Opinión
Suicidio y el Derecho a la vida humanamente digna

Mentar la Vida supone inevitablemente tener presente que es efímera, primera cualidad que la caracteriza. De ello se encarga eficiente y eficazmente la Muerte. El pasado 10 de septiembre, se conmemoró, se celebró, se… El Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Promueve este “evento” anual la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) (hay que pagar para asociarse) y fue avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2003. Pretende hacer visible un oscuro tema, ya que los medios de comunicación suelen no hacerse eco de las muertes por suicidio. Los motivos pueden ser muy variados y el eslogan que se pretende proyectar ese día es que el suicidio se puede prevenir.
Esto de los días internacionales forma parte de toda una filosofía de lo efímero. En uno o dos días, antes o después, se conmemoran otros asuntos que nada tienen que ver con el anterior. A modo de ejemplo el día 7 de septiembre ha estado dedicado de tres causas. El Día mundial para conciencias sobre la Distrofia de Duchenne, y dos días Internacionales: Cooperación Policial y Aire Limpio por un cielo azul. Al día siguiente le toca el turno al día internacional de la Alfabetización. Al siguiente a la Protección de la Educación contra Ataques. El 12 de septiembre, ha sido el Día de las Naciones Unidas para la Cooperación SUR-SUR y el 15 de este mes le toca el turno al Día internacional de la Democracia. Y así, un largo calendario de asuntos variados que el hecho de que se retomen cada año da fe de que poco o nada se avanza en ellos.
En el caso del suicidio parece que va aumentando la tendencia conforme aumenta la esperanza de vida. Ayer se hicieron eco los medios de comunicación de algunas cifras y según estas un colectivo muy dado a quitarse la vida se encuentra entre las personas mayores de 80 años. Aunque el fenómeno afecta a todas las edades, hasta la infancia y más en hombres que en mujeres. La cultura dominante insiste machaconamente en transferir la responsabilidad a cada cual por todo lo que le acontece. Esta tendencia a individualizar las causas no es inocente ya que pretende ocultar las raíces que se hunden en las enormes, escandalosas, desigualdades entre las gentes. Causas socioeconómicas, estructurales, que hacen la vida insoportable. Por ello también, porque de todo se hace negocio incluso con la desesperación y hasta con la muerte, se proyecta una doble visión sobre el suicidio: Por un lado que obedece a causas psicológicas y, por otro, que con alguna ayuda una persona puede no suicidarse, al menos hoy. Que casi todo afecta a la psicología de las personas nadie puede dudarlo y que una ayuda en este sentido puede ser eficaz para reconducir una tendencia al suicidio tampoco puede ignorarse. Lo que no es aceptable es que el análisis no vaya algo más allá.
Cuando se habla de muertes por accidente de tráfico se comentan que son datos alarmantes. Esto justifica las campañas institucionales para prevenirlos que se dotan con partidas presupuestarias. Todo el mundo asume que estas cifras de muertes en carreteras son inaceptables. Dicho esto pudiera aplicarse una sencilla y tradicional regla de tres: Si el que 1.145 personas fallecieran en siniestros de tráfico en carretera durante 2023, es inaceptable. El que se suicidaran (oficialmente) en España 4018 -2022- o 3952 en 2023 ¿cómo sería? Los datos sólo en España permiten concluir que causas estructurales están presentes en la generación de la desesperación que lleva a quitarse la vida.
La respuesta a la pregunta ¿el suicidio se puede prevenir? está dada. Garantizando el derecho a la vida humanamente digna, las causas del suicidio dejarían de existir.
A la pregunta ¿El suicidio se puede prevenir? Se tendría que contestar, siquiera por humanidad, que SÍ. Pero esto llevaría necesariamente a garantizar el derecho a la vida. Un derecho que va más allá de la exigua, ladina, reduccionista, interpretación que los liberalismos han venido realizando: Como la vida es de cada persona, nadie está legitimado para quitársela. Como el cuerpo soporta la vida, el texto de los derechos humanos se refiere exclusivamente a las funciones “vitales” que en el cuerpo tienen lugar. Y por tanto la referencia se circunscribe a “no poder dar muerte”. ¿Se deduciría de ello que mientras no se mate a la persona se puede hacer con ella lo que se quiera? Posiblemente para evitar estas y otras disquisiciones los “padres” de la patria estadounidenses, en su declaración de derechos, pusieron inmediatamente detrás la palabra “libertad”: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”. Parece que la clave se encuentra en el concepto “libertad”, porque sin ella ¿es posible ser feliz? ¿El suicida ejerce su libertad cuando se quita la vida? Aunque, para los liberalismos, tampoco parece tener lindes muy claras eso de la libertad. ¿Hasta dónde llega ese derecho a ser libre? La cualidad de “poder” está íntimamente ligada al concepto de Libertad. Los límites de la Libertad, aunque algo difusos, han dado para un buen número de tratados y tesis filosóficas. Capacidad para decidir, para elegir… Controvertidos conceptos estos de “vida” y “libertad”, aunque ambos, por aquello de que “todos los hombres son creados iguales”, ¿estarían más que hermanados? —¡Oiga, que estamos en España!— Pues lleva usted razón y por ello nada mejor que invocar para estos asuntos la Constitución Española de 1978, que en su preámbulo habla de: “Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”. Para más adelante, en artículo 10, concretar: “1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”. Reconociendo explícitamente en su punto 2, que las “normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”. ¿Qué tendrá esto que ver con el suicidio? La misma Constitución en su artículo 15 concreta que: “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes”. Y si eso fuese así ¿cómo es posible el suicidio en una sociedad que es garante de la vida? Porque si el derecho a la vida humanamente digna está garantizado ¿a quién se le pasaría por sus entendederas quitársela? Sí, ya se sabe que ¡hay gente “pa-to”!, pero en el común de los actos suicidas se encuentra una insoportable agonía. Una infelicidad extrema, donde los contextos donde se “malvive” tienen mucho que ver. La respuesta a la pregunta ¿El suicidio se puede prevenir? está dada. Garantizando el derecho a la vida humanamente digna, las causas del suicidio dejarían de existir. Pero, para que los gobiernos liberales del mundo mundial se pongan a ello, queda mucho que recorrer. Mientras tanto el suicidio se sigue considerando un aspecto residual y vergonzante que siempre está relacionado con desequilibrios mentales y que puede ser evitado (al menos un instante) con una llamada al teléfono de la esperanza, por ejemplo. Ningún gobierno entra en el análisis en profundidad para modificar las causas estructurales que conducen a las personas al suicidio y de esta forma, se acaba culpando a la persona que se quita la vida como única responsable de esa fatídica “decisión”. Publicitar de forma transparente y anónima, los contextos en los que vivió sus últimos días cada persona que se suicida, aportarían datos relevantes para de verdad comprender las causas y por tanto poder prevenir el fatal acontecimiento. Imagen: Octavio Alberola
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