la vida en Villadiego, un pueblo de la provincia de Burgos, y ahora participa en una asociación juvenil. Paralelamente, explica, las mujeres jóvenes han ido generando espacios seguros propios en los últimos años.
Pese a la oportunista aparición de la situación de los pueblos en el orden del día de las instituciones, la lucha de quienes viven en este medio y la consciencia de la difícil situación del mismo persiste: “La principal herramienta que tenemos el rural para combatir su coyuntura actual, que es estructural, es la organización y la autogestión”, comenta la joven de Villadiego. “Tenemos que crear comunidad y sentimiento de unión fuera de falsos patriotismos como el español”, argumenta.
Las mujeres rurales siempre han buscado espacios seguros, lejos de la masculinización que existe en otros espacios de socialización del mundo rural como, por ejemplo, los bares. El mayor tiempo dedicado al trabajo reproductivo y doméstico ha posibilitado el ir tejiendo sus redes de apoyo, cuidado y solidaridad en sus entornos.
Y son este tipo de estrategias las que permiten hacer comunidad y ha permeado en la organización del 8M desde los espacios rurales.
“Las mujeres rurales han empezado a revolverse y nuestro papel cada vez es más notorio, ya que nos estamos empezando a hacer cargo de muchas cosas que antes no hacíamos”, explica Raquel, otra mujer de Briviesca (Burgos) que a tuvo que irse fuera a estudiar. La implicación de estas dos jóvenes es una pequeña muestra del relevo generacional que se ha dado en los últimos años. Agrupaciones de mujeres o, en ocasiones, mixtas, de muchos pueblos castellanos han empezado a trabajar el feminismo desde una perspectiva rural.
En Villadiego, la juventud se organiza en torno a una asociación para ayudar a impulsar la participación vecinal y el medio rural. Bajo el nombre de El Bardal, ya han hecho varias acciones en fechas señaladas como el Día por la Eliminación de las Violencias Machistas, que se celebra el 25 de noviembre, o con motivo del 15 de octubre, Día de la Mujer Rural.
Los cordones morados son cada vez más frecuentes en festivales y, también, en fiestas de pueblos
Pero este no es el único pueblo de Castilla en el que se intentan crear espacios seguros. Los cordones morados son cada vez más frecuentes en festivales y, también, en fiestas de pueblos. Las tradicionales verbenas son espacios masificados y no solo por la gente del pueblo que vive allí día a día, sino por veraneantes y habitantes de localidades cercanas. Pueblos como el que se menciona anteriormente, Briviesca, también en Burgos) o Villacastín, en Segovia, han hecho cordones morados para sus respectivas fiestas patronales con el fin de evitar agresiones que no ocurren en el día a día de los pueblos.
FEMINISMO EN EL MUNDO RURAL
Históricamente, la mayoría de los ayuntamientos ha impulsado y colaborado con asociaciones de mujeres o amas de casa que han servido como lugar de reunión para nuestras madres y abuelas. Aunque pueden considerarse precuelas del movimiento social de mujeres en el rural, lo cierto es que estos grupos no han desarrollado un papel expresamente político, pero sí suman experiencia en crear comunidad y cuidados entre ellas muchas generaciones y saben mucho de pequeños grandes logros en su día a día, tales como conseguir un sitio de reunión para mujeres, libertad para beber, bailar o vestirse con quieran en las fiestas patronales o una cómoda situación en su ambiente laboral.
El feminismo ha llegado al mundo rural como lucha social y las mujeres de los pueblos, sobre todo las más jóvenes, han empezado a crear tejidos asociativos y otras formas de participación activa en pro del feminismo y de las reivindicaciones del mundo rural.
Además, no están solas: el feminismo rural ha aterrizado en otros territorios como Andalucía, donde las mujeres feministas reivindican los bailes populares y otras expresiones culturales como seña de tierra y libertad. El monográfico editado por Labio Asesino Femnzine y titulado “Feminismo andaluz” es un clarificador ejemplo de cómo el movimiento social de las mujeres se expande por diferentes tierras.
8 de marzo
Mapa | Todas las manifestaciones de hoy
Un mapa en constante actualización recoge todas las convocatorias de este 8M. El Ministerio de Sanidad descarta cancelar manifestaciones por el coronavirus.
Muchas mujeres feministas de Castilla reivindican hoy las jotas. Esta danza se baila en corro y aúna a sus integrantes creando un sentimiento de comunidad al ritmo 3x4 que es, curiosamente, el ritmo de los latidos del corazón. Es una manera simbólica de poner en valor la relación entre ciertas tradiciones y una lucha que pone ese latido, la vida, en el centro.