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Oriente Medio
Fuerzas kurdo-árabes arrebatan Raqqa al Daesh mientras la tensión se apodera de Iraq
Mientras una coalición de fuerzas kurdo-árabes, apoyadas por Estados Unidos, arrebataba Raqqa (Siria) al Daesh, en Kirkuk se produce una escalada de tensión entre el Ejército iraquí, milicias chiíes y los peshmerga kurdos.
El 6 de noviembre del pasado año, con la toma de seis localidades controladas por el Daesh, se anunciaba oficialmente el inicio de la operación 'Ira del Éufrates'. Las Fuerzas Democráticas Sirias, apoyadas por la coalición internacional que lidera Estados Unidos, ponían su foco en la liberación de Raqqa, la capital del autoproclamado Estado Islámico.
Hace más de cuatro meses comenzaban ya los combates urbanos en la propia ciudad, unos combates que, tras más de 3.000 muertes contabilizadas, concluyeron anteayer con la expulsión total de los milicianos yihadistas, quienes desde 2013 controlaban la ciudad. Talal Sello, portavoz de las FDS, precisaba que continúan aún “las operaciones de búsqueda para eliminar células durmientes, si las hay, y para desminar la ciudad”. Las imágenes que nos llegan muestran una devastación a la que se contrapone la felicidad de quienes portan banderas de las YPG, la milicia kurda que conforma la columna vertebral de las FDS.
Con presencia en el norte del país, la población kurda representa una minoría dentro del crisol étnico, religioso y cultural que un día fue Siria. Tras el inicio de las hostilidades, hace ya más de seis años, las YPG se hicieron con el control de las ciudades y zonas rurales de mayoría kurda y a duras penas, con un armamento notablemente inferior, consiguieron frenar las embestidas del Daesh, que durante 2014 avanzaba en todos los frentes cosechando victoria tras victoria.
Es en octubre de ese año cuando se observa un cambio de estrategia por parte de Estados Unidos, que hasta la fecha había apoyado a grupos poco fiables y de carácter islamista que, formando parte del fragmentado bando rebelde, ponían mucho más énfasis en combatir al régimen de Assad que al Estado Islámico.
Son las complicadas circunstancias de la guerra siria las que dan lugar a una inusual alianza entre la mayor superpotencia capitalista de la Historia con un grupo que apuesta como modelo político por lo que denominan Confederalismo Democrático, una propuesta ideológica similar al municipalismo libertario que, formulada por el teórico Murray Bookchin, fue apoyada por Abdullah Öcallan, el eterno líder del PKK, que cumple cadena perpetua en Turquía.
No es menos paradójico que unas ideas que propugnan la superación del Estado a partir de las relaciones libres y fraternales entre comunidades a las que la guerra ha distanciado severamente alcancen su máxima extensión en el marco del conflicto armado más virulento de los últimos años. Sin embargo, es esa misma concepción política la que permitió la creación de las Fuerzas Democráticas Sirias, donde a las YPG se unieron combatientes de origen árabe para avanzar sobre un territorio con escasa o nula presencia de población kurda.
Aun cuando el Daesh está en franco retroceso y es incluso posible vislumbrar su próximo final, quedan muchas interrogantes abiertas respecto al futuro de Siria. Previsiblemente el régimen de Assad, una vez terminada su campaña contra el Estado Islámico, tornará su mirada sobre Idlib y el resto de territorios en los que, controlados aún por el bando rebelde, se han hecho fuerte grupos yihadistas vinculados, por ejemplo, a Al-Qaeda.
También queda por ver qué sucede con las tropas turcas que aún permanecen en la zona de Jarablus, localidad fronteriza ubicada al norte de Siria, y que recientemente han llegado a Idlib. Turquía, el tradicional enemigo del pueblo kurdo, ha reiterado una y otra vez que no permitirá la unión del cantón de Efrín, ubicado en el noroeste del país, con el resto de territorios en manos de las FDS, y que bien podrían servir de base para crear un protoestado kurdo en la región.
