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Política
Ayuso, Sánchez y las banderas, entre patriotas y nacionalistas
El verdadero patriotismo no se ve en mostrar un símbolo, sino en garantizar una defensa firme de los derechos del ciudadano. Patriotismo es defender los servicios de salud públicos para garantizar un acceso a los servicios sanitarios igual a todos los ciudadanos.
Es llamativo que lo más destacado de la reunión entre la presidenta de Madrid Díaz, Isabel Díaz Ayuso, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya sido el telón de fondo compuesto por veinticuatro banderas, lo dice el sistema de posicionamiento de Google pero también se ha podido ver en las redes sociales donde la reunión dio pie a una mofa generalizada haciendo comparativas entre la cantidad de banderas y la escasez de médicos, rastreadores y medidas efectivas contra la pandemia. En definitiva, y como magistralmente resume algún titular, “más banderas que soluciones”.
Independientemente de que la puesta en escena fuera organizada por Ivan Redondo, director de Gabinete de Sánchez, o Miguel Ángel Rodríguez, homólogo de Ayuso, lo cierto es que responde a una estrategia que se ha podido ver a lo largo de estos últimos años de levantar alto la bandera para esconder la falta de un proyecto político o de una ideología clara y bien delimitada que pueda aunar a un núcleo de votantes fieles. se vio cuando Pedro Sánchez, en su acto en el Teatro Circo Price, proyectó una bandera de España gigante durante su discurso reivindicando el “patriotismo cívico”; cuando el Partido Popular defiende el “Patriotismo fuerte en una nación política fuerte y unida” para justificar su habitual despliegue de banderas, o cuando Vox compite con ellos colocando el máximo de banderas de España en el máximo de superficies posibles, como si todas sus posesiones hubieran sido compradas en la típica tienda de recuerdos de España para turistas. La utilización de la bandera no es una cuestión baladí. De hecho, en el siglo XV, Maquiavelo ya escribió que hasta el más impío de los príncipes debía de conseguir aparentar ser el más piadoso y que nadie que afirmara hacer algo por su patria podría ser reprochado moralmente. Ahora solo falta saber, ¿es un patriota aquel que presume así de los símbolos nacionales?
Patriotismo es sentir dolor por cada uno de los médicos y enfermeros que han abandonado el país por ver cómo su sueldo es menor que el que recibe un barrendero en Francia
Lo primero que se debe analizar es qué supone ser un patriota. El término en cuestión nace en la edad moderna como una recuperación de la virtus romana o la areté griega, adaptada a los tiempos de la revolución francesa. En un sentido amplio se puede definir como una convicción por la libertad basada en la igualdad y la justicia social, así como en la defensa de las instituciones que la hacen posible. Una defensa del derecho colectivo e individual, en contraposición a la tiranía, y una apelación genérica al ciudadano, que como define el catedrático de ciencias políticas Fernando Vallespín, excluye todo tipo de vínculo étnico. Resumido en la frase de Camilo José Cela, “el patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo”. Así pues, el patriotismo no solo es un compromiso ciudadano con los valores de la democracia, la igualdad y la justicia social, sino que también acepta lo plural y lo diverso como algo enriquecedor, un sentimiento que vincula con el lugar donde se ha nacido y que no solo se limita geográficamente, sino que es algo extensible desde el pueblo más pequeño hasta el mundo entero.
Por contra, frente al sentimiento cívico que fomenta el patriotismo está el nacionalismo. El nacionalismo surge en el siglo XIX como respuesta a la desintegración de los imperios Otomano y Austro Húngaro, una respuesta política que busca la construcción de nuevas entidades políticas basadas en la voluntad de constituirse como “nación” a aquellos pueblos con un idioma, una cultura y un pasado común. Tal y como se puede apreciar, el sentimiento nacionalista tiene más que ver con identificar al estado con un pueblo único y homogéneo culturalmente, así como la adoración de los símbolos que lo representan, un sentimiento que se nutre de la diferencia, que divide a la sociedad desde un enfoque chovinista donde la lealtad ya no es con unos valores concretos, sino con el grupo étnico al que se pertenece. Siguiendo la frase de Camilo José Cela, mientras el patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo, el nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo. Una lógica estatal que suele camuflarse en discursos incendiarios apelando a un sentimiento nacional y que suele terminar en este país con gritos de “viva España”, “viva el Rey” o “yo soy español, español, español”.
Ciudadanos nació precisamente para hacer frente al nacionalismo catalán en su propio territorio con la esperanza de romper la dinámica independentista, pero que al final se ha transformado en un partido nacionalista más
El ejemplo de Ciudadanos
Uno de los partidos que peor ha entendido la diferencia entre estos términos ha sido Ciudadanos, un partido que nació precisamente para hacer frente al nacionalismo catalán en su propio territorio con la esperanza de romper la dinámica independentista, pero que al final se ha transformado en un partido nacionalista más, con grandes ultranacionalistas entre sus filas que desertaron al nacer Vox. Ciudadanos creó la plataforma “España Ciudadana” como medio para combatir el “nacionalismo”, o lo que ellos entienden como tal a través de lo que denominó “patriotismo ciudadano”. Cabe destacar que, durante el acto, no faltaron banderas de España ni gritos marciales apelando al sentimiento nacional, y no es de extrañar la ironía de que muchos de los asistentes a este tipo de actos acabaran utilizando la bandera de España para golpear a los “nacionalistas” catalanes cada vez que salían a pasearse a la calle.
