Opinión
Sin Open Arms, naufragio nacional en Totalán

Aunque no hayas mirado la televisión, ya lo sabes. Llevamos 13 días siguiendo cada detalle del rescate de un niño en un pozo, menos de la décima parte del tiempo y los recursos que se dedican al rescate de personas en el Mediterráneo.

25 ene 2019 20:13

Hay noticias que asfixian, dejan sin respiración, y vidas que se ahogan en el mar. Si no cogemos aire, con los brazos abiertos a la solidaridad de todos los rescates, podemos morir ahogados en un mar de infoxicación.

Aunque no hayas mirado la televisión, ya lo sabes. Llevamos trece días siendo infoxicados las 24 horas, de cada paso, cada protagonista, cada decisión y cada detalle del rescate de un niño en un pozo. No hay medio que no cubra el rescate.

Hay televisiones de todo el mundo. “Se sigue minuto a minuto lo que pase en la excavación”, dice la presentadora en las noticias. “Solo hay que ver los micrófonos que llenan las ruedas de prensa para ver el impacto del rescate. No importa la lengua en que se cuente, todos esperan dar la misma noticia. Que al fin se encuentre al pequeño”. La esperanza es lo último que se pierde, te dicen. Y nadie mira al mar.

La esperanza es lo último que se pierde, te dicen. Y nadie mira al mar

Repiten una y otra vez lo de siempre. “La montaña manda. 300 personas trabajan coordinadas para rescatarlo. Guardia Civil, bomberos, ingenieros, técnicos de rescate, mineros. El terreno se resiste, placas de granito, macizo rocoso. Se plantean alternativas, desmontar la montaña. Ocho héroes abren la tierra a mano, buscando a un niño perdido. Están a metro y medio. Todos los detalles en la web y por supuesto, en el siguiente espacio informativo”.

Se llama Julen, tiene dos años. Y atrae la atención mediática de todo el mundo, a cada rato. Estas noticias que dejan sin aliento, puede provocar ceguera informativa. Se han movilizan medios técnicos y humanos, y la solidaridad de millones de ciudadanos. Todos los ojos están puestos en un hueco de 25 cm de diámetro, a más de 100 metros de profundidad, en el municipio malagueño de Totalán. Y sin barcos de rescate en el Mediterráneo.

13 días pensando en Julen y te olvidaste de Sam 

“Sam lucha por sobrevivir desde el mismo instante en el que llegó al mundo. Lo hizo a solas con su madre. Pero, a las pocas horas, ambos se embarcaron en uno de los tres botes de goma rescatados el 21 de diciembre por la ONG española Proactiva Open Arms en el Mediterráneo central”. Contaba Fabiola Barranco con fotos de Olmo Calvo, para eldiario.es, el rescate en helicóptero del pequeño Sam, de dos días de vida, tres días antes de Navidad. Y sólo unos pocos periodistas para contarlo.

Nadie mira ahora donde está Sam. Ni al barco Aita Mari, en el puerto de Pasaia. Ni al Open Arms, que rescató a Sam y permanece atracado en Barcelona. Desde septiembre de 2015, Open Arms ha rescatado a unas 60 mil personas. Pero desde hace días, fomento no les deja zarpar.

Desde el 13 de enero buscando a Julen. Y en la telespectáculo, el amarillismo manda. El Consejo Audiovisual de Andalucía analizará el tratamiento mediático del caso en televisión ante una posible vulneración de derechos fundamentales de la familia.

Desde el 8 de enero sin que el Open Arms, y el 20 de enero el Aita Mari, puedan zarpar a rescatar. Por decisiones políticas, no por mala mar. Calculan que habrían salvado a unas 240 personas. ¿Y si más ojos miraran al mar? Si llevas días pensando en Julen, no te olvides de Sam.

Migración
El Aita Mari, atrapado entre la moral y la política

Más allá de granjearse un sorprendente apoyo como el de Salvini, el gobierno español también ha sido capaz de crear un nuevo concepto del peligro con estas negaciones de despacho: el peligro no existe mientras no se vea.

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