La situación en el Kurdistán iraquí
En Iraq, donde la población kurda había vivido con relativa calma el conflicto armado que sacudía la región, la situación también ha cambiado. El pasado 25 de septiembre tenía lugar un referéndum de autodeterminación que se celebraba no solo en el territorio reconocido del Gobierno Regional Kurdo (GRK), sino que se ampliaba sobre ciudades que, como Kirkuk, quedaban fuera de su jurisdicción reconocida, pero que de facto estaban controladas por los peshmerga, las unidades militares del Gobierno regional.Más del 70% de la población convocada participó en la consulta y hasta un 92% de los sufragios eran favorables a la independencia. No obstante, la respuesta del Gobierno iraquí con sede en Bagdad, no se hizo esperar. El Gobierno de Al-Abadi, el primer ministro de Iraq, suspendió los vuelos internacionales que partían desde los aeropuertos kurdo-iraquíes, prohibió la exportación de petróleo y amenazó con irrumpir en el territorio hasta entonces controlado por el GRK. De la misma manera, tanto el Ejército iraní como el turco movilizaron tropas junto a la frontera iraquí, atreviéndose incluso las tropas de Erdogan a aventurarse en suelo extranjero para llevar a cabo operaciones de castigo.
Durante los últimos días los acontecimientos se han precipitado. A la movilización de efectivos del Ejército iraquí se sumó la puesta en escena de las PMU, milicias de confesión chií patrocinadas por Irán y sobre las que pesan graves acusaciones de violación de los derechos humanos.
Las tropas peshmerga adscritas a la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) y al clan Talabani, con buenas relaciones con Irán, optaron por retirarse de sus posiciones en Kirkuk, una ciudad multiétnica y cuya provincia tiene numerosos pozos petrolíferos. El resto de las unidades leales al GRK se replegaron en una situación de caos que permitió la irrupción en la ciudad de las milicias chiíes y del propio Ejército de Bagdad.
Un escenario de mayor caos podría proporcionar una oportunidad de supervivencia al Daesh, que a día de hoy se encuentra acorralado tanto en Siria como en Iraq
Mientras, en Sinjar, el centro religioso y cultural de la comunidad yazidí (duramente perseguida por el Daesh por practicar una religión sincrética), los milicianos y milicianas del PKK y de las YBS, la traslación al escenario iraquí de las YPG sirias, se mantenían en sus posiciones pese a las amenazas de Bagdad.
Las últimas horas solo han servido para añadir más confusión a los acontecimientos. Estados Unidos y Francia piden calma a todos los actores implicados mientras aparecen vídeos en los que la propia población de Kirkuk intenta expulsar a las tropas de Bagdad. Las últimas informaciones apuntan incluso a una retirada del Ejército iraquí y de las PMU mientras los peshmerga, que se replegaron en los últimos dos días, se reagrupan para retomar el terreno perdido. De hecho, algunas fuentes señalan que algunos puntos de Kirkuk volverían a estar ya en su posesión.
Está aún por ver si la situación deviene en un conflicto armado o si las tensiones pueden ser reconducidas por la senda de la tranquilidad. Un escenario de mayor caos podría proporcionar una oportunidad de supervivencia al Daesh, que a día de hoy se encuentra acorralado tanto en Siria como en Iraq. También está por ver cómo se recomponen la relaciones entre los diferentes partidos y facciones kurdas que se encuentran ante un escenario inusitado.
En el Kurdistán iraquí han sido mayoritarios durante las últimas décadas dos partidos, la UPK, próxima al clan Talabani, y el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), próximo a Barzani, el actual presidente del Gobierno Regional Kurdo. La retirada del frente de los peshmerga de la UPK, sobre la que ahora pesa la acusación de colaborar con Irán y Bagdad, podría propiciar un acercamiento entre el clan Barzani y los grupos del PKK y de las YPG que, en el contexto del conflicto armado que sacude la región, han cobrado peso en las zonas de mayoría kurda de Iraq.
La compleja partida de ajedrez que se juega en la región involucra, no obstante, a más actores. Mientras los gobiernos de Bagdad y Erbil (GRK) se enfrentan por el control de una amplia y rica franja de territorio, potencias regionales como Turquía o Irán tienen intereses comunes y contrapuestos en la zona. Rusia y Estados Unidos, por otra parte, tienen también intereses propios en la región y, aun cuando puedan coincidir en la necesidad de sumar esfuerzos para combatir al Daesh, tal y como en cierta forma han conseguido en Siria, la realidad es que la nueva situación en Iraq puede generar nuevos e imprevisibles escenarios.
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El único error que me gustaría compartir y creo que tiene el artículo es la falta de mención de las milicias de mujeres paralelas a las mixtas que se han nombrado (YPG, YBS)