Vox por su parte, alimentado de los restos del fracaso de Ciudadanos, de los descontentos con el PP blando de Mariano Rajoy y de los defensores de la tiranía no es que no haya entendido la diferencia, es que directamente la utiliza como arma para crear la España patriota frente a la antiespaña formada por nacionalistas y rojos, un discurso muy parecido al de los fascistas del siglo pasado. Un simple vistazo a cualquier medio de difusión de Vox o de cualquier otro partido residual de extrema derecha en España muestra como una de las palabras más utilizadas en sus encabezados es la de “patriota”, “El futuro le pertenece a los patriotas” como título del discurso que ofreció su secretario Santiago Abascal en Vista Alegre. Vox creará un “Sindicato Patriota” que el propio Abascal define como “una agrupación patriota y antiseparatista, anticomunista y contra las oligarquías corruptas”. Es irónico como cuando titulan un acto como “el futuro pertenece a los patriotas”, se haga una defensa de las raíces cristianas de España y de Europa, de la lealtad al Rey y de la homogeneidad de la nación Española ¿No era eso precisamente el nacionalismo?
La izquierda representada por una amalgama de partidos como Unidos Podemos, Más País, Compromís, etc. parece entender mejor cual es el verdadero significado de patriota. Pablo Iglesias lo dejó claro en su entrevista con Pedro Piqueras en 2018 cuando afirmó: “Soy patriota y nadie con cuentas en Suiza me va a dar ninguna lección de que significa ser español” y, de hecho, parece haberse dado cuenta de la debilidad del discurso patriota de Vox cuando entre Rufián, Iglesias y Aitor Esteban desmontan punto por punto su nacionalismo elitista disfrazado de patriotismo cada vez que se presentan en el Congreso. La última vez, a propósito de la limitación del precio de las mascarillas. Sin embargo, la izquierda parece huérfana de símbolos de la patria, una estrategia que no solo perjudica, sino que contribuye a que precisamente sea el rival político el que se apropie de esos símbolos.
Parece que la propuesta de llenar el fondo de banderas del acto entre Ayuso y Sánchez surgió del propio gabinete de Sánchez, a lo que el gabinete de Ayuso respondió “sí, pero más de España que de Madrid”
El PSOE de Sánchez parece haberse dado cuenta de esta cuestión y lo mostró muy claro en su acto en el Teatro Circo Price en 2015. Dejar uno de los principales símbolos del país en manos del rival político es un error estratégico, y es así como parece que poco a poco van apareciendo banderas de España. Primero de forma explícita en los actos, pero después como pines, pulseras o incluso mascarillas. De hecho, parece que la propuesta de llenar el fondo de banderas del acto entre Ayuso y Sánchez surgió del propio gabinete de Sánchez, a lo que el gabinete de Ayuso respondió “sí, pero más de España que de Madrid”, una competición entre el Partido Popular y el PSOE por apropiarse de uno de los símbolos del país.
Sin embargo, como se ha visto el verdadero patriotismo no se ve en mostrar un símbolo, sino en garantizar una defensa firme de los derechos del ciudadano. Patriotismo es defender los servicios de salud públicos para garantizar un acceso a los servicios sanitarios igual a todos los ciudadanos, no permitir que un ciudadano del barrio de Salamanca pueda pagarse una PCR y tener los resultados a día siguiente, mientras un ciudadano de Vallecas tenga que esperar casi una semana para saber los resultados porque no puede permitirse hacer frente al servicio de una clínica privada. Patriotismo es sentir dolor por cada uno de los médicos y enfermeros que han abandonado el país por ver cómo su sueldo es menor que el que recibe un barrendero en Francia, y lo que es más importante, luchar porque esto no se vuelva a producir. Ser patriota en definitiva es preocuparse por el sitio donde vives, para poder sentirse orgulloso de lo que la sociedad en su conjunto ha construido en defensa de las libertades y los derechos, no levantar banderas con la esperanza que puedan tapar el desastre que se está produciendo y, tal y como resume una frase cargada de sabiduría que se pudo ver en redes sociales, ser patriota en este momento es “menos banderas y más enfermeras”.
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Errejón y sus lecturas parciales de Laclau han hecho mucho daño a la izquierda. El patriotismo, que es el eufemismo que se suele utilizar en el mundo occidental para ocultar sin mucho éxito la ideología extremadamente nacionalista de los Estados-nación, no puede ser cualquier cosa. Dar un contenido diferente al significante "patria", "patriotismo" o "patriota" no implica que la sociedad vaya a asumirlo. Hay políticos y politólogos de la izquierda institucional que no aprenden. El patriotismo/nacionalismo es históricamente una seña de identidad de la derecha conservadora y/o fascista en España. Y es difícil que cambie por muchas campañas cosméticas que se hagan desde Unidas Podemos. Resulta hasta ridículo. Y lo digo a pesar de que estoy de acuerdo con el fondo del asunto tratado en el artículo. Pero no todo vale.